Men of Crisis: The Harvey Wallinger StoryCortometrajeTV
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Comedia
Feroz parodia de los años de gobierno republicano de Richard Nixon y del equipo político que gobernaba la Casa Blanca en aquel momento: el vicepresidente Spiro Agnew; el secretario de Justicia, John N. Mitchell... Nombres que quedarían inmortalizados con la explosión del caso Watergate. (FILMAFFINITY)
7 de mayo de 2020
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
122/07(07/05/20) Divertido cortometraje es esta rara avis en la filmografía de Woody Allen (dirige y guioniza). 26 minutos producidos como un especial de televisión para PBS y estaba programado para emitirse en febrero de 1972, fue retirado del horario poco antes de la fecha de emisión. Según se informa, los funcionarios de PBS temían perder su apoyo gubernamental y decidieron no emitirlo. Allen, quien previamente había renunciado a trabajar en televisión, citó esto como un ejemplo de por qué debería "apegarse al cine". El especial nunca se emitió. Allen interpreta a Harvey Wallinger, especie de alter ego de Henry Kissinger, en lo que es una sátira política centrada en el republicano Richard Nixon, y su equipo en la Casablanca, el vicepresidente Spiro Agnew; el secretario de Justicia, John N. Mitchell. Llama la atención que toda esta parodia se hizo meses antes de que estallará el escándalo Watergate que provocó la primera dimisión en la historia estadounidense de un presidente, con lo que los acerados dardos de Allen tenían mucho de profecía.
Un desarrollo del metraje a modo de falso documental, algo con lo que ya había experimentado en la cinta que le dio fama internacional, “Toma el dinero y corre” (1969), y que perfeccionaría hasta lo epicúreo en la extraordinaria “Zelig” (1983), ello con mezcla de material de archivo y testimonios fake que dan una semblanza bufa de la administración Nixon desde que se presentó contra JFK, hasta que llegó al despacho Oval y colocó a su gente en el Ala Oeste de la Casablanca (o era en el este?). Arranca fijándose en Nixon en la primera parte, en su ascenso a trompicones al poder, perdió con foto-finish contra Kennedy, se retiró de la política, y volvió para ganar la primarias y posteriormente las elecciones presidenciales. La segunda parte nos sumerge en la vida de Harvey Wallinger, con riquísimas anécdotas como que su padre murió al nacer él, que su madre fue amante de Mussolini hasta enterarse de que era italiano, o que jugaba al fútbol para Harvard y lo chocaron con tanta fuerza que le dejó secuelas durante seis meses, solo podía hablar polaco (¿?).
Se hacen burlas incisivas con discursos reales sobre la Guerra de Vietnam (el plan secreto para acabar con ella), riéndose de las supuestas habilidades oratorias de estos, haciendo gags sobre la religión, el sexo, de los ataques a los medios de comunicación (la diatriba contra el NY Times es delirante), sensacional la parodia de la Caza de Brujas llevando a una comisión a alguien sospechoso de haber estado en los Boys Scout, haciendo chanzas con los debates electorales criticando el rostro poco atractivo de Nixon (ello con un doble muy creíble de Nixon), hablando de que no proyecta confianza (Nostradamus Allen previendo el Watergate). Todo esto con la ayuda de dos habituales de Allen en sus comienzos como Louise Lasser y Diane Keaton (con unos hilarantes ojos bizcos), se suma la narración en off de Reed Hadley. Destacando en la puesta en escena la fenomenal edición de Eric Albertson (“Todo lo que usted siempre quiso saber sobre el sexo pero nunca se atrevió a preguntar”), amoldando de modo mordaz cada corte para potenciar el humor. Quizás debería haber una segunda aparte donde Allen hubiera hecho comedia del Watergate, pues visto lo que sucedió poco después, la crítica a Nixon y su gente se quedó corta.
Me queda un cortometraje ameno y jocoso, y no aspira a más, sacándome algunas sanas sonrisas. Fuerza y honor!!!
Un desarrollo del metraje a modo de falso documental, algo con lo que ya había experimentado en la cinta que le dio fama internacional, “Toma el dinero y corre” (1969), y que perfeccionaría hasta lo epicúreo en la extraordinaria “Zelig” (1983), ello con mezcla de material de archivo y testimonios fake que dan una semblanza bufa de la administración Nixon desde que se presentó contra JFK, hasta que llegó al despacho Oval y colocó a su gente en el Ala Oeste de la Casablanca (o era en el este?). Arranca fijándose en Nixon en la primera parte, en su ascenso a trompicones al poder, perdió con foto-finish contra Kennedy, se retiró de la política, y volvió para ganar la primarias y posteriormente las elecciones presidenciales. La segunda parte nos sumerge en la vida de Harvey Wallinger, con riquísimas anécdotas como que su padre murió al nacer él, que su madre fue amante de Mussolini hasta enterarse de que era italiano, o que jugaba al fútbol para Harvard y lo chocaron con tanta fuerza que le dejó secuelas durante seis meses, solo podía hablar polaco (¿?).
Se hacen burlas incisivas con discursos reales sobre la Guerra de Vietnam (el plan secreto para acabar con ella), riéndose de las supuestas habilidades oratorias de estos, haciendo gags sobre la religión, el sexo, de los ataques a los medios de comunicación (la diatriba contra el NY Times es delirante), sensacional la parodia de la Caza de Brujas llevando a una comisión a alguien sospechoso de haber estado en los Boys Scout, haciendo chanzas con los debates electorales criticando el rostro poco atractivo de Nixon (ello con un doble muy creíble de Nixon), hablando de que no proyecta confianza (Nostradamus Allen previendo el Watergate). Todo esto con la ayuda de dos habituales de Allen en sus comienzos como Louise Lasser y Diane Keaton (con unos hilarantes ojos bizcos), se suma la narración en off de Reed Hadley. Destacando en la puesta en escena la fenomenal edición de Eric Albertson (“Todo lo que usted siempre quiso saber sobre el sexo pero nunca se atrevió a preguntar”), amoldando de modo mordaz cada corte para potenciar el humor. Quizás debería haber una segunda aparte donde Allen hubiera hecho comedia del Watergate, pues visto lo que sucedió poco después, la crítica a Nixon y su gente se quedó corta.
Me queda un cortometraje ameno y jocoso, y no aspira a más, sacándome algunas sanas sonrisas. Fuerza y honor!!!
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