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Críticas ordenadas por utilidad
24 de enero de 2008
127 de 188 usuarios han encontrado esta crítica útil
No acostumbro a realizar críticas sobre películas visionadas, ya que considero que mi punto de vista puede distar de largo la concepción global del resto de espectadores. Sin embargo, en el caso de esta película no puedo sino hacer una excepción, dado el abismo entre lo que la estadística reza en su nota y mi opinión sobre la película en sí.
Cierto es que el ritmo general del film acompaña un ambiente rural en el que el tiempo se subjetiviza ralentizándose, pero este ritmo se encuentra claramente desacompasado en los distintos tramos de la película: escenas eternas intranscendentes para el guión y saltos de velocidad incomprensibles en momentos claves de la película...
Respecto a la habilidad aquí comentada de los planos diseñados por el director, concuerdo con la idea de las grandes muestras de enfoques íntimos maestros (la vela, los contraplanos en la cama...). En cambio nos topamos luego con determinados planos exteriores en los que el cámara se encuentra perdido y es incapaz de seguir adecuadamente a los personajes (sirva como ejemplo una de las veces en las que Ana visita la casa y el pozo, en las que la cámara dubita hasta tres veces descentrando gravemente la escena)
No puedo hablar de sobrevaloración si es un 8 la nota que la inmensa mayoría de los votantes le ha otorgado, más bien he de pensar que afronté la película con cierto escepticismo que no me permitió disfrutar los detalles escondidos de ésta; pero ciertamente la película es soporíferamente monótona salvándose sólo la inteligencia de los guionistas en ciertas elipsis argumentales en forma de supresión de diálogos y el increíble papel de Ana Torrent.
Cierto es que el ritmo general del film acompaña un ambiente rural en el que el tiempo se subjetiviza ralentizándose, pero este ritmo se encuentra claramente desacompasado en los distintos tramos de la película: escenas eternas intranscendentes para el guión y saltos de velocidad incomprensibles en momentos claves de la película...
Respecto a la habilidad aquí comentada de los planos diseñados por el director, concuerdo con la idea de las grandes muestras de enfoques íntimos maestros (la vela, los contraplanos en la cama...). En cambio nos topamos luego con determinados planos exteriores en los que el cámara se encuentra perdido y es incapaz de seguir adecuadamente a los personajes (sirva como ejemplo una de las veces en las que Ana visita la casa y el pozo, en las que la cámara dubita hasta tres veces descentrando gravemente la escena)
No puedo hablar de sobrevaloración si es un 8 la nota que la inmensa mayoría de los votantes le ha otorgado, más bien he de pensar que afronté la película con cierto escepticismo que no me permitió disfrutar los detalles escondidos de ésta; pero ciertamente la película es soporíferamente monótona salvándose sólo la inteligencia de los guionistas en ciertas elipsis argumentales en forma de supresión de diálogos y el increíble papel de Ana Torrent.
12 de octubre de 2008
16 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
He sido ordenado sacerdote dudeísta y solo bebo rusos blancos, he tarareado cientos de veces "Man of Constant Sorrow", he sido cautivado por la genial retórica de Hanks en Ladykillers, he sufrido lo indecible una y otra vez con McDormand en Fargo, he temblado con morbosa inquietud cada vez que el flequillo del Bardem vibraba al abrirse su bombona... y en consecuencia he ido ilusionado esta misma tarde a un cine que no pisaba desde "No es país para viejos", con una excitación pre-película que solo esta pareja de enormes hermanos es capaz de despertar en mí...
Y he subido tan alto que el golpetazo con el suelo ha sido monumental.
No, señores Coen, no.
Dos mentes privilegiadas como las vuestras no pueden necesitar de Brad Pitt haciendo el mono para arrancar carcajadas del público; tan poderoso tándem no puede rodar un film tan desacompasado e irregular y dejar tan indiferente al espectador... incluso aquél al que ya antes de salir los créditos teníais rendido a vuestros pies.
Primera media hora de película totalmente prescindible y una vez metidos de lleno en materia se echa de menos esa marcha de más que hace los films de los Coen irrepetibles, extraordinarios.
No negaré que, a cuentagotas, se puede vislumbrar lo que pudo ser y no es, como en las dos apariciones de J.K. Simmons o en la maestría a la que nos tiene acostumbrados el inigualable John Malkovich, incluso en la notable actuacion de Frances McDormand y el desglose de su personaje atormentado por la idea de la soledad, pero en el cómputo global la película carece del ritmo habitual de los Coen, entorpecido por un vulgar Clooney, necesario por otro lado a la hora de captar la atención femenina pero incapaz de trasmitir ningún sentimiento.
Cierto es que la satisfacción final es la diferencia entre las expectativas previas y la gratificación obtenida, y que siendo las primeras tan grandes es imposible que la resta acabe con resultado positivo.
Dejaremos "Quemar después de leer" como un entretenimiento entreactos, y aguardaremos más objetivamente el regreso de los mejores Coen.
Y he subido tan alto que el golpetazo con el suelo ha sido monumental.
No, señores Coen, no.
Dos mentes privilegiadas como las vuestras no pueden necesitar de Brad Pitt haciendo el mono para arrancar carcajadas del público; tan poderoso tándem no puede rodar un film tan desacompasado e irregular y dejar tan indiferente al espectador... incluso aquél al que ya antes de salir los créditos teníais rendido a vuestros pies.
Primera media hora de película totalmente prescindible y una vez metidos de lleno en materia se echa de menos esa marcha de más que hace los films de los Coen irrepetibles, extraordinarios.
No negaré que, a cuentagotas, se puede vislumbrar lo que pudo ser y no es, como en las dos apariciones de J.K. Simmons o en la maestría a la que nos tiene acostumbrados el inigualable John Malkovich, incluso en la notable actuacion de Frances McDormand y el desglose de su personaje atormentado por la idea de la soledad, pero en el cómputo global la película carece del ritmo habitual de los Coen, entorpecido por un vulgar Clooney, necesario por otro lado a la hora de captar la atención femenina pero incapaz de trasmitir ningún sentimiento.
Cierto es que la satisfacción final es la diferencia entre las expectativas previas y la gratificación obtenida, y que siendo las primeras tan grandes es imposible que la resta acabe con resultado positivo.
Dejaremos "Quemar después de leer" como un entretenimiento entreactos, y aguardaremos más objetivamente el regreso de los mejores Coen.
17 de febrero de 2010
13 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
- Cómo te captura Doctor Zhivago en su primera hora no es difícil de explicar: maravillosa fotografía y paisajes, planos fascinantes, juegos de luces y de cámara, una melodía que merece cuanto menos una sonrisa, una acción trepidante, una recreación histórica increíble... El señor Lean se queda bien a gusto deleitando al espectador con una obra que respira épica desde el primer minuto. Pese a la fama de obra maestra que le precede (y que en tantas ocasiones resulta perjudicial para el goce de una película), uno no puede sino rendirse a los encantos soviéticos y apagar la calefacción para sumergirse de lleno en una historia prometedora...
- Cómo se diluye Doctor Zhivago en las siguientes dos es algo incomprensible: la historia principal de amor se convierte en una abrupta sucesión de situaciones (en extremo azarosas en un país tan chico como el ruso) sin orden ni concierto, sin emoción palpable; la prometedora remontada del film con el estallido definitivo de la revolución queda en un vacío inexplicable. La sencillez y crueldad con la que se retratan determinadas escenas realmente conmovedoras de la bipolarización social y el intercambio de poderes contrastan de forma asombrosa con la indiferencia con la que se presentan tantas otras imposibles de rodar con mayor torpeza y frialdad.
Todo, desde luego, es una opinión, pero fastidia acabar decepcionado tras ganar ajustado lo que debió ser goleada...
- Cómo se diluye Doctor Zhivago en las siguientes dos es algo incomprensible: la historia principal de amor se convierte en una abrupta sucesión de situaciones (en extremo azarosas en un país tan chico como el ruso) sin orden ni concierto, sin emoción palpable; la prometedora remontada del film con el estallido definitivo de la revolución queda en un vacío inexplicable. La sencillez y crueldad con la que se retratan determinadas escenas realmente conmovedoras de la bipolarización social y el intercambio de poderes contrastan de forma asombrosa con la indiferencia con la que se presentan tantas otras imposibles de rodar con mayor torpeza y frialdad.
Todo, desde luego, es una opinión, pero fastidia acabar decepcionado tras ganar ajustado lo que debió ser goleada...
22 de octubre de 2009
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Reflejos, distorsiones...
Cristales atravesados por una luz que lleva consigo los más nobles sentimientos, las más bajas acciones y los más humanos deseos.
Para qué ver una película tan tan larga si el final va escrito en el título, qué sentido tienen esos interminables diálogos, tanto plano fetichista, tanta lentitud en el tiempo, en la música... La respuesta es sencilla: para respirar un cine en extinción, anulado por el afán de lo inmediato, por el deseo de engullir todo cuanto quepa en un segundo sin saborearlo...
Y tras las ventanas aparecen pasiones y anhelos, miedos y soberbia, a ritmo del más lento (y dulce) vals, para que a cada compás se le permita ser disfrutado como el que más, hasta que deje de importar si se conoce o no el final. No es el destino lo que importa, sino gozar de cada paso en el camino. Todo tiene cabida en él, y todos nos hemos sentido amenazados, orgullosos, prepotentes o infantiles en algún momento.
Y quien diga que no, miente.
Y quien diga que no, es un cobarde...
Cristales atravesados por una luz que lleva consigo los más nobles sentimientos, las más bajas acciones y los más humanos deseos.
Para qué ver una película tan tan larga si el final va escrito en el título, qué sentido tienen esos interminables diálogos, tanto plano fetichista, tanta lentitud en el tiempo, en la música... La respuesta es sencilla: para respirar un cine en extinción, anulado por el afán de lo inmediato, por el deseo de engullir todo cuanto quepa en un segundo sin saborearlo...
Y tras las ventanas aparecen pasiones y anhelos, miedos y soberbia, a ritmo del más lento (y dulce) vals, para que a cada compás se le permita ser disfrutado como el que más, hasta que deje de importar si se conoce o no el final. No es el destino lo que importa, sino gozar de cada paso en el camino. Todo tiene cabida en él, y todos nos hemos sentido amenazados, orgullosos, prepotentes o infantiles en algún momento.
Y quien diga que no, miente.
Y quien diga que no, es un cobarde...
18 de octubre de 2008
2 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mis escasos acercamientos al cine asiático se habían saldado siempre con más pena que gloria, y por ello sigo sin comprender como motu propio me planté solo ante el peligro con una película de esta nacionalidad, este protagonista y este título.
Pero lo hice, y mis sentidos fueron cautivados desde el primer fotograma, en una sucesión imparable de belleza. Una bola de nieve de armonía y perfección que crecía a cada nueva escena repleta de movimientos imposibles y planos magistrales. No importaba si las espadas chocaban más de lo debido, si la cámara se ralentizaba hasta la extenuación, cada segundo es saboreado con la ilusión de que no sea el último.
Colores, colores, los más bellos fuegos de artificio de marco a una leyenda que sorprende no por la originalidad de su fondo, sino por lo sorpresivo de su tratamiento, por lo cautivador de su exotismo y por la profundidad de cada personaje.
Colores, colores, con precisión caligráfica, en planos oníricos, aderezados por breves reflexiones filosóficas lejos del "Confuncio Style" tópico de otras producciones y por duelos a espada radicalmente opuestos a la toña por la toña.
Altisimamente recomendable hasta para los escépticos del cine marcial oriental...
Pero lo hice, y mis sentidos fueron cautivados desde el primer fotograma, en una sucesión imparable de belleza. Una bola de nieve de armonía y perfección que crecía a cada nueva escena repleta de movimientos imposibles y planos magistrales. No importaba si las espadas chocaban más de lo debido, si la cámara se ralentizaba hasta la extenuación, cada segundo es saboreado con la ilusión de que no sea el último.
Colores, colores, los más bellos fuegos de artificio de marco a una leyenda que sorprende no por la originalidad de su fondo, sino por lo sorpresivo de su tratamiento, por lo cautivador de su exotismo y por la profundidad de cada personaje.
Colores, colores, con precisión caligráfica, en planos oníricos, aderezados por breves reflexiones filosóficas lejos del "Confuncio Style" tópico de otras producciones y por duelos a espada radicalmente opuestos a la toña por la toña.
Altisimamente recomendable hasta para los escépticos del cine marcial oriental...
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