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Voto de avanti:
10
6.8
344
Comedia
Gran reparto para una comedia italiana en la que una poderosa voz procedente del cielo anuncia el día del Juicio Final. Las reacciones de la población ante este acontecimiento serán muy diversas. (FILMAFFINITY)
1 de marzo de 2020
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Il giudizio universale (El juicio Universal) es una película de Vittorio de Sica dirigida en 1961. En la propuesta el realizador trata el sempiterno tema del fin del mundo, el caos como moneda de cambio, y el remover de las conciencias desde la comedia más incisiva mediante personajes de todos los estratos sociales en una puesta en escena que roza lo surrealista con evidentes influencias neorrealistas.
Un abundante abanico coral propuesto en el guión de Cesare Zavattini, sabiamente asumido por De Sica y recogido por el amplísimo elenco actoral, trata sobre la comprensión humana afectada entre la cual: maridos engañados, amigos aprovechados, cínicos mediadores, burladores sociales, defensores de lo indefendible, jóvenes ilusionados, indiferentes pretendientes, cantantes ensimismados, carteristas, bellezas arrebatadoras de lo efímero, conquistadores sin futuro, hedonistas que solo piensan en su propio bien y muchos, muchos más personajes incluso el arrepentido clamando al viento su mea culpa, recogido por la cruda belleza en la fotografía de Gábor Pogány.
Con un reparto de personajes propio de un cruce de destinos y de caracteres a menudo opuestos que se enfrentan a su futuro condicionado por el mensaje donde la experiencia y la procedencia ayudan a sacar adelante roles contrastados, Vittorio De Sica congrega una variopinta tabla de intérpretes que sobrepasan con creces la setentena, entre los cuales Durante, Fernandel, Melina Mercouri, Nino Manfredi, Vittorio Gassman, Jack Palance, Alberto Sordi, Silvana Mangano, o Ernest Borgnine, hasta completar un plantel que supera de largo las expectativas del metraje y sus historias cruzadas entre un variopinto colorido social.
El director consigue secuenciar microhistorias preñadas de interés frente al enigma de un juicio amenazante surgido de la nada afectando repentinamente la moral, las conciencias, la autoculpa, los afectos dormidos, o los odios frente a quienes solo les interesa sus propios problemas, haciendo caso omiso del amenazante mensaje global, donde no falta referencias al caos y la tragedia entre escépticos exaltados y desorientados redimidos en busca de la respuesta ante lo que se les echa encima, entre sugerentes momentos musicales aportados por la banda sonora de Alessandro Cicognini entre los cuales una preciosa nana, alguna polka, o un gran vals portador de un mensaje a tanta algarabía moral y emocional, que tan brillantemente puso en escena Vittorio De Sica.
Un abundante abanico coral propuesto en el guión de Cesare Zavattini, sabiamente asumido por De Sica y recogido por el amplísimo elenco actoral, trata sobre la comprensión humana afectada entre la cual: maridos engañados, amigos aprovechados, cínicos mediadores, burladores sociales, defensores de lo indefendible, jóvenes ilusionados, indiferentes pretendientes, cantantes ensimismados, carteristas, bellezas arrebatadoras de lo efímero, conquistadores sin futuro, hedonistas que solo piensan en su propio bien y muchos, muchos más personajes incluso el arrepentido clamando al viento su mea culpa, recogido por la cruda belleza en la fotografía de Gábor Pogány.
Con un reparto de personajes propio de un cruce de destinos y de caracteres a menudo opuestos que se enfrentan a su futuro condicionado por el mensaje donde la experiencia y la procedencia ayudan a sacar adelante roles contrastados, Vittorio De Sica congrega una variopinta tabla de intérpretes que sobrepasan con creces la setentena, entre los cuales Durante, Fernandel, Melina Mercouri, Nino Manfredi, Vittorio Gassman, Jack Palance, Alberto Sordi, Silvana Mangano, o Ernest Borgnine, hasta completar un plantel que supera de largo las expectativas del metraje y sus historias cruzadas entre un variopinto colorido social.
El director consigue secuenciar microhistorias preñadas de interés frente al enigma de un juicio amenazante surgido de la nada afectando repentinamente la moral, las conciencias, la autoculpa, los afectos dormidos, o los odios frente a quienes solo les interesa sus propios problemas, haciendo caso omiso del amenazante mensaje global, donde no falta referencias al caos y la tragedia entre escépticos exaltados y desorientados redimidos en busca de la respuesta ante lo que se les echa encima, entre sugerentes momentos musicales aportados por la banda sonora de Alessandro Cicognini entre los cuales una preciosa nana, alguna polka, o un gran vals portador de un mensaje a tanta algarabía moral y emocional, que tan brillantemente puso en escena Vittorio De Sica.