Atlantic City
5 172
Drama. Romance
A Lou Pascal (Burt Lancaster), un viejo gángster de poca monta que consigue algún dinero con las apuestas, lo mantiene en realidad la viuda de su antiguo jefe. En el mismo edificio que él vive Sally (Susan Sarandon), una atractiva mujer aspirante a croupier cuyo cuerpo lo tiene obsesionado. (FILMAFFINITY)
18 de septiembre de 2008
61 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
Segundo film de la etapa americana de Louis Malle y para algunos el mejor de la misma. Escribe el guión el dramaturgo John Guare (“Seis grados de separación”, Schepici, 1993) a propuesta de Sarandon. Se rueda en exteriores de Filadelfia (Pensilvania), Atlantic City (NJ), Margarte (NJ), NYC y Montreal (Canadá), entre el 31-X-1979 y el 5-I-1980. Nominado a 5 Oscar, gana el León de oro (Venecia). Producido por Dennis Héroux y John Kemeny, se estrena el 2-IX-1980 (Festival Venecia).
La acción dramática tiene lugar en Filadelfia, Margate, Atlantic City y una localidad próxima, entre mayo y diciembre de 1979. Lou Pasco (Lancaster), antiguo guardaespaldas del gángster Pinza, de unos 60 años de edad, malvive como agente de pequeñas apuestas ilegales. Amante de Grace, viuda de Pinza, se enamora de su vecina, la joven canadiense Sally Matthews (Sarandon), a la que admira desde lejos. Se siente desilusionado, derrotado y solo. Vive refugiado en un pasado imaginario. Siempre deseó ser amante de una mujer joven, un héroe rico y un gángster importante. Ella trabaja como camarera en la cafetería de un casino y por la noche asiste a clases de crupier. Es solitaria, idealista y necesita dinero con avidez. Aspira a ser crupier del casino de Montecarlo.
El film suma drama, crimen, gángsters, thriller y romance. Es la segunda colaboración de Malle y Sarandon, que entonces formaban pareja sentimental. El guión, a cargo de un amigo de Sarandon, está cortado a la medida de Lancaster y Sarandon. Sus papeles corresponden a dos soñadores. Lou vive de recuerdos, fantasías e ilusiones de grandeza, que le sirven de refugio para evadirse de una realidad monótona, aburrida y tediosa. Sally, tras el fracaso de su matrimonio con un joven cocainómano, se refugia en la ciudad del juego para tomar clases de crupier. Su sueño es llegar a ser la primera mujer crupier del casino de Montecarlo. La interacción entre los dos personajes permite a Lou vivir una aventura en la que intervendrá como conquistador, matón y gángster acaudalado. A Sally le va a permitir viajar a Europa. Los dos saldrán beneficiados en lo que más necesitan.
El film reflexiona sobre las diferencias que separan sueños e ilusiones de la realidad; sobre los cambios que ha de experimentar una ciudad para transitar con éxito de un pasado superado a un futuro de prosperidad; y sobre el proceso de envejecimiento y pérdida de facultades de las personas humanas. Destaca la profundidad del análisis psicológico de los personajes y el afecto con el que son tratados. Valora positivamente las diferencias humanas, la tolerancia y el sentido humanitario. Recurre a la ironía, la sátira y el humor. La ambientación es realista, sobria y desprovista de adornos añadidos. Se sirve de símbolos que acogen y dan sentido a la historia, como la ciudad que ha de demoler antiguos edificios hoteleros anacrónicos para dar paso en su lugar a nuevas instalaciones dedicadas a nuevos usos.
La acción dramática tiene lugar en Filadelfia, Margate, Atlantic City y una localidad próxima, entre mayo y diciembre de 1979. Lou Pasco (Lancaster), antiguo guardaespaldas del gángster Pinza, de unos 60 años de edad, malvive como agente de pequeñas apuestas ilegales. Amante de Grace, viuda de Pinza, se enamora de su vecina, la joven canadiense Sally Matthews (Sarandon), a la que admira desde lejos. Se siente desilusionado, derrotado y solo. Vive refugiado en un pasado imaginario. Siempre deseó ser amante de una mujer joven, un héroe rico y un gángster importante. Ella trabaja como camarera en la cafetería de un casino y por la noche asiste a clases de crupier. Es solitaria, idealista y necesita dinero con avidez. Aspira a ser crupier del casino de Montecarlo.
El film suma drama, crimen, gángsters, thriller y romance. Es la segunda colaboración de Malle y Sarandon, que entonces formaban pareja sentimental. El guión, a cargo de un amigo de Sarandon, está cortado a la medida de Lancaster y Sarandon. Sus papeles corresponden a dos soñadores. Lou vive de recuerdos, fantasías e ilusiones de grandeza, que le sirven de refugio para evadirse de una realidad monótona, aburrida y tediosa. Sally, tras el fracaso de su matrimonio con un joven cocainómano, se refugia en la ciudad del juego para tomar clases de crupier. Su sueño es llegar a ser la primera mujer crupier del casino de Montecarlo. La interacción entre los dos personajes permite a Lou vivir una aventura en la que intervendrá como conquistador, matón y gángster acaudalado. A Sally le va a permitir viajar a Europa. Los dos saldrán beneficiados en lo que más necesitan.
El film reflexiona sobre las diferencias que separan sueños e ilusiones de la realidad; sobre los cambios que ha de experimentar una ciudad para transitar con éxito de un pasado superado a un futuro de prosperidad; y sobre el proceso de envejecimiento y pérdida de facultades de las personas humanas. Destaca la profundidad del análisis psicológico de los personajes y el afecto con el que son tratados. Valora positivamente las diferencias humanas, la tolerancia y el sentido humanitario. Recurre a la ironía, la sátira y el humor. La ambientación es realista, sobria y desprovista de adornos añadidos. Se sirve de símbolos que acogen y dan sentido a la historia, como la ciudad que ha de demoler antiguos edificios hoteleros anacrónicos para dar paso en su lugar a nuevas instalaciones dedicadas a nuevos usos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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25 de abril de 2010
35 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película legendaria hasta cierto punto, y polémica, de los años 80, dónde Susan Sarandon y sus refrescantes limones dieron mucho que hablar.
Narra la historia de un decrépito y patético ex-gángster de baja estofa (Lancaster) quien verá sacudida su monótona vida por la aparición en ésta del ex-marido de su vecina (Sarandon), a la que espía desde su ventana por las noches.
Malle narra una historia de amor imposible, otoñal, tan patética como el propio personaje de Lancaster, y consigue que seres realmente despreciables por dedicarse a traficar con droga nos resulten simpáticos, casi queridos, y comprendidos. Película sobre la búsqueda de la dignidad cuando todo parece haberse vivido, resulta en todo momento atractiva, interesante y equilibrada.
Narra la historia de un decrépito y patético ex-gángster de baja estofa (Lancaster) quien verá sacudida su monótona vida por la aparición en ésta del ex-marido de su vecina (Sarandon), a la que espía desde su ventana por las noches.
Malle narra una historia de amor imposible, otoñal, tan patética como el propio personaje de Lancaster, y consigue que seres realmente despreciables por dedicarse a traficar con droga nos resulten simpáticos, casi queridos, y comprendidos. Película sobre la búsqueda de la dignidad cuando todo parece haberse vivido, resulta en todo momento atractiva, interesante y equilibrada.
30 de abril de 2007
28 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Atlantic City es una mezcla de cine francés y cine norteamericano, dos formas de hacer cine en principio distantes pero que se hermanan de la mano de Louis Malle. Las referencias al sueño americano, a esa América como tierra de promisión, giran la brújula hacia el Océano Atlántico, hacia esa Francia paradisíaca e idealizada. De Atlantic City la ciudad de los casinos hacia Mónaco y Montecarlo el Casino universal por excelencia.
Pero esa mezcla, no se muy bien si homogénea ó heterogénea, no se queda únicamente en las referencias al sueño europeo sino que también tiene su más puro reflejo en ese aroma de limones mediterráneos cargados de sensualidad y deseo. Esa invitación al “je t´aime”, a ser amante, a los juegos de “amour” preñados de erotismo.
Y como una cosa conduce a otra, llega el momento de hablar de Susanita, Susan Sarandon está sublime como actriz y como mujer, con ese punto de sazón imprescindible para un papel como éste. Irradia sensualidad y erotismo por los cuatro puntos cardinales. No sólo hace sucumbir a un Burt Lancaster entrado en años y con aire de golfillo, sino a todos nosotros. Lo reconozco, me rindo ante ella. Me ganó para su causa, pero eso sí, como mujer y también como actriz, fantástica y magistral.
En cuanto a ese príncipe (de Salina) de actores que es Burt Lancaster, encontré su interpretación muy ajustada al papel y a dar esa imagen que Louis Malle quiere que tengamos del personaje, entre fracasado y burlón, tratando de agarrarse a las últimas posibilidades de superación personal que le ofrece la vida. Quien diga que su interpretación es más floja que las de El Gatopardo ó Novecento, por citar algunas de las más afamadas, es que tal vez no ha comprendido la idiosincrasia del personaje.
Para finalizar, decir que estoy absolutamente de acuerdo con algunos comentarios leídos que aseguran que Malle se limita a plantearnos una situación y unos hechos sin entrar en consideraciones morales de ningún tipo. Eso debe hacerlo el espectador. Habrá quien juzgue la violencia como necesaria, quien la considere fuera de lugar, quien absuelva y quien condene a los personajes. Habrá quien considere la historia como “natural” y quien la considere “forzada”… En la variedad está el gusto. Pero seguro que por unas razones o por otras a nadie dejará indiferente. Seguro que en eso hay unanimidad.
Pero esa mezcla, no se muy bien si homogénea ó heterogénea, no se queda únicamente en las referencias al sueño europeo sino que también tiene su más puro reflejo en ese aroma de limones mediterráneos cargados de sensualidad y deseo. Esa invitación al “je t´aime”, a ser amante, a los juegos de “amour” preñados de erotismo.
Y como una cosa conduce a otra, llega el momento de hablar de Susanita, Susan Sarandon está sublime como actriz y como mujer, con ese punto de sazón imprescindible para un papel como éste. Irradia sensualidad y erotismo por los cuatro puntos cardinales. No sólo hace sucumbir a un Burt Lancaster entrado en años y con aire de golfillo, sino a todos nosotros. Lo reconozco, me rindo ante ella. Me ganó para su causa, pero eso sí, como mujer y también como actriz, fantástica y magistral.
En cuanto a ese príncipe (de Salina) de actores que es Burt Lancaster, encontré su interpretación muy ajustada al papel y a dar esa imagen que Louis Malle quiere que tengamos del personaje, entre fracasado y burlón, tratando de agarrarse a las últimas posibilidades de superación personal que le ofrece la vida. Quien diga que su interpretación es más floja que las de El Gatopardo ó Novecento, por citar algunas de las más afamadas, es que tal vez no ha comprendido la idiosincrasia del personaje.
Para finalizar, decir que estoy absolutamente de acuerdo con algunos comentarios leídos que aseguran que Malle se limita a plantearnos una situación y unos hechos sin entrar en consideraciones morales de ningún tipo. Eso debe hacerlo el espectador. Habrá quien juzgue la violencia como necesaria, quien la considere fuera de lugar, quien absuelva y quien condene a los personajes. Habrá quien considere la historia como “natural” y quien la considere “forzada”… En la variedad está el gusto. Pero seguro que por unas razones o por otras a nadie dejará indiferente. Seguro que en eso hay unanimidad.
22 de enero de 2009
23 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
La Sarandon se frota los brazos con un limón y Burt Lancaster, ya viejuno, la observa extasiado desde la ventana de enfrente. La escena tiene una carga de erotismo tremenda, pese a que la pobre Susan sólo se da con el limón para quitarse el olor a pescado del lugar donde trabaja. Y ahí estamos Burt y yo intentando ver algo más, captar algún detalle de esta gran mujer antes de que el bueno de Louis Malle nos cuente una historia.
Y así, pese a que ha pasado un minuto de película, sabemos ya muchas cosas: que los dos son unos desgraciados porque viven en sendos cuchitriles, que Lancaster es un tipo venido a menos, que ella tampoco triunfa porque si no no tendría que estar limpiándose los brazos de ese olor y que entre esos dos se va a entablar una relación importante en la película. Luego vamos sabiendo algo más, aparecen el marido y la hermana de Susan Sarandon y ocurre un robo de droga que desencadena la historia.
Por encima de todo está la figura de Burt Lancaster. El príncipe de Salina está enorme, superior. Es un desgraciado pero sigue vistiendo bien, con su gabardina, con traje, mientras que el marido de Sally (Susan) es un tipo andrajoso que no sirve ni para hacer una entrega de droga. Burt presume de que fue un mafioso, de que conoció a Al Capone, a Dutch Schulz y a la plana mayor del sindicato del crimen, pero es un corredor de apuestas que se gana la vida como buenamente puede. Dice tener un pasado esplendoroso, pero eso está muy pasado.
Con una Sarandon también en un nivelazo, la peli avanza entre una estética de casinos y bajos fondos, de mafiosos que apenas se dejan ver y de entregas de droga en hoteles de lujo. Y así un desgraciado como Burt tiene una oportunidad de mejorar en su vida, pese a que ya está en el ocaso. Y así se entabla una relación amorosa con una mujer joven como Sally y que no tiene visos de futuro. En fin, que la película es magnífica. Que la vean.
Y así, pese a que ha pasado un minuto de película, sabemos ya muchas cosas: que los dos son unos desgraciados porque viven en sendos cuchitriles, que Lancaster es un tipo venido a menos, que ella tampoco triunfa porque si no no tendría que estar limpiándose los brazos de ese olor y que entre esos dos se va a entablar una relación importante en la película. Luego vamos sabiendo algo más, aparecen el marido y la hermana de Susan Sarandon y ocurre un robo de droga que desencadena la historia.
Por encima de todo está la figura de Burt Lancaster. El príncipe de Salina está enorme, superior. Es un desgraciado pero sigue vistiendo bien, con su gabardina, con traje, mientras que el marido de Sally (Susan) es un tipo andrajoso que no sirve ni para hacer una entrega de droga. Burt presume de que fue un mafioso, de que conoció a Al Capone, a Dutch Schulz y a la plana mayor del sindicato del crimen, pero es un corredor de apuestas que se gana la vida como buenamente puede. Dice tener un pasado esplendoroso, pero eso está muy pasado.
Con una Sarandon también en un nivelazo, la peli avanza entre una estética de casinos y bajos fondos, de mafiosos que apenas se dejan ver y de entregas de droga en hoteles de lujo. Y así un desgraciado como Burt tiene una oportunidad de mejorar en su vida, pese a que ya está en el ocaso. Y así se entabla una relación amorosa con una mujer joven como Sally y que no tiene visos de futuro. En fin, que la película es magnífica. Que la vean.
12 de diciembre de 2005
20 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estupendo film que incomprensiblemente paso desapercibido. Cuenta con las excelentes interpretaciones de su pareja protagonista. Especialmente la de Burt Lancaster que en mi opinión, es de las mejores de su carrera, a pesar de que cuando rodó la película ya tenía 67 años. Cuenta una preciosa historia de amor imposible entre una especie de gangster romántico y una atractiva pescatera. Hermosa.
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