Y el resto es silencio... decía aquella obra de Shakespeare. También podríamos decirlo con la obra de Alejandra Pizarnik. En estos textos, una breve aY el resto es silencio... decía aquella obra de Shakespeare. También podríamos decirlo con la obra de Alejandra Pizarnik. En estos textos, una breve antología de su prosa completa que ya publicaría Lumen en 2001 ––aquella compilada por Anna Becciu; mientras que esta edición, la dirige la poeta Luna Miguel. Nadie mejor que ella para seleccionar estos textos, estos relatos de prosa profundamente poética cuyo lirismo nos envuelven en un mantra que nos determina como eternos lectores y lectoras de Pizarnik.
Me gusta sobre todo de estos relatos como entrecruzan la mística con el erotismo y el lirismo que se da en la obra pizarniana. Una podría hundirse en ellos y no salir nunca. Se hace el silencio cuando la leemos, a pesar de estar leyéndola con Wim Mertens de fondo. Son estos unos relatos de puro presente, en ellos Pizarnik es más ella que nunca. Desde la filosofía y la psicología, pasando por la poesía y el puro juego. Sí, en estos relatos de juegos pizcuetos, que se entrecruzan con el propio juego de ojos que hace el lector al leerlos. Una quiere sumirse en sus palabras, que estas le hagan asilo entre ese surrealismo y onirismo. Porque en la prosa de Pizarnik hay un profundo onirismo: nosotros al leerla es como si dialogáramos con sus sueños. Es pura perplejidad, pura brutalidad de la palabra, de la esencia del lenguaje. Sus relatos son como sueños que hablan entre ellos mismos. Se desnudan entre ellos, y nosotros nos desnudamos también, nos hacemos eco de sus emociones y sentimientos.
(pausa)
Se hizo el silencio, y para Pizarnik el silencio es muy importante. En él no tenemos una ausencia, sino que asimilamos la presencia humana, del ser, que Pizarnik nos proporciona. Hay un existencialismo del propio ente pizarniano. Irrevocable es el sentido y sentimiento que el leerla nos da. Se acumula toda una cúspide de alegorías, de impactos feministas, de atropellos con la propia imagen que recibimos. No podemos quedarnos impasibles ante La condesa sangrienta, por ejemplo. Hemos de hacer algo. Hemos de detenernos a tomar aire porque su brutal pureza nos endemonia, tanos produce temor y pavor. Nos convertimos en cómplices de unos hechos que destripan corazones, y nunca mejor dicho.
Leer a Alejandra Pizarnik es leer sin conocimiento de causa. Siempre nos sorprende, aunque solo hayamos leído sus diarios y su prosa. Hay en ella todo un lirismo latente, que se puede percibir nada más darle un ojo a las palabras. Palabras que seducen al lector y estallan ante nosotros. Si la leyera en voz alta, si la recitara, todo sería distinto. Leer a Pizarnik a viva voz sería como poner una bomba. No hay por donde coger ciertos textos, y sin embargo tienen su peso, tienen su esencia, su divinidad, su ternura y gozo humano. No me quiero expandir en la elucubridad. Quiero que la lean y que piensen por ustedes mismos lo que Pizarnik nos ofrece. Porque su lectura nos incita a pensar, a indagar en la psique humana, en lo que subyace bajo aquello que mostramos. Hay una lectura de las apariencias en su prosa, pero son apariencias necesarias para que se dé la existencia de ese ente que domina todo. Un ente silencioso, que se transforma en pausa, en palabras desperdigadas, en sentidos de profundas índoles. Creo que leeré a Freud y leeré a Lacan y leeré a Sartre y después volveré a leer estos cuentos, pues son relatos que nos cuentan historias, no cotidianas, sí divagantes de su sentido inicial. Relatos de pura psicología e imaginación humana....more
Escribir sobre la poesía de Chantal Maillard es una cosa ardua que no ha de tomarse a la ligera, pues su poesía no es una poesía fácil. Es transcendenEscribir sobre la poesía de Chantal Maillard es una cosa ardua que no ha de tomarse a la ligera, pues su poesía no es una poesía fácil. Es transcendente y profunda y no se sostiene sobre las aguas, va cayendo y cayendo hacia el fondo, por su propio peso, por su solemnidad y sobriedad. Tusquets nos reúne su poesía completa, la que va desde 1988 hasta 2022, la que va desde Benarés, desde la India, pasando por Bélgica, por Roma, por Málaga y Grecia y Barcelona. Estamos, así, ante un libro cumbre en la poesía española, de la historia de la poesía del S.XX y XXI.
Este libro, al reunir todos sus poemarios y poemas inéditos, nos adentra en la poética de Maillard de una manera plena y apabullante. Hemos de leerlos despacio para que entren en nosotros, pero son tan potentes sus palabras que entran a toda prisa en nosotros sin que lo queramos. Leído a lo largo de una semana, puedo anticiparme con esta edición a que quizás es de lo más profundo que se pueda leer editado este año. Me gusta la picardía de Maillard al escribir sus poemas. Hay algo de rebeldía, de ponerse delante de todo lo que nos importa e ir a por ello sin dudas ni curvas. Es un ir recto hacia la esencia de las cosas, de la vida. Como pasa con su poemario La herida en la lengua, la lengua inventa expresiones, inventa palabras y lenguaje para hacernos ver que el lenguaje es un arma de doble filo. Que en el lenguaje habitamos y también nos coaccionamos para seguir hacia adelante. Veo en Maillard a una luchadora de la palabra, de la que habita sin ella quererlo. Podemos presenciar cómo su lengua es afilada como la de una serpiente, podemos sentirnos cohibidos frente a la intespetuosidad de sus palabras. Quiero nombrar evocaciones que me han venido al leerla, como el amor, como la paz, como la guerra, como la bondad del dar y dar y no saber medir. Quiero encontrarme en estos poemarios como me encuentro con mis seres queridos, y lo hago. Habitar el lenguaje de Maillard es habitar lo sagrado y lo divino, pero también la posibilidad, lo que puede ser y lo que no puede ser. Leo estos poemas y es como si ella mismo los recitara. Imagino su voz, voy danzando de palabra en palabra y veo las estrellas, veo los países, los ríos, las ciudades, las cuevas que habita y que nos hace visitar como esa caverna de Platón para iluminarnos con otro tipo de sabiduría. Porque la hay de varios tipos, y la de Maillard es una de lo sagrado, de lo mítico, ahí tenemos a Medea, inundándonos.
He vuelto a poemarios que ya había leído antes y he vuelto con una mirada nueva. No es lo mismo que ya leí antes. Es otra cosa. La poesía avanza conforme nosotros lo hacemos, va creciendo con nosotros, va transformándose en otra cosa, quizá transparencia, quizá transcendencia. Leo la poesía de Maillard y me veo indefensa ante sus palabras. Leerla es como asistir a batallas de poemas entre poemas. Un poema libra la batalla a otro. Leerlos también es escuchar a Maillard, es lavar nuestro cuerpo más superficial con aquello que importa, que nos limpia el alma. Quiero creer que las palabras y los poemas de Maillard no se quedan en meras palabras, que hay una melodía, una sintonía subyacente que las propicia de un ritmo lento y apaciguado, y a la vez tembloroso, incandescente. Leer a Maillard es leer sobre la verdad, sobre la justicia, sobre lo indecible y lo que subyace bajo las almas.
Hay una libertad primera: la de estar callado. Y otra tal vez más alta: la de permanecer muy quieto escuchando el murmullo de todo lo que vive.
Else Lasker-Schüler fue una poeta judeo-alemana y fue la precursora del expresionismo tal y como lo entendemos. Su vida, que ella biografía ficcionalmElse Lasker-Schüler fue una poeta judeo-alemana y fue la precursora del expresionismo tal y como lo entendemos. Su vida, que ella biografía ficcionalmente, estuvo llena de cultura, de amor por la palabra y el arte, y es en este su segundo poemario que también nos demuestra todo su saber sobre la religiosidad, sobre el amor, sobre lo que implica ser conocedora de una cultura por la que abogaría por completo. La cultura del saber, de la poesía, de la humanidad.
En este poemario destaca principalmente el tono bíblico de su poesía y en el que aúna la religiosidad entre oriente y occidente. Se aúna también el tono amoroso, por la tierra, por Dios, por el amor, por la belleza de la vida. Y sin embargo Else nunca encontraría una felicidad absoluta pese a sentir en la poesía su yo más radical. Destacan estos versos, de los que también habla la traductora y editora del poemario, Montserrat Armas: “ME tumbé en el regazo de los valles, / Abracé montañas, / Pero mi alma nunca me abrigó”. Son tan poderosos, que ya antes de iniciarse a leer el poemario podemos predecir que sería una buena y grandísima poeta.
En este poemario obtenemos cierta verdad de la vida, de su vida, así como un enganche hacia lo religioso de esta, lo sagrado que hay en ella. Podemos decir que este poemario es una exaltación de su yo más íntimo, más extenso en espíritu. Aquí apreciamos un misticismo anhelante, un poco aquella Noche oscura del alma de la que nos hablaba San Juan de la Cruz. Y es que en sus versos podemos apreciar todo un delicado tono ascético, pero no ascético en un sentido disciplinario, sino de vocación hacia el arte y lo místico. Else crece más allá de los recuerdos y desnuda su mirada hacia cómo se elevan las pirámides. Se entreve una sabiduria que nos embauca, que nos encierra en un mundo de expresión pura, de intimismo sobre ella y lo que le rodea. No es lo cotidiano su tema, sino lo que va más allá. Hay una transcendencia, un haz de luz que traspasa todo con las palabras que va formando. Sin duda, Else supo cómo congeniar las palabras en unos jeroglíficos sobre el Edén, sobre Eva, sobre el cuerpo, sobre la solemnidad de un yo que se estremece ante el arte y ante lo humano y ante lo divino y primorcial. Hay una esencialidad, una búsqueda total del yo.
Termino de leer este libro y pienso en que la poesía no es más que un sentimiento hacia la vida. Es la manera en que la sentimos, es un foco de luz que trastocamos con nuestra mirada. Es conciencia sapiencial de la vida, del amor, del misterio. Leer a Else es leer sobre lo que nos conmueve, lo que nos hace humanos. Ese sentimiento profundo por querer conocer y por saber y por sentir y por experimentar. Else conocía la vida de una manera muy profunda, la vivia profundamente y ella era una mujer que sabia ver lo excepcional y particular en lo que le tocó vivir. Leerla es conocerla, pero no conocerla de una manera superficial, sino profundamente, allá donde la luz de las velas son transformadas por la llama interior, allá donde la mirada se funde con la luz del sol, más allá de las pirámides, más allá de la Alemania que la negó. Su poesía no es fronteriza, sino todo lo contrario, traspasa las barreras de los pueblos, de los lugares, de las cumbres puestas en todo cariz humano.
Y siempre he de soñar Con tus profundos ojos primaverales Que miraban como brotes salvajes De árboles viejos como Dios
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Hay en el mundo un llano, Como si el Dios amado hubiera muerto, Y la sombra plomiza cae Con el peso de una tumba....more
Susana Chillida es la hija de Eduardo Chillida y Pilar Belzunce. Por tesón y pasión, nos trae de la mano de Galaxia Gutenberg una estupenda biografia Susana Chillida es la hija de Eduardo Chillida y Pilar Belzunce. Por tesón y pasión, nos trae de la mano de Galaxia Gutenberg una estupenda biografia sobre sus padres, sobre la vida y obra de éstos en este libro. De primera mano conoceremos los entresijos de Eduardo Chillida con su obra, con su mujer, con sus hijos y con lo que le aconteció en vida. Es esta una biografía del arte y de la vida de uno de los artistas más importantes de nuestro siglo, y sin embargo, recordemos que Eduardo Chillida no creía en una enseñanza del arte. Para él el arte debía aprenderse con las manos y día a día, sin una educación, solo con pasión desmedida.
De este modo, Susana Chillida recorre las vidas de sus padres desde su más tierna infancia hasta su muerte. No podemos ver a Eduardo sin Pilar porque juntos formaban una pareja dedicada al arte de principio a fin, pero Eduardo, después de estudiar la carrera de arquitectura en Madrid, marcharía a París para dedicarse a la escultura. Durante todos estos años, Pilar y Eduardo mantendrían una relación a distancia que no se vería mermada por nada, al contrario, afianzaría su unión de una manera bella y pulcra. Conocer la vida de Chillida y Pilar es conocer la vida de una familia que se vio volcada a las artes, a la cultura y a la vida de bien ––recordemos que esta familia venía de la burguesía española y no pasó penurias estando Franco en el poder. Esto les ayudaría de algún modo y Chillida, con gran fuerza, trabajaría y trabajaría en sus esculturas y no sólo hasta bien entrada su vejez. Por el camino daría clase en Harvard, expondría en algunos de los museos más importantes del mundo, se codearía con artistas como Braque. Iniciaría un camino lleno de grandes pesquisas sobre el arte. Su trabajo requiere de hacerse preguntas y más preguntas, no olvidemos que Eduardo también sería un gran pensador y hasta escribiría libros con aforismos sobre su manera de ver el arte y la vida. Pilar siempre estaría a su lado, sería su pareja en todos los aspectos de la vida. Le ayudó en el arte así como le ayudó en las finanzas y las relaciones públicas. Pilar se criaría en un ambiente de poliglotismo y esto la ayudaría más tarde en los viajes que Eduardo debería de hacer gracias a su arte. Además, Pilar también fue un intento de artista, pues se dedicaría por completo a la pintura cuando Eduardo dejó este mundo.
Sin duda estamos ante un libro que nos expone la vida de un artista y una familia que vivió por y para el arte. Esto nos infunda vida, nos infunda amor por las artes y la cultura y sin duda se vuelve esencial leer a Susana, la hija de ambos, para saber que fue una familia unida pese a todas las desgracias que pasaron en ella. Susana Chillada ha sabido traernos con alegría una de las biografias más íntimas y bellas sobre uno de los artistas más importantes que han habido en España y en el mundo. Nos interpela la manera en la que está escrito, con gran ahínco y conciencia por el lenguaje y la vida de sus padres y su familia. Leer este libro es conocer la vida de esta familia que cambió de alguna manera el modo de ver el arte, de apreciarlo. Es innegable que saber sobre aquí sobre Eduardo es saber sobre cómo se crea una escultura desde cero, sobre cómo, con solo estudios sobre arquitectura, llegó a ser uno de los artistas más prolíficos de España en el S.XX. La vida no está solo para vivirla, también está para crearla, para inundarla de amor hacia la materia y el vacío. Crear esculturas es crear mundos, espacios en los que pensar y materializar conceptos e ideas y emociones. El trabajo de Chillida no solo se queda en un ámbito intelectual, sino que se cruzaría con la literatura y con el gran saber de la propia vida....more
Marginalia es un libro sobre las posibilidades, sobre la infinitud, sobre el salto que damos al vacío y el vacío asimismo nos acoge y nos adentra a unMarginalia es un libro sobre las posibilidades, sobre la infinitud, sobre el salto que damos al vacío y el vacío asimismo nos acoge y nos adentra a un mundo lleno de palabras, luces y sombras. Suena Arvo Pärt mientras escribo esta reseña y no obvio a la vida si digo que es la música que mejor congenia con este libro de saltos, de señuelos y pensamientos que damos junto al autor. Carlos Yushimito nos acoge en su colección, esta colección, de fragmentos sobre la lectura, la escritura y la materialidad del libro. También colección de sueños y colección de ideas y tachones. Una subraya este libro como subraya la vida al pasar, como subrayamos los sueños al recordarlos, como releemos ese fragmento que nos pellizca y nos estimula hasta la médula, hasta el fondo de nuestra existencia.
Ediciones Comisura ha sabido traernos en un libro híbrido entre la fotografía de archivo y los fragmentos de palabras de Yushimito un objeto portador de conciencia(s). En él podemos identificarnos y también podemos dar rienda suelta a nuestra imaginación si dejamos a nuestra mente caer sobre estas páginas ––como caen esas gimnastas de las fotografías aquí mostradas. Sin duda estamos a un libro que es un salto, que asimismo salta y en el cual nosotros saltamos. Salto viene del latín saltus, que equivale a brinco, pero también se dice que tiene una etimología incierta y que puede estar relacionado con el griego antiguo ἄλσος (álsos), que viene a ser bosquecillo, arboleda, parque con árboles. Asimismo el papel viene de la celulosa, que es extraída de los árboles, y el sueño se va cerrando. Porque escribir, leer, tal vez soñar... viene a significar un mismo patrón en Carlos Yushimito, que es conocerse a sí mismo. Es encontrarse. Es buscarse las cosquillas en las palabras y con las palabras. Estos fragmentos denotan cierta misticidad de la palabra, cierta sacristía que uno se hace para si mismo y a los demás al haber sido escritas. Buscamos en la palabra un ardor que nos queme el estómago, que nos queme la mente y nos queme el corazón, y como las imágenes, la palabras crean mundos.
Se ha creado aquí un mundo de imágenes vivas y únicas, que junto a las fotografías, nos hacen saltar sobre los precipicios de las palabras, sobre los márgenes. Recordemos el origen de La palabra marginalia, que deriva del latín y significa “en los márgenes”. Se trata de un repertorio diverso de elementos escritos y, principalmente, icónicos, que se sitúan en los bordes de las páginas de los libros occidentales, especialmente durante la Baja Edad Media, encuadrando el texto. Así este libro es pura marginalia en sí misma, ¿pero sobre qué texto? Sobre el que nosotros estamos leyendo y estamos dotando de sentido al leer este libro. Así, una reseña de este libro debería ser otra especie de marginalia, pues aquí estoy, anotando cosas que me han evocado los textos, los pequeños fragmentos que este libro contiene. Este libro objeto que no es más que pureza, viveza y extrañeza. Imagino a Yushimito anotando estos fragmentos como si se trataran de puros sueños, puros elementos que se sintonizan unos con otros sin saberlo, sin que tomen conciencia de ellos, solo ellos dialogan entre sí como una especie de dialecto onírico en el que los símbolos hablan entre ellos mismos. El significado de este libro no procede al leerlo, el significado de este libro precede a todos los libros que ya hemos leído y a los que aún no llegaron a nuestras manos. Pues con él recordamos cosas leídas, recordamos lo que leeremos. Es entonces este libro una anámnesis del propio Yushimito como sujeto de los libros que ha leído y los libros que le quedan por leer. Es un mapa, un territorio por el que vagar levemente, como lo hacen las breves y concisas fotografías que en él se muestran. Recorremos el libro como recorremos la vida y recorremos el recuerdo de nuestras lecturas, a través de anécdotas, de símbolos, de búsquedas incansables sobre lo que queremos decir, lo no dicho y lo que olvidamos en los libros....more
Pómulo y lejania no es un libro al uso, es un baile, una danza, un grito al cielo. En ella tenemos a la protagonista y su madre que, juntas, atravesarPómulo y lejania no es un libro al uso, es un baile, una danza, un grito al cielo. En ella tenemos a la protagonista y su madre que, juntas, atravesarán los caminos hallados hasta llegar a Oriente con la ayuda de una coreografía. La protagonista escribe en un cuaderno todo lo que acontece a esta danza. Una danza críptica que con ayuda de otras coreógrafas da pasos y no en falso, sino pasos en ausencias, en trasiegos, en puntos que parecen ciegos pero que nos vislumbran un hallar del ser, de la corporeidad de la presencia innata en una danza.
Conforme va pasando la historia, nos detenemos en el café Victoria donde la protagonista hallará ciertos personajes que serán claves en el entender de este libro. Un perro ausente, una mujer que espera y lee, unas figuras masculinas que se ausentan. Todo parece indicar que la protagonista traza un espacio en el que dilucidar sobre su condición –ella era profesora de danza y toda la vida se dedicó a la danza–. Su madre siempre irá en busca de esa figura masculina perdida, buscando la llamada en el teléfono, preparando la nevera para tenerla llena ante la visita. Y ella, la chica, escarbará en su pasado y nos lo mostrará hecho ruido, hecho esbozos. Esbozos que irán destinados a una vida llena de sacrificio y esfuerzo, pero será un esfuerzo claro y llano.
En el trasunto de la coreografia dada, madre e hija irán de la mano para ir a Japón. Pero antes pasarán por Paris, Etiopía, Grecia. Siria, India. Pero esto serán solo los pasos a dar en esta coreografía que la protagonista se prepara. Es decir, no visitarán esos lugares tan lejanos sino en la misma ciudad en la que se hallan. Una ciudad del norte, donde la lluvia cae y cae y cae. Las mujeres de este libro no tendrán nombre al uso, tampoco, sino nombres de capitales del mundo, como Praga, Moscú, Amberes. Los novios de la protagonista asimismo aparecerán para darnos claves de su vida pasada, para poder conocerla mejor en el presente.
Le daremos un nombre, le pondremos K. a la protagonista. Su madre será T. Ambas se buscan intentando romper la ausencia, el escollo que las aleja. Y es que aunque se lleven bien, hay algo que las separa, que las ausenta de sus respectivos roles. No sabemos si en realidad es la hija quien cuida a la madre, o al revés. Pero en este viaje, pues el libro no es más que eso, ambas aprenderán a ir de la mano y a quitársela cuando la necesiten.
La coreografía será dada. El baile será hecho. Y la protagonista llegará sola a Japón. Llegará con muchas cosas aprendidas en las que a través de su cuaderno ha sabido relatar muy bien su desarrollo, este viaje tan anhelado en forma de proyecto artístico que se tercia en una poética del espacio. “El auténtico peligro lo llevamos quienes añoramos lo que nunca hemos tenido. Ahí reside nuestro verdadero absurdo, en ansiar lo inexistente.” Esta frase, esta frase en medio del libro da sentido a todo lo que Stefania Caro nos cuenta. Estamos ante un libro sobre la ausencia del propio cuerpo para hallarlo asimismo en el espacio. Un espacio que se nutre de otras personas, de hechos pasados, de personajes que encontraremos en nuestro viaje por la vida y por el movimiento de nuestro cuerpo en el espacio. Bailar no es fácil, pero nadie dijo que lo fuera. Y en ese viaje del Oeste al Este la protagonista y su madre lograrán encontrar la paz en este mapa que han trazado. La madre con la figura masculina. La protagonista con la danza....more
A Natalia Litvinova la he leído en su poesía, siempre, tan hermanada a las cosas que una siente, y no podía decirle que no a la lectura de esta su pri A Natalia Litvinova la he leído en su poesía, siempre, tan hermanada a las cosas que una siente, y no podía decirle que no a la lectura de esta su primera novela, Luciérnaga. Una novela que habla sobre la memoria: la de la infancia y la colectiva. Natalia nació en Bielorrusia en 1986 y vive en Buenos Aires desde 1996. Con esto, Natalia decidió trazar un viaje novelado por su infancia, por la vida de su madre y de su abuela, por aquellas mujeres y aquellos niños que quedaron en el pasado y que ahora no son más que resquicios y manchas de lo que un día fuimos. ¿Por qué llamar a esta novela Luciérnaga? Porque Luciérnagas son aquellas personas que sobrevivieron a la radiación de Chernobil. Las que han podido contarlo y las que de un modo u otro han vivido para rememorarlo.
La novela, dividida en tres partes, nos habla de una Natalia niña que es curiosa y que busca y que se sube a las faldas de su madre para que esta le cuente historias. Su madre, costurera, estudiaría una ingeniería ferroviaria, y su padre, del que poco sabemos, trabajaría en una fábrica de fósforos. Pero para ponernos en esta situación nos debemos situar en la Gómel de finales de los 80 y principios de los 90. Entonces todo era diferente y Natalia nos lo enseña. Nos habla de su madre y de cómo viviían, nos habla de su abuela y de cómo sobrevivía, nos habla de su infancia y de cómo la vivió ––entre mayas de ballet, entre bosques, entre niños que traían manzanas radioactivas a la escuela. Sin duda, Luciérnaga es un libro de libros, pues en ella hay tantas historias como personajes y vidas. Natalia se ha adentrado tanto en su niñez, en las historias que le contaban, que por un momento, en esa tercera parte, parece haber olvidado que ella estaba en todas esas historias y que la Natalia niña llegó a ser una Natalia adulta ya en su infancia.
¿Cómo solemos recordar el pasado? Siempre me he dicho, que a través de las sensaciones y emociones, y eso es lo que la autora nos muestra aquí. Novelar la vida es novelar las presencias y las ausencias que tenemos en ella, es novelar nuestros deseos y nuestras emociones más intrincadas. De algún modo, he aprendido a conocer a Natalia a través de sus palabras, y quien la conoce, sabe que ella es así, sabe que ella proviene de todo lo que habla, por lo que esta es una novela biográfica tan pura y tan inocente como lo es una luciérnaga en el ocaso. Así, titulo a esta reseña La mancha porque manchas son las cosas que nos quedan de nuestra infancia, no se pueden borrar, están ahí, acompañándonos, siendo cómplices de todo lo que hacemos y vamos llevando con nosotros moviéndonos a donde nos movamos. Mancha es lo que me queda tras la lectura de este libro, una pequeña manchita de luz en mi alma, porque las manchas también pueden ser de luz, así como hay manchas de nacimiento. Y Luciérnaga, es las dos cosas. Asistimos a los nacimientos que Natalia tiene en su vida cada vez que viaja, cada vez que se muda. Saber ver que esas manchas son un señuelo en el que poder narrar desde dentro nuestra historia no es tarea fácil, pero Natalia tiene un sentido de las palabras tan vívido y profundo que este libro ya llevaba todas las de ganar incluso antes de saberse Premio Lumen de novela de este 2024.
Manchémonos de nuestra infancia, de las historias de nuestras abuelas, de nuestras madres. Solo así podremos conocernos a nosotros mismos desde esa perspectiva que muy poco nos ofrecemos a nosotros mismos también: la del saber mirarse sin mirarse los ombligos, sino a nuestro alrededor, a los de los ojos de una niña que va creciendo y se va transformando para poder contarnos desde ella misma todo el peso y la belleza del mundo....more
Con Confesiones privadas, Ingmar Bergman finaliza su trilogía familiar, que inauguró con La buena voluntad y siguió con Niños de domingo. Esta vez, laCon Confesiones privadas, Ingmar Bergman finaliza su trilogía familiar, que inauguró con La buena voluntad y siguió con Niños de domingo. Esta vez, la protagonista será Anna, su madre, que cometerá adulterio con un joven aspirante al sacerdocio. Si algo funciona en esta novela es que aunque cierra la trilogía supone un capítulo bastante primoroso en cuanto a la figura materna.¿Realmente fue cierto lo que ocurre aquí? Leer este libro nos hace preguntarnos si es verdad. Y sí, lo es. Y Bergman se muestra poderoso y tenaz con la historia, pues la cuenta como si de él mismo se tratase.
Pero pasemos a Anna. Anna lleva ya varios años casada y su matrimonio con el pastor Henrik se ha vuelto frío como el tétano. A raíz de esto, Anna no dudará en enamorarse del joven Tomas, amigo de su marido y de quien iniciará una pasional y seductora relación. Bergman invoca a Jacob, a quien Anna se confesará en cinco partes. La novela se nutre de tales acontecimientos que no serán buenos para casi nadie. El pastor sufrirá una enfermedad que le hará separarse de Anna, Anna divagará entre dos polos, el de su hijo y el de Tomas, y al final, solo al final, podremos saber cómo era Anna realmente y sus verdaderas aspiraciones en ese epílogo-prólogo que Bergman nos presenta.
Anna quería estudiar enfermería, quería labrarse una vida, ser independiente. Pero por añadidura, casarse con el pastor lo estropearía todo. No quiero destripar más esta novela que se vuelve pudorosa y amorosa, que enlaza la pasión del amor con la vergüenza y la seriedad que un adulterio lleva consigo. No es de extrañar que comprendamos a Anna pese a todas las cosas. La madre de Bergman era fiel a sus sentimientos, aunque no a su marido, y esto vuelve al pecado indicador de un sentimiento que Anna no puede controlar. Hallaremos entonces, en esta novela, un clamor a la libertad del ser humano. A su voluntad efímera y provocativa, pese al gran peso que la religión tiene en este libro. No queremos un adulterio que nos indique que ya no queremos a nuestro esposo, sino que es un adulterio consecuente con la relación que Anna tiene con Henryk. No, ya no se aman, el afecto ya no será el mismo y la vida de Anna se vuelve sosa y sin picardía, por eso busca al joven Tomas, para revivir esa juventud que tuvo y se truncó, para revivir un pasado en el que sentirse deseada y volver a desear con pasión.
Es este un libro sobre las relaciones humanas, sobre cómo nos las tomamos si queremos ser felices y consecuentes con nuestros deseos. El adulterio, ¿está justificado? A ojo de la iglesia es posible que no lo esté, pero Anna lo necesita, necesita a Tomas pese a que piense que él encontrará a otra más joven, más adecuada a sus necesidades. Y Anna se queda sola, sola con su hijo que tanto quiere y que veremos que será el único al que será leal y fiel con todas sus consecuencias. El adulterio de Anna está justificado porque ya no ama a Henryk, y se sincera y se siente libre, pues de eso trata este libro, de buscar una libertad pese a los demonios que nos entorpecen la vida, pese al pecado, pese a lo que no se puede evitar como lo es la separación de un matrimonio que está abocado al fracaso.
Comprendemos a Anna, pero también a Jacob y a Henryk. También comprendemos a Tomas, que pudoroso él, sacará toda la voluntad de Anna para llevar a cabo una vida más feliz, más digna. Tomas le otorga a Anna un temor: el de poder ser descubierta en sus andanzas, pero ella sin embargo disfrutará esos momentos. “Y así se van apagando todas las conversaciones, todas las palabras se desvanecen, las voces, las cuerdas vocales, las lenguas, los labios no tienen fuerza. Se hace el silencio.” ...more
Cómo hablar de la memoria, de lo que yace bajo la poesía, del peso de la nieve. Cómo hablar de la belleza inherente que hay en este libro. Sin duda esCómo hablar de la memoria, de lo que yace bajo la poesía, del peso de la nieve. Cómo hablar de la belleza inherente que hay en este libro. Sin duda estamos ante una novela que recorre el espacio y el tiempo y nos lo presenta a modo de destellos, de chispazos de luz que se entrelazan con nuestros recuerdos y nuestros anhelos. Anne Michaels nos trae una novela llena de esperanza y luz, de amor a fin de cuentas, ¿por qué?
Está John, pero también está Helena y está Anna. Ambos se entrecruzan en esta historia como cantan las gaviotas que ahora mismo ríen al otro lado de la ventana. Cantan fuertes, como asustadas, mientras un velo de cielo blanco recubre el pueblo y la ciudad. Hoy el sol no ha salido como tampoco sale en esta novela. En esta novela el cielo es oscuro y blanco como la nieve, como la nieve que cae y que Anne Michaels nos cuenta y nos dice que en ella reside el silencio, reside la no luminosidad de los días por venir y los días a recordar. John vendrá de la guerra y Helena le amará como se ama a lo que conocemos. Conoceremos a John por sus fotografías y sus recuerdos, así como a Helena en sus cantos de amor a la vida y a John. Ambos se encuentran y se funden en un retrato que podemos apreciar sin temor, donde el deseo por la poesía crece y crece hasta hacer de las manos un hálito de vida. En las manos se verán reflejadas las cosas, así como se ven reflejadas en la lluvia.
Es este un libro como lo infraleve de lo que nos hablaba Marcel Duchamp. Lo infraleve es un término que expresa la poética de lo contingente y hace referencia a elementos que se encuentran en tensión hacia la desaparición. Estos resultan bellos por la fragilidad de su estado, convirtiéndolos en objeto de arte y admiración estética. De este modo, todo lo que sucede en este libro se convierte en un acto que actúa por debajo de las cosas: la nieve que cae, las descripciones de la lluvia y de las manos que agarran, el hecho fotográfico, lo velado en los rayos de luna. Todo se va complicando pero a la vez se va haciendo más sencillo a nuestros ojos. Es aquí lo infraleve el peso del mundo sobre el mundo, un haz de luz que yace sobre los amantes que duermen, sobre la mujer que recuerda a su madre, sobre el aroma que entra de los campos por la ventana abierta. Crece con este libro nuestra sensibilidad, una sensibilidad poética que se nutre de las descripciones, de la belleza que Michaels nos muestra. La prosa poética aquí dada es un afán por la supervivencia del ser humano, que como nos dice, es solo un suspiro en la historia de la tierra.
Es este un libro en el que suspiramos. Quiero creer que he suspirado leyéndolo porque he encontrado un desliz de mi existencia en él. En las palabras de Helena a John, en sus paisajes nocturnos que reflejan el silencio de las noches, en la comodidad de las palabras ante el silencio en el que me encontraba mientras lo leía. El abrazo es un abrazo a la templanza, a la memoria, al paso del tiempo entre personas que se han querido y se han amado y quieren volverse a querer pese a la distancia que las separa. Es esta una historia de amor. “¿Quién puede decir qué ocurre cuando somos recordados?” , dice Anne Michaels en el libro. Yo os digo lo que ocurre: ocurre la belleza y la poesía, el leve roce y la caricia al amante, el saberse desnudo estando vestido, el conocer la vida bajo lo infraleve del mundo....more
Hermann Hesse era un hombre sabio, seductor de la palabra, amable con el mundo y sufriente de él. Pese a que no hayamos encontrado esta obra de la queHermann Hesse era un hombre sabio, seductor de la palabra, amable con el mundo y sufriente de él. Pese a que no hayamos encontrado esta obra de la que me dispongo a hablar en sus más reconocidas obras, como lo serían Sidharta, El lobo estepario o Rastro de un sueño, no es de menos darle el valor que merece por su inmaculada prosa, su notable sensación de profundidad y el enorme sentido estético que desprende. Knulp es así una serie de tres relatos sobre un hombre que busca sin buscar, pero que deambula encontrando a otros seres que lo completan, que lo inducen a un saber sobre la vida y sobre el mundo.
El libro aborda tres etapas en la vida de Knulp, un hombre del que sabremos su pronta adolescencia, su juventud, y su mediana edad en la que hallará sus ojos cerrados por siempre. A Knulp se le adora y se le termina adorando una vez que terminamos el libro. Estamos ante un libro sobre la nostalgia, la melancolía de una vida en la que no hay futuro, solo pasado y presente. Estará el enamoramiento de Knulp por Barbara, que nos demuestra un hacer de la vida solo el más puro deseo de estar con la persona amada; estará el encuentro con su amigo médico, con quien crecería en su infancia, que le ayudará a transformar sus recuerdos en añoranza y también le ayudará con su enfermedad. Knulp padecerá tisis a los 40 años y ello conducirá a una serie de encuentros con otros que nos hará ver la humildad, la honestidad, la solidaridad, el acompañamiento y cómo la vida nos va poniendo a prueba según nos vamos encontrando con personas que de algún modo ya se han cruzado en nuestras vidas.
Knulp tendrá añoranza por su pueblo, pero solo volverá a él dos o tres veces en toda su vida. Knulp deambulará por los pueblos, las aldeas, las granjas. A Knulp le gustará el baile y le gustarán las mujeres bellas y modestas, aunque no en su infancia (recordaremos a una Franziska que querrá estar con él sin estar), mujeres que ocuparán un gran lugar su corazón y en su vida. Conoceremos de primera mano los sentimientos y emociones de un hombre que no tiene hogar, que va por el mundo sin destino, sin un hálito de vida que le haga vivir más allá que el propio vivir. Knulp sin embargo sabe mucho, demasiado de la vida que le ha tocado. El protagonista será un hombre consecuente con sus actos y se dejará ayudar por quien quiere ayudarle. Knulp son tres relatos que podrían considerarse una novela en sí misma. Pues todos los relatos le toman como protagonista, como acervo de una cultura que vemos en la Alemania de principios del S.XX. Knulp es el retrato de un hombre que busca en la vida los resquicios que la vida va soltando tras de si. El solo los halla, y se hace digno y significativo como Hesse ha sabido encontrar un punto para los mundos contrarios que tenemos en nosotros.
Estamos ante un libro perenne pero atemporal, profundo pero no denso, el cual podemos leer en una sentada si así lo queremos. Y en esta mañana de septiembre en la que lo he leído, en esta mañana que se va anticipando al otoño pese al calor que sigue haciendo, en esta mañana cuyas palabras me han llegado hasta el corazón y la vida se ha hecho fácil y leve: Knulp ha sido el protagonista y la persona con la que he pasado el día y lo pasaré más veces en el futuro. Los tres relatos se van entrecruzando con el pasado, con el presente, con el no-futuro. ¿Dónde está el futuro de Knulp? Si acaso en esos ojos cerrados... En esa bondad latente que tiene dentro de sí y de la que es capaz de ver la belleza que le circunde. No pudo haber final más embriagador, más mágico, más tierno para un libro como este que vive la dureza y la marginalidad, la soledad y la destemplanza. Conocer a Knulp es conocer a la humanidad, el ser del hombre, aquello a lo que aspiramos con tan solo existir. Sin necesidad de deseos más que el de vivir y deambular para conocer, para curiosear, para dar instancia de que la vida es un momento y nada más; que la vida son esos momentos que vamos compartiendo con los demás y los cuales se van quedando en ellos, por siempre, y eso, precisamente, es lo que hace inmortal a este libro....more
Ottessa Moshfegh es una de las voces americanas del momento. Una joven promesa que con tan solo unos pocos libros ha ganado algún que otro premio impoOttessa Moshfegh es una de las voces americanas del momento. Una joven promesa que con tan solo unos pocos libros ha ganado algún que otro premio importante y ya va a llevarse Mi año de descanso y relajación al cine de la mano de Yorgos Lanthimos –aunque esto hace tiempo que fue anunciado. Moshfegh ha sabido conquistar a un gran público, especialmente público de la generación millennial, de diversos países. Con Nostalgia de otro mundo nos encontramos ante un libro de relatos estupendos que nos retratan y nos hacen ver la cultura y vida americana sin mirar por encima, sino desde abajo, allá donde los personajes pareciesen personas reales que nos muestran sus más profundas e intensas vidas.
Estos son relatos de gente extraña, gente arrojada al mundo. Y qué mundo. Como con la novela gráfica Ghost World, de Daniel Clowes, hay una profunda nostalgia, un profundo anhelo en la gran mayoría de estos personajes. No solo por querer pertenecer al mundo, sino por pertenecer a algo que muy difícilmente que arraiga en él. Algún que otro psicoanalista verá aquí ecos a esa fase escatológica en la que muchos de nosotros diremos: ¿esto era necesario? Pero no importa, lo importante es que Ottessa Moshfegh lo escribe muy bien; y lo escribe tan bien que esas cosas que nos desagradan o disgustan no importan. Hay personajes ausentes, personajes con trastornos alimenticios, personajes con trastornos mentales. Y la autora lo detalla todo tan prístinamente que es capaz de traernos esos personajes al mundo real. Es, de hecho, personajes que podrían vivir perfectamente en esa parte de la américa capitalista. Son personajes que podemos ver en las películas y en las series y en los telediarios. Son situaciones que están ahí para que nos demos cuenta de lo que está pasando realmente. No son esto relatos fantásticos, sino del aquí y del ahora, que podrían estar ocurriendo en la casa de al lado. Es, quizá esto, lo que más me gusta de este libro. Y sobre todo su mundanidad, su presencia. La búsqueda por formar parte de una comunidad, pero no como una búsqueda del yo, como tanto se anhela aquí, sino como la que realmente queremos y debemos hacer, una búsqueda de la colectividad hacia algo que nos aferre entre las personas.
No quiero vender este libro ni tampoco recomendarlo porque sí, simplemente quiero hablar de él como un libro que emociona y saca partes de una misma (no con las que identificarse) con las que te exasperas, te enojas y gruñes. Dan ganas de zarandear a los personajes y crees que eso es bueno y que eso es lo que busca de alguna manera la autora. Es este un libro sobre la identidad y no sobre salir a su encuentro, sino sobre la identidad encontrada y que nos hace pensar en la manera en la que cada persona se proyecta hacia al y sobre el mundo. Cada personaje aquí se hace tan extraño que pienso en ellos como esas personas que no logran habitar del todo un lugar, como aquella Enid de Ghost World, que bien podría estar en este libro y ser un simple y complejo personaje más de estos relatos. Se me hace inevitable la comparación, qué le voy a hacer.
Nostalgia de otro mundo es la nostalgia por un mundo desconocido el cual nos han vendido en ese sueño americano. ¿Es el sueño americano algo que existe de verdad? Aquí, se queda en un mero sueño la mayor parte del tiempo, quizá, en algún fragmento, alguna parte de un relato, se encuentra la felicidad, pero todos sabemos que la felicidad es efímera, como el viento que sacude los árboles hasta dejarlos despojados de todo. Quedarán las ramas zarandeadas, los personajes que habremos zarandeado; tanto Ottessa Moshfegh como nosotros....more