Cujo

Brillante y notorio film que con escasos argumentos logra una tensión casi inimaginable. Basada en un relato de Stephen King (que no he leído) el guión nos presenta un núcleo familiar al borde de la rotura, en medio del problema el hijo del matrimonio sufre casi sin saberlo las consecuencias de la fría relación de sus progenitores. Esta situación provocará que el espectador sufra aún más por el pequeño protagonista en el encierro de la segunda parte del film. Con una estupenda banda sonora de Charles Bernstein y una notable dirección de Lewis Teague que emplea extraordinariamente bien la cámara en mano el director es consciente de los límites argumentales no demorando en exceso su desenlace que apenas pasa de los 80 minutos. Una película muy a tener en cuenta que utiliza sabiamente sus armas sin recurrir al susto fácil y logrando una atmósfera asfixiante. Queda resaltar el trabajo del protagonista canino pues si no fuera por su lograda aportación la credibilidad del relato hubiera sido imposible.

Nunca una película podrá igualar lo que el genio de la literatura de terror Stephen King cuenta con su pluma. Pero puedo aseverar que esta película es fiel al relato de la novela, nada más que sin entrar tanto en detalles.
Podemos disfrutar de un filme, que no tiene todas las características de las películas de terror los ochenta. Porque en "Cujo" no vamos a ver efectos visuales, ni espectáculos exagerados, ni toques sobrenaturales, ni nada que no ronde dentro de la cordura y la razón. Algo bastante difícil de encontrar en un filme con el sello King, pero es así.
El texto de la película es realista, simple podríamos decir, con unos buenos toques dramatismo. Tenemos que tenerle paciencia, porque la película va de menor a mayor y especialmente el género del filme va pasando de un drama cotidiano de la vida diaria a una sofocante experiencia terrorífica que nos deja por momentos sin aliento. Pero esas escenas no duran lo suficiente como debería para considerar al filme como una gran película de terror-suspenso.
Tiene sus altibajos, aun cuando no aburre en ningún momento tampoco llega a emocionar con situaciones fuera de serie, sólo una película aceptable que tiene el valor agregado de contar con un buen guión (bastante más simple que el relato de la novela) que contempla horror, dramatismo, engaños, locura y desesperación en gran parte del desenlace.
La música acompaña muy bien, los escenarios son correctos, no hay baches notorios en la historia, las escenas en donde aparece el enorme San Bernardo están bien logradas y eso es el gran mérito de la película. A mi criterio no es fácil llevar a la pantalla este relato, y la propuesta pasa la prueba y aunque no lo hace con la suficiencia que uno desearía, el filme hace pasar buenos ratos de angustia y ansiedad por saber la conclusión del conflicto principal.
Le faltó climas densos y asfixiantes como en la narración de la novela, cuenta con actuaciones sobrias sin mucho para destacar pero tampoco para criticar.
Clásico filme claustrofóbico que pasó desapercibido y menospreciado en su momento, pero que para quien les escribe debe estar en la colección de "aceptables thriller de suspense".

Buena peli de miedo bastante claustrofóbica e inquietante. Buen manejo de la situación, nada de detalles superfluos que distraigan, sin más pretensiones. Todo lo que ocurre tiene un porqué.

No llega a ser gore, aunque salga sangre y no poca, pero no es de forma gratuita.
Los actores son creíbles, el niño muy chillón, jaja.
Lo he pasado bien viéndola. No se aprecia aún la obsesión de hoy día por mostrar violencia y degradación humanas, con enfermos asesinos descuartizadores: las situaciones son bastante realistas y nos podría ocurrir a cualquiera de nosotros.

En definitiva, una peli de miedo correcta y que cumple su función a la perfección. No sé por qué los usuarios le han dado una nota tan baja. Bueno, sí lo sé, y seguro que tú también, pero prefiero callar.

Yo os la recomiendo.

Otra muestra más de la original y creativa capacidad de Stephen King para inventar historias; hete aquí la del perruzo que muerde.

La peli arranca con una secuencia de impresión. Cujo, un perro papón, persigue a un conejo, o liebre, no sé, y termina siendo atacado por otro bicho, que le pega un bocao morrocotudo (en todo el morro, vamos). A partir de ese momento, el pobre chucho empieza a estar cada vez más y más sucio. Qué mugre. Y parece ser que estar tan cochino le da rabia.

Al principio la peli es un poco espesa, ya que nos cuentan la del niñito que teme a los monstruos de su armario, la de los papás y sus problemas maritales, la de un señor pichabrava, clavadín a Chuck Norris, que se pone algo bruto… y se olvidan de hablarnos del perro. Pero luego la cosa mejora ostentosamente.

La puesta en escena de Teague goza del encanto de lo artesanal. Hoy en día, habrían hecho un fiero animal de… ¿PVC?... ¿UGT?... no sé qué siglas son… digital, vamos, y eso siempre queda feo y cutre, a mí no me gusta. Aquí lo que nos ofrecen es un esmerado y resuelto juego de insertos en los que los actores, claramente, juegan con el perro, que tiene una carita de bueno que no se puede aguantar, por más kétchup que le pringuen. Hay un momento en el que se supone que Cujo está atacando, pero se puede ver claramente como la víctima, en realidad, le está rascando la papada y él tiene los ojillos cerrados de puro gustito. No se pueden rodar estas cosas con un perro papón, porque no hay quien se las crea.

Perfecta no es, claro, pero es una gozada.

En la novela, quedaba claro que la idea que quería transmitir Stephen King era la facilidad con la que algo bueno puede volverse malvado. Como la adaptación es relativamente fiel, en esta película también se plasma un poco eso.
El bonachón San Bernardo "Cujo" contrae la rabia y lentamente se va transformando en una bestia sanguinaria.
Tiene una ventaja con respecto al libro, y es que elimina mucha paja que hacía que la obra de King tardara muchísimo en arrancar. Aquí se va mucho más al grano.
Dee Wallace es la madre sufridora, y actúa bastante bien, transmitiendo angustia en los peores momentos. El niño también está bastante creíble.
Pero como en toda película de animales que se precie, su verdadero protagonista es el perro. Se intuye que debió de ser bastante difícil de hacer porque el can muestra mucha personalidad, pasando de ser entrañable a ser una auténtica bestia sanguinaria.
Como suele hacer, o solía, en la época de la película, Stephen King crea una elaborada pesadilla partiendo de una idea muy sencilla. Ello hace que la historia te atrape de principio a fin, sabiendo que en el fondo no es nada del otro mundo pero deseando saber cómo va a terminar.
A nivel de terror no puedo juzgarla demasiado. No la vi siendo niño, así que no me asusta, pero creo que en su momento debió de provocar más de una pesadilla.
Desde luego no hay que negar que se trata de uno de los grandes clásicos del rey del terror en su primera (y para muchos la mejor) época. Y la película es fiel, por lo tanto está a la altura.