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Críticas ordenadas por utilidad
23 de febrero de 2018
26 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
"15:17 Tren a París" es la última película del director y actor estadounidense Clint Eastwood, para ser exactos la número 36 en su carrera como cineasta, y a quien sus 87 años parecen no pesarle, llegando incluso a realizar casi un film por año, siendo "Sully" del 2016 su última producción. En lo referido al guión, la encargada es Dorothy Bliskal, quien tomó como referencia el libro justamente escrito por los tres protagonistas reales del incidente, y que Eastwood llamó para que hagan de si mismos en el film.
El nombre de está cinta refiere al atentando ocurrido el 21 de agosto de 2015, en un tren que viajaba de Amsterdam a París, en donde se encontraban los tres jóvenes norteamericanos, que lograron filtrar a un terrorista dispuesto a realizar una matanza, y así evitar que las circunstancias lleven a una situación de mayor gravedad, reduciendo a 0 el número de muertos.
El foco de la historia de 15:17 Tren a París está puesto en la amistad de estos tres jóvenes, que obstruyeron el intento de dicho terrorista. De adolescencias conflictivas, unos diez años antes Spencer Stone, Alek Skarlatos y Anthony Sadler se harán amigos en un colegio católico del barrio, y en el duro contexto que puede ser a veces la escuela secundaria, con sus respectivas dosis de discriminación y bullying. Los mismos conflictos, y sus debidas repercusiones, serán los encargados de distanciarlos, siendo Anthony el primero en alejarse.
No obstante, ni el paso del tiempo, ni la distancia, quebrantará esa unión. En la narración de sucesos pasados, el enfoque más rotundo será sobre Spencer, que optará por alistarse en el ejército, eligiendo cambiar determinados malos hábitos, y enfocarse en una meta clara, que parece ser el camino que más lo reconforta. Esto no será fácil, en absoluto, pero quizás sea el intentarlo y esforzarse, lo que a la larga le otorgaría los elementos para poder involucrarse en una instancia de tal magnitud, brindándole incluso las herramientas y el corage para actuar como corresponde en el peor de los momentos.
Si bien su comienzo parece prometedor, la historia en si no resulta convincente; el hecho de estar basado en un suceso que ciertamente ocurrió, no significa que mágicamente uno crea lo que ve. Quizás tampoco sea una decisión acertada el haber elegido a los tres protagonistas reales del hecho a narrar. Por momentos forzado, en otros tantos insípido, la película en si no aporta nada a la causa, siendo un film de una intrascendencia abrumadora. Los pasajes de la cinta donde muestran parte del viaje previo de los jóvenes, seguramente incluidos con la idea de hacer foco en la amistad, resultan totalmente carentes de gracia alguna, tornándose aburridos. Como complemento negativo, el patriotismo de por si presente en la mayoría de las producciones norteamericanas, aquí danza en exceso, resultando chocante. Si bien Clint Eastwood es un director respetado, ha logrado realizar un film inocuo, carente tanto de fuerza, como de credibilidad, donde poco hay por rescatar.
El nombre de está cinta refiere al atentando ocurrido el 21 de agosto de 2015, en un tren que viajaba de Amsterdam a París, en donde se encontraban los tres jóvenes norteamericanos, que lograron filtrar a un terrorista dispuesto a realizar una matanza, y así evitar que las circunstancias lleven a una situación de mayor gravedad, reduciendo a 0 el número de muertos.
El foco de la historia de 15:17 Tren a París está puesto en la amistad de estos tres jóvenes, que obstruyeron el intento de dicho terrorista. De adolescencias conflictivas, unos diez años antes Spencer Stone, Alek Skarlatos y Anthony Sadler se harán amigos en un colegio católico del barrio, y en el duro contexto que puede ser a veces la escuela secundaria, con sus respectivas dosis de discriminación y bullying. Los mismos conflictos, y sus debidas repercusiones, serán los encargados de distanciarlos, siendo Anthony el primero en alejarse.
No obstante, ni el paso del tiempo, ni la distancia, quebrantará esa unión. En la narración de sucesos pasados, el enfoque más rotundo será sobre Spencer, que optará por alistarse en el ejército, eligiendo cambiar determinados malos hábitos, y enfocarse en una meta clara, que parece ser el camino que más lo reconforta. Esto no será fácil, en absoluto, pero quizás sea el intentarlo y esforzarse, lo que a la larga le otorgaría los elementos para poder involucrarse en una instancia de tal magnitud, brindándole incluso las herramientas y el corage para actuar como corresponde en el peor de los momentos.
Si bien su comienzo parece prometedor, la historia en si no resulta convincente; el hecho de estar basado en un suceso que ciertamente ocurrió, no significa que mágicamente uno crea lo que ve. Quizás tampoco sea una decisión acertada el haber elegido a los tres protagonistas reales del hecho a narrar. Por momentos forzado, en otros tantos insípido, la película en si no aporta nada a la causa, siendo un film de una intrascendencia abrumadora. Los pasajes de la cinta donde muestran parte del viaje previo de los jóvenes, seguramente incluidos con la idea de hacer foco en la amistad, resultan totalmente carentes de gracia alguna, tornándose aburridos. Como complemento negativo, el patriotismo de por si presente en la mayoría de las producciones norteamericanas, aquí danza en exceso, resultando chocante. Si bien Clint Eastwood es un director respetado, ha logrado realizar un film inocuo, carente tanto de fuerza, como de credibilidad, donde poco hay por rescatar.
12 de junio de 2019
16 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basado en el clásico del cine argentino "Los muchachos de antes no usaban arsénico" (1976), dirigida por José Antonio Martínez Suárez, "El cuento de las comadrejas" supone el regreso del director de cine y guionista Juan José Campanella, después de pasar seis años de su última película "Metegol", que lejos estaba de lo que se esperaba tras el éxito de "El secreto de sus ojos", un filme que si bien es discutible si está a la altura de las mejores cintas nacionales de los últimos tiempos, ayudó a la industria tanto a lo referido en crecimiento, como expansión por el mundo en forma notable.
La historia de "El cuento de las comadrejas" trata sobre cuatro viejos amigos, tres hombres y una sola mujer, quienes viven alejados del mundo cinematográfico del cual formaron parte en sus mejores tiempos hace décadas. El grupo está liderado por ella, Mara Ordaz (Graciela Borges), quien supo ser la máxima estrella de la época dorada del cine argentino, y desde hace tiempo solo vive del recuerdo de su pasado, en una vieja mansión anclada en el tiempo que parece dispuesta a renegar el paso de los años. Convive desde siempre con suu fiel esposo Pedro De Córdova (Luis Brandoni), un hombre que se desvivió y se desvive por ella, y que nunca tuvo el reconocimiento como actor de prestigio, siendo relegado a papeles secundarios, abocado desde hace tiempo a la pintura, un arte que lo reconforta en mayor medida. El grupo lo completan Norberto Imbert (Oscar Martínez), un director de cine de carácter ácido, pocas pulgas y obsesionado con la matanza de comadrejas y Martín Saravia (Marcos Mundstock), un guionista con un humor especial, y también con un carácter peculiar, lo que lo hace el compinche ideal de Norberto. Pese a su recluimiento del mundo en general y ciertas discrepancias naturales tras pasar tantos años juntos, los cuatro viven a su manera, en un ambiente medianamente pacífico. La llegada de los jóvenes Francisco Gourmand (Nicolás Francella) y Bárbara Otamendi (Clara Lago), que se presentarán como fanáticos de Mara y conocedores de su obra, y la labor realizada en conjunto a todos los miembros del grupo, representará una amenaza para el cálido estilo de vida de estos cuatro amigos.
Las virtudes de este nuevo filme de Juan José Campanella son evidentes, desde una puesta en escena descomunal, con todos los detalles en su lugar, y un trabajo de dirección, música y fotografía a la altura de las circunstancias. Si bien se apoya en la versión original de José Martínez Suárez, Campanella logra re trabajar y desarrollar ciertos puntos en la historia que le dan su propia impronta, brindando momentos claros de comedia, pero intercalando con elementos que le imprimen cierto dramatismo, jugando desde ya con el humor negro. La mayor virtud reside tanto en la construcción de los personajes, delineados todos de manera exacta, como en el desempeño de cada uno, iniciando con una Graciela Borges magistral, como lo hace siempre que se le presenta la oportunidad, un Oscar Martínez que no se queda atrás, tan acertado como lo viene haciendo desde sus últimas actuaciones, y la destacada labor de Marcos Mundstock, Luis Brandoni y Clara Lago. Puede que la narración nos haga venir a la cabeza algunos clásicos que evocan a la nostalgia, previos también a la versión de 1976, como "Nos habíamos amado tanto" de Ettore Scola o "Sunset Blvd." de Billy Wilder. Quizás los inconvenientes más notorios se dan a la hora de cerrar las diferentes historias que se entrecruzan en la trama, y en donde las formas no son del todo convincentes; al margen Campanella busca la manera de quedar bien parado, dando un final medianamente convincente.
La historia de "El cuento de las comadrejas" trata sobre cuatro viejos amigos, tres hombres y una sola mujer, quienes viven alejados del mundo cinematográfico del cual formaron parte en sus mejores tiempos hace décadas. El grupo está liderado por ella, Mara Ordaz (Graciela Borges), quien supo ser la máxima estrella de la época dorada del cine argentino, y desde hace tiempo solo vive del recuerdo de su pasado, en una vieja mansión anclada en el tiempo que parece dispuesta a renegar el paso de los años. Convive desde siempre con suu fiel esposo Pedro De Córdova (Luis Brandoni), un hombre que se desvivió y se desvive por ella, y que nunca tuvo el reconocimiento como actor de prestigio, siendo relegado a papeles secundarios, abocado desde hace tiempo a la pintura, un arte que lo reconforta en mayor medida. El grupo lo completan Norberto Imbert (Oscar Martínez), un director de cine de carácter ácido, pocas pulgas y obsesionado con la matanza de comadrejas y Martín Saravia (Marcos Mundstock), un guionista con un humor especial, y también con un carácter peculiar, lo que lo hace el compinche ideal de Norberto. Pese a su recluimiento del mundo en general y ciertas discrepancias naturales tras pasar tantos años juntos, los cuatro viven a su manera, en un ambiente medianamente pacífico. La llegada de los jóvenes Francisco Gourmand (Nicolás Francella) y Bárbara Otamendi (Clara Lago), que se presentarán como fanáticos de Mara y conocedores de su obra, y la labor realizada en conjunto a todos los miembros del grupo, representará una amenaza para el cálido estilo de vida de estos cuatro amigos.
Las virtudes de este nuevo filme de Juan José Campanella son evidentes, desde una puesta en escena descomunal, con todos los detalles en su lugar, y un trabajo de dirección, música y fotografía a la altura de las circunstancias. Si bien se apoya en la versión original de José Martínez Suárez, Campanella logra re trabajar y desarrollar ciertos puntos en la historia que le dan su propia impronta, brindando momentos claros de comedia, pero intercalando con elementos que le imprimen cierto dramatismo, jugando desde ya con el humor negro. La mayor virtud reside tanto en la construcción de los personajes, delineados todos de manera exacta, como en el desempeño de cada uno, iniciando con una Graciela Borges magistral, como lo hace siempre que se le presenta la oportunidad, un Oscar Martínez que no se queda atrás, tan acertado como lo viene haciendo desde sus últimas actuaciones, y la destacada labor de Marcos Mundstock, Luis Brandoni y Clara Lago. Puede que la narración nos haga venir a la cabeza algunos clásicos que evocan a la nostalgia, previos también a la versión de 1976, como "Nos habíamos amado tanto" de Ettore Scola o "Sunset Blvd." de Billy Wilder. Quizás los inconvenientes más notorios se dan a la hora de cerrar las diferentes historias que se entrecruzan en la trama, y en donde las formas no son del todo convincentes; al margen Campanella busca la manera de quedar bien parado, dando un final medianamente convincente.
11 de mayo de 2018
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Madame" es la nueva película de la directora, guionista y escritora francesa Amanda Sthers, aunque el foco de interés en esta nueva comedia dramática francesa está puesto claramente en el reparto, que tiene como protagonistas a la actriz australiana Toni Colette, al estadounidense Harvey Keitel, a la española Rossy De Palma, y al británico Michael Smiley.
El inicio de "Madame" nos traslada hasta París, y nos muestra a una pareja de americanos, Anne (Colette), y Bob (Keitel), quienes recientemente se instalaron en dicha ciudad. Son de clase alta, y tienen todas las mañas clásicas de quienes pertenecen a dicho estrato social. Mientras se realizan los preparativos para una cena que la pareja celebra esa misma noche, con invitados pertenecientes a la alta sociedad, la inesperada aparición del hijo del primer matrimonio de Bob abrirá el foco de conflicto, ya que el joven resulta estar invitado a dicha cena y Anne se entera de este hecho a último momento. Esto conllevará a un suceso que no le caerá en gracia a Anne; la mesa dispondrá de trece cubiertos, lo que hará sobresalir el espíritu supersticioso de la anfitriona, quien decide improvisar y añadir un decimocuarto cubierto, para evitar llamar a la mala suerte, sumando a la mesa de invitados a María (De Palma), su empleada doméstica más antigua y de mayor confianza, encubierta como una amiga.
Lo que en un principio parecía una idea salvadora, termina siendo una decisión errónea, que hará pasar un dolor de cabeza tanto a Anne, como a Bob, pese a que previamente ambos había sugerido y recomendado a Maria que se abstenga de hablar, y en lo posible no beba, intentando poder sostener la alocada confabulación a lo largo de la velada. Uno de los sucesos que fastidiará a la dueña de casa, es que María captará la atención de uno de sus invitados, un aristócrata británico llamado David Morgan (Smiley), algo totalmente inesperado. Posteriormente, lo que parecía ser un percance de una noche, terminará propagándose, ya que David pedirá el número de teléfono de la empleada doméstica, y se seguirán viendo, naturalmente a escondidas de la adinerada pareja, que no tardará de enterarse de las maniobras que acontecen a sus espaldas.
Si bien por momentos "Madame" resulta simpática y contagia la risa, en otras partes su humor es demasiado vacío, evidente, no llegando a convencer. Se percibe una crítica hacia la alta sociedad, sus falsas costumbres y valores, su marcada hipocresía, y sus rasgos discriminatorios, pero tampoco es que llegan a tomar una fuerza lo suficientemente determinante, quedando en pinceladas esporádicas. Las actuaciones en líneas generales están acertadas, siendo sin duda Rossy De Palma la mejor interprete, pero ni ella, ni el resto del reparto puede sostener ciertos baches. Por ende, "Madame" como comedia pasatista funciona, pero no tiene la suficiente convicción para ser más que eso, una película para pasar el rato.
El inicio de "Madame" nos traslada hasta París, y nos muestra a una pareja de americanos, Anne (Colette), y Bob (Keitel), quienes recientemente se instalaron en dicha ciudad. Son de clase alta, y tienen todas las mañas clásicas de quienes pertenecen a dicho estrato social. Mientras se realizan los preparativos para una cena que la pareja celebra esa misma noche, con invitados pertenecientes a la alta sociedad, la inesperada aparición del hijo del primer matrimonio de Bob abrirá el foco de conflicto, ya que el joven resulta estar invitado a dicha cena y Anne se entera de este hecho a último momento. Esto conllevará a un suceso que no le caerá en gracia a Anne; la mesa dispondrá de trece cubiertos, lo que hará sobresalir el espíritu supersticioso de la anfitriona, quien decide improvisar y añadir un decimocuarto cubierto, para evitar llamar a la mala suerte, sumando a la mesa de invitados a María (De Palma), su empleada doméstica más antigua y de mayor confianza, encubierta como una amiga.
Lo que en un principio parecía una idea salvadora, termina siendo una decisión errónea, que hará pasar un dolor de cabeza tanto a Anne, como a Bob, pese a que previamente ambos había sugerido y recomendado a Maria que se abstenga de hablar, y en lo posible no beba, intentando poder sostener la alocada confabulación a lo largo de la velada. Uno de los sucesos que fastidiará a la dueña de casa, es que María captará la atención de uno de sus invitados, un aristócrata británico llamado David Morgan (Smiley), algo totalmente inesperado. Posteriormente, lo que parecía ser un percance de una noche, terminará propagándose, ya que David pedirá el número de teléfono de la empleada doméstica, y se seguirán viendo, naturalmente a escondidas de la adinerada pareja, que no tardará de enterarse de las maniobras que acontecen a sus espaldas.
Si bien por momentos "Madame" resulta simpática y contagia la risa, en otras partes su humor es demasiado vacío, evidente, no llegando a convencer. Se percibe una crítica hacia la alta sociedad, sus falsas costumbres y valores, su marcada hipocresía, y sus rasgos discriminatorios, pero tampoco es que llegan a tomar una fuerza lo suficientemente determinante, quedando en pinceladas esporádicas. Las actuaciones en líneas generales están acertadas, siendo sin duda Rossy De Palma la mejor interprete, pero ni ella, ni el resto del reparto puede sostener ciertos baches. Por ende, "Madame" como comedia pasatista funciona, pero no tiene la suficiente convicción para ser más que eso, una película para pasar el rato.
20 de marzo de 2015
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de dejarla pendiente durante años, me decidí a ver "La Evasión", me generaba muchas dudas el hecho de que sea considerada "La" película francesa, al menos teniendo en cuenta el puntaje de esta página.
Si bien me entraron dudas, aún una vez finalizada la misma, la asimilación de esta obra de arte me dejó en claro el porque de la puntuación.
Es innovadora, principalmente por la forma en que Becker finaliza el film, y tiene un trabajo muy bien desarrollado de los protagonistas, tanto del nuevo preso, como de los que ya estaban previamente; es considerable este punto, ya que gran parte de la película está destinada a mostrar los matices de cada uno.
Errores tiene, sobre todo en la escena en que rompen el piso, reproduciendo un ruido que a mi forma de ver me parece demasiado fuerte, como para no llegar a ser oído por los guardias, y en algunos pasajes de la fuga; pero creo que aquí reside una cuestión importante, que tendré que recordar en el "Spoiler".
La cosa es mirarla, y sacar conclusiones propias, y por supuesto, siempre, tener en cuenta cuando fue hecha la cinta en cuestión. Recuerden que entre 1960 y 2015 han pasado muchos años.
Si bien me entraron dudas, aún una vez finalizada la misma, la asimilación de esta obra de arte me dejó en claro el porque de la puntuación.
Es innovadora, principalmente por la forma en que Becker finaliza el film, y tiene un trabajo muy bien desarrollado de los protagonistas, tanto del nuevo preso, como de los que ya estaban previamente; es considerable este punto, ya que gran parte de la película está destinada a mostrar los matices de cada uno.
Errores tiene, sobre todo en la escena en que rompen el piso, reproduciendo un ruido que a mi forma de ver me parece demasiado fuerte, como para no llegar a ser oído por los guardias, y en algunos pasajes de la fuga; pero creo que aquí reside una cuestión importante, que tendré que recordar en el "Spoiler".
La cosa es mirarla, y sacar conclusiones propias, y por supuesto, siempre, tener en cuenta cuando fue hecha la cinta en cuestión. Recuerden que entre 1960 y 2015 han pasado muchos años.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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25 de febrero de 2010
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta realización Australiana de Adam Elliot es más que interesante, una historia tierna, con un personaje peculiar, a la cual la vida parece destinada a imbuirlo en problemas. El eje de la misma circula en base a los hechos que Harvie soporta, recoje y anota en su pequeño libro. Puede verse por momentos como la trama logra relacionarnos con los acontecimientos en que el querido Harvie se encuentra envuelto. El corto deja una idea en claro respecto de la vida, de los golpes que esta nos proporciona, y la manera en que podemos afrontarlos. También de a momentos logra sacarnos una sonrisa, y hasta alguna risa difícil de contener, lo cual no es poco. Muy buena la realización, impecable la narración de Geoffrey Rush. Para verla más de una vez.
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