No toquéis la pasta
1.381
19 de octubre de 2010
49 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jean Gabin protagoniza una película que combina una banda sonora y una ambientación sórdida y jazzística en el París de los años cincuenta. Como padres del género, los franceses manejan con contundencia los elementos, que aunque estereotipados, siguen teniendo una chispa de frescura en el tratamiento, al menos en esta cinta de Becker.
Narración de ritmo lento y clara importancia de unos personajes que nos son presentados de acuerdo a los canones establecidos.
Becker usa la violencia justa, pero bien utilizada, se abofetea a la mujer, se dispara la metralleta, se explotan los vehículos, y todo mezclado con momentos de una comicidad efímera y casi fuera de lugar, pero que en mi opinión, suaviza y oxigena la tensión tan abigarrada y necesaria de los rostros.
Como alegría para la vista podemos ver a una jovencísima Jeanne Moreau con la presencia de una experimentada actriz.
El guión me parece bien cerrado, contiene la velocidad dosificándola hacia el final que se eleva in crescendo. Acaba con la comprensible moraleja y el final en el que el destino parece escrito desde el comienzo.
Una buena película que entretiene y te sumerge en el devenir moral de unos gangsteres experimentados, con ganas de dejar el juego de la vida.
Narración de ritmo lento y clara importancia de unos personajes que nos son presentados de acuerdo a los canones establecidos.
Becker usa la violencia justa, pero bien utilizada, se abofetea a la mujer, se dispara la metralleta, se explotan los vehículos, y todo mezclado con momentos de una comicidad efímera y casi fuera de lugar, pero que en mi opinión, suaviza y oxigena la tensión tan abigarrada y necesaria de los rostros.
Como alegría para la vista podemos ver a una jovencísima Jeanne Moreau con la presencia de una experimentada actriz.
El guión me parece bien cerrado, contiene la velocidad dosificándola hacia el final que se eleva in crescendo. Acaba con la comprensible moraleja y el final en el que el destino parece escrito desde el comienzo.
Una buena película que entretiene y te sumerge en el devenir moral de unos gangsteres experimentados, con ganas de dejar el juego de la vida.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
10 de junio de 2012
33 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un botín de barras de oro robadas mediante un golpe en el aeropuerto de Orly (cuya ejecución no vemos, ya que la película arranca después del golpe), el salvoconducto que este supone para los autores del mismo, Max (Jean Gabin) y su viejo amigo y compañero de correrías, Riton (René Dary), para un plácido retiro de una vida gansteril para la que cada vez se ven más viejos, tanto por tener ya una edad, como por el descerebrado e irrespetuoso modo de actuar de las nuevas generaciones de delincuentes, la codicia que entre estos genera el conocimiento de quien dio el golpe y tiene el oro, la casquivana y tampoco con muchas luces corista (Jeanne Moreau) que tiene encoñado a Riton y comparte el desliz que este tuvo contándola del golpe entre las sabanas, con Ángelo (Lino Ventura en su bautismo cinematográfico), uno de esos delincuentes de los nuevos tiempos, que no pierde un solo segundo en conspirar como un elefante en una cacharrería para intentar hacerse con el botín, y el universo parisino por el que estos se mueven (cero policías, solo ese mundo con sus códigos de honor, sus inquebrantables y viejas amistades y lealtades, y la caterva de deshonestos cobardes tratando de hacerse con un botín de forma braguetera, ya que no tienen ni el coraje ni los conocimientos para trabajar de otra forma).
Con estos mimbres, adaptación de una novela escrita por Albert Simonin (también autor del guión junto a Jacques Becker y Maurice Griffe), el maestro en descripciones de personajes y subyugantes atmósferas cerradas, Jacques Becker, nos regala uno de los más recios, varoniles, violento y machista (tres adjetivos que le sientan como un guante al buen cine negro) thrillers de serie negra que en el cine han sido, al que su tono crepuscular y fatalista, y el hecho de estar protagonizado por un grupo de actores en estado de gracia, lo seco e inequívocamente francés en la descripción de paisaje y paisanaje, la magnifica fotografía en blanco y negro de Pierre Montazel (habitual en el cine de Becker, que a su vez se inicio en el cine como asistente de Jean Renoir), y la forma en que todo ello esta puesto en imágenes, la hacen de visión obligatoria para cualquier amante del cine que se precie, y la otorgan con mas justicia que nunca, el calificativo de, "de culto indiscutible".
Sigue en spoiler por falta de espacio:
Con estos mimbres, adaptación de una novela escrita por Albert Simonin (también autor del guión junto a Jacques Becker y Maurice Griffe), el maestro en descripciones de personajes y subyugantes atmósferas cerradas, Jacques Becker, nos regala uno de los más recios, varoniles, violento y machista (tres adjetivos que le sientan como un guante al buen cine negro) thrillers de serie negra que en el cine han sido, al que su tono crepuscular y fatalista, y el hecho de estar protagonizado por un grupo de actores en estado de gracia, lo seco e inequívocamente francés en la descripción de paisaje y paisanaje, la magnifica fotografía en blanco y negro de Pierre Montazel (habitual en el cine de Becker, que a su vez se inicio en el cine como asistente de Jean Renoir), y la forma en que todo ello esta puesto en imágenes, la hacen de visión obligatoria para cualquier amante del cine que se precie, y la otorgan con mas justicia que nunca, el calificativo de, "de culto indiscutible".
Sigue en spoiler por falta de espacio:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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21 de abril de 2013
30 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena incursión "polar" del hoy clásico Jacques Becker, quien para entonces ya había abordado ambientes similares en su magnífica "Casque d'or" ("París bajos fondos"), a la espera de redondear su obra con la soberbia "Le Trou" ("La Evasión"), indiscutible obra maestra del cine francés y mundial.
La película, más allá de la trama puramente criminal -con sus enfrentamientos entre bandas de gánsteres, sus mujeres de vida alegre y sus inevitables matones-, se centra en la relación de amistad entre dos personajes, Max y Riton, que se verá sometida a una dura prueba cuando el último sea secuestrado por una banda rival, intentando así chantajear a Max. Las dudas de éste, que es aparentemente un profesional frío y pragmático, nos son desveladas en una secuencia dominada por sus propios pensamientos, que se nos transmiten por medio de la voz en off. Sin embargo, como en tantos futuros "polares", la lealtad y el compañerismo tienen un papel capital, y Max no podrá sustraerse a tales sentimientos.
Como en toda película de gánsteres o negra, la ambientación resulta fundamental, y Becker nos regala aquí un exhaustivo paseo cinematográfico por salas de variedades, garitos para hampones, "bancos de intermediarios" y demás lugares frecuentados por los amigos de lo ajeno y del gatillo. Consecuentemente, de los 94 minutos de metraje, unos 70 son completamente nocturnos, destacando entonces la acertada fotografía de Pierre Montazel, especialmente lograda en las secuencias en exteriores. A todo esto Becker añade algunos toques distintivos, como esa insólita y genial secuencia entre Max y Riton, con vino blanco y foie de por medio, así como la sobria pero enormemente emotiva secuencia final.
Película de parco pero acertado guión, que sugiere las diferencias entre los dos amigos -ambos bien interpretados (sobre todo Gabin como Max)- y en la que las mujeres, sin ser realmente "fatales" al estilo americano sí que son fuente de problemas a la par que objeto de algún que otro magreo o bofetón, posee un arranque pausado y descriptivo, que progresivamente da paso a un mayor ritmo y a una inminente violencia que, no obstante, una vez estalla no resulta excesiva si la comparamos con la mostrada en filmes norteamericanos similares.
En conjunto, aunque en mi opinión no es la mejor película de su autor (las otras que he mencionado me parecen superiores), sin duda merece la pena dedicarle atención, especialmente atendiendo a la honda influencia que el filme ha ejercido en el "polar" posterior, claramente notable en la obra de Melville o en la de Giovanni, por citar algunos.
La película, más allá de la trama puramente criminal -con sus enfrentamientos entre bandas de gánsteres, sus mujeres de vida alegre y sus inevitables matones-, se centra en la relación de amistad entre dos personajes, Max y Riton, que se verá sometida a una dura prueba cuando el último sea secuestrado por una banda rival, intentando así chantajear a Max. Las dudas de éste, que es aparentemente un profesional frío y pragmático, nos son desveladas en una secuencia dominada por sus propios pensamientos, que se nos transmiten por medio de la voz en off. Sin embargo, como en tantos futuros "polares", la lealtad y el compañerismo tienen un papel capital, y Max no podrá sustraerse a tales sentimientos.
Como en toda película de gánsteres o negra, la ambientación resulta fundamental, y Becker nos regala aquí un exhaustivo paseo cinematográfico por salas de variedades, garitos para hampones, "bancos de intermediarios" y demás lugares frecuentados por los amigos de lo ajeno y del gatillo. Consecuentemente, de los 94 minutos de metraje, unos 70 son completamente nocturnos, destacando entonces la acertada fotografía de Pierre Montazel, especialmente lograda en las secuencias en exteriores. A todo esto Becker añade algunos toques distintivos, como esa insólita y genial secuencia entre Max y Riton, con vino blanco y foie de por medio, así como la sobria pero enormemente emotiva secuencia final.
Película de parco pero acertado guión, que sugiere las diferencias entre los dos amigos -ambos bien interpretados (sobre todo Gabin como Max)- y en la que las mujeres, sin ser realmente "fatales" al estilo americano sí que son fuente de problemas a la par que objeto de algún que otro magreo o bofetón, posee un arranque pausado y descriptivo, que progresivamente da paso a un mayor ritmo y a una inminente violencia que, no obstante, una vez estalla no resulta excesiva si la comparamos con la mostrada en filmes norteamericanos similares.
En conjunto, aunque en mi opinión no es la mejor película de su autor (las otras que he mencionado me parecen superiores), sin duda merece la pena dedicarle atención, especialmente atendiendo a la honda influencia que el filme ha ejercido en el "polar" posterior, claramente notable en la obra de Melville o en la de Giovanni, por citar algunos.
29 de diciembre de 2013
26 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Touchez pasa u grisbi” es una expresión del argot del hampa que podemos traducir como “No toquéis la pasta”. Se trata de una de las mejores películas policíacas del cine francés de la década de los 50, basada en una novela de Albert Simonin, que colaboró con Jacques Becker en el guión y en los brillantes diálogos, en los que se recoge de forma natural y auténtica, esa forma de hablar y ese argot barriobajero que refleja su título.
A partir del enfrentamiento entre dos bandas rivales en el hampa parisina, lo que le interesa a Becker en esta historia y donde reside su carácter original, es en la relación de amistad y complicidad masculina entre sus dos protagonistas, interpretados por Jean Gabin y René Dary, dos viejos truhanes que aspiran a jubilarse y que se ven arrastrados en un ajuste de cuentas. Jean Gabin, cincuentón, pero haciendo todavía de Don Juan, casi a pesar suyo, está excelente al dar vida a ese gangster nostálgico que pone la amistad por encima de todo, un personaje en el que pensó probablemente Jean Pierre Melville cuando dos años después hizo “Bob el jugador”, otra de las grandes películas policíacas de la época.
El relato minucioso y lento de Becker se entretiene en mostrarnos los detalles más cotidianos durante dos noches y un día en la existencia de esos dos amigos con un largo pasado, su complicidad, su preocupación por la vejez en esa edad tan crucial en la que como dice uno de los personajes “ya no es hora de rehacer tu vida”. Becker describe con talento la vida nocturna de los “Nights Clubs”, con su hampa, sus coristas, entre las que podemos descubrir a una jovencita Jeanne Moreau cuando todavía hacía papeles secundarios, cuatro años antes de alcanzar la fama con su interpretación en “Ascensor para el cadalso” de Louis Malle. En el reparto tenemos también, haciendo de malo, en el papel de Angelo, al corpulento y excelente actor francés de origen italiano, Angelo Borrini, que se bautizó con el nombre artístico de Lino Ventura en esta su primera aparición en el cine.
Jacques Becker, que había sido ayudante de dirección de Jean Renoir, empezó a dirigir películas en los años cuarenta, durante la ocupación alemana, su temprana desaparición en 1960 privó al cine francés de uno de sus mejores talentos, de cuya filmografía cabe destacar películas como: “París bajos fondos”, “Goupi mains rouges”, “Los amantes de Montparnasse”, “La evasión” o “Alí Babá y los cuarenta ladrones” en la que dirigió al cómico Fernandel.
A partir del enfrentamiento entre dos bandas rivales en el hampa parisina, lo que le interesa a Becker en esta historia y donde reside su carácter original, es en la relación de amistad y complicidad masculina entre sus dos protagonistas, interpretados por Jean Gabin y René Dary, dos viejos truhanes que aspiran a jubilarse y que se ven arrastrados en un ajuste de cuentas. Jean Gabin, cincuentón, pero haciendo todavía de Don Juan, casi a pesar suyo, está excelente al dar vida a ese gangster nostálgico que pone la amistad por encima de todo, un personaje en el que pensó probablemente Jean Pierre Melville cuando dos años después hizo “Bob el jugador”, otra de las grandes películas policíacas de la época.
El relato minucioso y lento de Becker se entretiene en mostrarnos los detalles más cotidianos durante dos noches y un día en la existencia de esos dos amigos con un largo pasado, su complicidad, su preocupación por la vejez en esa edad tan crucial en la que como dice uno de los personajes “ya no es hora de rehacer tu vida”. Becker describe con talento la vida nocturna de los “Nights Clubs”, con su hampa, sus coristas, entre las que podemos descubrir a una jovencita Jeanne Moreau cuando todavía hacía papeles secundarios, cuatro años antes de alcanzar la fama con su interpretación en “Ascensor para el cadalso” de Louis Malle. En el reparto tenemos también, haciendo de malo, en el papel de Angelo, al corpulento y excelente actor francés de origen italiano, Angelo Borrini, que se bautizó con el nombre artístico de Lino Ventura en esta su primera aparición en el cine.
Jacques Becker, que había sido ayudante de dirección de Jean Renoir, empezó a dirigir películas en los años cuarenta, durante la ocupación alemana, su temprana desaparición en 1960 privó al cine francés de uno de sus mejores talentos, de cuya filmografía cabe destacar películas como: “París bajos fondos”, “Goupi mains rouges”, “Los amantes de Montparnasse”, “La evasión” o “Alí Babá y los cuarenta ladrones” en la que dirigió al cómico Fernandel.
31 de octubre de 2016
22 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maravillosa e impagable cinta: Así en breves pinceladas, destaco esto:
1.- El ambiente parisino de los restaurantes, las cenas en esos locales pequeñitos pero elegantes. -La película comienza con una vista general de París y esta primera escena acaba en el Moulin Rouge-.
2.- La belleza de las francesas que no sólo acompañan a los ladrones protagonistas en estas citas nocturnas. -Muchas alusiones al sexo en los diálogos, bastante explícitas para la época.
3.- La belleza de los hombres, en especial de Jean Gabin (Max) auténtico protagonista de la función, y que llena la pantalla ya sea lavándose los dientes, -impagable la escena en la casa con René Dary (Ritón), en la que comparten toallas y pasta de dientes, antes de acostarse-, ya sea cuando desvela sus sentimientos respecto al torpe Ritón, -igualmente impagable tal escena-, ya sea escuchando la gramola en los restaurantes -impagable su filosofía sobre las relaciones hombre-mujer, sobre el sexo, que en el fondo le encanta pero tiene que ser de día, pues el protagonista sufre el incordio de sentirse siempre cansado, pese a ser un gangster, -lo cual me parece muy gracioso y me ha recordado a James Cagney en Al Rojo Vivo (Raoul Walsh, 1949).
4.- La relación, tan bien retratada en la película, de Jean Gabin con otros personajes de la película, en especial con su tío Paul Oettly (Oscar), que blanquea el dinero que consigue el sobrino en los robos. -El hecho de ser tío y sobrino no impide las relaciones de Jean Gabin con la mujer de su tío.
5.- Muy buena toda la escena del intercambio Rtión por lingotes de oro robados entre las dos bandas rivales.
6.- La poca importancia de la policía en la trama de la película, es más ésta no sale en pantalla en toda la película, -pues como dice Antonio José Navarro en su libro sobre el ciclo de Jacques Becker en el Festival de Cine de San Sebastián 2016, -libro éste que, como todos los de las retrospectivas clásicas de este Festival, recomiendo vivamente-, lo importante de la película no es si la policía pilla a los ladrones, ni que banda consigue quedarse con el botín, sino "con quien se comparte y quien cae en la pelea", ya que al fin y al cabo esta película y esto ya es opinión mía es más grande que la vida misma.
Y 7.- En general como todas las películas de Becker que recomiendo y que he visto hasta ahora, -Los amantes de Montparnase, Se escapó la suerte, Édouard et Caroline, Falbalas, Cita en Julio-, que te atrapan y que están tan bien contadas, tienen unos diálogos tan bonitos, son tan divertidas y sale París tan bien retratada, que no me queda más que recomendarlas todas.
Así que música maestro, no lean más críticas, enciendan la tele y vean la película.
1.- El ambiente parisino de los restaurantes, las cenas en esos locales pequeñitos pero elegantes. -La película comienza con una vista general de París y esta primera escena acaba en el Moulin Rouge-.
2.- La belleza de las francesas que no sólo acompañan a los ladrones protagonistas en estas citas nocturnas. -Muchas alusiones al sexo en los diálogos, bastante explícitas para la época.
3.- La belleza de los hombres, en especial de Jean Gabin (Max) auténtico protagonista de la función, y que llena la pantalla ya sea lavándose los dientes, -impagable la escena en la casa con René Dary (Ritón), en la que comparten toallas y pasta de dientes, antes de acostarse-, ya sea cuando desvela sus sentimientos respecto al torpe Ritón, -igualmente impagable tal escena-, ya sea escuchando la gramola en los restaurantes -impagable su filosofía sobre las relaciones hombre-mujer, sobre el sexo, que en el fondo le encanta pero tiene que ser de día, pues el protagonista sufre el incordio de sentirse siempre cansado, pese a ser un gangster, -lo cual me parece muy gracioso y me ha recordado a James Cagney en Al Rojo Vivo (Raoul Walsh, 1949).
4.- La relación, tan bien retratada en la película, de Jean Gabin con otros personajes de la película, en especial con su tío Paul Oettly (Oscar), que blanquea el dinero que consigue el sobrino en los robos. -El hecho de ser tío y sobrino no impide las relaciones de Jean Gabin con la mujer de su tío.
5.- Muy buena toda la escena del intercambio Rtión por lingotes de oro robados entre las dos bandas rivales.
6.- La poca importancia de la policía en la trama de la película, es más ésta no sale en pantalla en toda la película, -pues como dice Antonio José Navarro en su libro sobre el ciclo de Jacques Becker en el Festival de Cine de San Sebastián 2016, -libro éste que, como todos los de las retrospectivas clásicas de este Festival, recomiendo vivamente-, lo importante de la película no es si la policía pilla a los ladrones, ni que banda consigue quedarse con el botín, sino "con quien se comparte y quien cae en la pelea", ya que al fin y al cabo esta película y esto ya es opinión mía es más grande que la vida misma.
Y 7.- En general como todas las películas de Becker que recomiendo y que he visto hasta ahora, -Los amantes de Montparnase, Se escapó la suerte, Édouard et Caroline, Falbalas, Cita en Julio-, que te atrapan y que están tan bien contadas, tienen unos diálogos tan bonitos, son tan divertidas y sale París tan bien retratada, que no me queda más que recomendarlas todas.
Así que música maestro, no lean más críticas, enciendan la tele y vean la película.
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