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Voto de Marty Maher:
4
7.0
67,722
Ciencia ficción. Drama
Durante una misión tripulada a Marte, el astronauta Mark Watney es dado por muerto tras una terrible tormenta y abandonado por la tripulación, que pone rumbo de vuelta a la Tierra. Pero Watney ha sobrevivido y se encuentra atrapado y solo en el hostil planeta rojo. Con suministros escasos, deberá recurrir a su ingenio y a su instinto de supervivencia para encontrar la manera de comunicar a la Tierra que sigue vivo. (FILMAFFINITY)
6 de octubre de 2015
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras llevar alrededor de una década repleta de estrepitosos fracasos, encadenando tres cintas como Prometheus, El consejero y Exodus, Ridley Scott parece haber conseguido levantar el vuelo con The Martian, su nueva película. Me parece digno de destacar el hecho de que este proyecto sea diametralmente opuesto a casi toda su obra anterior, repleta de cintas cuya ambición y grandilocuencia -a veces acompañando a la historia, otras por puro placer- eran una constante. The Martian, lejos de seguir la estela de recientes dramas espaciales como Gravity o Interstellar, se confirma como un divertimento sin demasiadas pretensiones, lo que a mi parecer termina por convertirse en un pequeño inconveniente. Eso sí, prefiero esto antes que un blockbuster espacial con ínfulas de cine trascendente, como me gusta describir el último trabajo de Christopher Nolan.
En una misión tripulada a Marte, el astronauta Mark Watney es dado por muerto tras una feroz tormenta y es abandonado por su tripulación. Por suerte o por desgracia, Watney sobrevive y se encuentra atrapado y solo en el planeta. A pesar de la escasez de suministros, el astronauta deberá ingeniárselas para sobrevivir y encontrar la manera de comunicar a la Tierra que está vivo. Por suerte es botánico, por lo que podrá aplicar sus conocimientos para salvar su propia vida.
Cuando uno lee la sinopsis, lo último que podría esperar es encontrarse con un marcado tono ligero que inunda todo el metraje. Lo que se preveía como una sufrida historia de supervivencia, más cercana al dramón que a una cinta de ciencia ficción, termina siendo una divertida y amena historia de aventuras, cuyos apuntes científicos son suministrados de manera espontánea, esquivando así una innecesaria densidad de información. El mayor atractivo de The Martian es a la vez su mayor problema: el tono. Y es que, tanto en los aspectos científicos como en los humanos, el nuevo trabajo de Ridley Scott denota superficialidad. La odisea de este astronauta -un Matt Damon al que pocas veces he visto tan convincente- nunca llega a trasmitirme la desasosegante sensación que debiera, pues las adversidades que encuentra son mínimas y se solventan siempre con éxito. Uno se contagia del optimismo que irradia el protagonista, lo que deriva en una preocupante frialdad -tanto en el espectador como en las propias imágenes- cuando las escenas deben ser dramáticas y/o emotivas.
En cualquier caso, The Martian es una película sobre la que difícilmente haya consenso a la hora de criticar sus fallas. La mayoría de cosas negativas que puedo sacar de ella se encuentran en el terreno personal, en la más pura subjetividad. Y digo la más pura porque, evidentemente, todo lo que yo aquí diga está basado en mi propia opinión. Igual que veo complicado objetarle demasiadas cosas a la cinta, me parece que conforme se va desarrollando adquiere un mensaje que la acerca peligrosamente a las más que denostadas “americanadas”. Y no lo digo sólo por su molesto epílogo, sino por esa sensación que transmite de que los americanos -en este caso la NASA- son los mejores y nada puede con ellos. No existen apenas confrontaciones entre los compañeros de tripulación ni entre los que operan desde la Tierra, y yo no me creo que todo sea tan bonito. Toda problemática que surge -porque claro, tiene que haber algo de tensión- se resuelve en un abrir y cerrar de ojos, algo que personalmente acaba molestándome.
Pero la cinta es tan agradable y bienintencionada que uno acaba obviando sus patinazos. El constante uso de música de archivo y las divertidas grabaciones de vídeo que realiza Watney, con el inestimable apoyo de un dinámico montaje que no muestra nunca sensación de atropello, facilitan nuestra diversión y hacen que las casi dos horas y media de duración nunca pesen más de la cuenta. Y por si fuera poco, todas las caras conocidas del reparto tienen cierta relevancia en la historia, lo que no quita que se echen en falta más minutos para la mayoría. De entre todas las apariciones destacaría las sorprendentemente comedidas interpretaciones de Kristen Wiig y Jeff Daniels, cuyos papeles son probablemente los más serios de una cinta en la que abundan los alivios cómicos.
The Martian destaca por ser un entretenimiento honesto, cuyo despliegue de medios siempre está al servicio de su interesante historia. Una película por momentos emocionante de la que, sin embargo, nunca llega a brotar emotividad. Es la mejor película de Ridley Scott en años -no era demasiado difícil-, lo que demuestra que el éxito no reside en proyectos de ambición desmedida con tratamientos superficiales de sus historias. En cualquier caso, quizá por su inesperada liviandad, no es una película que vaya a aguantar demasiado tiempo en mi memoria.
En una misión tripulada a Marte, el astronauta Mark Watney es dado por muerto tras una feroz tormenta y es abandonado por su tripulación. Por suerte o por desgracia, Watney sobrevive y se encuentra atrapado y solo en el planeta. A pesar de la escasez de suministros, el astronauta deberá ingeniárselas para sobrevivir y encontrar la manera de comunicar a la Tierra que está vivo. Por suerte es botánico, por lo que podrá aplicar sus conocimientos para salvar su propia vida.
Cuando uno lee la sinopsis, lo último que podría esperar es encontrarse con un marcado tono ligero que inunda todo el metraje. Lo que se preveía como una sufrida historia de supervivencia, más cercana al dramón que a una cinta de ciencia ficción, termina siendo una divertida y amena historia de aventuras, cuyos apuntes científicos son suministrados de manera espontánea, esquivando así una innecesaria densidad de información. El mayor atractivo de The Martian es a la vez su mayor problema: el tono. Y es que, tanto en los aspectos científicos como en los humanos, el nuevo trabajo de Ridley Scott denota superficialidad. La odisea de este astronauta -un Matt Damon al que pocas veces he visto tan convincente- nunca llega a trasmitirme la desasosegante sensación que debiera, pues las adversidades que encuentra son mínimas y se solventan siempre con éxito. Uno se contagia del optimismo que irradia el protagonista, lo que deriva en una preocupante frialdad -tanto en el espectador como en las propias imágenes- cuando las escenas deben ser dramáticas y/o emotivas.
En cualquier caso, The Martian es una película sobre la que difícilmente haya consenso a la hora de criticar sus fallas. La mayoría de cosas negativas que puedo sacar de ella se encuentran en el terreno personal, en la más pura subjetividad. Y digo la más pura porque, evidentemente, todo lo que yo aquí diga está basado en mi propia opinión. Igual que veo complicado objetarle demasiadas cosas a la cinta, me parece que conforme se va desarrollando adquiere un mensaje que la acerca peligrosamente a las más que denostadas “americanadas”. Y no lo digo sólo por su molesto epílogo, sino por esa sensación que transmite de que los americanos -en este caso la NASA- son los mejores y nada puede con ellos. No existen apenas confrontaciones entre los compañeros de tripulación ni entre los que operan desde la Tierra, y yo no me creo que todo sea tan bonito. Toda problemática que surge -porque claro, tiene que haber algo de tensión- se resuelve en un abrir y cerrar de ojos, algo que personalmente acaba molestándome.
Pero la cinta es tan agradable y bienintencionada que uno acaba obviando sus patinazos. El constante uso de música de archivo y las divertidas grabaciones de vídeo que realiza Watney, con el inestimable apoyo de un dinámico montaje que no muestra nunca sensación de atropello, facilitan nuestra diversión y hacen que las casi dos horas y media de duración nunca pesen más de la cuenta. Y por si fuera poco, todas las caras conocidas del reparto tienen cierta relevancia en la historia, lo que no quita que se echen en falta más minutos para la mayoría. De entre todas las apariciones destacaría las sorprendentemente comedidas interpretaciones de Kristen Wiig y Jeff Daniels, cuyos papeles son probablemente los más serios de una cinta en la que abundan los alivios cómicos.
The Martian destaca por ser un entretenimiento honesto, cuyo despliegue de medios siempre está al servicio de su interesante historia. Una película por momentos emocionante de la que, sin embargo, nunca llega a brotar emotividad. Es la mejor película de Ridley Scott en años -no era demasiado difícil-, lo que demuestra que el éxito no reside en proyectos de ambición desmedida con tratamientos superficiales de sus historias. En cualquier caso, quizá por su inesperada liviandad, no es una película que vaya a aguantar demasiado tiempo en mi memoria.