Jack Ryan: Código Sombra

La nueva aventura del analista más famoso de la CIA resulta ser un thriller lamentable e inverosímil; una película de elegante factura pero con uno de los argumentos más increíbles vistos en los últimos tiempos en el cine de espionaje. El interesante personaje de los best sellers de Tom Clancy estaba muy bien definido: un funcionario de despacho de la Agencia que de repente se veía obligado a convertirse en hombre de acción: sólo Harrison Ford dio el tipo en "Peligro inminente" (Clear and Present Danger, 1994) y sobre todo en "Juego de patriotas" (Patriot Games, 1992). Ambas historias plasmaron con cierta eficacia el uso de los músculos como último recurso, habiendo dejado antes bien claro que Ryan era muy listo. Aquí todo eso se difumina en un desarrollo tosco y sin sentido para deshonra de un director de prestigio. Incluso el joven Chris Pine, siendo mejor actor que Ben Affleck (el anterior Jack Ryan), resulta menos convincente como hombre "poco habituado a las peleas". Todo el periplo de Ryan en Moscú es irritantemente disparatado. Las escenas de acción: tan bien realizadas como previsibles. Lo mejor: la breve escena juntos de Branagh y Knightley.