Moonlight es una película que cuenta una historia agria, de esas que se cuentan con una botella de licor y un cigarro; es una historia dura y tiene todos los ingredientes para ser así: una madre drogadicta, homosexualidad vs. homofobia, soledad. Es una historia ya contada antes, pero con ingredientes que aportan novedad, con personajes que evolucionan en la trama (otros, como la madre del protagonista, involucionan) y un final apresurado y agridulce.
Las miradas silenciosas se extienden por largos segundos, los diálogos lastiman por su carga sentimental y la frase final del protagonista lo hace aún más.

Se esperaba contar una historia cautivadora y mágica, en cierta parte se logró; pero para los fans no funcionó el truco ya contado anteriormente por marvel. Indiscutible el buen trabajo en los aspectos técnicos, como fotografía y efectos especiales. Un trabajo a mejorar para una futura película de este personaje: desmitificar el tema de los mundos alternativos y explorar más en el tema del misticismo.

Historia narrada con desajustes de tiempo y movimientos de cámara violentos, características notables de Noé, que hacen de esta obra fílmica algo único entre todas las demás. Resaltan los colores, las secuencias y el viaje del protagonista a través del enfoque cenital, en el que filosofía y efectos alucinógenos introducen al espectador en la trama. Para algunos un dolor de cabeza; para otros, un experimento visual logrado, me inclino por lo segundo.

Toni Erdmann, una joya del cine contemporáneo, tiene escenas tanto incómodas como divertidas, que hacen de las sorpresas que se presentan en todo el film la esencia de la preocupación humana.

Elogiable trabajo en la trama del film. Actuaciones impecables, resaltando la labor de Felicity Jones, una actriz en ascenso. La historia, a través de sus altibajos, se narra de manera notable, respetando las secuencias del tiempo, sin recurrir a técnicas sobreexplotadas y otorgando al espectador un final digno de un drama de este tipo, sin caer en clichés.