Western
1.132
Drama
Una cuadrilla de obreros alemanes sienta campamento en un pueblo búlgaro para levantar una central hidráulica. Molesta el descaro zafio de su despliegue, ofende la saña eficiente con que desarraigan el paisaje, y agravian con sus sudores masculinos de beberse la paga y silbar agudo al paso de las chicas. Va a estallar el conflicto...
9 de febrero de 2018
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con producción de la también alemana Maren Ade, en su tercera película la realizadora Valeska Grisebach explora un género en apariencia lejano como el western, ambientado en la frontera entre Bulgaria y Grecia y muestra los conflictos entre los habitantes del lugar y unos trabajadores alemanes.
A una zona cerca de la frontera entre Bulgaria y Grecia llegan un grupo de trabajadores alemanes con la finalidad de canalizar un río, demostrándose un tanto presuntuosos y petulantes ante un grupo de mujeres que habían ido a bañarse al río.
Solo uno de los alemanes decide acercarse al pueblo para tratar de conocer a sus habitantes, a pesar de la barrera idiomática, Meinhard (Meinhard Neumann), un tipo que dice haber sido soldado legionario quien trata de borrar la notable desconfianza que sus compañeros generan en los lugareños, ante una latente tensión que crece cada día, y que deja asomar diferentes prejuiciosos y resentimientos en ambos grupos de personas.
Narrada con pulso firme, la película inicia centrándose en la actividad cotidiana de los trabajadores alemanes hasta que un primer contacto con los lugareños genera un clima de tensión que continuará incrementándose cuando empiecen a florecer diferencias y viejas rencillas ideológicas y culturales.
La directora va narrando este encuentro desde la sutileza, pero con firmeza, retomando algunos de los códigos del western norteamericano y centrándose en la figura de Meinhard, quien representa al solitario vaquero que de pronto despierta desconfianza entre ambos bandos, en un relato que abre la posibilidad a diversas interpretaciones.
Mostrando una cara europea pocas veces abordada, ‘Western’ es un filme escrupuloso que se manifiesta revelador, dejando de lado lugares comunes y otras obviedades.
http://tantocine.com/western-de-valeska-grisebach/
A una zona cerca de la frontera entre Bulgaria y Grecia llegan un grupo de trabajadores alemanes con la finalidad de canalizar un río, demostrándose un tanto presuntuosos y petulantes ante un grupo de mujeres que habían ido a bañarse al río.
Solo uno de los alemanes decide acercarse al pueblo para tratar de conocer a sus habitantes, a pesar de la barrera idiomática, Meinhard (Meinhard Neumann), un tipo que dice haber sido soldado legionario quien trata de borrar la notable desconfianza que sus compañeros generan en los lugareños, ante una latente tensión que crece cada día, y que deja asomar diferentes prejuiciosos y resentimientos en ambos grupos de personas.
Narrada con pulso firme, la película inicia centrándose en la actividad cotidiana de los trabajadores alemanes hasta que un primer contacto con los lugareños genera un clima de tensión que continuará incrementándose cuando empiecen a florecer diferencias y viejas rencillas ideológicas y culturales.
La directora va narrando este encuentro desde la sutileza, pero con firmeza, retomando algunos de los códigos del western norteamericano y centrándose en la figura de Meinhard, quien representa al solitario vaquero que de pronto despierta desconfianza entre ambos bandos, en un relato que abre la posibilidad a diversas interpretaciones.
Mostrando una cara europea pocas veces abordada, ‘Western’ es un filme escrupuloso que se manifiesta revelador, dejando de lado lugares comunes y otras obviedades.
http://tantocine.com/western-de-valeska-grisebach/
2 de junio de 2018
13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Western tiene una virtud que es al mismo tiempo un problema, su facultad casi documental le pasa factura en ciertos aspectos mientras que le aporta en otros. Un grupo de hombres alemanes se dirige a Bulgaria para trabajar en un proyecto de construcción. A partir de ese punto la película se va desarrollando a un ritmo que ni siquiera se puede denominar como tal, es lenta: sí, y también desacompasada, lo cual es un acierto para la directora pues desde el primer minuto es fácil entender que ese es su objetivo principal: recrear con exactitud la vida real de estos trabajadores y de los habitantes del pequeño pueblo búlgaro en el que se encuentran.
La adscripción al puro realismo de la película pasa por eliminar totalmente la música extradiegética y a utilizar una cámara que siempre está en movimiento pero es lo suficientemente suave para que el espectador no termine por cansarse o marearse, lo cual es de agradecer. La película tiene una diluida trama que se va desgranando poco a poco. Muy poco a poco, al igual que la personalidad de los protagonistas, los cuales acabaremos por conocer y reconocer a mitad de la cinta. Si se me permite ser irónico (aunque creo que no exagero demasiado) Western encantará a los que tiendan a perpetuar el tópico del anciano mirando una obra.
No deseo ser demasiado duro con la cinta, pues a pesar de que su avanzar es extremadamente pesado y lánguido, sí aporta cierta mirada interesante a lo largo de sus minutos. Logra una poética arraigada a la realidad que viene del talento de Valeska Grisebach, el cual es muy reseñable. Y aunque ciertas escenas que (pretendidamente o no) deberían generar tensión: no lo consiguen, sí es de aplaudir algunos temas que el guion ofrece con maestría y naturalidad. El más entrañable de todos seguramente sea la comunicación, la barrera del idioma y el aprendizaje, temas que Western trata con la misma cualidad de realismo que el resto de la película.
Técnicamente no es una película destacable pero tampoco hará levantar ninguna ceja en un sentido negativo. Es, ni más ni menos, el objetivo que quería conseguir la directora. Sí hubiese sido interesante, por afinar el ojo crítico, un mayor trabajo a la hora de hilvanar unas escenas con otras, Western no ofrece una solución más creativa que un bruto corte sin demasiada solución de continuidad. El trabajo de casting, eso sí, es fantástico; Meinhard Neumann, protagonista de la película, hace un trabajo magnífico, al igual que el resto del reparto.
Uno de los temas que la directora quería explorar con la cinta y que consigue reflejar fielmente es, en palabras de Valeska Grisebach, la “masculinidad pasada de moda que acompaña al mundo de la construcción, un mundo en el que las mujeres están ausentes físicamente pero presentes en sus fantasías”. El tema se muestra en la película en crudo, sin lecturas, y esta es la mejor facultad de la película: desentrañar el significado real de cada escena, de cada tema o del propio título que va ligado a la personalidad del protagonista.
Para ser justo y para concluir este texto, Western no es una película dirigida a un público como el que escribe estas palabras. Es lenta, fiel, templada, acotada en la realidad y sin ningún fuego artificial o efectismo propio del cine. Para aquel que sea capaz de disfrutar de este tipo de film, sin duda encontrará una muy buena película que refleja con precisión una situación concreta del mundo. Todos los demás encontraremos una cinta de andar viscoso, que ofrecerá algún apunte aislado interesante pero que no conseguirá contagiarnos de su espíritu; empujará primero los ojos hacia abajo en busca de esas manecillas que parecerán detenidas para después mecer a los propios párpados que cantan su conveniente nana.
Escrito por Daniel González Fernández
https://cinemagavia.es/western-pelicula-critica/
La adscripción al puro realismo de la película pasa por eliminar totalmente la música extradiegética y a utilizar una cámara que siempre está en movimiento pero es lo suficientemente suave para que el espectador no termine por cansarse o marearse, lo cual es de agradecer. La película tiene una diluida trama que se va desgranando poco a poco. Muy poco a poco, al igual que la personalidad de los protagonistas, los cuales acabaremos por conocer y reconocer a mitad de la cinta. Si se me permite ser irónico (aunque creo que no exagero demasiado) Western encantará a los que tiendan a perpetuar el tópico del anciano mirando una obra.
No deseo ser demasiado duro con la cinta, pues a pesar de que su avanzar es extremadamente pesado y lánguido, sí aporta cierta mirada interesante a lo largo de sus minutos. Logra una poética arraigada a la realidad que viene del talento de Valeska Grisebach, el cual es muy reseñable. Y aunque ciertas escenas que (pretendidamente o no) deberían generar tensión: no lo consiguen, sí es de aplaudir algunos temas que el guion ofrece con maestría y naturalidad. El más entrañable de todos seguramente sea la comunicación, la barrera del idioma y el aprendizaje, temas que Western trata con la misma cualidad de realismo que el resto de la película.
Técnicamente no es una película destacable pero tampoco hará levantar ninguna ceja en un sentido negativo. Es, ni más ni menos, el objetivo que quería conseguir la directora. Sí hubiese sido interesante, por afinar el ojo crítico, un mayor trabajo a la hora de hilvanar unas escenas con otras, Western no ofrece una solución más creativa que un bruto corte sin demasiada solución de continuidad. El trabajo de casting, eso sí, es fantástico; Meinhard Neumann, protagonista de la película, hace un trabajo magnífico, al igual que el resto del reparto.
Uno de los temas que la directora quería explorar con la cinta y que consigue reflejar fielmente es, en palabras de Valeska Grisebach, la “masculinidad pasada de moda que acompaña al mundo de la construcción, un mundo en el que las mujeres están ausentes físicamente pero presentes en sus fantasías”. El tema se muestra en la película en crudo, sin lecturas, y esta es la mejor facultad de la película: desentrañar el significado real de cada escena, de cada tema o del propio título que va ligado a la personalidad del protagonista.
Para ser justo y para concluir este texto, Western no es una película dirigida a un público como el que escribe estas palabras. Es lenta, fiel, templada, acotada en la realidad y sin ningún fuego artificial o efectismo propio del cine. Para aquel que sea capaz de disfrutar de este tipo de film, sin duda encontrará una muy buena película que refleja con precisión una situación concreta del mundo. Todos los demás encontraremos una cinta de andar viscoso, que ofrecerá algún apunte aislado interesante pero que no conseguirá contagiarnos de su espíritu; empujará primero los ojos hacia abajo en busca de esas manecillas que parecerán detenidas para después mecer a los propios párpados que cantan su conveniente nana.
Escrito por Daniel González Fernández
https://cinemagavia.es/western-pelicula-critica/
26 de junio de 2018
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una poco conocida directora y guionista alemana, Valeska Grisebach, nos ofrece un insólito e inesperado relato sobre las relaciones humanas – de buena y mala vecindad – en los confines de la ��opulenta’ Europa actual (a la que, por otra parte, riadas de personas, sobre todo provenientes de África o de Asia, tratan de llegar a cualquier precio y con notorio peligro para sus vidas, como si se tratara del anhelado edén terrenal o de la soñada El Dorado del siglo XXI). Aquí no hay brillos ni oropeles, no hay tesoros ni riquezas, tan sólo un duro y polvoriento quehacer diario, aderezado con enfrentamientos entre connacionales extranjeros y oriundos recelosos por la presencia de esos trabajadores provenientes de la acaudalada Alemania, que tratan de realizar su trabajo sin saber muy bien el porqué de tanta suspicacia y tanto rechazo. Por lo tanto, nos habla de la arraigada dificultad universal de comunicarse entre las personas cuando existe el aparente obstáculo de un idioma que les separa y de una situación sobrevenida que les incomoda, lo cual se refleja en un rechazo instintivo y vehemente que complica cualquier aproximación.
Aunque más allá de la división cultural o étnica se van abriendo espacios de comunicación y entendimiento entre algunas personas, entre aquellos que realmente buscan confraternizar, comprender y convivir, es decir, entre aquellos que no se fijan en tabúes divisorios sino que se centran en relacionarse como personas y no como una etiqueta o colectivo receloso, sino que busca entender, descifrar el lado humano de sus semejantes, acercándose a ellos sin la mirada turbia ni el comportamiento intoxicado por los prejuicios y la sinrazón. Sólo cuando se tiene el corazón limpio y la mente despejada queda espacio para la comprensión y la camaradería, más allá de diferencias idiomáticas o culturales, más allá de lindes artificiosos que han socavado la convivencia y sembrado de cadáveres los vetustos eriales de nuestra historia. Nada nuevo pero siempre necesario y reparador: entenderse nace de la voluntad de discernir y no del afán de hegemonía o de llevar la razón.
Visionar la película no resulta ni gratificante ni conciliador, requiere más bien un esfuerzo áspero y espinoso como los inhóspitos y pedregosos parajes que habitan sus protagonistas. La violencia late soterrada a cada paso y el peligro parece empañar cualquier acto, por inocente o trivial que pudiera parecer. Pero al mismo tiempo somos testigos de cómo, poco a poco, se abren las compuertas al intercambio de afectos y la construcción de unos lazos de hermandad que parecían imposibles al principio. Pero sólo para aquellos que han tratado desde el inicio a construir puentes y cimentar apegos.
Poco recomendable para los talibanes de la pureza de sangre o para vocingleros del nacionalismo.
Aunque más allá de la división cultural o étnica se van abriendo espacios de comunicación y entendimiento entre algunas personas, entre aquellos que realmente buscan confraternizar, comprender y convivir, es decir, entre aquellos que no se fijan en tabúes divisorios sino que se centran en relacionarse como personas y no como una etiqueta o colectivo receloso, sino que busca entender, descifrar el lado humano de sus semejantes, acercándose a ellos sin la mirada turbia ni el comportamiento intoxicado por los prejuicios y la sinrazón. Sólo cuando se tiene el corazón limpio y la mente despejada queda espacio para la comprensión y la camaradería, más allá de diferencias idiomáticas o culturales, más allá de lindes artificiosos que han socavado la convivencia y sembrado de cadáveres los vetustos eriales de nuestra historia. Nada nuevo pero siempre necesario y reparador: entenderse nace de la voluntad de discernir y no del afán de hegemonía o de llevar la razón.
Visionar la película no resulta ni gratificante ni conciliador, requiere más bien un esfuerzo áspero y espinoso como los inhóspitos y pedregosos parajes que habitan sus protagonistas. La violencia late soterrada a cada paso y el peligro parece empañar cualquier acto, por inocente o trivial que pudiera parecer. Pero al mismo tiempo somos testigos de cómo, poco a poco, se abren las compuertas al intercambio de afectos y la construcción de unos lazos de hermandad que parecían imposibles al principio. Pero sólo para aquellos que han tratado desde el inicio a construir puentes y cimentar apegos.
Poco recomendable para los talibanes de la pureza de sangre o para vocingleros del nacionalismo.
17 de noviembre de 2017
9 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si una cosa positiva tiene vivir en una capital, es la rica oferta cinematográfica que uno tiene a su disposición. En la ciudad de Madrid, aparte de los circuitos principales, ofrece muchas alternativas para ver cine interesante. Una de las más jugosas es la programación del ignorado Cine del Círculo de Bellas Artes, que proyecta películas muy interesantes a bajo precio. Esta semana, entroncada dentro de su 2ª Muestra de Cine Europea se entroncaron las jornadas Lux de Cine Europeo, durante las que se proyectarán las tres finalistas al Premio Lux, que entrega el Parlamento europeo. Estas son la sensacional 120 latidos por minuto, la sueca Sami blood y la película que nos ocupa, la coproducción alemano-búlgara Western, dirigida por Valeksa Grisebach, aplaudida en la sección Una cierta mirada del último Cannes y galardonada con el Gran premio del jurado en el último Festival de Cine Europeo de Sevilla. Por lo que si la posibilidad de ver cine gratis no es suficiente aliciente, la sorpresa de poder disfrutar de una de las sensaciones del cine de autor de la temporada meses antes de su estreno. Sin olvidar el interés por su argumento, pues motivos personales me hacen estar muy conectado con la cultura búlgara. Y gracias a mi afinidad con las sensibilidades nacionalistas europeas pude disfrutar con una película noble y harto interesante, un muy agradable visionado. Una película cuyo argumento y dimensión le restan excepcionalidad cinematográfica, así como su desarrollo pierde fuerza en sus decisiones, pero igualmente una excelente película absolutamente recomendable y necesaria. Una obra de sutil pero densa riqueza social y cultural, y de inmensa sabiduría de géneros cinematográficos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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30 de junio de 2018
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Western
Es una lástima que la directora alemana Valeska Grisebach no se haya prodigado con mayor generosidad a lo largo de su carrera cinematográfica. "Western" es apenas su tercera película y han trasncurrido once largos años desde que filmó la enternecedora y realista "Sehnsucht" en la que utilizaba actores no profesionales. Como entonces, ahora también dirige y escribe un guion que resulta ser una lección de talento y sabiduría.
"Western" no es precisamente un western propiamente dicho pero reproduce -y ello se hace evidente en su estructura- algunos códigos que nos recuerdan y retrotraen al legendario género nacido en la cuna del cine estadounidense y que tantos momentos de felicidad me regaló desde niño.
Una cuadrilla de trabajadores alemanes monta su campamento en las proximidades de un pueblecito búlgaro cerca de la frontera griega. A partir de ahí la convivencia con los nativos se hará inevitable. Con estos mimbres, Grisebach va creando un clima de creciente tensión. La película se vuelve poco a poco asfixiante y la constante sensación de que la tragedia podría desencadenarse en el siguiente fotograma mantiene expectante y sin respiración a un espectador que presiente la fatalidad de un desgraciado desenlace.
Nuestra competente directora, evitando recurrir a tópicos mil veces manoseados, capta con pasmosa fidelidad y elegante sutileza la atmósfera turbia y enrarecida de un mundo de hombres construido a la exacta medida de sus deseos, donde las mujeres han quedado relegadas a un segundo plano. En este recóndito lugar de Bulgaria, sumido entre los pliegues de un paisaje impenetrable, el tiempo parece haberse detenido durante siglos. El miedo irracional al forastero, las barreras del idioma y las notables diferencias de intereses entre unos y otros, contribuyen a acelerar un conflicto que parece inevitable.
Y no quisiera terminar esta reseña sin destacar el extraordinario trabajo de su principal protagonista, Meinhard Norman, enjuto como un junco, alto, de rostro imperturbable, sobrio y parco en gestos, fiel reencarnación de un Jack Palance redivido -tan vez el único que comprende la verdadera dimensión del problema-, compone un personaje monumental que guardaré en mi memoria por mucho tiempo.
"Western", en fin, es una película maravillosamente distinta, contenida, sucinta en diálogos, en la que los gestos y las miradas prevalecen sobre las palabras, cocinada a fuego lento, sin prisas, donde la reflexión predomina sobre la acción y cuyo resultado no es sino una exquisita composición que brota de la sensibilidad, sabiduría y buen hacer de una mujer que conoce muy bien la naturaleza de los hombres, algunos de los cuales no deberían haber abandonado jamás la apacible quietud de sus establos.
Emilio Castelló Barreneche
Es una lástima que la directora alemana Valeska Grisebach no se haya prodigado con mayor generosidad a lo largo de su carrera cinematográfica. "Western" es apenas su tercera película y han trasncurrido once largos años desde que filmó la enternecedora y realista "Sehnsucht" en la que utilizaba actores no profesionales. Como entonces, ahora también dirige y escribe un guion que resulta ser una lección de talento y sabiduría.
"Western" no es precisamente un western propiamente dicho pero reproduce -y ello se hace evidente en su estructura- algunos códigos que nos recuerdan y retrotraen al legendario género nacido en la cuna del cine estadounidense y que tantos momentos de felicidad me regaló desde niño.
Una cuadrilla de trabajadores alemanes monta su campamento en las proximidades de un pueblecito búlgaro cerca de la frontera griega. A partir de ahí la convivencia con los nativos se hará inevitable. Con estos mimbres, Grisebach va creando un clima de creciente tensión. La película se vuelve poco a poco asfixiante y la constante sensación de que la tragedia podría desencadenarse en el siguiente fotograma mantiene expectante y sin respiración a un espectador que presiente la fatalidad de un desgraciado desenlace.
Nuestra competente directora, evitando recurrir a tópicos mil veces manoseados, capta con pasmosa fidelidad y elegante sutileza la atmósfera turbia y enrarecida de un mundo de hombres construido a la exacta medida de sus deseos, donde las mujeres han quedado relegadas a un segundo plano. En este recóndito lugar de Bulgaria, sumido entre los pliegues de un paisaje impenetrable, el tiempo parece haberse detenido durante siglos. El miedo irracional al forastero, las barreras del idioma y las notables diferencias de intereses entre unos y otros, contribuyen a acelerar un conflicto que parece inevitable.
Y no quisiera terminar esta reseña sin destacar el extraordinario trabajo de su principal protagonista, Meinhard Norman, enjuto como un junco, alto, de rostro imperturbable, sobrio y parco en gestos, fiel reencarnación de un Jack Palance redivido -tan vez el único que comprende la verdadera dimensión del problema-, compone un personaje monumental que guardaré en mi memoria por mucho tiempo.
"Western", en fin, es una película maravillosamente distinta, contenida, sucinta en diálogos, en la que los gestos y las miradas prevalecen sobre las palabras, cocinada a fuego lento, sin prisas, donde la reflexión predomina sobre la acción y cuyo resultado no es sino una exquisita composición que brota de la sensibilidad, sabiduría y buen hacer de una mujer que conoce muy bien la naturaleza de los hombres, algunos de los cuales no deberían haber abandonado jamás la apacible quietud de sus establos.
Emilio Castelló Barreneche
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