Amor en su punto
1.415
Romance. Comedia
Oliver (Richard Coyle) es un conocido periodista gastronómico de Dublín en plena crisis sentimental. A pesar de que su columna sobre el buen comer y la búsqueda del alma gemela es un éxito en Irlanda, su vida amorosa es un desastre: todas sus relaciones acaban en fracaso. Cuando su última pareja lo abandona, conoce a Bibiana (Leonor Watling), una comisaria de arte española por la que Oliver se siente atraído desde el primer momento, a ... [+]
18 de octubre de 2016
12 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Teresa de Pelegrí apareció en la televisión el otro día y habló sobre esta película. Después de verla, saqué en claro que la había hecho con mucho cariño, además que con el interés extra que aportan las mujeres. No obstante, se puede apreciar que tampoco tiene un guion extraordinario, el caso es que con poco puede hacerse una película agradable sin más. Me hago a la idea de que es como cuando te pones a cocinar y cuentas tan sólo con la mitad de elementos, el caso es que te apañas y al final te sale un plato aceptable, en su punto.
El guion es por tanto muy elemental, muy básico. Aún así, los actores tienen su oportunidad para acertar con el debido ambiente que requiere la película. El tema es sencillo, no hay que tirar de un ningún hilo recordatorio para seguirlo. Pronto adviertes que no habrá giros sorpresivos pero vas viendo que, al menos, el ritmo tampoco variará a peor.
Por tanto, tampoco cae en picado hacia un final desastroso. La historia transcurre a raíz de ese encuentro algo extraño: expulsado en pelotas a la calle y ella que pasaba por allí en aquel momento. No interferirá ningún otro elemento extraño al asunto, e irá alargándose en el tiempo con el clásico anexo: “6 meses después”. Ella merece que todo en la vida le salga bien. De él no opino, yo como Rock Hudson en Pijama para dos: “Mis padres me enseñaron que para hablar mal de alguien, es mejor no decir nada”, pero su actuación se ajusta perfectamente a la labor de la Leonor Watling.
El tema es el consabido: No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes. El amor… El amor es como una caja de palomitas en el cine, dice él, mientras tienes todo va bien, pero cuando tocas el fondo, cuando te percatas que no hay más que cartón, las echas en falta. En definitiva, este amor en su punto está en su punto; mantiene un agradable tono paisajístico, como si fueras en tren mirando los campos por la ventanilla. Y al final, ya llegando al destino, despiertas de ese duerme vela y hasta te sube el ánimo.
El guion es por tanto muy elemental, muy básico. Aún así, los actores tienen su oportunidad para acertar con el debido ambiente que requiere la película. El tema es sencillo, no hay que tirar de un ningún hilo recordatorio para seguirlo. Pronto adviertes que no habrá giros sorpresivos pero vas viendo que, al menos, el ritmo tampoco variará a peor.
Por tanto, tampoco cae en picado hacia un final desastroso. La historia transcurre a raíz de ese encuentro algo extraño: expulsado en pelotas a la calle y ella que pasaba por allí en aquel momento. No interferirá ningún otro elemento extraño al asunto, e irá alargándose en el tiempo con el clásico anexo: “6 meses después”. Ella merece que todo en la vida le salga bien. De él no opino, yo como Rock Hudson en Pijama para dos: “Mis padres me enseñaron que para hablar mal de alguien, es mejor no decir nada”, pero su actuación se ajusta perfectamente a la labor de la Leonor Watling.
El tema es el consabido: No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes. El amor… El amor es como una caja de palomitas en el cine, dice él, mientras tienes todo va bien, pero cuando tocas el fondo, cuando te percatas que no hay más que cartón, las echas en falta. En definitiva, este amor en su punto está en su punto; mantiene un agradable tono paisajístico, como si fueras en tren mirando los campos por la ventanilla. Y al final, ya llegando al destino, despiertas de ese duerme vela y hasta te sube el ánimo.
15 de septiembre de 2014
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Amor en su punto es dos películas en una.
La primera, la del romance entre Oliver y Bibiana, es una cinta deliciosa, romántica, muy simpática y llena de momentos de pura magia cinematográfica, como el del restaurante a oscuras (secuencia tremendamente original) o cada uno de los momentos que comparten los protagonistas, incluyendo su muy divertido primer encuentro. Es un modelo de buena comedia romántica, la que no necesita ser cursi ni simplona para agradar y resultar bonita. Se beneficia además del excelente trabajo de un Richard Coyle tremendamente natural y encantador y una Leonor Watling que da una patada donde más duele a muchas de las actrices que han intentado ser protagonistas de comedias románticas, principalmente porque es mil veces mejor actriz y tiene mucha más naturalidad. Se agradece también esa normalidad en sus diálogos, ese algo tan del día a día que hace muy creíble el romance.
La otra película es la que empieza una vez Bibiana hace una sorprendente proposición a Oliver mientras están en casa de los padres de él. Ahí es donde la comedia de Teresa de Pelegrí y Dominic Harari empieza a patinar y a caer a plomo en su interés y ritmo. Es ahí, cuando el foco deja de estar en la pareja principal, donde el guión pierde comba y se pierde casi sin remedio en un mar de situaciones no muy divertidas (la película tampoco es el culmen de la carcajada, todo sea dicho) y poco interesantes para el espectador.
Menos mal que el epílogo, absolutamente maravilloso y tierno a la par que original y nada tópico, devuelve a Amor en su punto la magia de que había gozado en su primer acto. Más que recomendable.
Lo mejor: Watling, Coyle y su ejemplar romance.
Lo peor: El bache una vez el foco abandona a la pareja principal.
La primera, la del romance entre Oliver y Bibiana, es una cinta deliciosa, romántica, muy simpática y llena de momentos de pura magia cinematográfica, como el del restaurante a oscuras (secuencia tremendamente original) o cada uno de los momentos que comparten los protagonistas, incluyendo su muy divertido primer encuentro. Es un modelo de buena comedia romántica, la que no necesita ser cursi ni simplona para agradar y resultar bonita. Se beneficia además del excelente trabajo de un Richard Coyle tremendamente natural y encantador y una Leonor Watling que da una patada donde más duele a muchas de las actrices que han intentado ser protagonistas de comedias románticas, principalmente porque es mil veces mejor actriz y tiene mucha más naturalidad. Se agradece también esa normalidad en sus diálogos, ese algo tan del día a día que hace muy creíble el romance.
La otra película es la que empieza una vez Bibiana hace una sorprendente proposición a Oliver mientras están en casa de los padres de él. Ahí es donde la comedia de Teresa de Pelegrí y Dominic Harari empieza a patinar y a caer a plomo en su interés y ritmo. Es ahí, cuando el foco deja de estar en la pareja principal, donde el guión pierde comba y se pierde casi sin remedio en un mar de situaciones no muy divertidas (la película tampoco es el culmen de la carcajada, todo sea dicho) y poco interesantes para el espectador.
Menos mal que el epílogo, absolutamente maravilloso y tierno a la par que original y nada tópico, devuelve a Amor en su punto la magia de que había gozado en su primer acto. Más que recomendable.
Lo mejor: Watling, Coyle y su ejemplar romance.
Lo peor: El bache una vez el foco abandona a la pareja principal.
11 de mayo de 2014
11 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un guión poco interesante para todos los personajes de la cinta. Una deshilvanada historia, donde ninguno de los elementos logra posicionarse de forma principal, -salvo el guiso del padre del protagonista- que se torna en el elemento al que los sentimientos paterno-filiales afloran al final de la cinta, ni los problemas familiares de entendimiento del protagonista con sus padres, ni la historia de amor entre los dos principales actores, que aunque realizan un buen trabajo, no logran animar la película, que carece de interés y aburre al espectador. Desde luego la visión "ecológica" sobre alimentación y modos de vida desde un punto de vista tan básico y casi infantil no complementa en absoluto la historia, que en los puntos donde intenta ser más divertida, cae irremediablemente en el total ridículo.
21 de mayo de 2014
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si alguien espera una comedia realmente divertida y/o imaginativa, lo mejor será que no opte por "Amor en su punto", donde el humor brilla por su ausencia. Ésta es una película a ratos agradable, otros extremadamente vulgar y, en general, poco novedosa con un guión poco sorprendente (y a menudo exagerado) y un reparto que no parece esforzarse demasiado (Richard Coyle y Leonor Watling están bien, a secas, y entre los secundarios sólo destaca Ger Ryan, emotiva y creíble como la madre del protagonista pese a que tanto su papel como el del padre estén ya tan vistos).
La gran novedad de este film es su trato del vegetarianismo, convertido en tema central del film, tanto por su relación con los personajes como por su impacto en la trama. Por desgracia, se recurre a los tópicos de siempre, según los cuales la dieta vegetariana consiste en quedarse siempre con hambre, devorar verduras frías y tofu, fumar, ir a la India y formar grupos radicales. En realidad, no queda claro si el tema se trata para reírse de él o para defenderlo, pero lo cierto es que es de agradecer que una simple comedia romántica se centre en un tema nada desarrollado (de hecho, no puedo pensar ahora mismo en film alguno que tenga el vegetarianismo como tema central) e interesante. Del mismo modo, la defensa de los animales está tratada con el debido respeto, contrastando la visión anticuada de él con la visión liberal de ella.
Al margen de ello, todo está visto: típico comedia romántica con enredos y desenredos donde la comida juega un gran papel. No obstante, al contrario que otros films "alimenticios" varias escenas de éste dan más ganas de vomitar que de comer, lo cual es sin duda paradógico. La alemana "Deliciosa Marta" y su remake estadounidense "Sin reservas" aportan placeres mucho mayores para este tipo de film. No obstante, por su inclusión del interesante tema del vegetarianismo e invitar a debatir sobre el mismo, se trata de una película que, si bien no es en absoluto destacable, tampoco es por completo innecesaria.
En cuanto a humor, sólo me reí en una ocasión, con un chiste tonto que cuenta la protagonista: "¿Cuál es la diferencia entre un tomate y una patata? Que ambos son rojos. Salvo la patata". Imaginad la poca gracia del resto.
Juan Roures # La estación del fotograma perdido
La gran novedad de este film es su trato del vegetarianismo, convertido en tema central del film, tanto por su relación con los personajes como por su impacto en la trama. Por desgracia, se recurre a los tópicos de siempre, según los cuales la dieta vegetariana consiste en quedarse siempre con hambre, devorar verduras frías y tofu, fumar, ir a la India y formar grupos radicales. En realidad, no queda claro si el tema se trata para reírse de él o para defenderlo, pero lo cierto es que es de agradecer que una simple comedia romántica se centre en un tema nada desarrollado (de hecho, no puedo pensar ahora mismo en film alguno que tenga el vegetarianismo como tema central) e interesante. Del mismo modo, la defensa de los animales está tratada con el debido respeto, contrastando la visión anticuada de él con la visión liberal de ella.
Al margen de ello, todo está visto: típico comedia romántica con enredos y desenredos donde la comida juega un gran papel. No obstante, al contrario que otros films "alimenticios" varias escenas de éste dan más ganas de vomitar que de comer, lo cual es sin duda paradógico. La alemana "Deliciosa Marta" y su remake estadounidense "Sin reservas" aportan placeres mucho mayores para este tipo de film. No obstante, por su inclusión del interesante tema del vegetarianismo e invitar a debatir sobre el mismo, se trata de una película que, si bien no es en absoluto destacable, tampoco es por completo innecesaria.
En cuanto a humor, sólo me reí en una ocasión, con un chiste tonto que cuenta la protagonista: "¿Cuál es la diferencia entre un tomate y una patata? Que ambos son rojos. Salvo la patata". Imaginad la poca gracia del resto.
Juan Roures # La estación del fotograma perdido
19 de octubre de 2014
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas que reciben buenas críticas ante incluso de su estreno, lo que conlleva un buen boca-oreja y que el público se acerque a las salas para comprobar la calidad del producto; otras películas reciben malas críticas por parte de los expertos, lo que da lugar a división de opiniones y a que a mucha gente le pique la curiosidad y también vaya a verla. ¿Pero dónde quedan las películas que pasan inadvertidas en ambos sentidos?.
Ese limbo al que van a parar es, probablemente, el lugar más odiado por productoras y distribuidores, y es justo el lugar en el que se encuentra “Amor en su punto”. No parece que sea una estrategia perseguida, pero su apuesta por construir una historia sencilla y sin complicaciones tiene el peligro de no destacar en nada, y si eso es la tónica de toda la película, tiene poco que ganar.
La verdad es que poco malo se puede decir de una película que no arriesga, y que lo que hace es académico y rutinario hasta perderse en su propio aburrimiento. Ni la historia ni los personajes están muy definidos, y podrían ser situaciones cualquiera en roles cualquiera. Una falta de personalidad responsabilidad de su tándem de directores y de unos guionistas que no exprimen ninguno de los mimbres que tienen entre manos. La naturalidad de Watling es de lo poco que destaca en esta película, y no tiene fuerza suficiente para que todo rote a su alrededor. Mejor no hablar de la actuación de Coyle, que no se sabe bien si intenta parecer ingenuo o si simplemente lo es, en un papel en el que intenta interpretar a un galán (¿?).
Bueno, un película inocente, con una típica historia de chico-conoce-a-chica que no convence en ningún momento porque le falta contenido, desarrollo e interés en muchos tramos. No ofrece nada nuevo a un género plagado de películas olvidables como ésta que pasan por las salas sin revuelo de ningún tipo.
Ese limbo al que van a parar es, probablemente, el lugar más odiado por productoras y distribuidores, y es justo el lugar en el que se encuentra “Amor en su punto”. No parece que sea una estrategia perseguida, pero su apuesta por construir una historia sencilla y sin complicaciones tiene el peligro de no destacar en nada, y si eso es la tónica de toda la película, tiene poco que ganar.
La verdad es que poco malo se puede decir de una película que no arriesga, y que lo que hace es académico y rutinario hasta perderse en su propio aburrimiento. Ni la historia ni los personajes están muy definidos, y podrían ser situaciones cualquiera en roles cualquiera. Una falta de personalidad responsabilidad de su tándem de directores y de unos guionistas que no exprimen ninguno de los mimbres que tienen entre manos. La naturalidad de Watling es de lo poco que destaca en esta película, y no tiene fuerza suficiente para que todo rote a su alrededor. Mejor no hablar de la actuación de Coyle, que no se sabe bien si intenta parecer ingenuo o si simplemente lo es, en un papel en el que intenta interpretar a un galán (¿?).
Bueno, un película inocente, con una típica historia de chico-conoce-a-chica que no convence en ningún momento porque le falta contenido, desarrollo e interés en muchos tramos. No ofrece nada nuevo a un género plagado de películas olvidables como ésta que pasan por las salas sin revuelo de ningún tipo.
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