You must be a loged user to know your affinity with Hermione Granger
Críticas ordenadas por utilidad
10 de julio de 2007
283 de 305 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi esta película con la expectación que me produce siempre cualquier trabajo de David Lynch. En este caso y a mi entender, nos plantea una interesante reflexión sobre la belleza. En personas “normales” el aspecto físico se convierte generalmente en una primera capa que a veces dificulta el conocimiento auténtico del otro. Se interpone. Aquí, cuando la deformidad es llevada al extremo, ya no hay interposición. Uno habla directamente al alma de J. Merrick y a su vez es respondido directamente por ella. El yo, despojado de todo aquello que es pasajero y tantas veces superficial (una mueca, un gesto, un rostro terso y joven), queda al desnudo frente al interlocutor. Surge así un curioso cruce entre el espantoso rostro de Merrick y su mundo interior tan frágil y rico frente a los infames seres de alma negra y rostro mundano, aparentemente normal, que rodean al personaje. Y el espectador no queda indiferente. Se elige ser víctima en lugar de verdugo.
El doctor y su mujer simbolizan el equilibrio entre ambos mundos. Su casa es un pequeño paraíso que Merrick añora desde el primer momento en que es invitado a ella. La sociedad es hostil y solo una excelente Anne Bancroft, en su papel de actriz, es capaz de llegar de manera especial al corazón de nuestro protagonista. Al fin y al cabo ella también usa una máscara cada noche, en cada actuación. Con ella vive uno de los momentos más emotivos de la película, un homenaje a Shakespeare que viene a ser un homenaje a lo eterno, a la palabra sublime que perdura a través del tiempo.
También nosotros, en cierto modo, huimos del espejo. Lynch, sin embargo, juega siempre con él.
El doctor y su mujer simbolizan el equilibrio entre ambos mundos. Su casa es un pequeño paraíso que Merrick añora desde el primer momento en que es invitado a ella. La sociedad es hostil y solo una excelente Anne Bancroft, en su papel de actriz, es capaz de llegar de manera especial al corazón de nuestro protagonista. Al fin y al cabo ella también usa una máscara cada noche, en cada actuación. Con ella vive uno de los momentos más emotivos de la película, un homenaje a Shakespeare que viene a ser un homenaje a lo eterno, a la palabra sublime que perdura a través del tiempo.
También nosotros, en cierto modo, huimos del espejo. Lynch, sin embargo, juega siempre con él.
10 de enero de 2009
243 de 265 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando era una niña (hace muchos años), en un album de piano de título tan impreciso como “Piezas célebres”, que de alguna manera había ido a parar a mi casa, encontré una obra llamada “Tema de Lara”. Yo no sabía qué era “Lara” ni había oido jamás hablar de Zhivago. Empecé a tocarla de forma titubeante e inmediatamente mi madre acudió junto al piano. Por su expresión sólo le falto decirme lo de “tócala otra vez”. Me explicó el origen de esa pieza y en mi mente se quedaron grabadas dos imágenes que asocié a aquella música desde ese momento: un doctor (al que suponía idealista y entregado a los demás) y una estepa cubierta de nieve.
Años más tarde, en una tienda que ya no existe, encontré una colección de mecanismos para cajas de música, que se accionaban por medio de una manivela. Todos reproducían la música de alguna película. Compré dos: El padrino y Doctor Zhivago. Esta última se la regalé a mi madre y me dije que había llegado la hora de leer el libro. Nunca quise ver la película. A priori, con ese halo de superproducción, no me interesaba demasiado. Sin embargo disfruté mucho con Pasternak.
El día de Reyes, por fin Yuri tuvo ojos y voz, tras tantos años vagando sin forma por mi pensamiento. Le ví cabalgar por la estepa nevada en busca de Lara, luchar en silencio contra la vida con las mejores armas que un hombre de esa categoría puede tener. Por fin entendí la emoción contenida de aquella música, la promesa de felicidad que anuncian sus notas.
Poco puedo añadir sobre Doctor Zhivago tras leer la critica de Servadac. Después de tantos años evitándola (¿cuántas veces hemos tenido la cinta en la mano y la hemos vuelto a dejar en la estantería de la tienda?) al final, desprevenidos ante su belleza, nos encontró ella a nosotros.
Un hallazgo, un regalo. Eso es Doctor Zhivago.
Años más tarde, en una tienda que ya no existe, encontré una colección de mecanismos para cajas de música, que se accionaban por medio de una manivela. Todos reproducían la música de alguna película. Compré dos: El padrino y Doctor Zhivago. Esta última se la regalé a mi madre y me dije que había llegado la hora de leer el libro. Nunca quise ver la película. A priori, con ese halo de superproducción, no me interesaba demasiado. Sin embargo disfruté mucho con Pasternak.
El día de Reyes, por fin Yuri tuvo ojos y voz, tras tantos años vagando sin forma por mi pensamiento. Le ví cabalgar por la estepa nevada en busca de Lara, luchar en silencio contra la vida con las mejores armas que un hombre de esa categoría puede tener. Por fin entendí la emoción contenida de aquella música, la promesa de felicidad que anuncian sus notas.
Poco puedo añadir sobre Doctor Zhivago tras leer la critica de Servadac. Después de tantos años evitándola (¿cuántas veces hemos tenido la cinta en la mano y la hemos vuelto a dejar en la estantería de la tienda?) al final, desprevenidos ante su belleza, nos encontró ella a nosotros.
Un hallazgo, un regalo. Eso es Doctor Zhivago.
20 de mayo de 2008
196 de 250 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando una ve esta película en su adolescencia quiere ser Karen Blixen y visitar Kenia, encontrarse con un Denys parecido a Robert Redford y vivir un apasionado romance. Siempre lloraba cuando la veía.
Con el paso de los años, no puedo evitar mirar con cierto sarcasmo esa idealización: en África, aparentemente, no hay mosquitos, cualquiera planta café y le crece, en el corazón de la sabana siempre hay un momento para una cena con vino, velitas y cubertería de plata, los leones obedecen al látigo de una aristócrata danesa y en una mañana uno puede aprender a manejar una avioneta.
Aún así, las primeras impresiones de fascinación que sentí por esta película perviven todavía en mi memoria y si me dejo llevar, casi logro sentir la misma emoción de hace tiempo, con la diferencia de que una ya no se cree los cuentos y ha perdido la esperanza de encontrar alguna vez un lugar como ese, un paraíso (que aún no es un parque nacional) donde apenas ha llegado la civilización y un masai fiel te sigue a todas partes.
Luego te desperezas, te frotas un poco los ojos y ves una típica historia de amor en la que la chica quiere compromiso y el chico quiere libertad. Ambos sufren, porque seguramente se quieren de verdad, pero tienen formas diferentes de entender la vida. Un lugar común, vamos, pero en un entorno de incomparable belleza en el que la música, todo hay que decirlo, ayuda bastante. Inolvidable J. Barry...
Debo estar ya mayor para el romanticismo.
Con el paso de los años, no puedo evitar mirar con cierto sarcasmo esa idealización: en África, aparentemente, no hay mosquitos, cualquiera planta café y le crece, en el corazón de la sabana siempre hay un momento para una cena con vino, velitas y cubertería de plata, los leones obedecen al látigo de una aristócrata danesa y en una mañana uno puede aprender a manejar una avioneta.
Aún así, las primeras impresiones de fascinación que sentí por esta película perviven todavía en mi memoria y si me dejo llevar, casi logro sentir la misma emoción de hace tiempo, con la diferencia de que una ya no se cree los cuentos y ha perdido la esperanza de encontrar alguna vez un lugar como ese, un paraíso (que aún no es un parque nacional) donde apenas ha llegado la civilización y un masai fiel te sigue a todas partes.
Luego te desperezas, te frotas un poco los ojos y ves una típica historia de amor en la que la chica quiere compromiso y el chico quiere libertad. Ambos sufren, porque seguramente se quieren de verdad, pero tienen formas diferentes de entender la vida. Un lugar común, vamos, pero en un entorno de incomparable belleza en el que la música, todo hay que decirlo, ayuda bastante. Inolvidable J. Barry...
Debo estar ya mayor para el romanticismo.
20 de mayo de 2008
89 de 96 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Hay algo de transgresor en el hecho de contarle a una cámara de vídeo tu sexualidad más recóndita?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
21 de marzo de 2007
85 de 91 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sorprende gratamente esta película por múltiples factores:
a) un existencialismo en estado puro como pocas veces he visto.
b) lo mal que trata el director a sus personajes y lo bien que le caen a una por eso mismo.
c) lo valiosos que son los pequeños detalles cuando la vida se reduce al trabajo y al frío que hace en Finlandia.
d) lo que da de sí un descapotable.
e) la justificación de acciones éticamente reprobables cuando de lo que se trata es de que alguien injustamente tratado dé un paso más hacia un bienestar merecido y constantemente negado.
En definitiva, una excelente película, desprovista de esteticismo y de pretensiones. Un director de pocas palabras, de los que llegan muy dentro.
a) un existencialismo en estado puro como pocas veces he visto.
b) lo mal que trata el director a sus personajes y lo bien que le caen a una por eso mismo.
c) lo valiosos que son los pequeños detalles cuando la vida se reduce al trabajo y al frío que hace en Finlandia.
d) lo que da de sí un descapotable.
e) la justificación de acciones éticamente reprobables cuando de lo que se trata es de que alguien injustamente tratado dé un paso más hacia un bienestar merecido y constantemente negado.
En definitiva, una excelente película, desprovista de esteticismo y de pretensiones. Un director de pocas palabras, de los que llegan muy dentro.
Más sobre Hermione Granger
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here