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Críticas ordenadas por utilidad
24 de junio de 2014
46 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
Borgman fue galardonada con el premio a la mejor película en el festival de Sitges (2013), relevando a Holly Motors (2012). Ambas son películas extrañas, tienen dobles lecturas y una gran dosis de surrealismo. Sin embargo, Borgman es mucho más accesible y disfrutable.
Esto no quiere decir que sea una obra liviana o de fácil visionado, pero sí que al menos se encuentra conectada por un hilo argumental claro. Su apariencia es sencilla, pero su significado no lo es tanto. Dependiendo del espectador, Borgman será un thriller político que enfrenta a burgueses y clase obrera, una historia de vampiros o una comedia, y las tres hipótesis podrán ser suficientemente argumentadas. Es este uno de los puntos fuertes de la película, su equilibrio entre ambigüedad y explicitud.
De la misma manera, es reseñable la mezcla de lo cotidiano y lo sobrenatural, de lo rutinario y lo onírico, dando un resultado desconcertante, perturbador en muchas ocasiones.
Se ha descrito a Borgman como una obra fría, algo que no creo que sea del todo correcto. Lo que ocurre es que las acciones más brutales, así como las más extraordinarias (entendamos por extraordinario aquello que no es normal) están narradas como si formaran parte de esa cotidianeidad. Lo terrenal y lo sobrenatural se solapa, sin dar más importancia a una de las dos. Es quizá esta normalidad con la que se afronta la historia lo más inquietante.
Es Borgman, por tanto, una película extraña y sugestiva, que desesperará al público que espere respuestas claras. El director y guionista holandés Alex van Warmerdam, quien también se reserva un papel en la película (y otro a su esposa), huye de cualquier explicación oficial, dejando al espectador la reconstrucción de lo que ha visto, y su interpretación final.
Por el camino, humor negro, surrealismo, crítica social, un estilo muy europeo, y unas buenas interpretaciones.
El Cine en la Sombra
http://www.elcineenlasombra.com/
Esto no quiere decir que sea una obra liviana o de fácil visionado, pero sí que al menos se encuentra conectada por un hilo argumental claro. Su apariencia es sencilla, pero su significado no lo es tanto. Dependiendo del espectador, Borgman será un thriller político que enfrenta a burgueses y clase obrera, una historia de vampiros o una comedia, y las tres hipótesis podrán ser suficientemente argumentadas. Es este uno de los puntos fuertes de la película, su equilibrio entre ambigüedad y explicitud.
De la misma manera, es reseñable la mezcla de lo cotidiano y lo sobrenatural, de lo rutinario y lo onírico, dando un resultado desconcertante, perturbador en muchas ocasiones.
Se ha descrito a Borgman como una obra fría, algo que no creo que sea del todo correcto. Lo que ocurre es que las acciones más brutales, así como las más extraordinarias (entendamos por extraordinario aquello que no es normal) están narradas como si formaran parte de esa cotidianeidad. Lo terrenal y lo sobrenatural se solapa, sin dar más importancia a una de las dos. Es quizá esta normalidad con la que se afronta la historia lo más inquietante.
Es Borgman, por tanto, una película extraña y sugestiva, que desesperará al público que espere respuestas claras. El director y guionista holandés Alex van Warmerdam, quien también se reserva un papel en la película (y otro a su esposa), huye de cualquier explicación oficial, dejando al espectador la reconstrucción de lo que ha visto, y su interpretación final.
Por el camino, humor negro, surrealismo, crítica social, un estilo muy europeo, y unas buenas interpretaciones.
El Cine en la Sombra
http://www.elcineenlasombra.com/
22 de junio de 2012
31 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Una historia cursi y babosa de amor y adulterio. Te pone enfermo a los diez minutos y dura dos horas”, “recital de lugares comunes, ripios absurdos y miradas al cielo, melodías indies, personajes inmaduros y grandes frases para el olvido”. Con estás valoraciones en mente, provenientes de dos críticos de enorme prestigio, me presenté a ver esta película. Uno, que a veces hace cosas que no se explican…
El comienzo no pudo ser más aterrador. Cada palabra descrita anteriormente se ajustaba a las imágenes que desfilaban por la pantalla con una perfección milimétrica. Los primeros minutos se me antojaron torpes, con unos diálogos que buscando el ingenio, se percibían artificiales y absurdos, con imágenes que pretendían transmitir emociones y solo mostraban a personajes superficiales.
Creo que estos dos críticos debieron quedarse dormidos y no vieron el resto. O quizá, muy probablemente, los prejuicios instalados en estos primeros compases les impidieron disfrutar del film.
Pues a partir de aquí, Take This Waltz parece sacudirse la pereza y empezar a contar una historia que si bien es cierto que no es original, si que está tratada de forma muy emotiva, que no melodramática.
Sarah Polley dirige aquí su segunda película tras Lejos de ella, con la que además estuvo nominada al Óscar al mejor guión adaptado. Su dirección agarra con fuerza la influencia del cine de Isabel Coixet, con quien ha trabajado en dos ocasiones como actriz en la genial Mi vida sin mí, y la notable La vida secreta de las palabras (en ambos casos como protagonista).
Se trata de una película cambiante, no sólo en cuanto a su interés y calidad, sino también en cuanto al género en el que se sitúa. Comienza como una comedia romántica, y poco a poco va virando hacia el drama, parte en mi opinión más conseguida.
La dirección es sencilla (salvo ciertas licencias que la directora se permite), aunque sí puede abusar de la música en ciertos tramos. Los colores están muy saturados, una decisión acorde a la primera mitad del film donde la comedia es la clave dominante.
Estoy de acuerdo en que los personajes son inmaduros (no todos). La protagonista lo es, pero no considero esto un defecto del film, sino que es un rasgo del personaje. De echo, Take This Waltz trata en gran parte de esto. De la inmadurez de una sociedad que busca el enamoramiento continuado y sostenido, de la tragedia de una sociedad en la que las parejas son destruidas de forma rutinaria debido a una idea equivocada del amor.
¿Es esto nuevo? No lo es. Pero es interesante que de vez en cuando nos lo recuerden.
El comienzo no pudo ser más aterrador. Cada palabra descrita anteriormente se ajustaba a las imágenes que desfilaban por la pantalla con una perfección milimétrica. Los primeros minutos se me antojaron torpes, con unos diálogos que buscando el ingenio, se percibían artificiales y absurdos, con imágenes que pretendían transmitir emociones y solo mostraban a personajes superficiales.
Creo que estos dos críticos debieron quedarse dormidos y no vieron el resto. O quizá, muy probablemente, los prejuicios instalados en estos primeros compases les impidieron disfrutar del film.
Pues a partir de aquí, Take This Waltz parece sacudirse la pereza y empezar a contar una historia que si bien es cierto que no es original, si que está tratada de forma muy emotiva, que no melodramática.
Sarah Polley dirige aquí su segunda película tras Lejos de ella, con la que además estuvo nominada al Óscar al mejor guión adaptado. Su dirección agarra con fuerza la influencia del cine de Isabel Coixet, con quien ha trabajado en dos ocasiones como actriz en la genial Mi vida sin mí, y la notable La vida secreta de las palabras (en ambos casos como protagonista).
Se trata de una película cambiante, no sólo en cuanto a su interés y calidad, sino también en cuanto al género en el que se sitúa. Comienza como una comedia romántica, y poco a poco va virando hacia el drama, parte en mi opinión más conseguida.
La dirección es sencilla (salvo ciertas licencias que la directora se permite), aunque sí puede abusar de la música en ciertos tramos. Los colores están muy saturados, una decisión acorde a la primera mitad del film donde la comedia es la clave dominante.
Estoy de acuerdo en que los personajes son inmaduros (no todos). La protagonista lo es, pero no considero esto un defecto del film, sino que es un rasgo del personaje. De echo, Take This Waltz trata en gran parte de esto. De la inmadurez de una sociedad que busca el enamoramiento continuado y sostenido, de la tragedia de una sociedad en la que las parejas son destruidas de forma rutinaria debido a una idea equivocada del amor.
¿Es esto nuevo? No lo es. Pero es interesante que de vez en cuando nos lo recuerden.
22 de junio de 2012
63 de 102 usuarios han encontrado esta crítica útil
American History X es una película mediocre.
Sus virtudes como producto entretenido y potente están fuera de toda duda. Pero es esta también una película fácil, tramposa, simplista y plana. No la considero una mala película, pero desde luego no estoy ni de lejos de acuerdo con las alabanzas que público y crítica le han dirigido.
Lo mejor de la cinta viene de manos de Edward Norton, un actor con un talento gigantesco, tanto para la interpretación, como para la elección errónea de sus papeles. Desde que se diera a conocer al mundo con su asombrosa interpretación en Las dos caras de la verdad (donde también se convierte en el eje que sostiene la película), tan sólo ha encarnado a un par de personajes de verdad interesantes (en El club de la lucha, y La última noche).
En American History X realiza una interpretación memorable, pero la película no lo acompaña.
El director es Tony Kaye, quien venía de hacer trabajos en publicidad y videoclips. Esta era su primera película, y su escasa experiencia tras las cámaras intenta ser camuflada bajo recursos que aportan escaso valor a la historia como son el uso del blanco y negro y la utilización de la cámara lenta. Ninguno de sus posteriores trabajos ha sido recibido de manera positiva.
American History X se acerca peligrosamente al terreno del telefilm. Sus recursos para obviar esto ya los hemos nombrado, y su tendencia hacia el melodrama, la lágrima fácil, y las emociones artificiosas es propio de productos destinados a la sobremesa televisiva.
Todos (miento, casi todos) sabemos que la cultura del nazismo, basada en la violencia de una raza supuestamente superior sobre las demás, es detestable y dañina, incluso para quien la adopta. Pero, ¿qué más nos ofrece esta película? Yo, perdonad, no veo gran cosa. ¿Qué el odio genera más odio? Me parece obvio.
Si que veo algo de interés en cierta polémica suscitada entorno a las escenas en las que Edward Norton exhibe todo su odio y toda su fuerza, aquellas en las que hace uso de la violencia. Estas han sido las escenas más alabadas del film, y son realmente potentes. Aunque da que pensar que los momentos “preferidos” del público sean precisamente aquellos en los que lleva a cabo los actos más detestables.
Esto viene dado por la sensación de poder que desprende el personaje durante esta parte del metraje. El poder ejerce atracción, y en ese momento el protagonista tiene muchísimo. No nos olvidemos que está en “guerra” contra alguien que no lo está.
Y por supuesto, hay que hablar de American History X como una película tremendamente tramposa. Dos de los momentos clave del film se me antojan injustificados. El primero tiene que ver con la reconversión del personaje interpretado por Edward Norton. Demasiado fácil. Esas cosas pueden suceder y suceden, pero siempre hay más obstáculos personales de los que se muestran.
Continúa en el spoiler por falta de espacio, no desvelo nada...
Sus virtudes como producto entretenido y potente están fuera de toda duda. Pero es esta también una película fácil, tramposa, simplista y plana. No la considero una mala película, pero desde luego no estoy ni de lejos de acuerdo con las alabanzas que público y crítica le han dirigido.
Lo mejor de la cinta viene de manos de Edward Norton, un actor con un talento gigantesco, tanto para la interpretación, como para la elección errónea de sus papeles. Desde que se diera a conocer al mundo con su asombrosa interpretación en Las dos caras de la verdad (donde también se convierte en el eje que sostiene la película), tan sólo ha encarnado a un par de personajes de verdad interesantes (en El club de la lucha, y La última noche).
En American History X realiza una interpretación memorable, pero la película no lo acompaña.
El director es Tony Kaye, quien venía de hacer trabajos en publicidad y videoclips. Esta era su primera película, y su escasa experiencia tras las cámaras intenta ser camuflada bajo recursos que aportan escaso valor a la historia como son el uso del blanco y negro y la utilización de la cámara lenta. Ninguno de sus posteriores trabajos ha sido recibido de manera positiva.
American History X se acerca peligrosamente al terreno del telefilm. Sus recursos para obviar esto ya los hemos nombrado, y su tendencia hacia el melodrama, la lágrima fácil, y las emociones artificiosas es propio de productos destinados a la sobremesa televisiva.
Todos (miento, casi todos) sabemos que la cultura del nazismo, basada en la violencia de una raza supuestamente superior sobre las demás, es detestable y dañina, incluso para quien la adopta. Pero, ¿qué más nos ofrece esta película? Yo, perdonad, no veo gran cosa. ¿Qué el odio genera más odio? Me parece obvio.
Si que veo algo de interés en cierta polémica suscitada entorno a las escenas en las que Edward Norton exhibe todo su odio y toda su fuerza, aquellas en las que hace uso de la violencia. Estas han sido las escenas más alabadas del film, y son realmente potentes. Aunque da que pensar que los momentos “preferidos” del público sean precisamente aquellos en los que lleva a cabo los actos más detestables.
Esto viene dado por la sensación de poder que desprende el personaje durante esta parte del metraje. El poder ejerce atracción, y en ese momento el protagonista tiene muchísimo. No nos olvidemos que está en “guerra” contra alguien que no lo está.
Y por supuesto, hay que hablar de American History X como una película tremendamente tramposa. Dos de los momentos clave del film se me antojan injustificados. El primero tiene que ver con la reconversión del personaje interpretado por Edward Norton. Demasiado fácil. Esas cosas pueden suceder y suceden, pero siempre hay más obstáculos personales de los que se muestran.
Continúa en el spoiler por falta de espacio, no desvelo nada...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
5 de junio de 2014
23 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Amanece en Edimburgo es la adaptación al cine de una obra de teatro musical muy exitosa en Gran Bretaña, cuyas canciones están extraídas de un grupo escocés llamado The Proclaimers.
Algunas sinopsis hablan de dos chicos que vuelven de la guerra de Afganistán, y deberán adaptarse de nuevo a la vida que dejaron atrás. Sin embargo, esto puede llevar al espectador a confundirse respecto a la película que va a ver, puesto que la historia se centra en una familia, y narra las relaciones amorosas de sus componentes. De esta forma, tenemos tres lineas argumentales: la que componen el padre y la madre, y las de sus dos hijos con sus respectivas parejas.
Por tanto, Amanece en Edimburgo no es una película bélica, ni un drama psicológico. Se trata más bien de un musical bastante clásico y ligero con algunas actualizaciones temáticas: aparece la guerra de Afganistán, y se remarca la distancia como un problema amoroso cada vez más extendido en un mundo globalizado.
Las canciones son pegadizas, divertidas y agradables, y a pesar de no estar demasiado integradas en la historia, sí que la hacen avanzar.
Los actores (con el magnífico Peter Mullan a la cabeza) realizan un buen trabajo. Se muestran naturales a lo largo de todo el metraje y divertidos en los momentos musicales. Algunas de las voces son sobresalientes.
El director de fotografía saca provecho de una ciudad hermosa y con enorme encanto, haciendo unos estupendos planos generales y aéreos.
Así, podemos decir que Amanece en Edimburgo es una película fresca, muy entretenida y bañada de buena música, en la que sin embargo abundan los tópicos (sobre todo extraídos de la comedia romántica) y se cimenta en una estructura demasiado clásica.
El Cine en la Sombra
http://www.elcineenlasombra.com/
Algunas sinopsis hablan de dos chicos que vuelven de la guerra de Afganistán, y deberán adaptarse de nuevo a la vida que dejaron atrás. Sin embargo, esto puede llevar al espectador a confundirse respecto a la película que va a ver, puesto que la historia se centra en una familia, y narra las relaciones amorosas de sus componentes. De esta forma, tenemos tres lineas argumentales: la que componen el padre y la madre, y las de sus dos hijos con sus respectivas parejas.
Por tanto, Amanece en Edimburgo no es una película bélica, ni un drama psicológico. Se trata más bien de un musical bastante clásico y ligero con algunas actualizaciones temáticas: aparece la guerra de Afganistán, y se remarca la distancia como un problema amoroso cada vez más extendido en un mundo globalizado.
Las canciones son pegadizas, divertidas y agradables, y a pesar de no estar demasiado integradas en la historia, sí que la hacen avanzar.
Los actores (con el magnífico Peter Mullan a la cabeza) realizan un buen trabajo. Se muestran naturales a lo largo de todo el metraje y divertidos en los momentos musicales. Algunas de las voces son sobresalientes.
El director de fotografía saca provecho de una ciudad hermosa y con enorme encanto, haciendo unos estupendos planos generales y aéreos.
Así, podemos decir que Amanece en Edimburgo es una película fresca, muy entretenida y bañada de buena música, en la que sin embargo abundan los tópicos (sobre todo extraídos de la comedia romántica) y se cimenta en una estructura demasiado clásica.
El Cine en la Sombra
http://www.elcineenlasombra.com/
12 de junio de 2014
24 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
The Bag Man es la primera película de David Grovic. Se trata de un thriller bizarro, por momentos confuso e inverosímil, que está siendo apaleado por la crítica. Y es que la nueva película de John Cusack y Robert de Niro buena, lo que se dice buena, no es. De hecho, no creo que en ningún momento pretenda serlo. Pero es un trabajo tan pasado de rosca que, al menos a mí, me resulta divertido.
Se trata de un producto de serie b sin mayores pretensiones que las de hacer pasar un buen-mal rato al personal. Es una película oscurísima, bañada de un humor muy negro, donde cada personaje, excéntrico y excesivo, representa una amenaza. La trama, situada casi exclusivamente en un hostal de mala muerte, narra la lucha de diversos personajes por hacerse con una bolsa cuyo contenido es un misterio.
La ambientación recuerda por momentos a David Lynch, y los diálogos a Quentin Tarantino (salvando las distancias en ambos casos, por supuesto). Robert de Niro del cual ya poco o nada esperamos, parece a gusto en un personaje antagonista que en ocasiones recuerda al Al Capone que interpretó hace casi 30 años en Los intocables de Eliot Ness. La relación que se establece entre John Cusack y Rebecca da Costa evoluciona de manera creíble e interesante.
En definitiva, The Bag Man es una apuesta arriesgada y loca, con decenas de fallos, cierto es. Pero también con un gran número de aciertos.
El Cine en la Sombra
http://www.elcineenlasombra.com/
Se trata de un producto de serie b sin mayores pretensiones que las de hacer pasar un buen-mal rato al personal. Es una película oscurísima, bañada de un humor muy negro, donde cada personaje, excéntrico y excesivo, representa una amenaza. La trama, situada casi exclusivamente en un hostal de mala muerte, narra la lucha de diversos personajes por hacerse con una bolsa cuyo contenido es un misterio.
La ambientación recuerda por momentos a David Lynch, y los diálogos a Quentin Tarantino (salvando las distancias en ambos casos, por supuesto). Robert de Niro del cual ya poco o nada esperamos, parece a gusto en un personaje antagonista que en ocasiones recuerda al Al Capone que interpretó hace casi 30 años en Los intocables de Eliot Ness. La relación que se establece entre John Cusack y Rebecca da Costa evoluciona de manera creíble e interesante.
En definitiva, The Bag Man es una apuesta arriesgada y loca, con decenas de fallos, cierto es. Pero también con un gran número de aciertos.
El Cine en la Sombra
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