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Críticas ordenadas por utilidad
4 de octubre de 2019
72 de 106 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los chicos no lloran, los chicos son fuertes, los chicos tienen que sostener, los chicos, los chicos... Joker es el chico que ríe en lugar de llorar, no es capaz de sostener el llanto, le enseñaron a forzarse a ser la risa encarnada, la alegría de los demás, sin permitirse ser la suya propia, un ser que no ha sido feliz en un sólo minuto de su vida. Terapia, trabajo y casa, es la vida de un desgraciado que entre medias recibe palizas por su extraña patología que lo fuerza a reír en momentos dramáticos y de tensión, que ensueña pequeñas alegrías, es tan desgraciado que no recibe ni una sola caricia de la vida.
Nos hallamos delante de un film emocionalmente gótico, como su ciudad, lugar donde abunda la desigualdad y la pena, un sentimiento que abunda en ricos y pobres, pues la felicidad real es la común, ardua tarea para el ser humano. La constante humillación ante la que nos encontramos en esta desesperada historia que pide sacrificio o revolución, nos agarra de las entrañas para revisarnos en nuestros prejuicios más ocultos, quien más quien menos, ha sentido cierto desprecio por algún inadaptado, por el motivo que sea. Como ser incomprendido, menos por cualquier persona de baja estatura, Arthur Fleck es el friki de la clase, la oveja negra, el sospechoso habitual, y como individuo extraño se extrapola a la rebelión de su opresiva sociedad, implosiona en un hermoso y poético caos, que bailará a la luz del fuego de la masacre y la destrucción. Cuando perdido ante su laberinto mental descubre una puerta donde hallará la herida y el misterio de su origen, haciéndole ver que fue herida sin cicatrizar, y que ahondará y se regocijará en el sufrimiento más intenso y mórbido que no sospechaba descubrir.
Si el humor es su delirio, es el humor más negro e incomprendido que sólo sus psicóticos aliados podrán asimilar y acompañar, en una necesaria sublevación, aunque las consecuencias demuestran que no es más que un dolor no curado, sino hurgado a lo largo de toda una vida. Su director hace clara alusión en su discurso televisivo a través de su marioneta (a la cual ama, y nos facilita amarla) su queja sobre la situación actual del humor, y su acoso y derribo por la continua ofensa de un gentío infantiloide sin sentido de autocrítica o parodia, que vomitan como cobardes en redes sociales, su necesidad de atención, el humor negro, es directamente vetado, y parecen ahondar en la imposición de un humor blanco que no sabemos cómo siquiera considerarlo humor, pero que algunos respetamos aunque no compartamos, situación que no se vive a la inversa. La censura ha vuelto, esta vez adelantando por la izquierda disfrazada no de payaso sino de progresismo. Si Joker es el destructor de lo políticamente correcto, tiene mi voto, aunque ello conlleve hacer arder una ciudad entera, no hay nada como el renacer del fuego. Joker no es más que el veneno que esta sociedad ha guardado en un pequeño frasco y dejado pudrirse sin mirarlo en el fondo del mueble, nadie lo ve, pero cuando algo sacude ese frasco y se destapa y empiezan a verlo, la cosa empieza a oler mal, muy mal. La cultura de la felicidad y el positivismo, que no permite hacernos sentir mal y sacar esa peste que todos llevamos dentro, esas necesarias fugas que descomprimen nuestra oscura esencia son las causantes de crear monstruos para luego vomitarles su odio, odio hacia sí mismos proyectados en el otro, y es que ya sabemos que es más fácil ver la paja en el ojo ajeno, que la viga en el propio.
Estamos frente a un film que cumple todas las expectativas con un Robert De Niro que homenajea a 'El Rey de la comedia' de Scorsese, en un Gotham muy New York de 'Taxi driver' con su psicópata personal, en un mundo pre-apocalíptico y siendo ambos jinetes abanderados del mejor de los desórdenes sociales, como desobediencia civil ante un ordenamiento social más que cuestionable y de un realismo épico, acompañado de una siniestra banda sonora a cargo de Hildur Guðnadóttir. Todd Phillips firma su primer drama y lo consolida como obra atemporal y magnánima que romperá corazones por un buen motivo, enamorarse de un Joker inmenso creado por un inmenso Joaquin Phoenix.
Para más críticasen instagram; @risard_egoteabsorbo
Nos hallamos delante de un film emocionalmente gótico, como su ciudad, lugar donde abunda la desigualdad y la pena, un sentimiento que abunda en ricos y pobres, pues la felicidad real es la común, ardua tarea para el ser humano. La constante humillación ante la que nos encontramos en esta desesperada historia que pide sacrificio o revolución, nos agarra de las entrañas para revisarnos en nuestros prejuicios más ocultos, quien más quien menos, ha sentido cierto desprecio por algún inadaptado, por el motivo que sea. Como ser incomprendido, menos por cualquier persona de baja estatura, Arthur Fleck es el friki de la clase, la oveja negra, el sospechoso habitual, y como individuo extraño se extrapola a la rebelión de su opresiva sociedad, implosiona en un hermoso y poético caos, que bailará a la luz del fuego de la masacre y la destrucción. Cuando perdido ante su laberinto mental descubre una puerta donde hallará la herida y el misterio de su origen, haciéndole ver que fue herida sin cicatrizar, y que ahondará y se regocijará en el sufrimiento más intenso y mórbido que no sospechaba descubrir.
Si el humor es su delirio, es el humor más negro e incomprendido que sólo sus psicóticos aliados podrán asimilar y acompañar, en una necesaria sublevación, aunque las consecuencias demuestran que no es más que un dolor no curado, sino hurgado a lo largo de toda una vida. Su director hace clara alusión en su discurso televisivo a través de su marioneta (a la cual ama, y nos facilita amarla) su queja sobre la situación actual del humor, y su acoso y derribo por la continua ofensa de un gentío infantiloide sin sentido de autocrítica o parodia, que vomitan como cobardes en redes sociales, su necesidad de atención, el humor negro, es directamente vetado, y parecen ahondar en la imposición de un humor blanco que no sabemos cómo siquiera considerarlo humor, pero que algunos respetamos aunque no compartamos, situación que no se vive a la inversa. La censura ha vuelto, esta vez adelantando por la izquierda disfrazada no de payaso sino de progresismo. Si Joker es el destructor de lo políticamente correcto, tiene mi voto, aunque ello conlleve hacer arder una ciudad entera, no hay nada como el renacer del fuego. Joker no es más que el veneno que esta sociedad ha guardado en un pequeño frasco y dejado pudrirse sin mirarlo en el fondo del mueble, nadie lo ve, pero cuando algo sacude ese frasco y se destapa y empiezan a verlo, la cosa empieza a oler mal, muy mal. La cultura de la felicidad y el positivismo, que no permite hacernos sentir mal y sacar esa peste que todos llevamos dentro, esas necesarias fugas que descomprimen nuestra oscura esencia son las causantes de crear monstruos para luego vomitarles su odio, odio hacia sí mismos proyectados en el otro, y es que ya sabemos que es más fácil ver la paja en el ojo ajeno, que la viga en el propio.
Estamos frente a un film que cumple todas las expectativas con un Robert De Niro que homenajea a 'El Rey de la comedia' de Scorsese, en un Gotham muy New York de 'Taxi driver' con su psicópata personal, en un mundo pre-apocalíptico y siendo ambos jinetes abanderados del mejor de los desórdenes sociales, como desobediencia civil ante un ordenamiento social más que cuestionable y de un realismo épico, acompañado de una siniestra banda sonora a cargo de Hildur Guðnadóttir. Todd Phillips firma su primer drama y lo consolida como obra atemporal y magnánima que romperá corazones por un buen motivo, enamorarse de un Joker inmenso creado por un inmenso Joaquin Phoenix.
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22 de enero de 2020
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El falo, o el faro, como simbología de lo sucedido en la tierra que vigila, allí donde dos hombres radicalizan su testosterona para combatir entre la madurez y la juventud, donde se perturbarán ante la fuerza más agresiva de la madre naturaleza, empoderada de enloquecer a los hombres y encarnándola en una hermosa sirena.
Robert Eggers se ha dejado llevar por el onirismo de Lynch, Bergman y el expresionismo alemán para encontrar su apasionante manera de contarnos la tormentosa relación de dos individuos total y absolutamente aislados. Robert Pattinson, (excelente) se enfrenta a su locura más lúgubre ambientada con una fotografía que profundiza en los sentidos y abraza el origen de horror clásico. Como si lo hubiera teñido el propio Melville o bautizado el mismo Hitchcock, Eggers consigue elevarse ante sus inspiradores autores recreando una atmosfera realmente hipnótica, que te invita a acompañar al protagonista en su locura enamorándote al mismo tiempo de ella.
La locura como expresión de instintos y potenciales intelectuales es el jugo de todo director que se presta a profundizar en la psique humana. Así como 'Cabeza borradora' nos encerraba en una más que funesta habitación, aquí nos encontramos con aire libre, y el mismo peligro. La luz del faro nos alude de alguna manera a la glándula pineal, donde el humano conecta consciente con subconsciente, y es donde el protagonista quiere lograr llegar, como icono del hombre que busca la respuesta del misterio de la vida. Aunque al mismo tiempo parece representar un falo donde al final se vislumbra el principio de la vida. No hay donde refugiarse, la espiral que atrapa las entrañas como hacen Aronofsky o Noe, son elegantilizadas aquí, con la misma sordidez y crudeza, pero de una forma más poética y onírica.
La autoridad del gran Dafoe, se implanta como la madurez y la hombría ante la juventud e inexperiencia de Pattinson y así provocar una reacción, ya sea de sumisión o rebeldía. Este conflicto reflejado a nivel familiar como la sucesión del hijo al padre, es uno de los más comunes en las relaciones tanto humanas como animales. El poder, el honor, el respeto, que cada individuo lucha por ganarse, independietemente de si la población es grande o pequeña, es un conflicto que existe en la raíz de nuestros vínculos. Si bien tiene grandes influencias conocidas que cualquier cinéfilo observará, la película no se empequeñece ante sus referentes, más bien los usa y se ensalza como la gran obra de arte que es.
Muchos no se dieron cuenta pero parece que Eggers quería que la película en sí, fuera una sirena, que según avanza el metraje te canta y te enamora. Luego te hace sufrir pero te gusta. Y luego terminas saliendo del cine entre obtuso y enamorado.
Para más críticas y recomendaciones en instagram; @risard_egoteabsorbo
Robert Eggers se ha dejado llevar por el onirismo de Lynch, Bergman y el expresionismo alemán para encontrar su apasionante manera de contarnos la tormentosa relación de dos individuos total y absolutamente aislados. Robert Pattinson, (excelente) se enfrenta a su locura más lúgubre ambientada con una fotografía que profundiza en los sentidos y abraza el origen de horror clásico. Como si lo hubiera teñido el propio Melville o bautizado el mismo Hitchcock, Eggers consigue elevarse ante sus inspiradores autores recreando una atmosfera realmente hipnótica, que te invita a acompañar al protagonista en su locura enamorándote al mismo tiempo de ella.
La locura como expresión de instintos y potenciales intelectuales es el jugo de todo director que se presta a profundizar en la psique humana. Así como 'Cabeza borradora' nos encerraba en una más que funesta habitación, aquí nos encontramos con aire libre, y el mismo peligro. La luz del faro nos alude de alguna manera a la glándula pineal, donde el humano conecta consciente con subconsciente, y es donde el protagonista quiere lograr llegar, como icono del hombre que busca la respuesta del misterio de la vida. Aunque al mismo tiempo parece representar un falo donde al final se vislumbra el principio de la vida. No hay donde refugiarse, la espiral que atrapa las entrañas como hacen Aronofsky o Noe, son elegantilizadas aquí, con la misma sordidez y crudeza, pero de una forma más poética y onírica.
La autoridad del gran Dafoe, se implanta como la madurez y la hombría ante la juventud e inexperiencia de Pattinson y así provocar una reacción, ya sea de sumisión o rebeldía. Este conflicto reflejado a nivel familiar como la sucesión del hijo al padre, es uno de los más comunes en las relaciones tanto humanas como animales. El poder, el honor, el respeto, que cada individuo lucha por ganarse, independietemente de si la población es grande o pequeña, es un conflicto que existe en la raíz de nuestros vínculos. Si bien tiene grandes influencias conocidas que cualquier cinéfilo observará, la película no se empequeñece ante sus referentes, más bien los usa y se ensalza como la gran obra de arte que es.
Muchos no se dieron cuenta pero parece que Eggers quería que la película en sí, fuera una sirena, que según avanza el metraje te canta y te enamora. Luego te hace sufrir pero te gusta. Y luego terminas saliendo del cine entre obtuso y enamorado.
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24 de noviembre de 2012
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida es magia, por mucho que la ciencia se empeñe en explicarla, hay un lado espiritual que sólo podemos conocer a través de los sentidos internos, como la intuición y la meditación. Estamos encerrados en un ciclo temporal, que no sabemos si es sólo físico, o tal vez pudiéramos controlarlo a nivel mental, para así, vivir eternamente. Bajo la premisa de que el espíritu es infinito, ¿quiere decir eso que si ese espíritu evoluciona lo suficiente puede manejar un mismo cuerpo físico eternamente? ¿Si evoluciona, necesita un cuerpo?¿Cómo podemos tomar una decisión radical ante las hipótesis sean cuales sean los resultados generales sin conocer las excepciones? Creo que ante todo la sabiduría se obtiene observando y meditando. La balanza entre ciencia y fe.
Cometemos un acto de fe creyendo ciegamente en pruebas no mostradas públicamente a la sociedad, meramente citadas en artículos de supuestos reputados científicos ¿Es la ciencia hegemónica un lugar donde encontrar conocimiento o dónde creer ciegamente en aquello que no podemos experimentar? Como citaba Marilyn Vos Savant, la comunidad científica actual se basa más en hechos no probados ni experimentados, ha hecho creer a la gente en lugar de hacer conocedora de la realidad en la que vive. ¿Si todo aquello que no puedes experimentar lo aceptas como ciencia, no es un tipo de religión, de fe ciega ante algo que te han contado? Sí, se llama cientificismo.
¿Física cuántica, espiritualidad, fe...? ¿Qué ocurre si fusionamos todas las materias? Tal vez encontremos un sentido más lógico, como un puzzle que encaja. Siempre hay pruebas y dificultades, la mayor de todas es el dogma, por ello, cada individuo, siendo consciente de sí mismo, rodeado de la naturaleza y aceptándose tal y como es, simplemente observándose, sin juicio castigador, tal vez en ese punto encontraría su esencia y su trabajo aquí, en este plano dimensional, en este paraíso o purgatorio, depende siempre del punto de vista de cada individuo. El hombre de Jerome Bixby, relator de una obra extensa en su proceso de desarrollo, pues le llevó casi seis décadas acabarlo, viaja a través del conocimiento de la eternidad, pero de lo únicamente vivido, y así acumula vivencias que lo llevarán a intentar comprender su origen, sin resultado alguno más que una experiencia empírica.
De presupuesto exiguo y textura de telefilm, esta estimulante historia invadió todos los ordenadores de los más apasionados del cine independiente y ciencia-ficción siendo una de las descargas más prolíficas de su época, siendo también el boca a boca de la década, como el film más interesante de los últimos años. El debate filosófico, biológico, religioso y antropológico es cuanto menos la conversación más excitante que un servidor vio en una obra cinematográfica, donde nos obliga a romper límites y creencias para vislumbrar un nuevo horizonte lleno de posibilidades.
Ha sido una de las mejorets experiencias cinematográficas que alguien con curiosidad de romper moldes puede tener, me alegra que aún haya mentes interesadas en contar grandes historias que te hacen reflexionar y dudar de todo, para así aprender que teniendo una mente abierta, y aprender las infinitas posibilidades de nuestra existencia. John Oldman, deja estupecfactos con sólidos argumentos a sus compañeros catedráticos sobre el dilema a plantear, desmonta y deconstruye una serie de afirmaciones asentadas ante cualquier estudio en cualquiera de sus materias más científicas para replantearles una realidad alternativa que hasta entonces desconocían posible, o más de un relato de ficción. Su severidad a la hora de transmitir el asunto a debatir es la raíz más fuerte que posee, psicológicamente hablando, pese a que luego arremeta con planteamientos que suman continuamente nuevas incertidumbres a los invitados. Por primera vez, decide romper el silencio ante semejante secreto, un secreto que quedará como un juego mental para algunos, un juego realmente estimulante, pero que a la vez ha llegado a producir crisis que desmoronaban mundos.
Estamos, sin presunción lo digo, ante una de las películas más inteligentes e interesantes de nuestra década, y me aventuro a decir que de la historia del cine. Se ha ganado gran respeto entre adeptos del géneros y amantes de films de profundidad filosófica y dialéctica. El productor Eric D. Wilkinson llegó a agradecer a los internautas la difusión no autorizada, pues fue el motor que la hizo despegar y convertirse en la obra de culto que hoy es.
Para más críticas en instagram: @risard_egoteabsorbo
Cometemos un acto de fe creyendo ciegamente en pruebas no mostradas públicamente a la sociedad, meramente citadas en artículos de supuestos reputados científicos ¿Es la ciencia hegemónica un lugar donde encontrar conocimiento o dónde creer ciegamente en aquello que no podemos experimentar? Como citaba Marilyn Vos Savant, la comunidad científica actual se basa más en hechos no probados ni experimentados, ha hecho creer a la gente en lugar de hacer conocedora de la realidad en la que vive. ¿Si todo aquello que no puedes experimentar lo aceptas como ciencia, no es un tipo de religión, de fe ciega ante algo que te han contado? Sí, se llama cientificismo.
¿Física cuántica, espiritualidad, fe...? ¿Qué ocurre si fusionamos todas las materias? Tal vez encontremos un sentido más lógico, como un puzzle que encaja. Siempre hay pruebas y dificultades, la mayor de todas es el dogma, por ello, cada individuo, siendo consciente de sí mismo, rodeado de la naturaleza y aceptándose tal y como es, simplemente observándose, sin juicio castigador, tal vez en ese punto encontraría su esencia y su trabajo aquí, en este plano dimensional, en este paraíso o purgatorio, depende siempre del punto de vista de cada individuo. El hombre de Jerome Bixby, relator de una obra extensa en su proceso de desarrollo, pues le llevó casi seis décadas acabarlo, viaja a través del conocimiento de la eternidad, pero de lo únicamente vivido, y así acumula vivencias que lo llevarán a intentar comprender su origen, sin resultado alguno más que una experiencia empírica.
De presupuesto exiguo y textura de telefilm, esta estimulante historia invadió todos los ordenadores de los más apasionados del cine independiente y ciencia-ficción siendo una de las descargas más prolíficas de su época, siendo también el boca a boca de la década, como el film más interesante de los últimos años. El debate filosófico, biológico, religioso y antropológico es cuanto menos la conversación más excitante que un servidor vio en una obra cinematográfica, donde nos obliga a romper límites y creencias para vislumbrar un nuevo horizonte lleno de posibilidades.
Ha sido una de las mejorets experiencias cinematográficas que alguien con curiosidad de romper moldes puede tener, me alegra que aún haya mentes interesadas en contar grandes historias que te hacen reflexionar y dudar de todo, para así aprender que teniendo una mente abierta, y aprender las infinitas posibilidades de nuestra existencia. John Oldman, deja estupecfactos con sólidos argumentos a sus compañeros catedráticos sobre el dilema a plantear, desmonta y deconstruye una serie de afirmaciones asentadas ante cualquier estudio en cualquiera de sus materias más científicas para replantearles una realidad alternativa que hasta entonces desconocían posible, o más de un relato de ficción. Su severidad a la hora de transmitir el asunto a debatir es la raíz más fuerte que posee, psicológicamente hablando, pese a que luego arremeta con planteamientos que suman continuamente nuevas incertidumbres a los invitados. Por primera vez, decide romper el silencio ante semejante secreto, un secreto que quedará como un juego mental para algunos, un juego realmente estimulante, pero que a la vez ha llegado a producir crisis que desmoronaban mundos.
Estamos, sin presunción lo digo, ante una de las películas más inteligentes e interesantes de nuestra década, y me aventuro a decir que de la historia del cine. Se ha ganado gran respeto entre adeptos del géneros y amantes de films de profundidad filosófica y dialéctica. El productor Eric D. Wilkinson llegó a agradecer a los internautas la difusión no autorizada, pues fue el motor que la hizo despegar y convertirse en la obra de culto que hoy es.
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25 de octubre de 2019
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando el señor Daldry se aventuró a contar una historia sobre un joven obligado a estudiar boxeo pero interesado en el ballet, en lucha contra una visión aburrida e impuesta de la masculinidad obrera, no tenía ni idea del impulso tan grande que iba a recibir su película, convirtiéndola en una pieza imprescindible para cualquier amante del cine y la danza, incluso llegando a ser nominada por la Academia en tres categorías en las que cabe destacar la mejor interpretación femenina secundaria de una enorme Julie Walters.
En época de huelga de lo mineros de una región de Durham en un 1984, Billy es un joven preadolescente que descubrirá su talento entre niñas y tutús. La visión de un niño estudiando danza es algo que mucha gente no tolera como positivo, la misma gente que menosprecia el arte y concretamente el arte de danzar. Ser minero debe ser muy duro, pero les aseguro que el entreno de un bailarín de ballet, también lo es, la única diferencia es que lo que uno pierde en salud, el otro la gana, creando un cuerpo esbelto y hermoso de admirar, con unas capacidades inagotables. La imposición de una supuesa masculinidad, más correctamente definida como rudeza, ante el desarrollo de un joven con necesidades artísticas no hacen más que frenar y frustrar lo que ese niño ha venido a hacer, ser feliz. Algunos son felices escribiendo, otros dibujando, otros trabajando la madera, y otros sencillamente bailando. La felicidad de un ser humano no depende de las construcciones sociales que son impuestas por sistemas religiosos que se sirven de explotar al ser humano para enriquecerse, la felicidad es algo momentáneo que se encuentra en aquello que haces con paz, facilidad y armonía con tu ser.
La vida de Billy no es abundantemente rica, pero gracias a su clandestina profesora hallará la manera de explotar su mejor don. Un padre con creencias impuestas de una sociedad homófoba descubrirá que no es la vida como nos la han contado, que nada tiene que ver la orientación sexual con las capacidades físicas o intelectuales de cada uno, y que el amor por un hijo, está por encima de cualquier creencia. Este film no tira de falsas emotividades, es honesto y claro en su planteamiento, sincero y transparente, sin jugar a hacernos sacar la lágrima fácil, sale, pero sale sola, sin forzar ni manipularnos. Stephen Daldry firma su ópera prima con maestría y pulso firme que se ha hecho ya un hueco en lo hitos del cine.
Para más críticas en instagram; @risard_egoteabsorbo
En época de huelga de lo mineros de una región de Durham en un 1984, Billy es un joven preadolescente que descubrirá su talento entre niñas y tutús. La visión de un niño estudiando danza es algo que mucha gente no tolera como positivo, la misma gente que menosprecia el arte y concretamente el arte de danzar. Ser minero debe ser muy duro, pero les aseguro que el entreno de un bailarín de ballet, también lo es, la única diferencia es que lo que uno pierde en salud, el otro la gana, creando un cuerpo esbelto y hermoso de admirar, con unas capacidades inagotables. La imposición de una supuesa masculinidad, más correctamente definida como rudeza, ante el desarrollo de un joven con necesidades artísticas no hacen más que frenar y frustrar lo que ese niño ha venido a hacer, ser feliz. Algunos son felices escribiendo, otros dibujando, otros trabajando la madera, y otros sencillamente bailando. La felicidad de un ser humano no depende de las construcciones sociales que son impuestas por sistemas religiosos que se sirven de explotar al ser humano para enriquecerse, la felicidad es algo momentáneo que se encuentra en aquello que haces con paz, facilidad y armonía con tu ser.
La vida de Billy no es abundantemente rica, pero gracias a su clandestina profesora hallará la manera de explotar su mejor don. Un padre con creencias impuestas de una sociedad homófoba descubrirá que no es la vida como nos la han contado, que nada tiene que ver la orientación sexual con las capacidades físicas o intelectuales de cada uno, y que el amor por un hijo, está por encima de cualquier creencia. Este film no tira de falsas emotividades, es honesto y claro en su planteamiento, sincero y transparente, sin jugar a hacernos sacar la lágrima fácil, sale, pero sale sola, sin forzar ni manipularnos. Stephen Daldry firma su ópera prima con maestría y pulso firme que se ha hecho ya un hueco en lo hitos del cine.
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29 de agosto de 2019
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia de este insumergible titán ha marcado tanto la historia de la humanidad que aun a día de hoy impacta a quien la descubre. Baker dirige de forma más que correcta esta hermosa aunque trágica visión de los hechos. Pese a poder asustarse ante la magnitud del evento, no titubea y rueda con confianza lo que ha dejado como legado de una obra que merece ser recordada, pues ante los escasos efectos especiales de la época la historia consigue flotar con el paso de los años, eso sí, a la sombra de la versión del 97.
Tal vez lo único decepcionante es la falta de inversión en esos mismos efectos citados anteriormente que habrían hecho un poco más espectacular este gran y respetuoso film, que mejora las intenciones de su predecesora "El hundimiento del Titanic". Con soltura narratividad, influencia clara de la versión de James Cameron y un clasicismo típicamente británico aclaran que es lo más fiel posible a los hechos reales. Infravalorada allá por donde uno vaya a leer sobre ella, aunque la película habla por sí misma en cuanto a calidad se refiere. Su elegancia y finura, tal vez en exceso, hace que no podamos obviar cierta falta de calidad interpretativa por parte de sus protagonistas, que pese a ello hacen un correcto aunque nada destacable trabajo. Baker consigue dejar buen recuerdo y sabor de boca pese a que de una tragedia se trate, cinematográficamente hablando se ha ganado mi aplauso y mi suma a mi lista de películas que han de estar en mi colección.
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Tal vez lo único decepcionante es la falta de inversión en esos mismos efectos citados anteriormente que habrían hecho un poco más espectacular este gran y respetuoso film, que mejora las intenciones de su predecesora "El hundimiento del Titanic". Con soltura narratividad, influencia clara de la versión de James Cameron y un clasicismo típicamente británico aclaran que es lo más fiel posible a los hechos reales. Infravalorada allá por donde uno vaya a leer sobre ella, aunque la película habla por sí misma en cuanto a calidad se refiere. Su elegancia y finura, tal vez en exceso, hace que no podamos obviar cierta falta de calidad interpretativa por parte de sus protagonistas, que pese a ello hacen un correcto aunque nada destacable trabajo. Baker consigue dejar buen recuerdo y sabor de boca pese a que de una tragedia se trate, cinematográficamente hablando se ha ganado mi aplauso y mi suma a mi lista de películas que han de estar en mi colección.
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