No es nada fácil conseguir un documental del nivel de The Last Dance. Si vemos otros productos similares de ESPN (30 for 30 por ejemplo) nos damos cuenta de que la cantidad de imágenes de archivo que presentan es impresionante y que el montaje es de mucha calidad, pero suele dar la sensación, por lo menos a mí, de que son unos documentales más. Les falta dar un paso mas allá para convertirse en algo excelso, posiblemente salir de los cánones del documental deportivo de siempre. The Last Dance no sólo lo consigue, sino que sobrepasa con mucho margen las expectativas que se habían puesto sobre él desde hace meses. He de decir también que me sorprende que haya críticas en esta misma página desde que se estrenaron solo los dos primeros capítulos, ya que solo con esas dos primeras partes es imposible comprender lo que la serie te da en sus 10 capítulos, que es muchísimo.

The Last Dance nos presenta la historia sobre la última temporada de la dinastía histórica de la NBA de los 90, los Chicago Bulls, todo lo que llevó a su posterior desmantelación (los primeros capítulos son muy críticos con la directiva, sobre todo Jerry Krause), y más concretamente sobre la mente de una leyenda del deporte como Michael Jordan. Me ha sorprendido mucho que Air Jordan se haya dejado entrevistar, ya que a pesar de que estas imágenes llevan en el archivo de ESPN muchos años (los Bulls permitieron la entrada de cámaras para grabar toda la temporada 97-98), MJ no se caracteriza por ser un hombre que esté continuamente en televisión o programas. Desde su retiro, y a pesar de ser dueño de los Charlotte Hornets, ha optado por un papel más entre las sombras y alejado de la imagen pública. Dicho esto, no me extraña que le hayan convencido viendo los detalles y la calidad final del documental.

Empezaremos por la parte técnica. Jason Hehir ha conseguido ensamblar algo que está tan bien construido y tiene un ritmo tan fluido que no parece un documental. Su mayor fortaleza reside en la distribución de los capítulos y las entrevistas (que son muchísimas), tratando en los primeros capítulos a cada personaje individualmente (Jordan, Pippen, Rodman y Jackson) mientras la cronología va avanzando, y dejando los últimos capítulos para la parte meramente (casi toda) deportiva. Mención especial para el capítulo V, para mí el mejor de toda la serie. Hehir entiende la importancia del documental que tiene entre manos: estamos ante una serie sobre baloncesto, y por tanto no se toca prácticamente nada la parte personal de los jugadores exceptuando ciertos acontecimientos de importancia respecto a Jordan, y esto se agradece porque podemos disfrutar completamente del espectáculo deportivo. Soy un gran seguidor de la leyenda de Jordan y los Bulls, pero si tuviera que ponerle un pequeño "pero" al documental, sería que trata muchísimo (y excelentemente) la imagen de MJ, encumbrándolo hasta los altares y pasa bastante más por encima de otros grandes arquitectos de aquel equipo como Phil Jackson. Por otra parte es perfectamente comprensible que todo gire en torno a Jordan, ya que es uno de los iconos deportivos más grandes de la historia.

Respecto a la parte visual hay que destacar no sólo la cantidad de imágenes de archivo, que son muchas e incluyen contenido nunca antes visto, sino también el montaje. Tenemos dos líneas temporales, la actual (1998) y otra que va repasando toda la vida de los personajes desde sus comienzos. Esto hace que cada episodio sea muy ameno y vistoso. Especial hincapié en las entrevistas, que nos muestran el lado mas humano de cada jugador. Y aquí es donde Hehir consigue exprimir el documental, haciendo que los jugadores revivan aquella época y aquellos momentos para que nos los cuenten al espectador como si estuviéramos viviéndolos. Es tal el punto al que consigue llegar el director que incluso es capaz de tocar la fibra sentimental de Jordan, algo nada fácil desde luego.

Y finalmente acabo con la parte sentimental. Las emociones que transmite este documental son difíciles de plasmar en un texto. Cuando ves The Last Dance sientes que eres partícipe de esos acontecimientos aunque sólo los hayas visto en vídeos, y esto es un enorme aval para los que no pudimos disfrutar en directo de esta dinastía histórica del deporte. Empecé esta crítica diciendo que no es fácil conseguir un documental de este nivel porque lo fácil sería hacer una serie sobre un equipo ganador y meter imágenes y entrevistas sin más. Sin embargo The Last Dance consigue ser uno de los mejores, si no el mejor, documentales deportivos de los últimos años, tocando la fibra del espectador y dando un paso más allá. Un documental que traspasa la barrera del deporte y deja muy alto el legado y la leyenda de aquella dinastía de NBA de los años 90.

Si por algo se ha caracterizado Quentin Tarantino desde el estreno de su primera película es la originalidad. Sus filmes pueden gustar mas o menos al espectador, pero no se puede negar que nos han dado momentos icónicos, que son difíciles de encontrar en otro director. Y con Erase Una Vez En Hollywood vuelve a darle una vuelta de tuerca a sus propias características.

En esta película ambientada a finales de los 60, se nos presenta un panorama sobre el cine y la cultura de la época. La industria cinematográfica no paraba de sacar productos y los actores tenían un caché y una fama muy alta. "Comprar una casa significa que vives aquí, no que estás de paso ni de visita", y en efecto así era, y más en determinados barrios donde solo vivía gente relacionada con dicha industria. ¿La vida era de color de rosas? Seguramente sí, pero no para todos. Y aquí es donde Tarantino entra en acción y nos endulza una historia que ya de por sí tenía mucho que dar.

Se trata de una oda, un homenaje al cine de los años 60 y anteriores. No sólo consta de las típicas referencias con objetos o imágenes, sino que además de eso nos adentramos en los entresijos del propio cine. Como remate, el propio Tarantino se hace referencias a sí mismo y sus películas, y nosotros se las permitimos por supuesto. La vida de Di Caprio, Pitt y Robbie (que están inmensos por cierto) es una mera excusa para contarnos una historia sobre Hollywood y las miles de cosas que pasaban allí. Y realmente, aunque es un argumento lineal, no es una trama que avance sustancialmente puesto que lo que el director quiere es que disfrutemos cada momento. Pero claro, estamos en una película de Quentin Tarantino y la historia no puede ser completamente fiel a la que fue en realidad.

Como cualquier otra película de Quentin, se nota el cariño en el guión y la dirección, y en esta nos coloca una mezcla de sus grandes éxitos, locuras y Macguffin incluidos. La banda sonora vuelve a estar estelar y acompaña genialmente a los actores, cosa que ya es normal en su filmografía. No es la mejor que ha hecho Quentin (para un servidor sigue siendo Pulp Fiction), pero es un filme de altísimo nivel. Un homenaje al propio cine, donde Tarantino se mueve como pez en el agua y donde vuelve a dar con la tecla para deleitarnos una vez mas.

Son ya 11 años los que pasaron desde aquel Iron Man que nos abrió el camino del MCU. Seguramente pocos eramos conscientes de hasta donde íbamos a llegar y por todo lo que íbamos a pasar. La dificultad de mantener el nivel durante 21 (22 con Endgame) películas y que la gente siguiera manteniendo el interés, seguramente no tenga comparación alguna.

Nos encontramos en un mundo destruido por las acciones de Thanos, y en el que los héroes que quedan aún con vida deberán unir fuerzas para, en la medida de lo posible, arreglar el desastre causado por el titán. Si bien ya sabíamos que Endgame iba a finiquitar la saga del infinito, realmente es un todo o nada para la mayoría de los personajes. La película va de menos a mucho más, siendo el principio una especie de introducción para lo que se viene, y donde vemos que a diferencia de otras películas de la saga, todos los personajes van a ser importantes de una manera u otra. La película te da lo que un fan del MCU busca, y te lo da en grandes cantidades, como no podía ser de otra manera en una finale de la dimensión de esta.

No solo es un colofón a Infinity War, sino a todo el MCU. Se cierran todas las tramas abiertas y finalmente, todo encaja. La última media hora es brutal, pero los últimos 15 minutos son para rebobinar y ver en el futuro con tus hijos, y hablarles de este acontecimiento como a ti te hablaron de otras grandes películas de la historia. Además todo se acaba y no por ello conlleva que acabe bien para todos. Realmente esta película no merecía un final tópico en el que todos acaban celebrando la victoria, los hermanos Russo han sabido hacer una película increíble con muchísima emotividad.

Esta cinta es muy similar en nivel y trama a Infinity War, pero el punto que la hace estar por encima en mi opinión es la forma de finiquitar la historia de cada personaje. Todo (o casi) acaba en su sitio, y además se muestra un gran respeto a personajes secundarios, tanto más recientes, como otros que llevaban tiempo sin aparecer en el MCU. Seguramente no sea una película de 10, pero es lo que siento al salir del cine. La dimensión de esta obra va perdurar en la historia del cine. Gracias por todo Marvel. Thank you Stan.

En primer lugar tengo que empezar diciendo que no he leído la novela y sí he visto un par de veces la película de Lynch, por lo que mi crítica no va a entrar en comparaciones con el libro y sí con la cinta de David. Han pasado ya 37 años desde que David Lynch estrenó su película y 21 años desde el primer capítulo de la miniserie y a pesar de ser una cinta que ha acabado siendo de culto y una historia más que interesante, siempre ha rodeado al proyecto de 1984 un aroma digamos maldito. Es por esto que el proyecto de Denis Villeneuve cargaba un gran responsabilidad. ¿Podría un director capaz de haber sacado cintas muy interesantes como Blade Runner 2049 o La Llegada, limpiar el nombre de la saga y presentar algo ilusionante para la gente de esta generación?

Vamos a ponernos en contexto. La película de 1984 tiene una lista larga de carencias y una parte de ellas no son culpa de David Lynch sino del señor De Laurentiis, productor de aquella cinta y su productora. Había metraje suficiente para una miniserie o como mínimo varias películas y acabaron obligando a Lynch a que montase todo en una sola entrega que no llega a las 2.30h. Esto consigue que dicha película tenga un ritmo excesivamente intenso, con saltos de guión descomunales y con una inyección concentrada de información en poco tiempo. Es un mundo tan extenso y amplio que es imposible condensar en ese tiempo, pero es que tampoco es posible desarrollar la gran cantidad de personajes que hay en ese espacio. Hay personajes que aparecen y desaparecen, escenas sin ninguna explicación e incoherencias de guión por doquier por lo que encontramos una película muy atropellada y en la que si te despistas un segundo te vas a perder.

Por otra parte están los errores de Lynch. El aroma punk es algo que no le hace ningún bien con el paso de los años ni tampoco la caracterización de algunos personajes. Por poner un ejemplo, el Barón Harkonnen parece una caricatura al igual que todo lo que rodea su mundo, donde se ve la mano onírica y el toque clásico de Lynch pero considero que no pega para nada. Las válvulas cardíacas, el ambiente sadomaso que rodea al Barón, los granos del Barón, el personaje de Sting... incluso los efectos me parecen pretenciosos para los medios de la época. Mención especial para lo peor de la película en mi opinión, los pensamientos "hablados" de cada personaje. Se meten con calzador para arreglar fallos de guión y muchas veces no aportan absolutamente nada. Libertades que se toma el director que aparte de no aportar nada dan un toque que no casa nada con la película ni con el universo. Son muchas cosas mejorables pero con estos antecedentes, ¿qué puede hacer Villeneuve al respecto?

Villeneuve ha conseguido crear un mundo y una película impresionantes. El espectáculo visual comienza desde el primer segundo, y esto no es sólo debido a los medios actuales sino a la narración. Cualquier escenario, personaje y escena es importante y se nos explica como tal, sin escatimar detalles ni acelerar la narración. Todas las incongruencias de guión de su predecesora se resuelven aquí, de hecho hay muchas escenas que son clavadas a la cinta de Lynch salvo por esos detalles de Villeneuve que te quitan cualquier duda de guión posible. La caracterización de cada casa es acorde al universo, no hay caricaturas de personajes y todo tiene una seriedad tremenda, se nota que Villeneuve no quería estropear un proyecto de estas dimensiones. Por supuesto que el reparto es de alto nivel, pero considero hay que saber dirigir incluso al mejor y aquí cada uno sabe lo que tiene que hacer.

En el aspecto técnico, destaca la banda sonora (en la original pasa por encima sin aportar ni mejorar demasiado la cinta) del gran Hans Zimmer, otra muestra más de que es uno de los más grandes de siempre en su ámbito. El toque desértico y a veces incluso egipcio que existe en Arrakis me parece muy acertado al igual que el vestuario. Los efectos especiales son correctos, no son un alarde extraordinario porque el director no quiere hacerlo, se centra más en corregir fallos y desarrollar una historia y personajes de cara al futuro y lo hace con precisión. Realmente no se me ocurre literalmente nada en lo que la cinta de Lynch sea mejor que esta, poniendo siempre encima de la mesa el contexto de la época. El guión es mejor, la historia está hilada mejor, los personajes están mucho mejor construidos, la banda sonora es más memorable, la ambientación es más acorde... Villeneuve ha conseguido crear algo que no me extrañaría que de aquí a varios años sea recordada como una película de culto/memorable al igual que su antecesora pero por otros motivos diferentes.

Quizás lo único por lo que rompería una lanza en favor de Lynch sea porque aquí han dejado trabajar a Denis a sus anchas. Ya en los títulos principales podemos leer que habrá más partes (cosa que no dejaron hacer a David) y que esto es sólo el comienzo de un universo que abarcará más películas y en donde las bases están fuertemente asentadas. Con estas premisas el director trabaja con tranquilidad y sabiendo que lo que tiene entre manos no es algo que se pueda dirigir a la ligera y es por ello que se trata de una cinta que si fuera la primera del género Dune y no tuviera antecesoras también sería de alto nivel. Gracias Denis Villeneuve por corregir errores y traernos esta película que va a marcar época y será recordada.

Nota: 8.5

Black Mirror comenzó siendo una serie que te hacía pensar, una serie que te hacía plantearte los peligros que pueden tener las nuevas tecnologías o las redes sociales si no se usan con cordura. Y así había sido prácticamente durante todas las anteriores temporadas con capítulos excepcionales como Caída en Picado o Hang The DJ, y algo menos en capítulos como Metalhead. Pero en todos, el motor principal que tiraba del capítulo es la tecnología y el capítulo iba creciendo alrededor de esta premisa. Bien, pues ahora la cosa ha cambiado, puesto que si antes la serie sabía condensar el mensaje en menos de 50 minutos, ahora necesitan una hora con una historia lenta y vacía de tecnología.

"Detrás de una pantalla/en un mundo virtual somos capaces de hacer cosas que en público no" podría ser la moraleja del capítulo. Pero esto tendría sentido si no fuera porque uno de los dos protagonistas tiene su vida resuelta ya y unos "impulsos" de ese tipo no aparecen porque sí de la noche a la mañana al jugar a un videojuego. La historia hubiera tenido más sentido si fueran dos personas desconocidas que juegan a un juego y ahí sucede todo para acabar viéndose en persona, entonces ya acabas el capítulo como quieras. El guión es flojo y pretende juntar muchas ideas de manera difusa. Los hechos pasan sin ningún tipo de proceso, porque sí, y las actuaciones pasables.

¿Y la tecnología? Ya no destruye la vida de alguien o mancha la imagen de una persona o incluso mata, como en casi todos los capítulos anteriores, cosa que daba a la serie su marca personal. Aquí la tecnología es una mera excusa para desbocar tus impulsos personales. Ya no es el martillo ejecutor que determina la serie, es una mera herramienta de paso. No te hace cuestionarte nada ni pensar en si el capítulo puede estar haciendo una predicción del futuro. Al acabar el capítulo no sientes nada, te quedas igual que al empezarlo y eso es justo lo que no es Black Mirror. Para mí el capítulo más flojo de toda la serie hasta la fecha.