Mi gran boda griega 2
2.568
31 de julio de 2018
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primera se dejaba ver, aun siendo una peculiar versión del patito feo que trae familia insoportable de añadido. Porque con el jiji-jojó resulta que a los griegos los pintan de tan maleducados, gritones, paletos y zafios que sorprende que los oriundos no se echaran a la calle a manifestarse contra el director o prohibieran la cinta en las islas.
Pues como no debió pasar nada, se marcaron la segunda (y esperemos que última). Y como era de esperar la protagonista sigue saliendo bastante fea, los familiares erre que erre pero más: qué diálogos tan tontos, qué exageración de personajes, y qué desagradables son casi todos, menos el americano y su familia que al final también me caen mal por aguantar marea. A rezar para que sea la última.
Pues como no debió pasar nada, se marcaron la segunda (y esperemos que última). Y como era de esperar la protagonista sigue saliendo bastante fea, los familiares erre que erre pero más: qué diálogos tan tontos, qué exageración de personajes, y qué desagradables son casi todos, menos el americano y su familia que al final también me caen mal por aguantar marea. A rezar para que sea la última.
31 de marzo de 2016
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
14 años después de sorprender con un gran éxito de taquilla que le llevó a tener incluso una nominación al Oscar como mejor guión original, y después de una serie que pasó sin pena ni gloria por la televisión, regresan Toula y la familia Portokalos.
Ahora Toula (Nia Vardalos, que repite como guionista), e Ian (John Corbett) tienen una hija que está por ingresar a la universidad y les preocupa que abandone la ciudad donde viven, Chicago, pero más les agobia la presión de su numerosa familia para que la convenzan de quedarse, además de las típicas presiones para que se consiga un novio griego.
Pero la familia se encuentra ante un nuevo problema cuando el padre de Toula descubre que el certificado de su matrimonio religioso carece de firma, y por lo tanto de validez, por lo que deberá de dejar de lado su orgullo para ceder a las condiciones de su esposa para volver a tener su boda religiosa.
Así se presentan las condiciones para justificar esta tardía secuela y que el tema de las bodas siga siendo el pretexto para volver a padecer el subrayado de las diferencias entre los griegos y los estadounidenses, solo que ahora los chistes se antojan menos frescos y con la desventaja de la dependencia de tener que ver la primera entrega para no quedarse afuera de muchas referencias y chistes.
Esta total dependencia con su antecesora le juega en contra a esta segunda parte que repite todos los personajes y situaciones, y apenas se atreve sobre el final a plantear una nueva condición con el personaje secundario que interpreta el ex ‘N Sync Joey Fatone, pero solo de manera superflua en un intento de mostrarse incluyentes y actuales, y donde además uno de los conflictos nuevos, relacionado con la hija que se va a la universidad, no termine nunca de funcionar y a mitad de película es relegado ante el tema de la boda de los abuelos.
En resumen, esta secuela, que curiosamente cambia de titulo latinoamericano traduciendo ahora el original y dejando de lado el local ‘Casarse está en griego’ de la primera parte, es una película ligera y repetitiva, y solo funciona activando el factor nostalgia pero carece de méritos por cuenta propia.
http://tantocine.com/mi-gran-boda-griega-2-de-kirk-jones/
Ahora Toula (Nia Vardalos, que repite como guionista), e Ian (John Corbett) tienen una hija que está por ingresar a la universidad y les preocupa que abandone la ciudad donde viven, Chicago, pero más les agobia la presión de su numerosa familia para que la convenzan de quedarse, además de las típicas presiones para que se consiga un novio griego.
Pero la familia se encuentra ante un nuevo problema cuando el padre de Toula descubre que el certificado de su matrimonio religioso carece de firma, y por lo tanto de validez, por lo que deberá de dejar de lado su orgullo para ceder a las condiciones de su esposa para volver a tener su boda religiosa.
Así se presentan las condiciones para justificar esta tardía secuela y que el tema de las bodas siga siendo el pretexto para volver a padecer el subrayado de las diferencias entre los griegos y los estadounidenses, solo que ahora los chistes se antojan menos frescos y con la desventaja de la dependencia de tener que ver la primera entrega para no quedarse afuera de muchas referencias y chistes.
Esta total dependencia con su antecesora le juega en contra a esta segunda parte que repite todos los personajes y situaciones, y apenas se atreve sobre el final a plantear una nueva condición con el personaje secundario que interpreta el ex ‘N Sync Joey Fatone, pero solo de manera superflua en un intento de mostrarse incluyentes y actuales, y donde además uno de los conflictos nuevos, relacionado con la hija que se va a la universidad, no termine nunca de funcionar y a mitad de película es relegado ante el tema de la boda de los abuelos.
En resumen, esta secuela, que curiosamente cambia de titulo latinoamericano traduciendo ahora el original y dejando de lado el local ‘Casarse está en griego’ de la primera parte, es una película ligera y repetitiva, y solo funciona activando el factor nostalgia pero carece de méritos por cuenta propia.
http://tantocine.com/mi-gran-boda-griega-2-de-kirk-jones/
8 de junio de 2016
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace unas semanas vi la primera entrega, una de las películas mas taquilleras en EEUU en su género y la verdad es que la vi porque me enteré de que sacaban secuela y decidí comprobar cual fue el aliciente para semejante interés del público, finalmente me pareció una película normalita, entretenida y por momentos divertida pero nada realmente relevante. Meses después decido ver esta secuela que sale 14 años después del estreno de la original y ha resultado aburrida, típica, superficial, reiterativa e innecesaria. Aburrida porque no cuentan nada interesante y sorprendente, superficial por la relación que abarca la hija de los protagonistas que de la noche a la mañana como si fuera la Cenicienta acontece todo muy deprisa y de la manera más casual posible, reiterativa porque no deja de ser una repetición de lo mismo en otras generaciones ya sean ascendentes o descendentes con historias sacadas de la chistera como la de los padres de la protagonista como el padre quien me resulta cargante usando la palabra 'Alexander The Great' constantemente que quema el nombre y por supuesto innecesaria porque es una historia con 'y fueron felices y comieron perdices' en la primera entrega, continuar algo así y no romper el tópico o hacer algo innovador u original es hacer un pastel sin guinda y sin azúcar. Mala.
9 de junio de 2016
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo que no entiendo es la necesidad de rellenar la cartelera con una secuela de una película de hace 15 años que sorprendió en su día, pero que ha envejecido fatal.
La película insiste en lo mismo, un puñado de malos chistes sobre griegos: Mira que la Antigua Grecia daría para muchísimos chistes con mala leche de verdad, sobretodo porque era una civilización donde la homosexualidad y la pederastia estaban institucionalizadas, pero la película prefiere perder el tiempo con historias del abuelo cebolleta que cree descender de Alejandro Magno, o tonterías de si todas las palabras tienen raíz griega.
La cinta plantea el típico y tópico conflicto generacional, la nieta que no quiere que su madre ni su familia la agobien con casarse y tener hijos, o los dos abueletes que descubren que no están legalmente casados. Más o menos como en el capítulo donde Homer y Marge Simpsons descubren lo mismo y organizan una boda por todo lo alto, más o menos así termina está inofensiva e innecesaria secuela.
La película insiste en lo mismo, un puñado de malos chistes sobre griegos: Mira que la Antigua Grecia daría para muchísimos chistes con mala leche de verdad, sobretodo porque era una civilización donde la homosexualidad y la pederastia estaban institucionalizadas, pero la película prefiere perder el tiempo con historias del abuelo cebolleta que cree descender de Alejandro Magno, o tonterías de si todas las palabras tienen raíz griega.
La cinta plantea el típico y tópico conflicto generacional, la nieta que no quiere que su madre ni su familia la agobien con casarse y tener hijos, o los dos abueletes que descubren que no están legalmente casados. Más o menos como en el capítulo donde Homer y Marge Simpsons descubren lo mismo y organizan una boda por todo lo alto, más o menos así termina está inofensiva e innecesaria secuela.
24 de marzo de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es raro a día de hoy encontrar comedias para todos los públicos que resulten realmente graciosas. En 2002 se estrenó “Mi gran boda griega” y, al tratarse de una película escrita por una novata, Nia Vardalos, y atacar el resabido tema de las bodas, generó pocas expectativas, aunque luego resultara un mega éxito con hasta una nominación al Oscar en la categoría de Mejor Guión Original. A día de hoy sigue siendo una película agradable de ver pero su secuela, “Mi gran boda griega 2” ha generado el mismo problema: ¿qué tiene que ofrecer?
Pues ha resultado ser una película divertidísima. Cierto, vuelve a tratar sobre bodas, pero me atrevo a decir que es más divertida que la primera aunque su guión sea más simplón, y que encierra alguna sorpresa, cosa que, en el mundillo de las comedias románticas, resulta bastante difícil. Mi sugerencia es que, pese a que os anexamos abajo el trailer como siempre, os abstengáis de verlo. Por ello, sólo diré del argumento que, obviamente, habrá una gran boda griega, y que todos los personajes de la primera película (Nia Vardalos como Toula, John Corbett como Ian, Michael Constantine como Gus, Lainie Kazan como María, Joey Fatone como el primo Angelo, Gia Carides como la prima Nikki…) vuelven a aparecer, demostrando que, el plato fuerte de la primera película, la química entre los personajes, vuelve a darse.
Por supuesto, encontramos una serie de personajes nuevos que vienen a amenizar la película. Elena Kampouris es Paris, la “rebelde” hija de Toula e Ian, que no encuentra nada seductor el hecho de ser griega, con todo lo que ello supone y a la que el siglo XXI otorga argumentos para su independencia familiar. Otros secundarios (pena que no podamos decir “de lujo”) son John Stamos, Alex Wolff y Rita Wilson, pero ninguno de los tres consigue integrarse debidamente dentro de la trama.
La segunda pregunta que podríamos hacernos, y que surge siempre que aparece una secuela en el aire es: ¿necesitábamos otra película sobre esto? mi respuesta es: depende. Para todos aquellos que vieran (y revisionaran a lo largo de los años) la primera parte, esta nueva entrega trae mucha nostalgia y ganas de seguir las aventuras de la loca familia griega.
Como buena secuela deja un poco de lado a los personajes menos interesantes y se centra en destacar aquellos más divertidos. A aquellos nostálgicos les diré que tendrán lo que han venido a buscar, sin duda, puesto que se da el mismo sentido del humor, con un ritmo trepidante muy parecido a su antecesora, y sólo con las dosis justas de guiños a la primera película.
[...]
Fragmento extraído de www.generacionfriki.es
Pues ha resultado ser una película divertidísima. Cierto, vuelve a tratar sobre bodas, pero me atrevo a decir que es más divertida que la primera aunque su guión sea más simplón, y que encierra alguna sorpresa, cosa que, en el mundillo de las comedias románticas, resulta bastante difícil. Mi sugerencia es que, pese a que os anexamos abajo el trailer como siempre, os abstengáis de verlo. Por ello, sólo diré del argumento que, obviamente, habrá una gran boda griega, y que todos los personajes de la primera película (Nia Vardalos como Toula, John Corbett como Ian, Michael Constantine como Gus, Lainie Kazan como María, Joey Fatone como el primo Angelo, Gia Carides como la prima Nikki…) vuelven a aparecer, demostrando que, el plato fuerte de la primera película, la química entre los personajes, vuelve a darse.
Por supuesto, encontramos una serie de personajes nuevos que vienen a amenizar la película. Elena Kampouris es Paris, la “rebelde” hija de Toula e Ian, que no encuentra nada seductor el hecho de ser griega, con todo lo que ello supone y a la que el siglo XXI otorga argumentos para su independencia familiar. Otros secundarios (pena que no podamos decir “de lujo”) son John Stamos, Alex Wolff y Rita Wilson, pero ninguno de los tres consigue integrarse debidamente dentro de la trama.
La segunda pregunta que podríamos hacernos, y que surge siempre que aparece una secuela en el aire es: ¿necesitábamos otra película sobre esto? mi respuesta es: depende. Para todos aquellos que vieran (y revisionaran a lo largo de los años) la primera parte, esta nueva entrega trae mucha nostalgia y ganas de seguir las aventuras de la loca familia griega.
Como buena secuela deja un poco de lado a los personajes menos interesantes y se centra en destacar aquellos más divertidos. A aquellos nostálgicos les diré que tendrán lo que han venido a buscar, sin duda, puesto que se da el mismo sentido del humor, con un ritmo trepidante muy parecido a su antecesora, y sólo con las dosis justas de guiños a la primera película.
[...]
Fragmento extraído de www.generacionfriki.es
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