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Críticas ordenadas por utilidad
29 de diciembre de 2009
1067 de 1725 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé por donde empezar….voy a tirar de tópicos (no, aún no estoy hablando de la película) y decir que la clavada del rollo 3d aún me duele.
El 3D ha de ser un acompañamiento para la historia nunca puede situarse por delante de los personajes y el guión (como bien hacia Cameron con Terminator 2). Y si lo hace que no le llamen película y mucho menos obra maestra (de qué? Del cine? JA). Y lo digo por varias escenas que están totalmente metidas con calzador para empalmar con el 3D*. Hasta la narración se la pasa por donde él sabe, sólo con tal de enseñar la innovación de los Fx.
Cameron no se ha arriesgado lo más mínimo, ha hecho una película para toda la familia: historia cutre de amor (que aún estoy buscando las razones por las cuales se enamora Worthington de la bicha azul), escenas de acción para empalmados, pero totalmente impersonales, grabadas como si fuera un videojuego y ambientes fabulosos para los niños. Evidentemente todo esto de manera muy superficial.
La historia (o como le llamen a esto) es totalmente inexistente. Está muy claro que los personajes a Cameron le importan un pimiento. Pero es que parecen caricaturas…tenemos al general malo maloso que sólo le faltaba comentar lo del Napalm por la mañana, al Sam Worthington que pone cara de empanado (sigo buscando motivos) a Sigourney Weaver en una caricatura de ella misma.
No me importa que la historia este muy vista, pero sí que siempre me la cuenten igual. Los malos son muy malos y los buenos son muy buenos, maniqueísmo al máximo. Cada vez que moría una persona humana en la pantalla me preguntaba si no tendría alguna historia detrás (que estamos enseñando a los niños?). Innovación?
Puede ser entretenida? No lo niego, pero esto no es sinónimo de calidad. Que entretenga no significa que sea una obra maestra. Yo al menos no considero a Cristiano Ronaldo o alguno de estos un artista.
Esto no es ningún avance para el cine, cuando la historia importa menos que los personajes es que algo estamos haciendo mal. Como otros ya han comentado, la historia es un refrito de otras películas. Menos mal que aún queda gente como Javier Ocaña (un bravo por él) que tiene opinión propia.
12 años esperando la tecnología para luego meter una historia tan cutre? Espero que tarde lo mismo para la próxima, que esta vez no vuelvo a picar.
Menos mal que al llegar a casa pude ver una de Chaplin para compensar que si no....
Y ahora ya puedes darle al no (Si aún no le has dado).
El 3D ha de ser un acompañamiento para la historia nunca puede situarse por delante de los personajes y el guión (como bien hacia Cameron con Terminator 2). Y si lo hace que no le llamen película y mucho menos obra maestra (de qué? Del cine? JA). Y lo digo por varias escenas que están totalmente metidas con calzador para empalmar con el 3D*. Hasta la narración se la pasa por donde él sabe, sólo con tal de enseñar la innovación de los Fx.
Cameron no se ha arriesgado lo más mínimo, ha hecho una película para toda la familia: historia cutre de amor (que aún estoy buscando las razones por las cuales se enamora Worthington de la bicha azul), escenas de acción para empalmados, pero totalmente impersonales, grabadas como si fuera un videojuego y ambientes fabulosos para los niños. Evidentemente todo esto de manera muy superficial.
La historia (o como le llamen a esto) es totalmente inexistente. Está muy claro que los personajes a Cameron le importan un pimiento. Pero es que parecen caricaturas…tenemos al general malo maloso que sólo le faltaba comentar lo del Napalm por la mañana, al Sam Worthington que pone cara de empanado (sigo buscando motivos) a Sigourney Weaver en una caricatura de ella misma.
No me importa que la historia este muy vista, pero sí que siempre me la cuenten igual. Los malos son muy malos y los buenos son muy buenos, maniqueísmo al máximo. Cada vez que moría una persona humana en la pantalla me preguntaba si no tendría alguna historia detrás (que estamos enseñando a los niños?). Innovación?
Puede ser entretenida? No lo niego, pero esto no es sinónimo de calidad. Que entretenga no significa que sea una obra maestra. Yo al menos no considero a Cristiano Ronaldo o alguno de estos un artista.
Esto no es ningún avance para el cine, cuando la historia importa menos que los personajes es que algo estamos haciendo mal. Como otros ya han comentado, la historia es un refrito de otras películas. Menos mal que aún queda gente como Javier Ocaña (un bravo por él) que tiene opinión propia.
12 años esperando la tecnología para luego meter una historia tan cutre? Espero que tarde lo mismo para la próxima, que esta vez no vuelvo a picar.
Menos mal que al llegar a casa pude ver una de Chaplin para compensar que si no....
Y ahora ya puedes darle al no (Si aún no le has dado).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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2 de agosto de 2023
118 de 138 usuarios han encontrado esta crítica útil
Háblame (2022) se trata de probablemente el nuevo boom veraniego del cine de terror, una película australiana que se realizó el año pasado pero que A24 distribuye ahora, seguramente viendo el potencial de la película. La obra, dirigida por los hermanos Philippou (Danny y Michael), se enmarca dentro de este subgénero del terror, que salió a rebufo de It Follows (2014).
Inevitablemente tenemos que hablar de It Follows de David Gordon Mitchell. La película presentaba un mundo partido generacionalmente, donde los adolescentes copaban totalmente la pantalla. Pero a diferencia de películas Slasher, los jóvenes no eran unos tarugos cualquiera, sino que tenían un desarrollo psicológico bastante profundo, demostrando que tenían una dimensión humana.
Para aderezarlo, teníamos una maldición sobrenatural, que perseguía a nuestros protagonistas y solo exclusivamente a ellos. Es decir, la incomprensión adolescente o juvenil, alcanzaba una nueva dimensión, que se cristalizaba en este nuevo terror (nadie fuera de estos personajes entendía por lo que estaban pasando). Esa maldición venía por la ruptura de un tabú (en It Follows el sexo), mientras que en Háblame la ley incumplida es la obediencia a la autoridad paternal (hacer caso omiso a las palabras de la madre). Por esa desobediencia, los jóvenes son "castigados".
A tenor de It Follows, surgieron nuevas películas que intentaron seguir o emular dicha fórmula. Podemos citar Truth or Dare o Smile, donde también nos encontrábamos con una serie de protagonistas quienes solo ellos tenían la maldición bajo sus hombros.
En realidad, la mano con la que los protagonistas contactan con entidades, no deja de ser un trasunto de Ouija. Inteligentemente, el guion de la película no revela demasiado sobre ella, convirtiéndose en un puro Macguffin (de hecho, hay que firmar un pacto de ficcionalidad bastante fuerte para creerse la película, algo que con una ouija quizá ya no habría funcionado por ser un recurso demasiado visto). A partir de ahí, nos volvemos a encontrar con una "maldición" en la que nuestros protagonistas se ven expuestos. La película explora muy bien el terreno psicológico de nuestros protagonistas, haciéndolos "reales. Sentimos empatía por la diferencia de carácteres, desde al apocado adolescente Riley hasta la problemática Mia, quien carga con una tragedia familiar a sus espaldas.
Si algo diferencia la película de otras producciones más rutinarias como la obra producida por la Blumhouse Truth or Dare es precisamente por su apartado técnico. Háblame cuenta con escenas de gran nivel, especialmente aquellas en las que el mundo sobrenatural se entremezcla con el nuestro. Más específicamente, hay una secuencia que recuerda al mejor James Wan en Insidious, cuando el personaje de Mia entra en una dimensión que podríamos calificar como postmortem (pero claro, los directores del filme cuentan con un presupuesto más exiguo). También podemos citar algunos planos estéticamente cuidados, que denotan la planificación de los directores y las intenciones de crear un producto estético y con una cuidada forma.
Conclusión
Háblame no es quizá la gran película de terror que estaban vendiendo desde la precampaña publicitaria, pero si un entretenimiento profundo e inteligente que servirá tanto para ensalzar la carrera de los dos jóvenes hermanos australianos como para llenar numerosas salas de cine en agosto.
Cinemagavia.es
Inevitablemente tenemos que hablar de It Follows de David Gordon Mitchell. La película presentaba un mundo partido generacionalmente, donde los adolescentes copaban totalmente la pantalla. Pero a diferencia de películas Slasher, los jóvenes no eran unos tarugos cualquiera, sino que tenían un desarrollo psicológico bastante profundo, demostrando que tenían una dimensión humana.
Para aderezarlo, teníamos una maldición sobrenatural, que perseguía a nuestros protagonistas y solo exclusivamente a ellos. Es decir, la incomprensión adolescente o juvenil, alcanzaba una nueva dimensión, que se cristalizaba en este nuevo terror (nadie fuera de estos personajes entendía por lo que estaban pasando). Esa maldición venía por la ruptura de un tabú (en It Follows el sexo), mientras que en Háblame la ley incumplida es la obediencia a la autoridad paternal (hacer caso omiso a las palabras de la madre). Por esa desobediencia, los jóvenes son "castigados".
A tenor de It Follows, surgieron nuevas películas que intentaron seguir o emular dicha fórmula. Podemos citar Truth or Dare o Smile, donde también nos encontrábamos con una serie de protagonistas quienes solo ellos tenían la maldición bajo sus hombros.
En realidad, la mano con la que los protagonistas contactan con entidades, no deja de ser un trasunto de Ouija. Inteligentemente, el guion de la película no revela demasiado sobre ella, convirtiéndose en un puro Macguffin (de hecho, hay que firmar un pacto de ficcionalidad bastante fuerte para creerse la película, algo que con una ouija quizá ya no habría funcionado por ser un recurso demasiado visto). A partir de ahí, nos volvemos a encontrar con una "maldición" en la que nuestros protagonistas se ven expuestos. La película explora muy bien el terreno psicológico de nuestros protagonistas, haciéndolos "reales. Sentimos empatía por la diferencia de carácteres, desde al apocado adolescente Riley hasta la problemática Mia, quien carga con una tragedia familiar a sus espaldas.
Si algo diferencia la película de otras producciones más rutinarias como la obra producida por la Blumhouse Truth or Dare es precisamente por su apartado técnico. Háblame cuenta con escenas de gran nivel, especialmente aquellas en las que el mundo sobrenatural se entremezcla con el nuestro. Más específicamente, hay una secuencia que recuerda al mejor James Wan en Insidious, cuando el personaje de Mia entra en una dimensión que podríamos calificar como postmortem (pero claro, los directores del filme cuentan con un presupuesto más exiguo). También podemos citar algunos planos estéticamente cuidados, que denotan la planificación de los directores y las intenciones de crear un producto estético y con una cuidada forma.
Conclusión
Háblame no es quizá la gran película de terror que estaban vendiendo desde la precampaña publicitaria, pero si un entretenimiento profundo e inteligente que servirá tanto para ensalzar la carrera de los dos jóvenes hermanos australianos como para llenar numerosas salas de cine en agosto.
Cinemagavia.es
Serie
2021
20 de septiembre de 2021
119 de 162 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Juego del Calamar (2021) es la última sensación surcoreana. Una miniserie de 9 capítulos que se puede ver en Netflix y que se adentra en lo más oscuro de la sociedad surcoreana-y capitalista, en general- mediante el género de terror y el thriller.Por un puñado de Wones "El Juego del Calamar (2021)"
¿Battle Royale?
Algunos críticos y seguidores de la serie se han apresurado a compararla con el manga japonés, y posterior adaptación cinematográfica, Battle Royale. En parte es verdad, porque comparten una premisa similar. En ambos casos, un grupo de personajes son encerrados para competir en un mortal juego de supervivencia en el que solo uno puede quedar vivo. Sin embargo, las comparaciones quedan ahí.
Battle Royale era una película (y manga) cartoonesco, en el que el objetivo que primaba por encima de todo era el sentimiento sádico y el intento de colmar ese instinto de escenas extremas que tiene el espectador de género. Algo que en parte se repite en El juego del Calamar, como es esa búsqueda del morbo, pero también es algo mucho más que eso. Es un envoltorio con el que además se cuenta una historia que nos habla de todas las miserias de Corea del Sur y de sociedades similares.
Préstamos y deudas
Parece que todas las obras, o casi todas, surcoreanas tienen algo en común. La mayoría de sus protagonistas están endeudados hasta las cejas y tienen problemas con sus acreedores. Es lo mismo en el Juego del Calamar, donde Lee Jung-jae interpreta a un pobre diablo que debe dinero a bandas mafiosas peligrosas. Para solventar sus problemas, decide aceptar un extraño reto...
De hecho es una absoluta constante en todos y cada uno de los episodios de la serie las referencias al dinero. Todo gira en torno a ello. No es solo que nuestro protagonista esté endeudado, algo que ya sabemos desde el primer minuto. Todas las decisiones y díalogos de la obra giran en torno a los problemas ecónomicos de los personajes y como el dinero es el epicentro (para mal) de todas sus vidas. En algunos casos porque no pueden ni subsistir, pero en otros incluso porque este afecta a su "honorabilidad". Una sociedad enferma en la que todo es permitido si eres capaz de pagarlo.
Más allá de la pura explotación
Así pues, el Juego del Calamar se sitúa mucho más allá de la pura explotación (aunque puede funcionar para aquellos que solo busquen eso) y nos enseña una radiografía de un mundo en el que tanto tienes, tanto vales. A lo largo de la serie seremos testigos de una serie de debates morales que interrogan directamente al espectador (al fin y al cabo, estamos, aunque sea en ficción, por lo mismo que están los espectadores de los juegos) pero que no se convierten en peroratas baratas o moralinas simples. La serie sabe cuando parar y cuando dar rienda suelta al desenfreno.
Cruda
La serie no es recomendable para todos los espectadores. Desde luego, no para los más sensibles. Más allá del gore, la serie muestra una crudeza terrible. Quizá porque a diferencia de otros productos de explotación, el espectador no es ajeno al destino de los protagonistas, o quizá porque el suspense sabe jugar muy bien con la diferencia entre la vida y la muerte. En todo caso, la serie contiene algunas de las secuencias más despiadadas, por su falta de humanidad y no por violencia, que se han visto en el cátalogo de Netflix.
Un efectivo diseño de producción
Evidentemente, uno de los alicientes de la serie está en ver hasta donde llega la inventiva y el diseño de producción en las diferentes pruebas. Y lo cierto es que El Juego del Calamar no decepciona. Las pruebas, tan ingeniosas como macabras, no resultan ser las típicas a las que estamos acostumbrados y tienen un desarrollo interesante, aportándose diferentes estrategias para resolverlas.
Un giro de guion inecesario
Lamentablemente, el cierre de la temporada no está a la altura, y se recurre a un giro de guion que está de manera exclusiva para servir de explicación al espectador y atar cabos de una manera absurda. Desde luego era un recurso inecesario, que aún así personalmente soy capaz de perdonar. Además, el dejar abierto la serie de esta manera parece más bien pensado por un mero hecho especulativo que no por razones acordes a la propia historia.
Conclusión
El Juego del Calamar es una sensación que seguramente se convertirá con el tiempo en una serie de culto. A pesar de lo simple que puede parecer en un primer momento, la serie contiene los suficientes elementos como para convertirse en una obra multidimensional con un tremendo gancho
Crítica escrita para Cinemagavia.es
¿Battle Royale?
Algunos críticos y seguidores de la serie se han apresurado a compararla con el manga japonés, y posterior adaptación cinematográfica, Battle Royale. En parte es verdad, porque comparten una premisa similar. En ambos casos, un grupo de personajes son encerrados para competir en un mortal juego de supervivencia en el que solo uno puede quedar vivo. Sin embargo, las comparaciones quedan ahí.
Battle Royale era una película (y manga) cartoonesco, en el que el objetivo que primaba por encima de todo era el sentimiento sádico y el intento de colmar ese instinto de escenas extremas que tiene el espectador de género. Algo que en parte se repite en El juego del Calamar, como es esa búsqueda del morbo, pero también es algo mucho más que eso. Es un envoltorio con el que además se cuenta una historia que nos habla de todas las miserias de Corea del Sur y de sociedades similares.
Préstamos y deudas
Parece que todas las obras, o casi todas, surcoreanas tienen algo en común. La mayoría de sus protagonistas están endeudados hasta las cejas y tienen problemas con sus acreedores. Es lo mismo en el Juego del Calamar, donde Lee Jung-jae interpreta a un pobre diablo que debe dinero a bandas mafiosas peligrosas. Para solventar sus problemas, decide aceptar un extraño reto...
De hecho es una absoluta constante en todos y cada uno de los episodios de la serie las referencias al dinero. Todo gira en torno a ello. No es solo que nuestro protagonista esté endeudado, algo que ya sabemos desde el primer minuto. Todas las decisiones y díalogos de la obra giran en torno a los problemas ecónomicos de los personajes y como el dinero es el epicentro (para mal) de todas sus vidas. En algunos casos porque no pueden ni subsistir, pero en otros incluso porque este afecta a su "honorabilidad". Una sociedad enferma en la que todo es permitido si eres capaz de pagarlo.
Más allá de la pura explotación
Así pues, el Juego del Calamar se sitúa mucho más allá de la pura explotación (aunque puede funcionar para aquellos que solo busquen eso) y nos enseña una radiografía de un mundo en el que tanto tienes, tanto vales. A lo largo de la serie seremos testigos de una serie de debates morales que interrogan directamente al espectador (al fin y al cabo, estamos, aunque sea en ficción, por lo mismo que están los espectadores de los juegos) pero que no se convierten en peroratas baratas o moralinas simples. La serie sabe cuando parar y cuando dar rienda suelta al desenfreno.
Cruda
La serie no es recomendable para todos los espectadores. Desde luego, no para los más sensibles. Más allá del gore, la serie muestra una crudeza terrible. Quizá porque a diferencia de otros productos de explotación, el espectador no es ajeno al destino de los protagonistas, o quizá porque el suspense sabe jugar muy bien con la diferencia entre la vida y la muerte. En todo caso, la serie contiene algunas de las secuencias más despiadadas, por su falta de humanidad y no por violencia, que se han visto en el cátalogo de Netflix.
Un efectivo diseño de producción
Evidentemente, uno de los alicientes de la serie está en ver hasta donde llega la inventiva y el diseño de producción en las diferentes pruebas. Y lo cierto es que El Juego del Calamar no decepciona. Las pruebas, tan ingeniosas como macabras, no resultan ser las típicas a las que estamos acostumbrados y tienen un desarrollo interesante, aportándose diferentes estrategias para resolverlas.
Un giro de guion inecesario
Lamentablemente, el cierre de la temporada no está a la altura, y se recurre a un giro de guion que está de manera exclusiva para servir de explicación al espectador y atar cabos de una manera absurda. Desde luego era un recurso inecesario, que aún así personalmente soy capaz de perdonar. Además, el dejar abierto la serie de esta manera parece más bien pensado por un mero hecho especulativo que no por razones acordes a la propia historia.
Conclusión
El Juego del Calamar es una sensación que seguramente se convertirá con el tiempo en una serie de culto. A pesar de lo simple que puede parecer en un primer momento, la serie contiene los suficientes elementos como para convertirse en una obra multidimensional con un tremendo gancho
Crítica escrita para Cinemagavia.es
6 de enero de 2015
101 de 132 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fury (Corazones de Acero, 2014) es exactamente lo que promete el Tráiler. Un filme de propaganda norteamericana más. La Historia Anglosajona sigue en su línea de tergiversación, aunque hay una secuencia tremendamente nauseabunda en el filme, que destaca por encima de todas y supera la de otros panfletos como podrían ser Pearl Harbor (Pearl Harbor, 2001) del nefasto Michael Bay. No extraña viniendo de un director como David Ayer, que ya en el año 2012 había realizado una auténtica oda a la policía de los Estados Unidos, con el filme End of Watch (Sin tregua, 2012)
Y es que poca gente lo sabe, pero cuando se produjo el desembarco de Normandía y los aliados entraron en el continente europeo, centenares de miles (algunos Historiadores llegan más allá alzando la cifra hasta los Aproximadamente cuatro Millones) de mujeres fueron violadas por las tropas Aliadas. Algo que siempre se ha tratado de ocultar, como el que uno de los bombardeos más destructivos de la segunda guerra mundial se produjera sobre una ciudad Alemana, como es Dresde. Pero es que además en Corazones de Acero, nos encontramos con una secuencia que trata de enturbiar este vomitivo hecho. La Violación aparece presentada en una secuencia del filme como un simple flirteo entre un joven y apuesto soldado norteamericano y una muchacha alemana que se rinde en cuestión de segundos a sus brazos (algo totalmente absurdo, porque después de que entren soldados a tu casa y uno de ellos se quite la camisa en tu cara, lo mínimo que coges es miedo). Aún más caricaturesco resulta ver a Brad Pitt contemplar la escena y comentar en voz alta que “Cosas de la vida, son jóvenes y estamos en guerra”.
Y eso que el filme no inicia mal su andandura. De hecho, hay dos películas en Corazones de Acero La primera nos la encontramos con la presentación de personajes y los primeros escarceos bélicos. La segunda llega hasta la comentada escena y pasa por un final totalmente delirante, que habría firmado el hijo secreto de John Wayne o Kissinger.
Situémonos. Último año de guerra, los aliados ya han desembarcado y se dedican a conquistar las últimas ciudades alemanas. Un joven americano, interpretado por Logan Lerman, que no tiene ningún contacto con el ejército (en realidad trabaja como tipógrafo) es mandando a combatir en un tanque que lidera el personaje principal de Brad Pitt. En esta primera parte del filme nos encontramos con una buena producción y ambientación (en honor a la verdad pocos filmes muestran mejor la experiencia de la guerra) y con secuencias que pretenden demostrarnos la auténtica cara del conflicto. Muerte y desolación, sin tiempo para heroísmos (algo que se contradirá con el posterior metraje).
En la segunda parte del filme, el disparate alcanza cotas surrealistas. Nuestro comandante, que en un principio era presentado como un cruel y despiadado oficial, acaba adquiriendo tintes cordiales y dulces. La película parece querer justificar las primeras secuencias del filme, desarrollando que la dureza que el personaje de Brad Pitt le presenta al inexperto recluta como algo inevitable dentro de la guerra. Es decir, Corazones de Acero acaba por seguir la tesis de “La Guerra es dura, pero es la guerra” e incluso no condenar actos como el disparo por la espalda ante un soldado alemán ya rendido, acto criminal sea del bando que sea y que nos muestra el filme en los primeros compases.
Y todo acaba girando en un combate demencial que no tiene ningún tipo de sentido. El tanque de nuestros protagonistas pisa una mina y queda inhabilitado. Se enteran de que un centenar de Nazis se dirigen hacía ellos, pero a Brad Pitt se le va la olla y decide quedarse en el tanque y combatir hasta la muerte. Una orden que le habría costado el puesto en la realidad (por exponer inútilmente a los soldados de su pelotón) pero que aún adquiere más cotas de locura cuando David Ayer nos muestra el desarrollo del combate. Los soldados alemanes se abalanzan sobre bárbaros hacía el tanque, sin tener en cuenta que este les dispara decenas de balas. Un ejército que había conseguido victorias militares ante medio mundo queda ridiculizado por cinco soldados norteamericanos. La Épica está servida.
Por si fuera poco, el diseño de los combates resulta totalmente antihistórico. La película propone el combate de Panzers cara a cara, como si estuviéramos ante una película más de la saga Star Wars. Inclusive, Por seguir el modelo de George Lucas, el director del filme nos diferencia los disparos de un bando y otro, infografiándolos de colores diferentes, con el resultado de que el espectador parece presenciar una batalla de Rayos láseres en toda regla.
http://neokunst.wordpress.com/2015/01/0 ... erro-2014/
Y es que poca gente lo sabe, pero cuando se produjo el desembarco de Normandía y los aliados entraron en el continente europeo, centenares de miles (algunos Historiadores llegan más allá alzando la cifra hasta los Aproximadamente cuatro Millones) de mujeres fueron violadas por las tropas Aliadas. Algo que siempre se ha tratado de ocultar, como el que uno de los bombardeos más destructivos de la segunda guerra mundial se produjera sobre una ciudad Alemana, como es Dresde. Pero es que además en Corazones de Acero, nos encontramos con una secuencia que trata de enturbiar este vomitivo hecho. La Violación aparece presentada en una secuencia del filme como un simple flirteo entre un joven y apuesto soldado norteamericano y una muchacha alemana que se rinde en cuestión de segundos a sus brazos (algo totalmente absurdo, porque después de que entren soldados a tu casa y uno de ellos se quite la camisa en tu cara, lo mínimo que coges es miedo). Aún más caricaturesco resulta ver a Brad Pitt contemplar la escena y comentar en voz alta que “Cosas de la vida, son jóvenes y estamos en guerra”.
Y eso que el filme no inicia mal su andandura. De hecho, hay dos películas en Corazones de Acero La primera nos la encontramos con la presentación de personajes y los primeros escarceos bélicos. La segunda llega hasta la comentada escena y pasa por un final totalmente delirante, que habría firmado el hijo secreto de John Wayne o Kissinger.
Situémonos. Último año de guerra, los aliados ya han desembarcado y se dedican a conquistar las últimas ciudades alemanas. Un joven americano, interpretado por Logan Lerman, que no tiene ningún contacto con el ejército (en realidad trabaja como tipógrafo) es mandando a combatir en un tanque que lidera el personaje principal de Brad Pitt. En esta primera parte del filme nos encontramos con una buena producción y ambientación (en honor a la verdad pocos filmes muestran mejor la experiencia de la guerra) y con secuencias que pretenden demostrarnos la auténtica cara del conflicto. Muerte y desolación, sin tiempo para heroísmos (algo que se contradirá con el posterior metraje).
En la segunda parte del filme, el disparate alcanza cotas surrealistas. Nuestro comandante, que en un principio era presentado como un cruel y despiadado oficial, acaba adquiriendo tintes cordiales y dulces. La película parece querer justificar las primeras secuencias del filme, desarrollando que la dureza que el personaje de Brad Pitt le presenta al inexperto recluta como algo inevitable dentro de la guerra. Es decir, Corazones de Acero acaba por seguir la tesis de “La Guerra es dura, pero es la guerra” e incluso no condenar actos como el disparo por la espalda ante un soldado alemán ya rendido, acto criminal sea del bando que sea y que nos muestra el filme en los primeros compases.
Y todo acaba girando en un combate demencial que no tiene ningún tipo de sentido. El tanque de nuestros protagonistas pisa una mina y queda inhabilitado. Se enteran de que un centenar de Nazis se dirigen hacía ellos, pero a Brad Pitt se le va la olla y decide quedarse en el tanque y combatir hasta la muerte. Una orden que le habría costado el puesto en la realidad (por exponer inútilmente a los soldados de su pelotón) pero que aún adquiere más cotas de locura cuando David Ayer nos muestra el desarrollo del combate. Los soldados alemanes se abalanzan sobre bárbaros hacía el tanque, sin tener en cuenta que este les dispara decenas de balas. Un ejército que había conseguido victorias militares ante medio mundo queda ridiculizado por cinco soldados norteamericanos. La Épica está servida.
Por si fuera poco, el diseño de los combates resulta totalmente antihistórico. La película propone el combate de Panzers cara a cara, como si estuviéramos ante una película más de la saga Star Wars. Inclusive, Por seguir el modelo de George Lucas, el director del filme nos diferencia los disparos de un bando y otro, infografiándolos de colores diferentes, con el resultado de que el espectador parece presenciar una batalla de Rayos láseres en toda regla.
http://neokunst.wordpress.com/2015/01/0 ... erro-2014/
Miniserie
2024
10 de enero de 2024
84 de 104 usuarios han encontrado esta crítica útil
Echo (2024) se trata de la última producción de Marvel directamente estrenada en Disney Plus este 10 de diciembre. A diferencia de series anteriores, en esta ocasión se han estrenado los cinco episodios enteramente, y es bien fácil saber porque. Echo es tan desastrosa que los directivos de Disney habrán pensado que cuanto antes se olvide el producto mejor que mejor.
Parafraseando a Cicerón ante la conjura de Catilina, es de obligada cuestión que nos preguntemos cuál es el límite que alcanzará Marvel para presentar productos de más que cuestionable cualidad antes de que la paciencia del espectador acabe por explotar. No es solo Echo y la lista es larga ya. Todo se debe a una actitud mercantilista con tal de completar el pobre catálogo de Disney +, que cada cierto tiempo debe llenar de novedades la plataforma con tal de que los espectadores sigan pagando religiosamente la cuota (no cito la religión en vano, pues hay mucho de proselitismo en todo este tema). Por eso mismo me pregunto, ¿Hasta cuándo?
Las series de Marvel no son series. Son grabaciones de más de 20 horas de metraje que luego en sala de montaje intentan arreglar. Y eso es imposible. Porque para sentar bien los cimientos de una serie hay que tener un mínimo de puntos claros sobre los que ir uniendo posteriormente mediante hilos narrativos. Una idea que tenga un principio y un final, y que tenga claro lo que quiere contar en medio. De igual manera sucede con los personajes, al haberse cortado tanto metraje, se nos aparecen y desaparecen personajes sin que podamos hacernos una idea de quienes son o porque están allí.
Esto no sucede en Echo. Son secuencias cortadas sin ton ni son, en la que de repente estamos subidos en un tren como estamos en Nueva York como estamos en un Alabama fantástico (del que hablaremos a continuación). Fijémonos en detalles que están resueltos en posproducción, como son los disparos de las pistolas. Todo está atropellado y hecho con prisas. ¡Hasta hay una prótesis hecha con CGI! Se mire por donde se mire, Echo es como producto cinematográfico un insulto al espectador. No se entiende ni siquiera como producto de entretenimiento, porque está mal pensada, mal ideada y mal ejecutada.
Algún iluso pensará que las películas, series y productos de Hollywood son puro entretenimiento y no van más allá. Bien, está más que demostrado el impacto de Hollywood y del cine estadounidense a la hora de crear y moldear la Historia en la mente del espectador común. Así se ha embellecido figuras como la del pirata, que en realidad dista mucho de ser el prototipo que encarnaba Errol Flynn en sus películas. Este solo un ejemplo rápido para que comprobar la gran capacidad del séptimo arte a la hora de influenciarnos en nuestra vida cotidiana.
En Echo se nos cuenta la historia de los indígenas norteamericanos. Aquellos mismos que fueron genocidados por los norteamericanos son mostrados bajo el mismo prisma anglosajón. La visión del indígena es auténticamente ridícula, romantizada hasta el extremo y comparada absurdamente con la de otras civilizaciones mesoamericanas. No, en Alabama no hubo nunca pirámides ni mayas ni aztecas, tal y como pretende representar la película. Una vez exterminada, la cultura nativa norteamericana sigue sirviendo como objeto de feria, solo que esta vez en lugar de desfilar en el circo de Barnum lo hace en la pequeña pantalla.
Mucho se había hablado de la violencia y la madurez que iba a depararnos la serie. Lo cierto es que hay algún momento en el que vislumbramos alguna que otra gota de sangre, pero esto poco tiene que ver con la madurez de un producto. Echo sigue los mismos esquemas que ya se han visto en tantas y tantas producciones Marvel. Personajes unidimensionales en los que cualquier atisbo de complejidad brilla por su ausencia.
Conclusión
Echo es un clavo más en el ataúd de Marvel y Disney +. Un desastre cinematográfico ante el cual uno no puede más que echarse las manos a la cabeza y reír, por no llorar.
Cinemagavia.es
Parafraseando a Cicerón ante la conjura de Catilina, es de obligada cuestión que nos preguntemos cuál es el límite que alcanzará Marvel para presentar productos de más que cuestionable cualidad antes de que la paciencia del espectador acabe por explotar. No es solo Echo y la lista es larga ya. Todo se debe a una actitud mercantilista con tal de completar el pobre catálogo de Disney +, que cada cierto tiempo debe llenar de novedades la plataforma con tal de que los espectadores sigan pagando religiosamente la cuota (no cito la religión en vano, pues hay mucho de proselitismo en todo este tema). Por eso mismo me pregunto, ¿Hasta cuándo?
Las series de Marvel no son series. Son grabaciones de más de 20 horas de metraje que luego en sala de montaje intentan arreglar. Y eso es imposible. Porque para sentar bien los cimientos de una serie hay que tener un mínimo de puntos claros sobre los que ir uniendo posteriormente mediante hilos narrativos. Una idea que tenga un principio y un final, y que tenga claro lo que quiere contar en medio. De igual manera sucede con los personajes, al haberse cortado tanto metraje, se nos aparecen y desaparecen personajes sin que podamos hacernos una idea de quienes son o porque están allí.
Esto no sucede en Echo. Son secuencias cortadas sin ton ni son, en la que de repente estamos subidos en un tren como estamos en Nueva York como estamos en un Alabama fantástico (del que hablaremos a continuación). Fijémonos en detalles que están resueltos en posproducción, como son los disparos de las pistolas. Todo está atropellado y hecho con prisas. ¡Hasta hay una prótesis hecha con CGI! Se mire por donde se mire, Echo es como producto cinematográfico un insulto al espectador. No se entiende ni siquiera como producto de entretenimiento, porque está mal pensada, mal ideada y mal ejecutada.
Algún iluso pensará que las películas, series y productos de Hollywood son puro entretenimiento y no van más allá. Bien, está más que demostrado el impacto de Hollywood y del cine estadounidense a la hora de crear y moldear la Historia en la mente del espectador común. Así se ha embellecido figuras como la del pirata, que en realidad dista mucho de ser el prototipo que encarnaba Errol Flynn en sus películas. Este solo un ejemplo rápido para que comprobar la gran capacidad del séptimo arte a la hora de influenciarnos en nuestra vida cotidiana.
En Echo se nos cuenta la historia de los indígenas norteamericanos. Aquellos mismos que fueron genocidados por los norteamericanos son mostrados bajo el mismo prisma anglosajón. La visión del indígena es auténticamente ridícula, romantizada hasta el extremo y comparada absurdamente con la de otras civilizaciones mesoamericanas. No, en Alabama no hubo nunca pirámides ni mayas ni aztecas, tal y como pretende representar la película. Una vez exterminada, la cultura nativa norteamericana sigue sirviendo como objeto de feria, solo que esta vez en lugar de desfilar en el circo de Barnum lo hace en la pequeña pantalla.
Mucho se había hablado de la violencia y la madurez que iba a depararnos la serie. Lo cierto es que hay algún momento en el que vislumbramos alguna que otra gota de sangre, pero esto poco tiene que ver con la madurez de un producto. Echo sigue los mismos esquemas que ya se han visto en tantas y tantas producciones Marvel. Personajes unidimensionales en los que cualquier atisbo de complejidad brilla por su ausencia.
Conclusión
Echo es un clavo más en el ataúd de Marvel y Disney +. Un desastre cinematográfico ante el cual uno no puede más que echarse las manos a la cabeza y reír, por no llorar.
Cinemagavia.es
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