Baizhu

El dueño de la Farmacia Bubu, el doctor Baizhu, es un hombre con sorprendentes nociones sobre medicina y un magnánimo corazón que le lleva a ayudar a la gente a su alrededor, aunque también es una persona envuelta en un aura de misterio.

A pesar de la cantidad de aprendices dispuestos a aprender de él, Baizhu decidió tomar como alumna a una pequeña zombi.

Se trata simplemente de un mortal que siempre lleva una curiosa serpiente blanca colgando del cuello capaz de hablar la lengua de los humanos.

No hay enfermedad que no sea capaz de curar con sus remedios, salvo la suya propia.

En Liyue, este tipo de contradicciones no pasan desapercibidas durante mucho tiempo. Al fin y al cabo, son las personas más capaces las que mayor daño podrían causar si decidieran que la tentación del lado oscuro es demasiado poderosa.

Aunque, se mire por donde se mire, Baizhu no tiene ni un ápice de malicia en todo su ser. Por el contrario, su larga reputación de buenas obras es capaz de disipar hasta a los más desconfiados.

Cuando alguien le pregunta acerca de los extraños misterios que rodean a su persona, Baizhu se limita a responder con una amplia sonrisa:

"Los remedios más efectivos son siempre los más amargos. Es lo más normal del mundo que un buen médico oculte un par de secretillos".

Aunque su apellido no es Bai, mucha gente lo conoce como "doctor Bai". Qiqi, la aprendiz de la Farmacia Bubu, fue la que propició el uso de este apodo.

Cuando Qiqi acababa de llegar a la farmacia, era mucho más olvidadiza de lo que es ahora. Por las mañanas, salía a recoger hierbas, pero siempre se olvidaba de volver caída la noche.

Por suerte, Baizhu siempre ha sido un hombre muy paciente a la hora de tratar con los enfermos, especialmente con la joven zombi. Al principio, insistió en que Qiqi se quedara en la farmacia, pero la niña insistía en que debía salir, pues "era su deber". Cada vez que olvidaba regresar, Baizhu salía en su busca y la llevaba de vuelta. Y así, una y otra vez...

Qiqi tiene tan mala memoria que le resulta imposible acordarse de los nombres de toda la gente que conoce. De hecho, durante mucho tiempo, Baizhu y Changsheng fueron "esa persona" y "esa serpiente".

Como parte de su tratamiento, Baizhu añadió un pequeño diario a las medicinas que le daba cada día a Qiqi para que anotara cosas importantes en él y las repasara constantemente. Así pasaron los días hasta que, una buena mañana, la joven no le preguntó quién era como acostumbraba a hacer, sino que lo miró y dijo:

"Buenos días, Bai... Bai...".

Changsheng se estiró cuan larga era ante la sorpresa, más emocionada incluso que el propio doctor y dijo: "¿Qué Bai ni qué ocho cuartosss? ¿Por qué sssolo recuerdasss el nombre del doctor? ¿Y el mío qué?".

"Doctor Bai", respondió Qiqi completamente convencida. "Y buenos días, Sssheng".

¿*Ssss*? ¡¿Qué classse de lógica esss esssa, niña?! ¿Por qué mi nombre sssolo ha quedado en Sssheng?".

"... Recordar cosas es como curar una dolencia. Uno no puede recurrir a remedios milagrosos, hay que tratarla paso a paso y desde la raíz". Baizhu asintió con la cabeza mientras sonreía de oreja a oreja. Y así fue como aceptó de buen grado el título de "doctor Bai".

Durante los días venideros, un mar de clientes acudió a la farmacia y escuchó a la joven zombi mencionar "doctor Bai esto... doctor Bai aquello...". Los clientes a su vez comenzaron a llamarlo de tal forma por toda la ciudad, y así fue como el sobrenombre de "doctor Bai" caló entre la población de Liyue.

Las notas de Qiqi están llenas de apuntes, pero ya no las necesita para recordar los nombres completos de Baizhu y Changsheng.

Por eso, con el tiempo, Qiqi aprendió a decir el nombre completo, "doctor Baizhu".

Sin embargo, "doctor Bai" quedó para siempre en la memoria colectiva de la gente.

Baizhu no solo posee grandes dotes para la medicina, sino que también es un más que notable experto en los negocios.

Algo que, si uno se para a pensar, tiene todo el sentido del mundo. Para dirigir una farmacia de semejante tamaño, no basta con ser capaz de preparar remedios sin más.

La gran mayoría de las medicinas que se venden en su farmacia tienen un precio asequible y más que justo, pues Baizhu confiere gran importancia a las ganancias que se obtienen de las ventas rápidas de la mercancía. Sin embargo, hay ciertos remedios cuyo precio es prácticamente desorbitado. Un ejemplo de ello es el "Incienso eterno" que, incluso con descuento, se vende por 299 millones de Moras.

Aunque, por lo general, los clientes que necesitan de este tipo de remedios no son quisquillosos con el precio, y se fijan más en otros aspectos como la calidad y la eficacia del remedio en cuestión.

En lugar de acudir al mercado y servirse de las habilidades de regateo que uno posea, siempre es más fácil acudir a la Farmacia Bubu y hacerse con todo lo necesario. Además, el sello del doctor Baizhu es significado de calidad y garantía, aunque ello implique gastar un poco más de lo presupuestado.

Claro está, uno no puede únicamente aprovecharse de las ventajas que este negocio ofrece. De hecho, muchos de los comerciantes que han acudido alguna vez como clientes a la farmacia han acabado haciendo negocios con el doctor para proporcionarle ciertos ingredientes especiales procedentes de otras tierras del continente. Otros, por el contrario, han acabado exportando sus remedios a otras naciones. Al fin y al cabo, cuantos más Moras entran en el bolsillo de cada uno de sus socios, mayores son también los ingresos de la farmacia.

Aunque, si algo está claro, es que Baizhu no administra el negocio por el simple hecho de ganar dinero. Si tal fuera el caso, no tendría sentido que se ocupara de la pequeña Qiqi.

Cuando el doctor se encuentra con alguna enfermedad extraña o hasta entonces desconocida, cobra solo una tarifa de lo que él llama "prescripción simbólica" pues "cada nueva enfermedad es única en sí misma y el precio de su tratamiento, difícil de estimar".

Con el paso del tiempo, la Farmacia Bubu se hizo tan famosa en todo el continente que gente de otras naciones acudía a Liyue para buscar un remedio a sus dolencias. Baizhu, que posee un corazón de oro, jamás ha rechazado a ningún paciente que haya acudido en su búsqueda, y siempre está dispuesto a aconsejar y tratar enfermedades de lo más extrañas y de prácticamente cualquier índole. La gente a menudo comenta que el doctor es un gran hombre a quien sus buenas obras preceden y que, si se esfuerza tanto por ganar Moras, es porque quiere seguir haciendo el bien durante mucho más tiempo allá donde pueda.

En ese respecto, si hay algo de lo que el doctor esté seguro, es de que la Farmacia Bubu jamás ha participado en un negocio que haya acabado con pérdidas.

En cuanto a algunos de sus objetivos... Digamos que no habría sido posible llevarlos a cabo si no fuera por el apoyo de grandes entidades financieras y el suministro de productos locales. De hecho, si no hubiera sido por la solvencia de la que disponía, habría sido muy difícil llevar a cabo muchos de sus negocios.

Aunque, por otro lado, la oportunidad de investigar remedios Adeptus y todo tipo de curiosas e inauditas patologías es algo que no se puede medir en Moras.

Cada mañana, Baizhu se levanta muy temprano y bebe una jarra de agua. Luego, se prepara una jarra entera de té. Y con el té nunca pueden faltar los pasteles, ya sean dulces o salados. Normalmente, son cosas que la gente de la ciudad le regala por la calle prácticamente todos los días del año.

Con ellos, prepara tres platos: dos grandes y uno más pequeño. Los grandes son para él y para el Herborista Gui. El pequeño es para alegrarle un poco el ánimo a Changsheng y a Qiqi. Así, si todos disfrutan desayunando juntos es casi como si fueran una verdadera familia.

Después, Baizhu abre la farmacia. Siempre hay paquetes de verduras, arroz, pescado fresco, frutas y otros productos que la gente ha dejado en su puerta. En la Farmacia Bubu nunca hay escasez de alimentos.

A Baizhu no le gusta aceptar todos esos regalos a cambio de nada, y muchas veces les ha insistido para que no lo hagan, pero a menudo él tampoco cobra a sus pacientes, e incluso ofrece descuentos a sus clientes habituales. El hijo de tal familia o el abuelito de tal otra... El doctor ha tratado a tanta gente de buen grado y de manera tan asequible que sienten que lo mínimo que pueden hacer es enviarle un par de obsequios de vez en cuando. Ver tantos paquetes en la puerta de su farmacia después de haber insistido a los lugareños deja siempre a Baizhu con la boca abierta. Por suerte, el Herborista Gui siempre acude presto para ayudarle a mover todos los paquetes y quitarlos de la puerta de entrada.

Después del desayuno, es hora de abrir la consulta. Baizhu se sienta tras el mostrador mientras el Herborista Gui ordena los medicamentos que recetó la noche anterior y prepara los envíos para aquellos pacientes que no pueden ir a recogerlos personalmente. Con cada paquete, añade también una nota en la que se especifica el método de uso de cada remedio y la cantidad que debe tomar.

Cuando los clientes empiezan a llegar a la farmacia, Changsheng tiene por costumbre bajarse del cuello del doctor para campar a sus anchas. Cuando ve a Qiqi haciendo ejercicio en el patio, se encarama a sus hombros y la ayuda a marcar los tiempos. "Uno, dos, tres... Uno, dos, tres...". Cuando se cruza con Gui en el pasillo mientras este lleva las medicinas de un lado al otro, también se recuesta sobre sus hombros y le pregunta acerca de los últimos chismes que haya podido escuchar sobre los vecinos.

Cuando ya se han cansado de charlar, se han repartido las medicinas y el té se ha enfriado, es hora del almuerzo. Si Baizhu tiene tiempo, cocina él mismo, y siempre prepara algún tipo de sopa medicinal de sabor dulce para cuidar de la salud de todos.

Las tardes en la Ciudad de Liyue son muy tranquilas. Los niños aprenden a leer, los ancianitos pasean por el puerto, los soldados patrullan la ciudad... Siempre hay un constante flujo de personas yendo y viniendo. Changsheng y Qiqi suelen recostarse junto a la puerta de la farmacia para tomar el sol, mientras observan a las multitudes que van de un lado para el otro y comentan cosas como que tal persona ya necesita un buen corte de pelo o que los granitos que le han salido en la cara a aquella otra persona tal vez sean por comer demasiado picante.

Al oírlas, y temiendo que sus comentarios molesten a los transeúntes, el Herborista Gui siempre toma un par de bancos y las lleva al patio interior.

Al escuchar la conmoción, Baizhu, que está escribiendo unas recetas, presta atención a los ruidos que se oyen fuera. Un buen regaño se escucha durante varios minutos, hasta que, por fin, como una olla que se apaga, la letanía llega a su fin.

Al caer la noche, Baizhu cierra la consulta. A veces, Gui se queda a cenar y a veces regresa a casa para acompañar a su familia. Entonces el doctor, Changsheng y Qiqi, se quedan para cenar juntos y regresan a casa para descansar bajo la pálida luz de la luna.

No es que sea nada del otro mundo, pero así se suceden los días en la Farmacia Bubu. Si el Herborista Gui decidiera por casualidad volver a echar un vistazo de noche, probablemente se encontraría al doctor enseñándole algún nuevo estiramiento a Qiqi en el patio trasero.

"Uno, dos, tres... Uno, dos, tres...". Y así, día y noche, estación tras estación... el ejercicio y la vida tienen su ritmo propio.

Un cuentacuentos de Liyue dio un golpe en la mesa y entonces abrió su boca para comenzar a contar una fantástica historia sobre espíritus y demonios. Aunque a la audiencia le encanta escuchar cuentos de ese estilo, ya están hartos de escuchar siempre lo mismo. Por eso, alguien inquirió: "¿No podrías contar algo diferente? Ya nos contaste la historia sobre el vendedor de joyas y la del ladrón... ¿Qué más historias conoces?".

Casualmente, Baizhu pasaba por allí, y cuando los espectadores lo vieron pensaron para sí: "El doctor Baizhu debe de tener incontables anécdotas, pero sería demasiado difícil escribir un libro sobre ellas". Más allá de alabar su ética médica, cuando hablan sobre él en las charlas de sobremesa, suele mencionarse su secreta obsesión por la inmortalidad. Y Baizhu, por su parte, no tiene intenciones de intentar ocultarla.

La Farmacia Bubu suele estar concurrida, y sus clientes no pueden evitar fijarse en los libros que Baizhu lee. Además de invertir sus ratos libres en libros sobre medicina, Baizhu suele pasar el tiempo leyendo antiguos escritos sobre métodos para alcanzar la inmortalidad. Y no solo eso, Baizhu también colecciona en su botiquín una gran variedad de ingredientes inusuales, remedios que nadie encontraría en una prescripción médica común y corriente. Sin embargo, Baizhu los usa y los repone con gran frecuencia, repitiendo el proceso cuantas veces sea necesario. La gente normal no conoce su misterioso secreto, pero todo aquel perteneciente a una familia que guarde relación con los asuntos de la muerte es capaz de darse cuenta con solo verlo, y saben que todos esos extraños ingredientes que guarda Baizhu en su botiquín en realidad son para elaborar una especie de elixir de la inmortalidad de la que se habla en las leyendas.

La gente común suele rascarse la cabeza al escuchar la palabra "inmortalidad", pero hay quienes no pueden evitar dejarse llevar por la curiosidad e inquirir a Baizhu sobre qué métodos pretende utilizar para alcanzarla y cuáles fueron sus hallazgos hasta el momento... Es como caminar sobre una cuerda en mitad de la oscuridad de la noche, se trata de un verdadero desafío.

Con el tiempo, la voz se corrió. En cuanto se filtró la información, todo el mundo tuvo de que hablar. Las distintas opiniones se dividían en tres grupos diferentes: había quienes codiciaban su conocimiento, había quienes estaban totalmente en desacuerdo, y había quienes no tenían ninguna opinión al respecto, pero que estaban convencidos de que causaría un tremendo revuelo.

Baizhu se encontraba de cuerpo presente en su clínica, pero mantenía el ojo puesto en lo que sucedía afuera y era consciente de que esto tarde o temprano iba a suceder. Por más vastos que fueran los confines de Liyue, sabía que provocaría un gran alboroto entre la gente. Es por eso que, en un principio, Baizhu quiso perseguir su propósito en secreto, pero hacía tiempo que el nombre de "Baizhu" fue incluido en los registros del Ministerio de Asuntos Civiles. Por suerte, él siempre mantenía la compostura en su profesión y atendía a pacientes dispuestos a charlar durante la consulta. Así fue como se enteró de que el Ministerio tenía los ojos encima de él. Pero supo burlarse de ellos y hasta se aprovechó de las habladurías de la gente a su favor para demostrar que no tenía malas intenciones.

A veces, un rumor puede llegar a ser tan maligno como una enfermedad. En el momento en el que sale de la boca del hablante, se propaga por todas partes, y es tan contagioso como un virus. Así, Baizhu consiguió que el viento soplara a su favor, y se libró de que Yelan añadiera su nombre en los registros de información secreta del Salón de Té Yanshang.

En cuanto al segundo grupo de personas, no parecían estar dispuestos a cambiar de parecer. La mayoría de ellos eran descendientes de familias religiosas, firmes seguidores del curso natural de la vida y la muerte, y sus convicciones eran completamente opuestas a las de Baizhu. Casualmente, eran los dueños del negocio situado a una calle de la Farmacia Bubu: la Funeraria El Camino.

Como dicen por ahí, los vecinos son como de la familia. La Farmacia Bubu y la Funeraria El Camino solían tener buena relación en el pasado, e incluso tenían la costumbre de saludarse con una sonrisa desde el otro lado de la calle. Todo cambió el día en el que surgió el tema de la vida y la muerte, el de la muerte y la vida. La posición de la actual directora de la funeraria, Hu Tao, era muy clara: "Si no podemos llegar a un acuerdo con unas cuantas palabras, ¡la mejor solución es discutir la cuestión invitando a Baizhu a una buena comida!". ¿Cómo iba a rechazar esa propuesta una persona tan empática como Baizhu? Por supuesto que asistiría al banquete. Pasaron los meses y los años, y ambas familias trataron de llevarse bien a pesar de su desacuerdo sin remedio. Podría decirse que eran buenos conocidos.

Cuando no eran más que conocidos, hablaban sobre temas intrascendentes por pura educación. Cuando finalmente cultivaron una amistad, comenzaron a hablar sobre sus respectivos negocios. La Farmacia Bubu ejerce la medicina, pero es inevitable que no consigan curar a tiempo a algunos de sus pacientes. Si son lo suficientemente afortunados, sus propios familiares pueden hacerse cargo del cuerpo del fallecido. Pero aquellos que no tienen tan buena suerte pasan los últimos momentos de su vida en la Farmacia Bubu. Cuando esto sucede, la farmacia colabora con la Funeraria El Camino para acompañarlos en su último viaje.

Para una responsabilidad de importancia tan crucial como es la de preparar la despedida final de una persona, la directora Hu Tao siempre elige a Zhongli, su asesor de confianza. En cuanto a la Farmacia Bubu, Baizhu es quien se ocupa de los pacientes. Los representantes de ambos negocios suelen reunirse en el silencio sepulcral de la noche para llevar a cabo las ceremonias funerarias. Baizhu traslada al fallecido, y el asesor de la funeraria dirige la ceremonia y los ritos necesarios, deteniéndose en cada detalle. Incluso si es un mero protocolo, el fallecido ya se encuentra inmerso en su eterno descanso.

Es una pena que nadie pueda agradecer a la Farmacia Bubu y a la Funeraria El Camino por su contribución, pues el fallecido ya no se halla en este mundo. No obstante, el cielo y la tierra siguen su curso natural, igual que hacen la vida y la muerte. El doctor y el asesor de la funeraria son vecinos por casualidad y amigos durante cada sobremesa. Pero comparten el mismo espíritu al despedir con solemnidad las almas de los muertos. Sin embargo, una vez que concluyen la despedida, vuelven a ser los de siempre.

En cuanto al primer grupo, es el más numeroso de todos, y también es el trato más fácil.

En la naturaleza salvaje de las montañas, los bandidos acechan a los transeúntes. En una ocasión, algunos de ellos que no eran muy avispados se encontraron con Baizhu mientras este preparaba unos remedios en soledad. Habiendo escuchado rumores sobre su elixir de la inmortalidad, pensaron que había ido a la montaña para prepararlo sin que nadie lo descubriese, por lo que aguardaron a la espera del momento oportuno para asaltarle. Unas cuantas horas más tarde, los guardias de la Geoarmada acudieron apresurados tras haber recibido una denuncia. Para su sorpresa, no fueron capaces de determinar quién era la víctima realmente, pues se encontraron a Baizhu, de pie y sonriente, con aquellos bandidos tirados a un lado en el suelo.

"Permítame que pregunte primero por los detalles del caso"... El guardia de la Geoarmada dudó al hablar. "Doctor Baizhu, ¿realmente vino hasta aquí solo para preparar una medicina para el resfriado?".

"Si estuviera elaborando alguna medicina especial... ¿cómo iba a permitir que me encontrasen?", dijo Baizhu mostrando una sonrisa mientras sacudía ligeramente la cabeza.

Esta historia se difundió de boca en boca hasta que la escuchó el cuentacuentos. Recapacitó por un momento y exclamó: "¿Y qué más da? A final de cuentas, Baizhu no es más que un doctor, ¿qué tiene de fantástico contar anécdotas sobre él?".

Cada vez que la temporada de frío anuncia su llegada, una multitud de pacientes aguardan a las puertas de la Farmacia Bubu para ser atendidos por su médico. Pero aquel día, nadie había visto a Baizhu por ninguna parte. Solo habían encontrado al Herborista Gui y a Qiqi preparando las prescripciones médicas y administrando medicinas en el mostrador. Los pacientes frecuentes que han venido con síntomas recurrentes supieron que era "igual que siempre", y tomaron la medicina envuelta con cuidado por el Herborista Gui y se marcharon dando tumbos, no sin antes decir: "Dígale a Baizhu que se cuide".

Justo en ese momento, Qiqi se disponía a entrar por la puerta y se tropezó con un anciano.

Sosteniendo un sombrero entre sus manos, asintió con la cabeza y corrió apresurada hacia la trastienda.

"Igual que siempre" no se refiere a un tiempo ni a un lugar específicos, sino una explicación breve de un hecho frecuente: "El doctor Baizhu está enfermo, hoy no podrá atender a ningún paciente. Sentimos que hayan venido hasta aquí en vano, pueden regresar cuando el doctor se sienta mejor".

Curarse a uno mismo supone un reto hasta para un médico, y Baizhu no es una excepción. Él suele decir que solo ha contraído un simple resfriado, pero la realidad es que su constitución es débil y todos sus órganos padecen alguna dolencia. Aunque su vida no corre peligro, si diez médicos le hicieran un reconocimiento, nueve de ellos exclamarían espantados haberse encontrado con una afección única que no tiene cura. Es por eso que, cada vez que Baizhu vuelve a sentir malestar, el Heborista Gui y Qiqi no pueden hacer más que traer agua caliente, paños limpios y algo de fruta para mostrar su preocupación. Pero Baizhu detesta despertar preocupación en los demás, por lo que siempre se limita a encerrarse en su cuarto, con Changsheng como única compañía.

Con las cortinas echadas y las ventanas cerradas, la habitación se inundó de oscuridad y melancolía. Cuando la salud de Baizhu vuelve a debilitarse, de repente siente escalofríos, luego padece de inflamación, a veces hasta siente fuertes dolores por todo el cuerpo... Después de recuperarse un poco del malestar, permaneció tumbado sobre la cama y bromeó con Changsheng diciendo: "Si un día de estos estiro la pata, nos meteremos en aprietos".

La serpiente siseó y se arrastró hasta la cabecera de la cama para observar de cerca con sus pupilas, tan similares a las de los humanos, el rostro sudoroso de Baizhu. "*Sss*... Ay, ay, ay, puedes descansar, ¡pero ni se te ocurra rendirte! ¿No eres tú quien está obsesionado con la idea de vivir para siempre? Además, todavía eres joven, te queda mucho por vivir".

Un humano y una serpiente, un humano con pupilas de serpiente y una serpiente con pupilas de humano. ¿Verdad que es un fenómeno de lo más extraño? Muy pocos conocen a qué se debe, y no parece que nadie sea capaz de desentrañar el misterio, pues es el secreto mejor guardado por Baizhu y Changsheng. La extraña apariencia de sus pupilas es la prueba de que existe un contrato entre ambos, y el resultado de ese contrato es el Baizhu que todo el mundo conoce actualmente. Y por ello, Baizhu no puede dejar de dedicarse a la medicina, a curar las enfermedades de los demás y a vivir con las suyas propias.

Y de acuerdo a la voluntad de Rex Lapis, la ley es suprema y los contratos deben cumplirse al pie de la letra. Liyue es una región donde habitan inmortales con humanos y todo tipo de criaturas, por lo que existe una gran diversidad de contratos amparados por la ley desde tiempos antiguos. Sin embargo, Baizhu y Changsheng nunca discuten sobre el contenido de su contrato. Sus discusiones suelen limitarse a: "¿El contrato? Eso no es más que un acuerdo, basta con decir que es una técnica secreta que solo puede transmitirse bajo ciertas condiciones muy estrictas. No debes ser muy joven ni muy viejo... Debes ser un humano y tener un buen corazón... ¿Qué más, qué más?... ¡Ah, tienes que estar predestinado para ello!".

Qiqi trajo una bandeja con té y agua caliente, y abandonó la habitación cerrando la puerta antes de salir. Baizhu la observó hasta que se marchó antes de soltar un largo suspiro. Sentía que aguardaba mil inquietudes en su pecho, pero que no era capaz de compartir ninguna de ellas. Lo único que supo hacer en ese momento fue cambiar de tema y hablar sobre un rumor llegado de lejos.

Hace mucho tiempo, quien gobernaba el Monte Yaojun se reunió con un viejo amigo con quien solía tomar el té. Prometieron regresar al monte cuando los árboles hubieran crecido para seleccionar las mejores hojas y preparar una ceremonia del té a la que invitar a otros Adeptus. Era una idea maravillosa, pero jamás lograron hacerla realidad... Uno de los dos Adeptus quedó atrapado en las profundidades del agua como hojas del té en el fondo de una taza. El otro perdió los diez dedos de sus manos junto con todos sus recuerdos, por lo que recoger las hojas del té sería una tarea imposible.

Changsheng siseó y respondió con impaciencia: "¿Qué hay de raro en eso? Los Adeptus ya no están, pero los árboles de té todavía permanecen allí. Las hojas de té mantendrán viva su promesa. Mejor preocúpate por ti mismo. Si un día partimos, solo se acordarán de nosotros el Herborista Gui, Qiqi y esta casa de madera y ladrillos".

Al contrato de Changsheng se le conoce como "método de la serpiente de jade para aplacar al dragón". Si uno se detiene a pensar en el nombre, ni la propia Changsheng sabría explicar los detalles, solo se limita a decir que lo aprendió hace mucho tiempo.

Toda conversación que se mantiene con ella sobre cualquier acontecimiento del pasado concluye de la misma manera. Baizhu está acostumbrado a escuchar sus consejos, pues sabe que lo hace con buena intención. Entonces, Baizhu tosió hasta expulsar la sangre que retenía en su garganta, y se incorporó para apoyarse en el cabezal de la cama.

Changsheng volvió a dirigir la mirada hacia él y refunfuñó: "¿Qué miras? No tengo manos para ayudarte a incorporarte".

Sosteniendo entre sus manos el cuenco de sopa que le prepararon el Herborista Gui y Qiqi, Baizhu se tomó la sopa con cuidado. Cucharada tras cucharada, la sorbió sin desviar la mirada del cuenco, como si en el fondo de este pudiera vislumbrar las flores de la primavera y las hojas del otoño.

Las cosas más sencillas son las que dan sentido a la vida. Y por eso la vida es como una sopa, deliciosa a pesar de estar preparada con los ingredientes más simples.

La gente de Liyue suele utilizar la adivinación para predecir las buenas noticias o las calamidades que tendrán lugar en el futuro y pedir a los dioses que resuelvan sus dudas. A este arte se le conoce en Liyue como "zhanbu".

Cuenta la leyenda que, antaño, la gente solía confundir la medicina y la adivinación. Antiguamente, la gente no tenía grandes nociones sobre conceptos como el nacimiento, la vejez, la enfermedad o la muerte, por lo que no les quedaba más remedio que orar a los dioses implorando buena salud y bienestar, y consumir hierbas medicinales que calmaran sus dolencias.

No fue hasta tiempo después que el pueblo de Liyue fue comprendiendo estos principios y pasando sus conocimientos de generación en generación hasta llegar a las prácticas médicas que se utilizan actualmente.

Después de heredar el negocio, Baizhu se marchó inmediatamente a la ciudad para establecerse en un lugar próspero junto al puerto y poder practicar allí la medicina. Fue entonces cuando ocurrieron los hechos que se narran a continuación.

Según las costumbres de Liyue, cada nueva tienda debe practicar la adivinación para definir un día auspicioso en el que abrir sus puertas por primera vez. Solo así se podrá garantizar la prosperidad del negocio.

Sin embargo, mientras Baizhu esperaba el día de auspicio que había seleccionado, una madre llamó a la tienda de la farmacia bien entrada la noche. En sus brazos cargaba a su pequeña, que sufría una alta fiebre.

...

Al día siguiente, todos los vecinos se sorprendieron con la noticia de que la nueva farmacia había abierto días antes de lo programado. Sin aviso o celebración previos, habían comenzado a atender al público un día como cualquier otro.

"¿No te preocupa que el negocio pueda ir mal, *sss*?". El tono de Changsheng estaba cargado de preocupación. "Sssolo porque ayer recibierasss una paciente no sssignifica que tengasss que abrir antesss el negocio".

Baizhu respondió mientras seguía escribiendo una receta: "Cuanto más prolongue la apertura, más pacientes tendrán que esperar para ser atendidos. Además, ¿cómo podría desear que mi negocio sea próspero? Eso sería como desear que la gente enferme".

"¡Esssa no esss excusssa para abrir la tienda sssin sssiquiera un nombre! ¿Y qué hay de las bendicionesss?".

"¿Bendiciones y un nombre?... Solo deseo que mis remedios sean efectivos y mis pacientes mejoren. En cuanto al nombre...", dijo Baizhu mientras sostenía la receta y miraba al sol que despuntaba en el horizonte a través de la puerta. "Tú y yo no necesitamos pedirle nada a los dioses por medio de la adivinación".

Así pues, tomó el "bu" de "zhanbu" y le agregó un adverbio de negación "bu" delante él, de manera que el nombre significaría "no adivinar". La luz del sol resplandeció sobre la hoja de papel, señalando algunas de las letras que el doctor había escrito: "Farmacia Bubu, Baizhu".

Cuando Baizhu aún era joven, una plaga asoló su pueblo natal.

Por suerte, el médico de la zona estaba curtido en dichos temas y consiguió evitar que la plaga se extendiera aún más.

Sin embargo, ningún milagro fue capaz de evitar la pérdida de vidas. Baizhu perdió a sus padres en aquella tragedia. Desde entonces, estudió junto al médico del pueblo.

A pesar de que en este mundo hay todo tipo de dolencias y enfermedades de lo más extrañas, su maestro siempre parecía conocer el remedio para todas y cada una de ellas. Después de estudiar tantos años, Baizhu aprendió una gran lección de su maestro: No importa cuán peligrosa o desconocida sea una enfermedad, el saber humano siempre será capaz de encontrar la cura adecuada. ... Hasta que un día, los malestares acumulados por el contrato provocaron que su maestro enfermara y, finalmente, falleciera.

Aunque, para entonces, los estudios de Baizhu ya habían empezado a rendir frutos, aún se sentía incapaz ante las enfermedades más complicadas.

Para colmo, la única dolencia incurable de este mundo, la muerte, se había llevado a su maestro. ¿De verdad eran los humanos incapaces de detener el ciclo de la vida y la muerte? Allí, sentado frente a la fría lápida de su maestro, los recuerdos de su infancia se volvieron borrosos. Las virulentas toses de sus padres, el olor a sangre que emanaba de sus bocas... eran simples escenas poco nítidas que se superponían ante sus ojos.

En aquel cementerio, las mordaces palabras de Changsheng se mezclaban con la melancolía que sentía el muchacho.

"Me pregunto cuántas personas más aceptarán este contrato...".

Baizhu no estaba dispuesto a dejar que otro de sus seres queridos volviera a desaparecer del mundo frente a sus ojos.

"... No. Yo seré el último que firme ese contrato".

Cuando volvió a abrir los ojos, una dorada luz refulgía frente a él, como una vela recién encendida. Lo primero que fue capaz de vislumbrar entre los haces de luz fue la Visión que, cual luciérnaga que sobrevuela el oscuro manto de la noche, iluminaba ahora la lápida de su maestro.

Aquella Visión era la prueba de que los dioses, al igual que su maestro tiempo atrás, habían fijado su compasiva mirada en él.