Omaira 's Reviews > Los Tres Impostores

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“Aquí, donde todo se hunde en la oscuridad y el decaimiento, mientras caminamos a la sombra de los cedros y hasta el aire que nos entra en los pulmones parece gastado, no puedo mantenerme ecuánime. Veo ese resplandor profundo en las ventanas y la casa entera queda encantada; esa habitación, se lo digo yo, está llena por dentro de sangre y de fuego”.

Nunca imaginé que una humilde librería de lance en un barrio de Valencia pudiera ocultar semejante portento literario. Tampoco puedo ignorar el hecho de que la experiencia literaria se ha visto enriquecida por mi copia de la novela, repleta de anotaciones y subrayados de un antiguo propietario. Además, se puede decir encontré el libro en circunstancias algo… peculiares. Pues cuando entré a la tiendecita no vi el ejemplar, y tratándose de Machen sé que hubiera llamado mi atención. Sin embargo, al pasar de nuevo frente a la sección de terror el libro estaba en la primera fila. Sabía perfectamente que el dependiente no se había movido de la caja y solo había tres personas en la tienda: mi amiga, una chica que estaba hablando con el dependiente y yo.

¿Qué razones tendría el antiguo propietario de la novela para deshacerse de ella? Las mejores partes de "Los tres impostores" están subrayadas y llenas de sus comentarios entusiastas. La verdad, siento que solo la muerte podría haber separado este libro de un lector tan apasionado. ¿Será este el sexto relato de “Los tres impostores”?

Los tres impostores (1895) muestra una estructura algo atípica para la época, y especialmente en la novela victoriana de terror, la cual Machen pone patas arriba en tan solo 178 páginas. Cada relato contiene un texto que se puede leer de forma independiente, una historia o novela paralela a la trama. Bicheando por la red he visto que aparecen sueltas algunas de estas “novelas” en antologías de terror, como "El polvo blanco" en la renombrada antología de "Los Mitos de Cthulhu". No obstante, lo que yo sugiero es leer "Los tres impostores" a modo de novela y, tras terminarla, releer el primer capítulo. Recomiendo encarecidamente hacer esto último. Por otra parte, el hilo narrativo principal lo llevan conjuntamente el señor Dyson y el señor Phillips, dos caballeros de bolsillo holgado, gustos extraños y vida bohemia, que filosofan constantemente sobre la realidad, la fantasía, la materia, la superstición y otras cuestiones del estilo. En las vidas de ambos aparecen personajes extraños que los interpelan con historias macabras.

No quiero desvelar mucho más sobre la trama en mi reseña porque siento que es una novela a la que hay que acudir virgen, al menos en este aspecto. Pero brevemente comentaré que mis novelas favoritas fueron “Novela del Sello negro”, por su ambientación en ignotos bosques escoceses y la “Novela del Valle Oscuro”, ambientada en el Estados Unidos más profundo. Por supuesto, mención especial para la “Novela del Polvo Blanco” o “Vinum Sabbati”, incluida en los antecedentes de Los Mitos y claro precedente de la novella H. P. Lovecraft, “El caso de Charles Dexter Ward”.

“Me encontraba en medio de una inmensidad que me hacía pensar en las tinieblas exteriores del universo; pasaba de lo desconocido a lo desconocido por un camino señalado por faroles como por estrellas, y a ambos lados se extendía una región misteriosa, en la que habitaban y dormían miríadas de seres humanos”.

Para mí la maestría de Machen no radica tanto en la trama de sus historias como en su prosa. Tengo la seria certeza de que adoraría cualquier historia de terror si la escribiera él. ¿Por qué? Porque su prosa, tan bella y tan cuidada, no solo tiene la finalidad de deleitar. Su ambición es que las ideas y sensaciones sugeridas taladren la cabeza del lector y que el icor macheniano corrompa nuestro subconsciente. Porque su prosa no es belleza por belleza, es un acto funcional envuelto en unas elegantes vestiduras. Machen logra que Lovecraft descienda a un plano terrenal. Y mientras las historias del autor galés me parecen cubo indescifrable, la narrativa lovecraftiana es como una inmensa biblioteca repleta de libros en un idioma que llegado a comprender más que a mi propia alma. Lovecraft odiaba sus historias. Y pregunto yo: ¿quién no tildaría sus creaciones de profundamente prosaicas después de leer a Machen? No creo que jamás existir un autor que pueda superar en el género de terror al galés. Simplemente, es imposible.

Las ambientaciones góticas, la naturaleza primigenia corrompida, la constante sensación de que no conocemos absolutamente nada de lo que nos rodea, los ojos de Helen y el hombre de las lentes son los ingredientes de un cóctel delicioso e inolvidable.

“Me imagino que esta casa resuena toda la noche con cien voces, las voces de la materia que asume lenta y seguramente otras formas, la voz del gusano que roe al fin el corazón del mismo roble, y la voz de la piedra que tritura la piedra, y la voz de la conquista del Tiempo”.