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Críticas 1.311
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
10
6 de diciembre de 2019
235 de 288 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya casi había olvidado quién era Scarlett Johansson, antes de abrir un episodio determinado de su filmografía que aún no ha cerrado, cuando pasó de ser una actriz adolescente a una estrella de cine adulta, y para recordármelo le bastan apenas unos minutos lanzándose los trastos a la cabeza con Adam Driver, mas otros tantos junto a Laura Dern -encargada, al lado de Ray Liotta, de destapar la caja de los truenos-, para escupir un crudo monólogo sobre lo que significa ser mujer en cualquier profesión, el descubrimiento del ideal romántico, la complicidad con tu pareja, la maternidad, el desencanto de la rutina, el tedio y, por último, desenmascar ese ideal romántico -hasta rematarlo con divorcio- tras arrastrar durante demasiados años una personalidad sumisa, acomodaticia, cobarde, complaciente y conformista que se apodera de ti sin que te des cuenta, hasta que, tras el distanciamiento, y por culpa de la injerencia de terceros -los repugnantes letrados Dern y Liotta-, tu pasividad ha mutado a un espíritu revanchista, agresivo y manipulador contra un individuo, tan condescendiente como ególatra -e igual de manipulador- que no se olió la tostada de que su ex podría ser tan dura, egoísta y cruel como él. Pero sin embargo, cuando ninguna de las dos partes implicadas puede (ni quiere) dañar más a la otra, tras los reproches, tras tirarse mutuamente toneladas de mierda, tras las discusiones, los puñetazos en la pared, y la separación por el bien de ambos, Baumbach sabe cómo cerrar el círculo tóxico simbolizando, con un gesto sencillo, que las relaciones vienen y van, pero el amor no desaparece del todo. ¿Y cómo lo hace? Abrochando un par de cordones.
antonio lopez herraiz
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1
14 de junio de 2019
143 de 216 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para hablar con propiedad, y describir con precisión lo que he sentido al tragarme este enorme montón de mierda, convendría matizar que, en contra de lo que parece, esto es realmente una secuela oficial -y autorizada- de 'Men in Black' (1997, Barry Sonnenfeld). No se trata de una copia pirata rodada con cuatro dólares por la productora Asylum para Syfy Channel.
Lo que F. Gary Gray ('Fast & Furious 8') ha hecho a partir de las historietas escritas por Lowell Cunningham para MALIBU COMICS equipara el trabajo precedente de Barry Sonnenfeld -uno de esos directores que, a mediados de los 90, parecía que se iban a comer el mundo, pero luego se comieron otra cosa- al nivel de los mejores blockbusters firmados por James Cameron o el productor ejecutivo de la franquicia -y ojo, de esta nueva entrega- Steven Spielberg.
O dicho de otra forma. Así, sin paños calientes. 'Men in Black: International' juega en la misma liga que 'Superman 4: En Busca de la Paz', las cuatro secuelas de 'Los Inmortales', las tres secuelas de 'Species', las dos secuelas de 'Scanners', e incluso es todavía peor que la docena de secuelas de 'En busca del Valle Encantado'.
'Men in Black: International' (2019, F. Gary Gray) no es sólo una película mala. Probablemente es la experiencia cinematográfica más dolorosa, cruel, insoportable, inhumana y despiadada de éste y del próximo siglo. Y lo peor de todo es que no lo es sólo para el espectador, sino para todos aquellos miembros del reparto, técnicos de sonido, de iluminación, de fotografía, maquillaje, vestuario, montaje, trabajadores de catering y el resto del equipo de producción que habrán de pasar el resto de sus vidas lacerados por la vergüenza de haber tomado parte en semejante aberración.
Pues eso, que me ha gustado mucho.
antonio lopez herraiz
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1
29 de marzo de 2019
83 de 97 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay una expresion popular que dice 'la letra con sangre entra'. A la ultimísima comedia ibérica habría que aplicarle una analogía, según la cual, y a fuerza de pésimas imitaciones, el género que más rendimiento ha procurado a nuestro cine en taquilla acabará asimilando las formas y defectos de las peores comedias estadounidenses. Y esto, en la mayoría de casos, se traduce en subproductos repletos de chistes anodinos e insípidos, remedos deslabazados de comedia física y personajes estereotipados con los que difícilmente se identificaría ningún españolito de a pie. Luego vendrán las promos, entrevistas y reportajes firmados por periodistas 'compiyoguis' adeptos al régimen del amiguismo, tildando a esta clase de producciones de 'gamberra, fresca y juvenil'. La línea entre la publicidad y la crítica cinematográfica es cada vez más fina.
Habría que sopesar también la opción de considerar a Brays Efe como el reflejo actual de aquel primerizo Clint Eastwood cuando, hace décadas, Sergio Leone lo describió como un actor con dos únicos registros: con sombrero y sin sombrero. Hay también dos Brays Efe: el que se deja barba, y el que no.
A eso hay que sumarle, en la ópera prima de Inés de León, el visible morro con que Leticia Dolera exprime de nuevo la fórmula de freak extrovertida y locuaz que, aunque a Zooey Deschannel todavía le funciona, con la realizadora y actriz barcelonesa ya no cuela, resultando obvio y machacón ese intento de reutilizar a sus personajes en 'Requisitos para ser una persona normal' o 'Bloggera en construcción', pero cambiándoles el nombre.
Amaia Salamanca, por contra, no reincide en sus tics y recursos habituales como actriz. Básicamente porque, a día de hoy, no se le conoce ninguno. ¿Cómo definir su forma 'de actuar' cuando ni siquiera es capaz de fingir una carcajada? Al propio trailer me remito, justo cuando su personaje, la jefa de una prestigiosa compañía de navíos descubre, en plena actuación, a una monologuista (Leticia Dolera) a la que su hermano (Javier Rey) contrata para que la seduzca. Y, a propósito de esos monólogos, ¿de verdad era tan difícil pagar a una humorista profesional que los escribiera?? Es que, al estar totalmente vacía la sala -cines Yelmo, sesión de viernes-, no he podido enterarme de cuáles eran las escenas graciosas orientándome por las risas del público.
En resumidas cuentas. '¿Qué te juegas?' (2019, Inés de León) es tan floja, superficial y fallida como parece, y con un guión que parece escrito por alguien que se ríe con sus propias bromas. No sirve ni como placer culpable.
antonio lopez herraiz
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1
7 de julio de 2023
81 de 95 usuarios han encontrado esta crítica útil
De una entrevista reciente al que desde hace unos años (y películas idénticas) ejerce practicamente de coprotagonista con él, Leo Harlem, podría extraerse el ADN de todos los trabajos que Santiago Segura ha firmado en los tiempos de una corrección política que le pide refugio -y tajada, se entiende- de la ola de castración a la acidez cómica en el cine infantil: Harlem opina que el cine debería "estar tan protegido, o incluso más, por el Ministerio de Industria que por el de Cultura". No desentonaría, desde luego, con el cariz rentabilizador -debería ser lo natural, por otro lado, del sector-.
La otra reflexión del cómico leonés es que Segura "ha dado con una tecla", a rebufo de cuya explotación, se ha desatado una tendencia para la "imitación" en los últimos años. Con respecto a esto, me faltan dedos para contar los casos flagrantes de asimilación de las formas y contenidos de comedia familiares y americanizadas en debutantes y directores/as indies currando de mercenarios para las de atresmedia más recientes: es decir, en la era del neoconservadurismo que niega el paso a las españoladas de trazo grueso.
Dicho lo cual, 'Vacaciones de verano' no te engaña ni esconde las cartas, siendo un compendio del Santiago Segura "family friendly" colorido y complaciente que, esta vez, te sirve exactamente lo mismo: niños, escatología soft, amiguetes televisivos y entretenimiento inocuo pero intermitentemente efectivo. De hecho ésta ha sido la primera película de Segura que veo desde que aparcó al policía casposo y facha, y tengo la sensación de haber visto todas con ésta.
Si a él le funciona, adelante.
Aunque sería prudente, eso sí, que le delegue más veces a Harlem la responsabilidad de vender la moto. Andar a la gresca tóxica con más de un compañero de profesión, o hacer el ridículo peleándose o metiéndose con el físico -invitándoles a mirarse al espejo- a los periodistas que no se prestan a hacerle la ola, no parece la herramienta más digna para estar en el foco mediático cuando sueltas un producto de entretenimiento familiar y veraniego acechándonos en las salas.
La taquilla bien, imagino. Y la gracia no mayor que la habitual en los televisivos Patricia Conde, Florentino Fernández o Santiago Urrialde.
Ni para un aprobado justo, y eso si te cabe en el cuerpo un garrafón descafeinado entre Papá Canguro' (2003, Steve Carr), 'Mi colega Dunston' (1996, Ken Kwapis) y 'The Heartbreak Kid' (2007, Bobby & Peter Farrelly).
¿La parte buena? Acabo de descubrir -como antes he dicho, es la primera de Segura que me lanzo a ver en años- a un ciclón cómico de una fuerza arrolladora, Sirena Segura. que borda sin pestañear lo que la propia Gallego ha transformado, en televisión, en una experiencia de saturación cargante; y que esta niña convierte en su más potente herramienta de trabajo: lo de ser divertida con esa propensión deliberada a la sobreactuación es un arte, el del rictus del histerismo crónico y permanente -repito, deliberado, aprovechándose de él como recurso cómico- y, por lo tanto, es una disciplina interpretativa, que, con apenas una década de vida no cumplida, domina con una facilidad impresionante. Me quedo con ese descubrimiento, que no es poco. A esta genia va a haber que seguirle la pista porque promet
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
antonio lopez herraiz
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3
8 de marzo de 2019
184 de 306 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Alguien se acuerda de 'Memoria Letal' (1996, Renny Harlin)? Era otra de esas cintas de acción estrenadas a mediados de los 90, en los tiempos en que el género ya tocaba a su fin tal y como lo habíamos conocido durante 15 años. Renny Harlin dirigía a su esposa Geena Davis, interpretando a una heroína que, tras un accidente, sufría una grave amnesia que, bajo la cándida apariencia de una ama de casa, ocultaba su verdadera identidad como agente de la CIA. El encargado de ayudarla a descubrir su secreto y patear el culo a los malos era un histriónico, gruñón y escéptico investigador interpretado por Samuel l. Jackson.
¿A alguien le suena 'Capitana Marvel'? Sí, es otro de los juguetes perpetrados -algunos con mayor grado de acierto, dicho sea de paso- por las todopoderosas Marvel y Disney, esta vez cobijándose bajo la supuesta nostalgia por los años 90 que está por llegar -miedo me da que eso ocurra de verdad-, en unos tiempos en que el entretenimiento consiste básicamente en imitar fórmulas narrativas del pasado y trufar los guiones con chistes, guiños y referencias a la cultura popular de la época por la que toque sentir nostalgia en cada momento, reproduciendo música, moda y tecnología de hace dos décadas -vale, lo del CD cargándose tiene gracia- sin el menor atisbo de creatividad.
Emm... A lo que iba. Pues unos tales Ryan Fleck y Anna Borden, que por lo visto tienen cositas muy indies y muy molonas en sus fichas de Imdb, pero que de escribir un blockbuster no tienen ni pajolera idea, dirigen a una magnífica -y sí, a veces sonriente- Brie Larson que no puede obrar milagros con un guión soporífero como la heroína humana que, tras un accidente fortuito, sufre una grave amnesia inducida que, bajo la candid... empoderada apariencia de una guerrera alienígena, oculta su verdadera identidad como la piloto estadounidense Carol Danvers. El encargado de ayudarla a descubrir su secreto y patear el culo a los malos -unos marcianos de no sé dónde que vienen a la tierra para no sé qué- es un histriónico, gruñón y escéptico agente de SHIELD que, antes de sufrir un ataque de conjuntivitis aguda, ya recordaba bastante menos al joven y chusquero Nick Fury que al propio Samuel l. Jackson. Y eso es 'Capitana Marvel': el remake supervitaminado y mineralizado de 'Memoria Letal', pero sustituyendo a Geena Davis por Brie Larson, a los matones por marcianitos multiformes que se disfrazan de señora vieja para despistar -¡qué jodíos los marcianos!- y al incipientemente alopécico Samuel l. Jackson de los 90 -véase 'Jurassic Park' o 'Jungla de Cristal: La venganza'- por un Samuel l. Jackson pasado por el lifting digital y con menos entradas en la cabeza que las fronteras de Venezuela.
Por si no lo he dejado claro, 'Capitana Marvel' (2019, Anna Boden y Ryan Fleck) es tan insustancial como aburrida, y el mayor aliciente para verla es aguardar a la escena post-creditos con que finaliza. Me atrevería incluso a afirmar que es la mayor metedura de pata en toda la filmografía de Marvel desde que inició su universo cinematográfico con 'Iron Man' (2008, Jon Favreau).
¡Eh, pero no lo olvidéis! La Capitana Maribel regresará en 'Avengers: Endgame' (2019, Anthony & Joe Russo). Permaneced atentos.
antonio lopez herraiz
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