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Voto de EuTheRocker:
8
6,3
5.661
Comedia
Película biográfica con toques de comedia sobre el cineasta y artista Guillaume Gallienne. Se centra sobre todo en la estrecha relación que tenía con su madre. Un recorrido por las emociones, los recuerdos y la familia. (FILMAFFINITY)
3 de abril de 2014
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la soledad del escenario, con el foco como único compañero de espacio y la verdad como alma desnuda ante el público escrutador. Así se concibe y se percibe el trabajo admirable y valiente de Guillaume Galliene, actor criado en la Comédie-Française, en esta adaptación para el séptimo arte del libreto que le dio la fama por los teatros de Francia. Un ejercicio de ácida autobiografía que se mueve cómodamente entre la comedia y el drama, esbozando con mano maestra una narración plagada de momentos hilarantes que, sin embargo, evoca regustos amargos con las reflexiones posteriores de una película más compleja de lo que a priori pudiera parecer.
Considero necesario pues, comentar en este momento de mi crítica la escena con la que se abre la película, pues la considero vital para la perfecta asimilación una cinta capaz de desarmar por su sinceridad a todo aquel que baile al ritmo que impone Guillaume en su relato. Ver al protagonista borrar de su rostro cualquier rastro de una espesa capa de maquillaje es un acto sencillo y en apariencia trivial que se termina convirtiendo en una declaración de principios desnuda de artificios que presenta la honestidad de un personaje que se dispone a hablarnos desde la inmediatez del cara a cara. Sin máscaras. Sin disfraces. A partir de ese momento, asistimos a una sesión de psicoanálisis donde Galliene nos hace participe de sus fantasías edípicas más radicales; sus traumas más desgarradores; sus temores más descarnados; su sinceridad más absoluta y sus sentimientos más profundos. Desgranando su drama personal en episodios que danzan al compás de su tragicómica y por momentos surrealista historia, Guillaume narra sin complejos ni tapujos una historia de complejos y tapujos, que esconde entre sus líneas una hermosa oda a la mujer como maravilla de la creación y elemento estabilizador del universo.
Todo ello, empleando un lenguaje que no esconde su marcado carácter teatral, incorporando mecanismos y formas salidas de las tablas, y que gracias a la pericia de su director, se incorporan a la perfección a la gran pantalla, mostrándonos en acción a una bestia de la interpretación en estado puro. Con un dominio abrumador del lenguaje narrativo y un sentido del humor y de la autoparodia sublimes, "Guillaume y los chicos, ¡a la mesa!" se presenta como un regalo para el espectador más exquisito, ávido de narraciones valientes, desnudad y cálidas por la cercanía de su tono y la magia de su encanto.
Considero necesario pues, comentar en este momento de mi crítica la escena con la que se abre la película, pues la considero vital para la perfecta asimilación una cinta capaz de desarmar por su sinceridad a todo aquel que baile al ritmo que impone Guillaume en su relato. Ver al protagonista borrar de su rostro cualquier rastro de una espesa capa de maquillaje es un acto sencillo y en apariencia trivial que se termina convirtiendo en una declaración de principios desnuda de artificios que presenta la honestidad de un personaje que se dispone a hablarnos desde la inmediatez del cara a cara. Sin máscaras. Sin disfraces. A partir de ese momento, asistimos a una sesión de psicoanálisis donde Galliene nos hace participe de sus fantasías edípicas más radicales; sus traumas más desgarradores; sus temores más descarnados; su sinceridad más absoluta y sus sentimientos más profundos. Desgranando su drama personal en episodios que danzan al compás de su tragicómica y por momentos surrealista historia, Guillaume narra sin complejos ni tapujos una historia de complejos y tapujos, que esconde entre sus líneas una hermosa oda a la mujer como maravilla de la creación y elemento estabilizador del universo.
Todo ello, empleando un lenguaje que no esconde su marcado carácter teatral, incorporando mecanismos y formas salidas de las tablas, y que gracias a la pericia de su director, se incorporan a la perfección a la gran pantalla, mostrándonos en acción a una bestia de la interpretación en estado puro. Con un dominio abrumador del lenguaje narrativo y un sentido del humor y de la autoparodia sublimes, "Guillaume y los chicos, ¡a la mesa!" se presenta como un regalo para el espectador más exquisito, ávido de narraciones valientes, desnudad y cálidas por la cercanía de su tono y la magia de su encanto.