Hace mucho que te quiero
6.146
Drama
Juliette sale en libertad después de pasar quince años en la cárcel. Durante ese tiempo no ha tenido ningún contacto con su familia, que la rechazó. Léa, su hermana menor, la acoge en su casa de Nancy, donde vive con su marido Luc y dos hijas adoptivas. Debido al largo encarcelamiento de Juliette y a su diferencia de edad, las dos mujeres se sienten como dos extrañas. Pero Léa aceptó dar cobijo a su hermana cuando los servicios sociales ... [+]
28 de octubre de 2010
62 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífico debut en la pantalla de Philippe Claudel (excelente escritor y guionista) su película es soberbia, al igual que el trabajo de todos los actores y principalmente de las actrices a las que se les puede dar el mismo calificativo. La excelente composición musical de Jean-Louis Aubert y en particular el tema “Il y a longtemps que je t’aime”, que da título a la película, terminan por redondear una historia dramática terrible y dolorosa. La historia de una mujer, que se ha pasado quince años en prisión y que tras la perdida de su hijo, fue abandonada por su marido y rechazada por sus padres. Una mujer a la que no le importa decir que ha estado en prisión, porque sigue encerrada en el doloroso recuerdo del pasado, y a la que le será muy difícil la reinserción social. Y seguirá cautiva en un silencio seco y cortante con el que se niega a explicar lo sucedido hace quince años, y a pesar del tiempo transcurrido no ha llegado a perdonar a los que la dejaron sola en su desgracia, y le cerraron las puertas al futuro.
“Hace mucho que te quiero” es una historia cargada de autenticidad y humanismo, una trama que dosifica perfectamente la información sobre la protagonista (soberbio trabajo de Kristin Scott Thomas), así como la reacción de esa hermana que siempre la ha querido y a quien nunca permitieron conocerla (estupenda Elsa Zylberstein), que intenta comprenderla a pesar de sus silencios, en aras de esa infancia que pasaron juntas y tan estrechamente unidas, hasta que fueron separadas por la tragedia. Quizás en el desenlace se ofrezca un giro demasiado inverosímil, pero no por ello menos dramático. Una excelente película, que nos viene a demostrar, que no solo están en prisión aquellos seres recluidos en centros penitenciarios, sino que también están prisioneros y por diferentes motivos muchos seres que se encuentran fuera de ellos.
“Hace mucho que te quiero” es una historia cargada de autenticidad y humanismo, una trama que dosifica perfectamente la información sobre la protagonista (soberbio trabajo de Kristin Scott Thomas), así como la reacción de esa hermana que siempre la ha querido y a quien nunca permitieron conocerla (estupenda Elsa Zylberstein), que intenta comprenderla a pesar de sus silencios, en aras de esa infancia que pasaron juntas y tan estrechamente unidas, hasta que fueron separadas por la tragedia. Quizás en el desenlace se ofrezca un giro demasiado inverosímil, pero no por ello menos dramático. Una excelente película, que nos viene a demostrar, que no solo están en prisión aquellos seres recluidos en centros penitenciarios, sino que también están prisioneros y por diferentes motivos muchos seres que se encuentran fuera de ellos.
28 de agosto de 2008
63 de 75 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace mucho que te quiero está dirigida por el novelista francés Phillippe Claudel. Escribió el guión expresamente para llevarlo al cine en una muy buena primera película que sorprende, te hace reír y emociona.
Cuenta una historia de calidad, el reencuentro de una exconvicta (Kristin Scott Thomas) con su hermana tras pasar quince años en la cárcel. Los personajes están muy bien dirigidos, interpretados de manera bastante creíble por los actores, sobretodo por Scott Thomas que se lleva todos los elogios de una forma más que merecida (renunciar a su belleza a favor de un personaje interesante siempre suma puntos). La película trata de secretos y mentiras, el silencio, la enfermedad, la muerte, la amistad y el amor incondicional.
Los primeros treinta minutos tienen un ritmo narrativo muy lento, y a partir de ahí va progresivamente mejorando y cobrando interés, pero aun así la historia no aburre pese a las casi dos horas que dura, manteniendo la intriga y tensión dramática hasta el final. Está bien hecha y entretiene. Los puntos cómicos son introducidos por las hijas y el abuelo.
El director usa grandes silencios y muchas réplicas sin diálogo. No se extiende demasiado en las escenas, pasa de una a otra con saltos en el tiempo, y el espectador capta lo esencial y dejando espacio a la imaginación.
Lo que más me ha gustado es la elección de una escenografía conceptual –con muchas tomas exteriores- y la estética del film, muy cuidada, muy visual. Las mejores escenas las de la piscina, el viaje en coche al campo, los cafés y la carrera de sillas de ruedas a la salida del cine. La elección de los colores evoluciona con la historia, al principio expresamente distante y fría, va cogiendo color. Falla la música y el exceso lacrimógeno del final.
La recomiendo, aunque soy consciente de que no es una película para todos los públicos ni para cualquier momento. Merece la pena verla en el cine, sobre todo si te gustan las películas francesas de personajes.
Cuenta una historia de calidad, el reencuentro de una exconvicta (Kristin Scott Thomas) con su hermana tras pasar quince años en la cárcel. Los personajes están muy bien dirigidos, interpretados de manera bastante creíble por los actores, sobretodo por Scott Thomas que se lleva todos los elogios de una forma más que merecida (renunciar a su belleza a favor de un personaje interesante siempre suma puntos). La película trata de secretos y mentiras, el silencio, la enfermedad, la muerte, la amistad y el amor incondicional.
Los primeros treinta minutos tienen un ritmo narrativo muy lento, y a partir de ahí va progresivamente mejorando y cobrando interés, pero aun así la historia no aburre pese a las casi dos horas que dura, manteniendo la intriga y tensión dramática hasta el final. Está bien hecha y entretiene. Los puntos cómicos son introducidos por las hijas y el abuelo.
El director usa grandes silencios y muchas réplicas sin diálogo. No se extiende demasiado en las escenas, pasa de una a otra con saltos en el tiempo, y el espectador capta lo esencial y dejando espacio a la imaginación.
Lo que más me ha gustado es la elección de una escenografía conceptual –con muchas tomas exteriores- y la estética del film, muy cuidada, muy visual. Las mejores escenas las de la piscina, el viaje en coche al campo, los cafés y la carrera de sillas de ruedas a la salida del cine. La elección de los colores evoluciona con la historia, al principio expresamente distante y fría, va cogiendo color. Falla la música y el exceso lacrimógeno del final.
La recomiendo, aunque soy consciente de que no es una película para todos los públicos ni para cualquier momento. Merece la pena verla en el cine, sobre todo si te gustan las películas francesas de personajes.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
14 de septiembre de 2008
40 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué impresionante actuación la de Kristin Scott Thomas. Es una verdadera pena no haber tenido la oportunidad de ver esta película en versión original subtitulada, pero bueno, no descarto en absoluto volver a verla una o dos veces más.
Ya sólo por la actuación de la protagonista merece la pena la película. Es impactante y emocionante a la vez ver cómo, en una mirada, esta actriz puede expresar perfectamente a la vez melancolía, esperanza, derrumbamiento interior, dolor, inseguridad, lucha interior y lucha con el pasado, tristeza, rabia, ensimismamiento, encierro en sí misma, saberse de vuelta de todo, miedo... Es simplemente maravilloso.
Ya sólo por la actuación de la protagonista merece la pena la película. Es impactante y emocionante a la vez ver cómo, en una mirada, esta actriz puede expresar perfectamente a la vez melancolía, esperanza, derrumbamiento interior, dolor, inseguridad, lucha interior y lucha con el pasado, tristeza, rabia, ensimismamiento, encierro en sí misma, saberse de vuelta de todo, miedo... Es simplemente maravilloso.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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17 de septiembre de 2008
36 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rezuma veracidad por los cuatro costados. Es capaz de, con tan sólo unos minutos, dejarte impregnado por una vitalidad que va despertando el metraje a medida que avanza en su entramado. La admirable propuesta de Philippe Claudel, no en vano, escarba en las entrañas de un personaje que se nos presenta apático, rudo y desprovisto de toda emoción, pero que a medida que convive con esa pequeña familia, construida con sólidos cimientos y muchos esfuerzos, se abre, no sólo a todos aquellos que le rodean, sino también al espectador. Porque para abrirse no es necesario relatar lo que está en su cabeza o darle un giro de tuerca a sus pensamientos, basta con una sonrisa, con un gesto, con un detalle... incluso con el llanto. Y Kristin Scott Thomas borda ese papel con una interpretación que pasa por diversas fases, y nos muestra el transcurso de un personaje en una situación tan crítica, un personaje que, tras salir de años y años de presidio, decide volver con parte de su familia y retomar su vida lejos de donde la dejó.
Claudel hace de "Il y a longtemps que je t'aime" un testimonio profundo, intenso y franco donde, partiendo de una sencilla base, se abordan temas como la culpabilidad, el perdón o el desazón de una vida perdida ya hace demasiado tiempo.
La definición de los personajes es perfecta. No sólo el de Kirstin Scott Thomas está definido con trazo espléndido, también otorgan conflictos y grandes momentos en pantalla otros caracteres como los de interpretados por Serge Hazanavicius o Laurent Grévill, que dan un aire imprescindible tanto a la trama como a todo lo que se desarrolla en ella, dejando alguna que otra reflexión que resulta suficientemente importante para lograr un mayor grado de comprensión y humanización entorno al personaje principal.
El único pero que se le puede achacar al debut de Claudel tras una realización tan austera, una puesta en escena e introducción tan logradas y un relato tan sincero, es que finalmente decida otorgar una senda al espectador que no merecía ser ofrecida, pues cuando uno tiene ante sí una cinta repleta de tanto talento, que desenmaraña tema tras otro con una sensibilidad inaudita, lo menos que se puede esperar es un remate como ese. Pese a ello, un peliculón que muchos quisieran para su curriculum.
Claudel hace de "Il y a longtemps que je t'aime" un testimonio profundo, intenso y franco donde, partiendo de una sencilla base, se abordan temas como la culpabilidad, el perdón o el desazón de una vida perdida ya hace demasiado tiempo.
La definición de los personajes es perfecta. No sólo el de Kirstin Scott Thomas está definido con trazo espléndido, también otorgan conflictos y grandes momentos en pantalla otros caracteres como los de interpretados por Serge Hazanavicius o Laurent Grévill, que dan un aire imprescindible tanto a la trama como a todo lo que se desarrolla en ella, dejando alguna que otra reflexión que resulta suficientemente importante para lograr un mayor grado de comprensión y humanización entorno al personaje principal.
El único pero que se le puede achacar al debut de Claudel tras una realización tan austera, una puesta en escena e introducción tan logradas y un relato tan sincero, es que finalmente decida otorgar una senda al espectador que no merecía ser ofrecida, pues cuando uno tiene ante sí una cinta repleta de tanto talento, que desenmaraña tema tras otro con una sensibilidad inaudita, lo menos que se puede esperar es un remate como ese. Pese a ello, un peliculón que muchos quisieran para su curriculum.
10 de septiembre de 2008
29 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizás hubiera preferido que esta historia me dejara con la intriga. Que me facilitara el uso de mi imaginación, de mi facilidad para soñar en un por qué. Lamentablemente el excelente guión de Philippe Claudel no me lo permite. Dice demasiado y eso le resta puntos. Pero a veces, esos fallos subjetivos que puedo apreciar me son indiferentes. Sobre todo cuando guiones y productos como “Hace mucho que te quiero” son prácticamente inexistentes en el mundo cinematográfico de hoy en día.
Claudel, como buen principiante, comete fallos. Lo que pasa es que sus fallos quedan medio tapados por una impecable y trágica historia donde mis sentimientos encuentran el lugar idóneo para salir a flote. A mí me basta. Y si no lo hiciera, ayudaría una interpretación magnífica de Kristin Scott Thomas. De esas que ganan Césares y premios del cine europeo.
Claudel deja momentáneamente los libros para pasarse a la dirección. Y suele ser habitual que en la ópera prima de un director la autobiografía complete ciertos pasajes. Claudel lo hace y provoca que su guión sea cercano, sea verídico (o casi) y sea certero. El director sabe de lo que habla porque en muchos casos habla sobre él: un profesor de literatura francesa que en su tiempo libre impartió clases a presos.
Durante toda la película, las guitarras de Jean-Louis Aubert, aciertan con la partitura. Aubert compone una intensa y dramática banda sonora con prácticamente un solo instrumento.
Si hablamos de fallos, “Hace mucho que te quiero” los tiene. Su duración no es excesiva, pero le sobra tiempo. El tiempo que usan en explicar lo inexplicable. Y aunque esa parte está llena de frases memorables y escenas impactantes no necesitaba de todo ello. Si dije antes que el guión era (casi) verídico es porque ciertas escenas me parecen inconcebibles. La escena de la cena en el campo donde un profesor ataca indiscriminadamente a Juliette me parece absurda por la irrealidad de la situación. Y los escasos momentos de cámara en mano son como casi siempre, superfluos.
Claudel muestra una gran pericia a la hora de dirigir a sus actores. No sólo Scott Thomas se desenvuelve con acierto. La película está plagada de secundarios y principales que convencen con unas actuaciones impecables. Claudel los ayuda con un guión preciso, molesto y muy visceral. De esos que hacen daño, de esos que no a todos apetece oír pero que acierta en dejar huecos donde la esperanza sale a flote. El director no asfixia, sólo molesta con su historia. Y esto es uno de los mayores aciertos en una época donde filmar un drama se ha convertido en crear cuanto más angustia y desesperación mejor.
Claudel, como buen principiante, comete fallos. Lo que pasa es que sus fallos quedan medio tapados por una impecable y trágica historia donde mis sentimientos encuentran el lugar idóneo para salir a flote. A mí me basta. Y si no lo hiciera, ayudaría una interpretación magnífica de Kristin Scott Thomas. De esas que ganan Césares y premios del cine europeo.
Claudel deja momentáneamente los libros para pasarse a la dirección. Y suele ser habitual que en la ópera prima de un director la autobiografía complete ciertos pasajes. Claudel lo hace y provoca que su guión sea cercano, sea verídico (o casi) y sea certero. El director sabe de lo que habla porque en muchos casos habla sobre él: un profesor de literatura francesa que en su tiempo libre impartió clases a presos.
Durante toda la película, las guitarras de Jean-Louis Aubert, aciertan con la partitura. Aubert compone una intensa y dramática banda sonora con prácticamente un solo instrumento.
Si hablamos de fallos, “Hace mucho que te quiero” los tiene. Su duración no es excesiva, pero le sobra tiempo. El tiempo que usan en explicar lo inexplicable. Y aunque esa parte está llena de frases memorables y escenas impactantes no necesitaba de todo ello. Si dije antes que el guión era (casi) verídico es porque ciertas escenas me parecen inconcebibles. La escena de la cena en el campo donde un profesor ataca indiscriminadamente a Juliette me parece absurda por la irrealidad de la situación. Y los escasos momentos de cámara en mano son como casi siempre, superfluos.
Claudel muestra una gran pericia a la hora de dirigir a sus actores. No sólo Scott Thomas se desenvuelve con acierto. La película está plagada de secundarios y principales que convencen con unas actuaciones impecables. Claudel los ayuda con un guión preciso, molesto y muy visceral. De esos que hacen daño, de esos que no a todos apetece oír pero que acierta en dejar huecos donde la esperanza sale a flote. El director no asfixia, sólo molesta con su historia. Y esto es uno de los mayores aciertos en una época donde filmar un drama se ha convertido en crear cuanto más angustia y desesperación mejor.
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