Enséñame a vivir

Maude profesa una visión del mundo en el que se han eliminado los prejuicios y los tabús. No comparte las ideas convencionales y tópicas sobre la juventud, la vejez, la carne, el sexo, el amor, la muerte y la felicidad. No es partidaria de las normas, las convenciones, las reglas y las prohibiciones. Detesta las prisiones, la cautividad, las rejas, las jaulas. Sus gorriones no viven en una jaula: son los que acuden al jardín de su casa a comer el grano que ella les da.

El film se burla de instituciones como la familia, la policía, el ejército, la religión y la sociedad. La madre encarna una familia vanidosa, fría y disfuncional. La policía se ve desbordada por las ocurrencias y travesuras de Maude. El psiquiatra aburre a sus pacientes y les da sueño. El sacerdote y el militar completan el círculo. Nada hay tan perjudicial para los seres humanos como el miedo, que se puede concretar en cinco figuras: miedo a crecer, miedo a envejecer, miedo a la muerte, miedo a la vida y miedo al propio cuerpo. Maude propone superar todos los miedos para hacer posible la felicidad. Crecer aporta oportunidades insospechadas de gozo. La vejez bien administrada ofrece nuevas capacidades de comprender y entender al mundo y a los demás y de vivir la libertad. La muerte es el colofón de la vida y lo que la hace apasionante. La vida y el propio cuerpo son fuentes de gozo, satisfacción y alegría.

Ruth Gordon intervino como actriz de reparto en varios films y ganó un Oscar (“La semilla del diablo”, Polanski, 1968). Escribió obras de teatro, libros y guiones de películas (“La costilla de Adán”, “La impetuosa”...).

El film infunde amor a la vida y deseos de vivir. Elogia la libertad, los deseos de gozar y la búsqueda de la felicidad. Propone una visión del mundo y de la vida libre de prejuicios, temores, amenazas y miedos. Defiende el amor libre y admira la revolución sexual de los 60. Condena la pena de muerte. Apuesta por inspirar la vida en la libertad, el amor, la amistad y la fantasía.

La banda sonora adapta música de tres compositores. Cat Stevens y su orquesta interpretan nueve canciones propias, de las que dos (“If You Want to Sing Out, Sing Out” y “Don’t Be She”) las compuso para el film. Tiene gran importancia el corte dedicado al “Concierto para piano”, de Tchaikovsky. Se añaden dos breves cortes del vals “El Danubio azul”, de Johann Stauss. La fotografía, de John A. Alonzo (“Chinatown”, Polanski, 1974), en color (technicolor), compone imágenes surrealistas (picnic en un vertedero, Glaucio esculpe el cuerpo desnudo de Maude en un bloque de hielo), ligeramente surrealistas (plantación de un árbol en el bosque), de gran dinamismo (viajes en coche de Maude), irónicas (coincidencia de la introducción de un féretro en el coche fúnebre con un desfile de "majorettes"), patéticas (falsos suicidios), lúgubres (interior de la casa de Harold) y luminosas (interior de la casa de Maude).