Pero más allá del guión excepcional y las actuaciones deliciosas, queda la reflexión sobre Jhon Nash (el personaje de Crowe). ¿Era un genio? ¿Era un loco? Como medico puedo decir que ambos. Sin duda Nash padecía una enfermedad mental relativamente común llamada "Esquizofrenia Paranoide". Esta tal como acertadamente se explica en la película, empieza en al adolescencia, es progresiva y se caracteriza por periodos de exacerbación o agravamiento, llamados brotes sicóticos. Al iniciar su doctorado, Jhon Nash, sufre un brote, ante el rechazo de sus compañeros, y es justamente durante ese brote que formula la teoría que le haría ganar el premio Nóbel. ¿Una alucinación le hizo ganar el Nóbel? No en sentido estricto. A pesar de su patología, Nash era una persona sumamente capaz e inteligente. Estoy seguro que de no haber sufrido su enfermedad, hubiese igual concebido su idea. Esto es especialmente cierto si consideramos que médicamente, lo que esta mal en un paranoide es su percepción, no su inteligencia.

Al margen de esta reflexión, debo admitir que es hasta después de que se revela su enfermedad, que realmente empecé a amar esta película. Tras el clímax inicial, Nash es medicado con antipsicoticos, que evitan sus alucinaciones. Lamentablemente un efecto colateral de estos fármacos, es el embotamiento intelectual que producen. Y esto Nash no lo puede soportar, por lo que frecuentemente abandona el tratamiento. Una crisis que pone en peligro la vida de su hija, hace lo que mas me admira, como medico: que realmente admitiera para si su enfermedad y que la controlara. Una de las características más constantes de cualquier esquizofrenia, es que el paciente niega que la padezca. Cuando Nash se da cuenta de que lo que ve y escucha no es real y toma el control de su padecimiento sin medicamento, esta logrando la mayor hazaña del espíritu y de la mente jamás contada. Mucho mas importante e inspirador que el Nóbel, este logro es solo cabalmente comprendido cuando como medico has conocido a varios pacientes como el.

Creo que es una película del selecto grupo que realmente te dejan algo como reflexión e inspiración al salir de la sala de cine. Por eso se merece un 10.