Los poderosos malvados abusando de la ciudadanía.
Temática interesante, que puede ser tocada de distintas formas, algunas más burdas, para congraciarse con las masas, otras serias y sutiles, quizás menos popular, pero mucho más realista.
Esta teleserie lo hace de la forma más burda posible. Los ricos son todos malos malos malos, malvados, sin ni un matiz. La teleserie no ofrece ni un gris. Todo full caricaturizado: el poderoso empresario conservador, con doble estándar, gorrea a su señora (la gorreo en el pasado), que pregona contra el aborto, pero lo promueve en sus casos personales, que arma un montaje para ocultar el crimen de su hijo. Que cree que con la palta lo logra todo. Pero como si esto ya no fuera burdo, tiene a un suegro que es un déspota y un criminal, un sobrino sin escrúpulos que además de perverso es un violador agresivo, el cuñado es un pedófilo, la esposa una clasista doble estándar y asesina.
Una teleserie que no le basto un crimen para mantener la atención, como los personajes eran planos y caricaturescos, para llenar los capítulos, necesitaban mantener la atención con sangre y más sangre. Porque para mantener la atención sin mandar a matar a una persona cada 4 capítulos, necesitas personajes mucho más ricos.
Por último, el detective principal deambula de un personaje más oscuro (con problemas con el alcohol) a un super detective, redimido, que siempre apunta con sus tesis, que siempre se adelanta, descubre quien es el nuevo corrompido. Más que un detective, es un semi dios, con poderes mágicos de verlo todo.

En fin, no pierda el tiempo

Nota: el personaje principal, menciona 3 veces "justicia en la medida de lo posible", desnudando la teleserie. Tal como el personaje simplifica y caricturiza un momento histórico mediante una frase descontextualizada y mal entendida, la teleserie simplifica cualquier intento de mostrar los abusos de la sociedad moderna.

La película tiene una primera hora muy interesante, desafiante y novedosa. Se nota que está basada en una obra de teatro (prácticamente toda la trama transcurre en una sala), pero la adaptación cinematográfica parece adecuada.

¿Hasta qué? Todo se desmorona, de un segundo a bajo la tensión se viene abajo para caer en un sin número de absurdos. La escena del baño entre Najwa Nimri y Eduard Fernández, simplemente carece de sentido, completamente innecesaria. Luego el juego de las pelotitas es ridículo. Por último, el final carece de intensidad emocional.

Eduardo Noriega nunca da el tono.

Es de lo mejor que le he visto a Fabula (productora de Pablo Larraín), sin ser brillante, es bastante bueno.
Miniserie técnicamente de alto estándar (como suele ser las producciones de Fabula) y artísticamente bastante decente (cosa inusual en Fabula, que suele ser de bastante pobreza artística).
La historia se relata con altas cuotas de realismo, acompañada por una fotografía muy sólida del sur de Chile, oscuro y nublado, como suele ser. Lamentablemente la actuación y el desarrollo de los personajes le falta solvencia para hacer una serie más redonda. Sin duda pudo ser mejor, pero es bastante sobre el promedio de las producciones chilenas.

Pesque todos los cliches sociales, todos.
Todas las cosas terribles que azotan a la sociedad, todas.
Culpe a los responsables clásicos de todo: los poderosos caricaturizados (la derecha, los curas, los empresarios, etc)

Todo mega ultra caricatura, cero intención de darle profundidad, ni matices, ni realismo.

Eso es "La Jauría", una lluvia de cliches.

Nota: súmele una banda sonora desagradable.

La historia no cuaja, el director nunca define hacia donde quiere que vaya la película. Por un lado, la intención de transportarnos a un mundo decrépito, una especie de anhelo de llevarnos al Valparaíso bohemio. Por otro lado, la intención de conmovernos con un drama familiar que simplemente no conmueve. Historias que intentan generar algo en el espectador, todos los personajes con matrimonios destruidos, historias frustradas y fracasos, pero simplemente no emocionan.

Los personajes simplemente decepcionan, mal desarrollados en el argumento, pero también mal actuados. La única actuación aceptable es la Gloria Münchmeyer en un papel secundario. El resto de las actuaciones son demasiado planas, pobres es poco decir.

Así la historia deambula, no cuaja y aburre.

La historia: un enfermo terminal que tiene una última ilusión: morir junto a sus hijos y su ex mujer, madre de sus hijos, el amor de su vida. Además de morir rodeado de sus cercanos tiene una lista de planes pendientes (todos inconexos con lo anterior, mostrando la profunda falta de convicción de la película): emborracharse, contemplar Valparaíso de noche, ir a un prostíbulo y sentir la brisa del mar.

Y repito, nada cuaja, todo parece forzado y la historia simplemente es una mala anécdota que rápidamente será olvidada por el espectador.