Mi hermano es hijo único
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Drama. Comedia
En 1961, Italia vive una revolución social y económica que no parece afectar a Accio, un adolescente rebelde y problemático que vive en Sabaudia, una pequeña ciudad del Lacio. Sólo por irritar a sus padres, Accio se une a un partido neofascista. Mientras tanto, Manrico, su hermano mayor, es el líder local de la izquierda. La actitud política de Accio avergüenza tanto a Manrico que deja de hablarle a su hermano. La única vía de ... [+]
4 de diciembre de 2007
27 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Elio Germano interpreta a Accio, la oveja negra de la familia. Accio es un niño díscolo, inconformista y hablador. Su afán por descubrir cosas, le lleva a involucrarse en multitud de vicisitudes que traen a la familia de Accio de cabeza y que son la espina dorsal de la película. A través de su personaje, Daniele Luchetti da un repaso de los años sesenta y setenta en Italia a través de una familia.
La verdad es que yo me acerqué a ella más que nada por su título. Me encantan los títulos largos, y más si existe cierta poesía en ellos: “De latir mi corazón se ha parado”, “No estoy hecho para ser amado” “El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford”… (Recomiendo todas, claro). Por otra parte, suelo detestar títulos donde aparezcan los dos puntos (:).
Manías a parte “Mi hermano es hijo único” deja un buen sabor de boca. Mantiene buen ritmo, las interpretaciones son correctas y posee una buena banda sonora compuesta por canciones italianas de aquella época. Pero falla en su contenido. El personaje de Accio, motor de la película, no es creíble. Sus bandazos políticos son difíciles de entender. La historia es previsible y existe durante toda la cinta la tendencia a exponer la realidad política del director sobre las demás.
De todas formas, creo, que su mayor problema es la distancia. Es decir, si yo fuera italiano, estoy seguro que me hubiera sentido mucho más identificado y me hubiera gustado más.
La verdad es que yo me acerqué a ella más que nada por su título. Me encantan los títulos largos, y más si existe cierta poesía en ellos: “De latir mi corazón se ha parado”, “No estoy hecho para ser amado” “El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford”… (Recomiendo todas, claro). Por otra parte, suelo detestar títulos donde aparezcan los dos puntos (:).
Manías a parte “Mi hermano es hijo único” deja un buen sabor de boca. Mantiene buen ritmo, las interpretaciones son correctas y posee una buena banda sonora compuesta por canciones italianas de aquella época. Pero falla en su contenido. El personaje de Accio, motor de la película, no es creíble. Sus bandazos políticos son difíciles de entender. La historia es previsible y existe durante toda la cinta la tendencia a exponer la realidad política del director sobre las demás.
De todas formas, creo, que su mayor problema es la distancia. Es decir, si yo fuera italiano, estoy seguro que me hubiera sentido mucho más identificado y me hubiera gustado más.
25 de noviembre de 2007
21 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Mi hermano es hijo único" se propone contarnos el ambiente político de la Italia de los sesenta a través de las vivencias de un chaval que cree en el fascismo, para después pasarse al comunismo y acabar en el escepticismo político total.
Cuesta creer que una persona pueda pasar por todo eso a lo largo de su vida, aunque de tal actitud se extrae una conclusión maniquea que, no obstante, tampoco perjudica demasiado al filme en sí mismo. La de que todos los extremos no llevan a nada y que al final lo que cuenta es vivir como persona y desligarse de los ideales.
También es interpretable tal periplo vital como una metáfora del siglo XX. Derrotado el fascismo, las diferentes ideologías socialistas se apoderan de los jóvenes europeos, teniendo tal postura su explosión en Mayo del 68. Después de eso, el aburguesamiento de los que una vez se manifestaron por la causa socialista los hace volverse más conservadores, pero sin defender unos ideales muy pronunciados. A sus hijos, en ese ambiente, se la suda la política.
Esto es España, señores. Esto es Europa.
Pero dejando a lado estas interpretaciones, y centrándonos en la película, debo decir: tiene un buen ritmo, destacables interpretaciones y una banda sonora como pocas. "Mi hermano es hijo único" es una propuesta fresca que agradará a aquellos que aman las obras de revisionismo histórico que convinan rigor y nostalgia. No descubre la pólvora, pero como he leído en una crítica anterior a la mía en esta página, es una especie de "Cuéntame cómo pasó" en Italia.
En fin, un filme academicista, pero de calidad, que les hará pasar un buen rato.
Cuesta creer que una persona pueda pasar por todo eso a lo largo de su vida, aunque de tal actitud se extrae una conclusión maniquea que, no obstante, tampoco perjudica demasiado al filme en sí mismo. La de que todos los extremos no llevan a nada y que al final lo que cuenta es vivir como persona y desligarse de los ideales.
También es interpretable tal periplo vital como una metáfora del siglo XX. Derrotado el fascismo, las diferentes ideologías socialistas se apoderan de los jóvenes europeos, teniendo tal postura su explosión en Mayo del 68. Después de eso, el aburguesamiento de los que una vez se manifestaron por la causa socialista los hace volverse más conservadores, pero sin defender unos ideales muy pronunciados. A sus hijos, en ese ambiente, se la suda la política.
Esto es España, señores. Esto es Europa.
Pero dejando a lado estas interpretaciones, y centrándonos en la película, debo decir: tiene un buen ritmo, destacables interpretaciones y una banda sonora como pocas. "Mi hermano es hijo único" es una propuesta fresca que agradará a aquellos que aman las obras de revisionismo histórico que convinan rigor y nostalgia. No descubre la pólvora, pero como he leído en una crítica anterior a la mía en esta página, es una especie de "Cuéntame cómo pasó" en Italia.
En fin, un filme academicista, pero de calidad, que les hará pasar un buen rato.
16 de diciembre de 2007
13 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha parecido una película estupenda.
Accio es un puber, adolescente y más tarde jóven, italiano, en contínua busqueda de referentes. Me sorprende que algúnas criticas mencionen que es imposible ser primero fascista y despues comunista. Accio es además, en primer lugar, seminarista porque a los que tuvimos la "suerte", que no le deseo a nadie, de vivir aquella época y además no ser liberados por las tropas aliadas, la religión fue la antesala de nuestra evolución como personas. Accio y su carácter hiperactivo, son los que marcan claramente desde el principio, el ritmo trepidante de esta película en la que se relatan con maestría y buen humor, los momentos de crecimiento en paralelo de un pais y un jóven el cual busca desde pequeño referentes en los que creer y confiar para formar unos ideales. Uno tras otro le van fallando hasta convertirlo en una persona, sin ninguna ideología de mercado, pero realmente humana.
Accio es un puber, adolescente y más tarde jóven, italiano, en contínua busqueda de referentes. Me sorprende que algúnas criticas mencionen que es imposible ser primero fascista y despues comunista. Accio es además, en primer lugar, seminarista porque a los que tuvimos la "suerte", que no le deseo a nadie, de vivir aquella época y además no ser liberados por las tropas aliadas, la religión fue la antesala de nuestra evolución como personas. Accio y su carácter hiperactivo, son los que marcan claramente desde el principio, el ritmo trepidante de esta película en la que se relatan con maestría y buen humor, los momentos de crecimiento en paralelo de un pais y un jóven el cual busca desde pequeño referentes en los que creer y confiar para formar unos ideales. Uno tras otro le van fallando hasta convertirlo en una persona, sin ninguna ideología de mercado, pero realmente humana.
19 de noviembre de 2008
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película multipremiada en su país de origen que cae en mis manos sin saber que es, rezuma en mi mente un día después de verla. Narra la historia de una familia de trabajadores y la relación que existe en ese ambiente entre dos hermanos. Los dos en un principio con ideas antepuestas, uno entregado a su familia, el otro díscolo niño travieso que hace imposible la vida a sus padres, el tiempo pasa cada uno sigue su camino, los acontecimientos se precipitan y se ve la verdadera cara de cada uno, y mas con una chica en medio.
Esta muy bien narrada aunque quizás falle en los porques de los cambios de mentalidad del hermano pequeño, el desenlace es lo mas emotivo de la película un puñetazo bajo en el estomago que te deja un sabor dulce.
Esta muy bien narrada aunque quizás falle en los porques de los cambios de mentalidad del hermano pequeño, el desenlace es lo mas emotivo de la película un puñetazo bajo en el estomago que te deja un sabor dulce.
13 de junio de 2013
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine italiano contemporáneo nunca deja de sorprenderme gratamente. En esta ocasión, con “Mi hermano es hijo único”, Daniele Luchetti, también director de la acertadísima película erigida como un creíble drama social “La nostra vita” (2010), demuestra una sensibilidad y entrega en su trabajo que transmiten el sentir de lo escrito por uno de los mejores duetos de guionistas del cine europeo, Sandro Petraglia y Stefano Rulli, ambos autores de cintas como “La nostra vita” (2010), “Cuando naces… ya no puedes esconderte” (2007) o extraordinarias miniseries como “La mejor juventud” (2003). En compañía de otro guionista, Petraglia ha escrito guiones como el de “No mires atrás” (2007), cinta protagonizada por el camaleónico y brillante Toni Servillo. Los textos de estos escritores (aquí basado en la novela de Antonio Pennacchi) siempre han solido ir acompañados de una fuerte carga sentimental que apuesta por reflejar la parte más cotidiana y natural, sin correcciones políticas mediante, de la sociedad italiana.
Aquí, ese sentimiento a la hora de escribir y filmar se ve plasmado en la práctica totalidad de los personajes, sobre los que desarrollan unas interpretaciones exquisitas. Y es que si además de tener una buena base para trabajar, los papeles de los actores son más que buenos, sólo puede salir a la luz un pequeño regalo del cine italiano como “Mio fratello è figlio unico” (por favor, véanla en VOS para poder disfrutar de esa fuerza, ironía y belleza del idioma italiano). ¿Y de qué nos habla Luchetti en esta cinta? Retrocedemos hasta la década de los sesenta para ver al rebelde adolescente Accio Benassi (Vittorio Emanuele Propizio) dispuesto a convertirse en sacerdote, deseo frustrado por su falta de fe, que le empuja a volver nuevamente con su familia en un ambiente hostil y derrumbado que aquí se representa de manera magistral, pues yo me creo todo: su mala relación con el hermano mayor Manrico (Riccardo Scamarcio), la sensación de rechazo que siente de su propia madre Amelia (Angela Finocchiaro), cada discusión que se sucede entre todos…
Su tambaleante posición dentro de la familia va convirtiéndolo cada vez más en un joven arisco e independiente que, motivado por Mario, un vendedor de manteles (Luca Zingaretti), se apunta a un partido fascista. Más que por hacer enfadar a los suyos (como se cuenta en alguna sinopsis de por ahí), por el hecho de encontrar en esas filas, y en Mario, el cobijo o sensación fraternal que no vislumbra en su propio hogar. Los años pasan y Accio crece, por lo que su papel pasa a ser protagonizado por Elio Germano, quien mantiene firme el grandioso trabajo que hasta ese momento estaba desarrollando Vittorio Emanuele con una naturalidad y entrega que me ha conquistado y que obliga a seguir de cerca a este actor nacido en 1991. Germano (“Díaz – No limpiéis esta sangre”, 2012), completamente metido en su personaje, apuntala con su trabajo un protagonista memorable, auténtico y desgraciado sobre el que se puede sentir toda la empatía que un rol pueda producirte en el cine.
Su trabajo está flanqueado por el del célebre Riccardo Scamarcio (“Manuale d’amore 2”, 2007), que encarna en un buen papel al hermano de Accio, que se encuentra en las antípodas de éste al ser él un revolucionario comunista. Dicha esta referencia aprovecho para citar que la ideología de los Marx, Stalin, Mao y compañía parece disfrutar aquí de una distinción más respetuosa (en ocasiones, casi de admiración) que los regímenes fascistas, cuando debería ser tratada con el mismo desprecio que merece cualquier movimiento que oprima de una u otra forma las libertades de un pueblo o diga cómo se debe pensar. El trabajo del reparto me ha parecido extraordinario y además de los citados, destacan por encima del resto Luca Zingaretti (“Sanguepazzo”, 2008), Angela Finocchiaro (“La bestia en el corazón”, 2000) y por supuesto la bellísima actriz francesa afincada en Italia, Diane Fleri (“Posti in piedi in paradiso”, 2012), quien risueña y con una sincera mirada que enamora, contagia cada una de las sonrisas de su indispensable personaje.
“Mio fratello è figlio unico” disecciona el drama de una familia rota y recorre los años a través de la madurez de sus personajes y las experiencias que estos viven, con la juventud, la política y el amor como trasfondo de un cóctel que monta cada una de sus historias con garra, emoción y personajes que importan, que tienen algo que decir y que, como Accio, encarnan una rebeldía que desemboca en lo solitario y desgraciado de un rol inolvidable. Cada actor defiende su papel con tal intensidad que hace que el argumento se empape de verismo y provoque el espectador sienta empatía por sus personajes. La dirección ha construido un producto lleno de realidad con una historia que destila espontaneidad, algo que se transmite con fluidez desde todas sus escenas, contando aquellas que contrastan momentos muy diferentes como los buenos y malos,y demostrando la misma fuerza y acierto para representar ambos.
Mención especial para la BSO de Franco Piersanti (“Habemus papam“, 2011), quien mezcla sus ligeras y agradables partituras originales con temas de la época en la que se basa la trama, como el excepcional “Ma che freddo fa” de Nada Malanima, con aportes de Beppe Servillo y otras canciones que aportan frescura y ritmo como el “Chariot” de Betty Curtis, “Riderà” de Little Tony o el “Amore disperato” con el que, también Nada, cierra esta extraordinaria película.
Aquí, ese sentimiento a la hora de escribir y filmar se ve plasmado en la práctica totalidad de los personajes, sobre los que desarrollan unas interpretaciones exquisitas. Y es que si además de tener una buena base para trabajar, los papeles de los actores son más que buenos, sólo puede salir a la luz un pequeño regalo del cine italiano como “Mio fratello è figlio unico” (por favor, véanla en VOS para poder disfrutar de esa fuerza, ironía y belleza del idioma italiano). ¿Y de qué nos habla Luchetti en esta cinta? Retrocedemos hasta la década de los sesenta para ver al rebelde adolescente Accio Benassi (Vittorio Emanuele Propizio) dispuesto a convertirse en sacerdote, deseo frustrado por su falta de fe, que le empuja a volver nuevamente con su familia en un ambiente hostil y derrumbado que aquí se representa de manera magistral, pues yo me creo todo: su mala relación con el hermano mayor Manrico (Riccardo Scamarcio), la sensación de rechazo que siente de su propia madre Amelia (Angela Finocchiaro), cada discusión que se sucede entre todos…
Su tambaleante posición dentro de la familia va convirtiéndolo cada vez más en un joven arisco e independiente que, motivado por Mario, un vendedor de manteles (Luca Zingaretti), se apunta a un partido fascista. Más que por hacer enfadar a los suyos (como se cuenta en alguna sinopsis de por ahí), por el hecho de encontrar en esas filas, y en Mario, el cobijo o sensación fraternal que no vislumbra en su propio hogar. Los años pasan y Accio crece, por lo que su papel pasa a ser protagonizado por Elio Germano, quien mantiene firme el grandioso trabajo que hasta ese momento estaba desarrollando Vittorio Emanuele con una naturalidad y entrega que me ha conquistado y que obliga a seguir de cerca a este actor nacido en 1991. Germano (“Díaz – No limpiéis esta sangre”, 2012), completamente metido en su personaje, apuntala con su trabajo un protagonista memorable, auténtico y desgraciado sobre el que se puede sentir toda la empatía que un rol pueda producirte en el cine.
Su trabajo está flanqueado por el del célebre Riccardo Scamarcio (“Manuale d’amore 2”, 2007), que encarna en un buen papel al hermano de Accio, que se encuentra en las antípodas de éste al ser él un revolucionario comunista. Dicha esta referencia aprovecho para citar que la ideología de los Marx, Stalin, Mao y compañía parece disfrutar aquí de una distinción más respetuosa (en ocasiones, casi de admiración) que los regímenes fascistas, cuando debería ser tratada con el mismo desprecio que merece cualquier movimiento que oprima de una u otra forma las libertades de un pueblo o diga cómo se debe pensar. El trabajo del reparto me ha parecido extraordinario y además de los citados, destacan por encima del resto Luca Zingaretti (“Sanguepazzo”, 2008), Angela Finocchiaro (“La bestia en el corazón”, 2000) y por supuesto la bellísima actriz francesa afincada en Italia, Diane Fleri (“Posti in piedi in paradiso”, 2012), quien risueña y con una sincera mirada que enamora, contagia cada una de las sonrisas de su indispensable personaje.
“Mio fratello è figlio unico” disecciona el drama de una familia rota y recorre los años a través de la madurez de sus personajes y las experiencias que estos viven, con la juventud, la política y el amor como trasfondo de un cóctel que monta cada una de sus historias con garra, emoción y personajes que importan, que tienen algo que decir y que, como Accio, encarnan una rebeldía que desemboca en lo solitario y desgraciado de un rol inolvidable. Cada actor defiende su papel con tal intensidad que hace que el argumento se empape de verismo y provoque el espectador sienta empatía por sus personajes. La dirección ha construido un producto lleno de realidad con una historia que destila espontaneidad, algo que se transmite con fluidez desde todas sus escenas, contando aquellas que contrastan momentos muy diferentes como los buenos y malos,y demostrando la misma fuerza y acierto para representar ambos.
Mención especial para la BSO de Franco Piersanti (“Habemus papam“, 2011), quien mezcla sus ligeras y agradables partituras originales con temas de la época en la que se basa la trama, como el excepcional “Ma che freddo fa” de Nada Malanima, con aportes de Beppe Servillo y otras canciones que aportan frescura y ritmo como el “Chariot” de Betty Curtis, “Riderà” de Little Tony o el “Amore disperato” con el que, también Nada, cierra esta extraordinaria película.
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