La ballena
20.595
Drama
Un solitario profesor de inglés con obesidad severa (Brendan Fraser) intenta reconectar con su hija adolescente en una última oportunidad de redención.
11 de febrero de 2023
238 de 287 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hola Brendan. Tú no sabes quién soy pero aquí, al otro lado del mundo, hay una persona que te admira. Sí, yo te vi con la melena al viento en George de la Jungla, te vi en la turbia La pasión de Darkly Noon junto a Ashley Judd, siendo el jardinero de Ian Mckellen, te vi encerrado en un búnquer y saliendo de él para buscar a tu Eva, te vi pidiendo 7 deseos al diablo más sexy del cine, trabajando mano a mano con los Looney Tunes, intentando llegar al centro de la Tierra, compartiendo cartel en Crash...
Pero sobre todo te vi en La momia. Ahí te convertiste en mi ídolo. No te haces a la idea de lo que un chavalín de 10 años, para el que su mayor pasión era el cine, disfrutó de aquella maravillosa película de aventuras. Y tú eras el protagonista. Quería ser tú. Quería pasar tus aventuras, pelear como tú, disparar como tú, conquistar a la chica como tú y ser tan guay como tú. Llegó La Momia 2 y estaba el primero en la cola del cine. Cada nueva película en la que tú participaras era motivo más que suficiente para que fuera al videoclub a alquilarla.
Sí, yo alquilé Dudley de la montaña y la vi con ilusión un domingo en casa.
Pero algo pasó, fuiste desapareciendo. Tu presencia iba siendo cada vez más intermitente, las películas en las que participabas (y que yo seguía viendo) no eran las que uno esperaría (En pata de guerra..). Tu aspecto físico ya no era el de aquel aventurero de Eqipto.
Pensé que te habías ido.
Pero no.
Llega el 2022 y nos das esto. La ballena. Qué grande eres Brendan. Lo que haces aquí es simplemente maravilloso. Los 7 puntos de la película van por ti. Con una interpretación que llega al alma consigues dar vida a un personaje que nos roba el corazón con cada mirada. Gracias. Gracias por haberte aliado con Aronofsky para sacar adelante esta película (que recuerda en parte a El luchador). Y gracias por no haberte ido nunca, por ser tú, por no seguir el patrón típico de superestrella de Hollywood, por ser esa rara avis que con modestia, humildad y trabajo se queda en un segundo plano en este mundo de postureo. Se nota que eres un buen tipo, te mereces todo lo bueno que te está pasando.
Y sí, sigues siendo un tío súper guay.
Pero sobre todo te vi en La momia. Ahí te convertiste en mi ídolo. No te haces a la idea de lo que un chavalín de 10 años, para el que su mayor pasión era el cine, disfrutó de aquella maravillosa película de aventuras. Y tú eras el protagonista. Quería ser tú. Quería pasar tus aventuras, pelear como tú, disparar como tú, conquistar a la chica como tú y ser tan guay como tú. Llegó La Momia 2 y estaba el primero en la cola del cine. Cada nueva película en la que tú participaras era motivo más que suficiente para que fuera al videoclub a alquilarla.
Sí, yo alquilé Dudley de la montaña y la vi con ilusión un domingo en casa.
Pero algo pasó, fuiste desapareciendo. Tu presencia iba siendo cada vez más intermitente, las películas en las que participabas (y que yo seguía viendo) no eran las que uno esperaría (En pata de guerra..). Tu aspecto físico ya no era el de aquel aventurero de Eqipto.
Pensé que te habías ido.
Pero no.
Llega el 2022 y nos das esto. La ballena. Qué grande eres Brendan. Lo que haces aquí es simplemente maravilloso. Los 7 puntos de la película van por ti. Con una interpretación que llega al alma consigues dar vida a un personaje que nos roba el corazón con cada mirada. Gracias. Gracias por haberte aliado con Aronofsky para sacar adelante esta película (que recuerda en parte a El luchador). Y gracias por no haberte ido nunca, por ser tú, por no seguir el patrón típico de superestrella de Hollywood, por ser esa rara avis que con modestia, humildad y trabajo se queda en un segundo plano en este mundo de postureo. Se nota que eres un buen tipo, te mereces todo lo bueno que te está pasando.
Y sí, sigues siendo un tío súper guay.
25 de febrero de 2023
181 de 203 usuarios han encontrado esta crítica útil
De ballenas va la cosa
Hacía tiempo que había perdido la ilusión por ir al cine porque ninguna de las últimas películas que había visto me dejaban con el corazón en la garganta ni tampoco se me ocurría un adjetivo para ellas que fuera más allá de un simple “correcta”, hasta ayer.
No sé ni por dónde empezar…
Con un papel que parece diseñado totalmente para él, debido a los múltiples intentos de Hollywood de marginarle, Brendan Fraser se mete en la piel (nunca mejor dicho) de un hombre con obesidad mórbida cuya presión arterial duplica la establecida para un hombre de su edad, marginado por su hija y su mujer, tras tomar la decisión de separarse de esta, y vivir una frenética historia de amor con otro hombre, y cuyo único deseo es que su hija le perdone por todas estas decisiones pasadas antes de que sea demasiado tarde.
La actuación que nos regala Fraser, no solamente es una actuación de Óscar, sino también una de esas que no caerá jamás en el olvido y pasará sin lugar a dudas a la historia de cine, porque con una sola mirada consigue sacudirnos como si fuéramos muñecos de trapo. Un total acierto, tanto por parte de Fraser como de Aronofsky, no caer en la tentación de emplear discursos sobrecargados sobre la marginación y la gordofobia y decantarse por explicar los sentimientos del personaje a través de pequeños gestos. Creo que es imposible no enamorarse del personaje de Brendan, sufrir con él, reírnos con él y llegar a sentirle tan cercano que sea imposible percibirle como un personaje y no como una persona.
Me gustaría hacer hincapié también en la historia personal de Brendan, y es que, después de tener que lidiar con la separación de su mujer y con la muerte de sus padres, se sumió en una profunda depresión que le hizo coger algunos kilos, y que hizo que Hollywood le diera la espalda puesto que nadie quería en sus películas a un actor que estuviera atravesando una situación tan dura y que había cogido unos kilitos de más. ¿No os suena de algo? En “The Whale”, Charlie, su personaje, comienza a comer compulsivamente tras el repentino fallecimiento de su pareja, que hace que se suma en una depresión bestial y que su familia (que bien podría ser una metáfora de Hollywood) le margine.
Las actuaciones de los demás actores son absolutamente magistrales, pero lo de Brendan va más allá, y es que nos ha regalado una de las mejores actuaciones de toda la historia del cine.
Una vez dicho todo esto y tras haber puesto a Brendan en el lugar en el que se merece, vamos con un análisis del resto de la película, que no se queda atrás:
Creo que tengo que comenzar hablando de los personajes, y es que, no sobra ninguno de ellos: la mejor amiga de Charlie, que nos transmitirá constantemente esa sensación de que está a punto de perder a una de las personas que más quiere de su vida; su hija, que detesta a Charlie y en todas las escenas tratará de incomodarle y hacerle sentir mal por su pasado, el misionero, cuyo personaje supone una reflexión interesantísima con respecto a la religión en el marco de una persona que está a punto de morirse, la madre, a la que en un principio odiaremos hasta que conocemos sus motivaciones y sentimientos, y uno de los personajes más interesantes sin lugar a dudas, que es el chico que reparte comida a domicilio, que supone una reflexión súper interesante sobre los prejuicios y las apariencias. Aunque el mejor personaje, por supuesto Charlie, un personaje impredecible con un fondo muy estudiado que pese a estarse muriendo mantiene una actitud optimista frente a la vida por muchos palos que le haya dado esta.
En la película también está presente la dicotomía entre el bien y el mal, la figura de Dios y la del diablo, y de cómo las apariencias engañan, y lo aparentemente bueno resulta no serlo tanto y lo malo resulta ser lo bueno.
Y por supuesto; no podía terminar la crítica sin alabar a los maquilladores y caracterizadores que tardaron horas en convertir a Fraser en Charlie y cuyo trabajo merece un premio, al equipo de escenógrafos y su acertada decisión de hacer transcurrir la película en el marco del oscuro salón de Charlie y a los cámaras y montadores, porque la fotografía y las escenas son de lo más transgresor y conmovedor que he visto en mi vida.
Continúo en los spoilers
Hacía tiempo que había perdido la ilusión por ir al cine porque ninguna de las últimas películas que había visto me dejaban con el corazón en la garganta ni tampoco se me ocurría un adjetivo para ellas que fuera más allá de un simple “correcta”, hasta ayer.
No sé ni por dónde empezar…
Con un papel que parece diseñado totalmente para él, debido a los múltiples intentos de Hollywood de marginarle, Brendan Fraser se mete en la piel (nunca mejor dicho) de un hombre con obesidad mórbida cuya presión arterial duplica la establecida para un hombre de su edad, marginado por su hija y su mujer, tras tomar la decisión de separarse de esta, y vivir una frenética historia de amor con otro hombre, y cuyo único deseo es que su hija le perdone por todas estas decisiones pasadas antes de que sea demasiado tarde.
La actuación que nos regala Fraser, no solamente es una actuación de Óscar, sino también una de esas que no caerá jamás en el olvido y pasará sin lugar a dudas a la historia de cine, porque con una sola mirada consigue sacudirnos como si fuéramos muñecos de trapo. Un total acierto, tanto por parte de Fraser como de Aronofsky, no caer en la tentación de emplear discursos sobrecargados sobre la marginación y la gordofobia y decantarse por explicar los sentimientos del personaje a través de pequeños gestos. Creo que es imposible no enamorarse del personaje de Brendan, sufrir con él, reírnos con él y llegar a sentirle tan cercano que sea imposible percibirle como un personaje y no como una persona.
Me gustaría hacer hincapié también en la historia personal de Brendan, y es que, después de tener que lidiar con la separación de su mujer y con la muerte de sus padres, se sumió en una profunda depresión que le hizo coger algunos kilos, y que hizo que Hollywood le diera la espalda puesto que nadie quería en sus películas a un actor que estuviera atravesando una situación tan dura y que había cogido unos kilitos de más. ¿No os suena de algo? En “The Whale”, Charlie, su personaje, comienza a comer compulsivamente tras el repentino fallecimiento de su pareja, que hace que se suma en una depresión bestial y que su familia (que bien podría ser una metáfora de Hollywood) le margine.
Las actuaciones de los demás actores son absolutamente magistrales, pero lo de Brendan va más allá, y es que nos ha regalado una de las mejores actuaciones de toda la historia del cine.
Una vez dicho todo esto y tras haber puesto a Brendan en el lugar en el que se merece, vamos con un análisis del resto de la película, que no se queda atrás:
Creo que tengo que comenzar hablando de los personajes, y es que, no sobra ninguno de ellos: la mejor amiga de Charlie, que nos transmitirá constantemente esa sensación de que está a punto de perder a una de las personas que más quiere de su vida; su hija, que detesta a Charlie y en todas las escenas tratará de incomodarle y hacerle sentir mal por su pasado, el misionero, cuyo personaje supone una reflexión interesantísima con respecto a la religión en el marco de una persona que está a punto de morirse, la madre, a la que en un principio odiaremos hasta que conocemos sus motivaciones y sentimientos, y uno de los personajes más interesantes sin lugar a dudas, que es el chico que reparte comida a domicilio, que supone una reflexión súper interesante sobre los prejuicios y las apariencias. Aunque el mejor personaje, por supuesto Charlie, un personaje impredecible con un fondo muy estudiado que pese a estarse muriendo mantiene una actitud optimista frente a la vida por muchos palos que le haya dado esta.
En la película también está presente la dicotomía entre el bien y el mal, la figura de Dios y la del diablo, y de cómo las apariencias engañan, y lo aparentemente bueno resulta no serlo tanto y lo malo resulta ser lo bueno.
Y por supuesto; no podía terminar la crítica sin alabar a los maquilladores y caracterizadores que tardaron horas en convertir a Fraser en Charlie y cuyo trabajo merece un premio, al equipo de escenógrafos y su acertada decisión de hacer transcurrir la película en el marco del oscuro salón de Charlie y a los cámaras y montadores, porque la fotografía y las escenas son de lo más transgresor y conmovedor que he visto en mi vida.
Continúo en los spoilers
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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30 de enero de 2023
113 de 138 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Al fin lucho contigo; desde el corazón del infierno te hiero; por odio te escupo mi último aliento (...) ¡vaya yo a remolque en trozos, sin dejar de perseguirte, aunque atado a ti, ballena maldita!"
(Herman Melville)
"La ballena" tiene una muy interesante puesta en escena, reduciéndose la localización a la casa del protagonista y esencialmente al salón y el porche, exceptuando algunos otros planos sobre todo retrospectivos y breves en la vida de los personajes principales. De este modo, limitando el espacio y las acciones, la fuerza de la obra se encuentra en la palabra y las interpretaciones del reducido grupo de actores. Mérito esencial sin duda el ser adaptación de la obra de teatro homónima de quien también escribe el guion, el dramaturgo Samuel D. Hunter, y aderezado con una realización medida de Aronofsky que saca buen partido de la expresividad de los actores con cada plano.
Si hay que poner un pero que resta algo a la cinta, quizás esté en alguna escena un poco desagradable por explícita y en cierta dureza visual y de situaciones igualmente incisivas y quizás reiteradas sin necesidad sobre la condición del personaje principal, que buscan casi más incomodar al espectador que aportar al argumento.
Sin embargo, gracias a palabras y actuaciones, el conjunto no deja de funcionar como un engranaje de precisión. Brendan Fraser hace aquí el papel de su vida, un muy buen trabajo como el personaje central, Charlie, sobre el que pivotan alternándose en escena el resto, dando él ese carácter de hombre con problemas por su condición física que busca redimirse del pasado que le atormenta pero que muestra estar lleno de bondad y esperanzas puestas en los demás a la vez que en cierto modo se castiga a sí mismo. Del resto de acertados papeles de reparto, sobresale, además del intenso e interiorizado por la actriz Hong Chau haciendo de su enfermera Liz, la interpretación de Sadie Sink, como su hija Ellie, que es elemento esencial en la historia y que ella borda en esa dualidad de hija cruel y resentida pero que parece esconder algo más dentro resistiendo salir. Hay algunas escenas entre ambos que tienen gran fuerza interpretativa, ayudada también por una adecuada planificación del rodaje y dirección de actores.
La construcción de los diálogos según se van introduciendo los personajes y vemos las relaciones entre ellos está cuidada para que vayamos conociendo de modo dosificado qué es lo que los une, o separa, y entendamos tanto su pasado como su presente. La trama se va así desarrollando aumentando su intensidad emocional hasta llegar a un final potente lleno de metáfora y significado.
(Herman Melville)
"La ballena" tiene una muy interesante puesta en escena, reduciéndose la localización a la casa del protagonista y esencialmente al salón y el porche, exceptuando algunos otros planos sobre todo retrospectivos y breves en la vida de los personajes principales. De este modo, limitando el espacio y las acciones, la fuerza de la obra se encuentra en la palabra y las interpretaciones del reducido grupo de actores. Mérito esencial sin duda el ser adaptación de la obra de teatro homónima de quien también escribe el guion, el dramaturgo Samuel D. Hunter, y aderezado con una realización medida de Aronofsky que saca buen partido de la expresividad de los actores con cada plano.
Si hay que poner un pero que resta algo a la cinta, quizás esté en alguna escena un poco desagradable por explícita y en cierta dureza visual y de situaciones igualmente incisivas y quizás reiteradas sin necesidad sobre la condición del personaje principal, que buscan casi más incomodar al espectador que aportar al argumento.
Sin embargo, gracias a palabras y actuaciones, el conjunto no deja de funcionar como un engranaje de precisión. Brendan Fraser hace aquí el papel de su vida, un muy buen trabajo como el personaje central, Charlie, sobre el que pivotan alternándose en escena el resto, dando él ese carácter de hombre con problemas por su condición física que busca redimirse del pasado que le atormenta pero que muestra estar lleno de bondad y esperanzas puestas en los demás a la vez que en cierto modo se castiga a sí mismo. Del resto de acertados papeles de reparto, sobresale, además del intenso e interiorizado por la actriz Hong Chau haciendo de su enfermera Liz, la interpretación de Sadie Sink, como su hija Ellie, que es elemento esencial en la historia y que ella borda en esa dualidad de hija cruel y resentida pero que parece esconder algo más dentro resistiendo salir. Hay algunas escenas entre ambos que tienen gran fuerza interpretativa, ayudada también por una adecuada planificación del rodaje y dirección de actores.
La construcción de los diálogos según se van introduciendo los personajes y vemos las relaciones entre ellos está cuidada para que vayamos conociendo de modo dosificado qué es lo que los une, o separa, y entendamos tanto su pasado como su presente. La trama se va así desarrollando aumentando su intensidad emocional hasta llegar a un final potente lleno de metáfora y significado.
3 de febrero de 2023
84 de 101 usuarios han encontrado esta crítica útil
En menor o mayor medida, todo aquel hijo de los años 90, al igual que podría pasar con Robin Williams, Jim Carrey o Will Smith, guarda un cierto cariño a la figura de Brendan Fraser, un cariño basado en las tantísimas tardes que, volviendo de nuestro videoclub favorito, nos reuníamos con los VHS de “The Mummy”, “George of the Jungle” o Looney Tunes: Back in Action” y con quien nos dejábamos llevar al son de la más tonta carcajada infantil. Pero al pasar de los años, su recuerdo se disipó y perdimos la pista de nuestro querido aventurero. A pesar de su potencial, (llegando a ser nombrado como el nuevo Harrison Ford), sin dejar la actuación y explorando papeles que lo desvincularon de la aventura y la comedia infantil, Fraser se topó con los sucios e injustos caprichos de la vida y, sin entrar en terreno personal, su nombre quedó casi en el olvido, casi recordado solo por aquellas mentes melancólicas que recordamos con cariño a uno de los héroes de nuestra infancia. Pero después de la caída, puede haber resurrección, y nuestro querido amigo, de forma sutil, ha estado resurgiendo de sus cenizas durante estos últimos años para llegar hasta la cima con “The Whale”.
El muy criticado cineasta Darren Aronofsky, después de su último trabajo, la salvaje, infravalorada e incomprendida “Mother!”, se dispone a regresar para acallar las destructivas bocas que solo sacaban m*erda de él y de su última película, llegando a ser nominada injustamente a los premios Razzie. Aronofsky centrándose en la obra de teatro homónima de Samuel D. Hunter, quien también escribe el guion de la película, viene a traernos la historia de Charlie, un solitario profesor de inglés con una espantosa obesidad mórbida de 265kg, que intenta reconectar con su hija adolescente en una última oportunidad de redención.
Se cuenta que Aronofsky, en su búsqueda, no tardó demasiado en poner el rostro de Fraser al personaje de Charlie, y es que el papel le viene como anillo al dedo. Mucho más allá de la desmejora física de Brendan, su lucha contra la mismísima vida, parece que le haya estado preparando para este papel. Charlie, quien sufre de una fuerte depresión a raíz de una devastadora perdida, sacia su profunda culpa y ansiedad a bocado vivo, lastrando quilos y quilos de pizzas, bocadillos de doble queso, salsas y alitas de pollo. Pero mucho más allá de las muchas y sudadas capas de grosor, en el fondo se encuentra un hombre sensible, bondadoso, arrepentido y que solo busca una última redención.
Como ya nos tiene acostumbrado el cine agónico de Aronofsky, la película es un sinfín de crudas situaciones que atacan al protagonista como al espectador, para que empatices con Charlie y sufras con él. Como ya lo hizo en anteriores proyectos, te adentra en un frágil protagonista a quien ahoga con situaciones de su alrededor traídas por las malas decisiones de su pasado hasta acorralarlo y llegar a niveles de tensión estratosférico, (sin tampoco sucumbir al caos de "Requiem for Dream" o "Mother!"), y donde se regodea con imágenes chocantes, agresiva y desagradables, llenas de tragedia y dramática como cuando vemos a nuestro protagonista desnudo, o a un Charlie con respiración sibilante, pálido, sudado, sucio, con gafas nasales y sin apenas poder moverse de su sillón, o cuando refleja lo peor del impulso humano cuando sucumbe a su ímpetu desenfrenado y como una bestia devora, con la boca grasosa, las pizzas familiares de dos en dos.
Separándose de la fantasia de sus anteriores trabajos y con una puesta en escena muy teatral, el director, para conseguir una mayor sensación de opresión, encuadra la imagen en el formato de cuatro tercios, donde en muchas ocasiones el protagonista ni cabe dentro de el, con el que consigue hacerte sentir tan atrapado como a su protagonista. Junto a ello, teniendo el minúsculo apartamento de Charle cómo único escenario, al que también se le queda pequeño, también ayuda a crear esta opresiva atmosfera.
Pero vamos a lo importante, ¿es Brendan Fraser merecedor de la nominación a mejor actuación del año? Así es. Fraser, al contrario de lo que le gusta tanto a la academia, no teatraliza el drama con grandes gestos ni grandes discursos a grito pelado bajo la lluvia. Su maravilla recae en la sutileza de sus pequeños movimientos, sus facciones faciales y por encima de todo, de su mirada. Sus ojos consiguen transmitir toda la bondad, sufrimiento, y arrepentimiento que definen al protagonista; y dicha hazaña no es moco de pavo. Junto a Fraser, también destaco a la joven Sadie Sink, conocida para sus amigos como a Max de Stranger Things, y ya sea dicho, lo mejor de su 4ª temporada (perdón, quería quedarme a gusto). Sadie, quien interpreta a la hija de Charlie consigue hacer una veraz interpretación de una hija tocapelotas e irritante pero que en el fondo se esconde bajo un grueso caparazón. También destacar a Hong Chau, quien interpreta a la única amiga que tiene Charlie, un personaje gris que cuida y abraza al protagonista en sus momentos de mayor debilidad, pero que a su vez, le trae la comida grasienta que le hace tan feliz, a sabiendas del daño que ésta le hace.
“The Whale” es todo un reconocimiento a la figura de Fraser, con una actuación soberbia y merecedora de la gran ovación de 6 minutos que recibió el actor en su estreno en el pasado Festival de Venecia. Una película que a pesar de su miseria, posee cierta belleza en su tragedia y que en sus crudas imágenes, te hace sentir indefenso y piadoso en frente de ellas. Si te acercas a ella por el morbo de la obesidad y de sus imágenes desagradables, te encontraras con historia que habla sobre la autodestrucción, depresión, la soledad y la dejadez; y en su contradicción, también tratará sobre la aceptación, redención y las segundas oportunidades, y para eso, no había un mejor rostro que el de Brendan.
El muy criticado cineasta Darren Aronofsky, después de su último trabajo, la salvaje, infravalorada e incomprendida “Mother!”, se dispone a regresar para acallar las destructivas bocas que solo sacaban m*erda de él y de su última película, llegando a ser nominada injustamente a los premios Razzie. Aronofsky centrándose en la obra de teatro homónima de Samuel D. Hunter, quien también escribe el guion de la película, viene a traernos la historia de Charlie, un solitario profesor de inglés con una espantosa obesidad mórbida de 265kg, que intenta reconectar con su hija adolescente en una última oportunidad de redención.
Se cuenta que Aronofsky, en su búsqueda, no tardó demasiado en poner el rostro de Fraser al personaje de Charlie, y es que el papel le viene como anillo al dedo. Mucho más allá de la desmejora física de Brendan, su lucha contra la mismísima vida, parece que le haya estado preparando para este papel. Charlie, quien sufre de una fuerte depresión a raíz de una devastadora perdida, sacia su profunda culpa y ansiedad a bocado vivo, lastrando quilos y quilos de pizzas, bocadillos de doble queso, salsas y alitas de pollo. Pero mucho más allá de las muchas y sudadas capas de grosor, en el fondo se encuentra un hombre sensible, bondadoso, arrepentido y que solo busca una última redención.
Como ya nos tiene acostumbrado el cine agónico de Aronofsky, la película es un sinfín de crudas situaciones que atacan al protagonista como al espectador, para que empatices con Charlie y sufras con él. Como ya lo hizo en anteriores proyectos, te adentra en un frágil protagonista a quien ahoga con situaciones de su alrededor traídas por las malas decisiones de su pasado hasta acorralarlo y llegar a niveles de tensión estratosférico, (sin tampoco sucumbir al caos de "Requiem for Dream" o "Mother!"), y donde se regodea con imágenes chocantes, agresiva y desagradables, llenas de tragedia y dramática como cuando vemos a nuestro protagonista desnudo, o a un Charlie con respiración sibilante, pálido, sudado, sucio, con gafas nasales y sin apenas poder moverse de su sillón, o cuando refleja lo peor del impulso humano cuando sucumbe a su ímpetu desenfrenado y como una bestia devora, con la boca grasosa, las pizzas familiares de dos en dos.
Separándose de la fantasia de sus anteriores trabajos y con una puesta en escena muy teatral, el director, para conseguir una mayor sensación de opresión, encuadra la imagen en el formato de cuatro tercios, donde en muchas ocasiones el protagonista ni cabe dentro de el, con el que consigue hacerte sentir tan atrapado como a su protagonista. Junto a ello, teniendo el minúsculo apartamento de Charle cómo único escenario, al que también se le queda pequeño, también ayuda a crear esta opresiva atmosfera.
Pero vamos a lo importante, ¿es Brendan Fraser merecedor de la nominación a mejor actuación del año? Así es. Fraser, al contrario de lo que le gusta tanto a la academia, no teatraliza el drama con grandes gestos ni grandes discursos a grito pelado bajo la lluvia. Su maravilla recae en la sutileza de sus pequeños movimientos, sus facciones faciales y por encima de todo, de su mirada. Sus ojos consiguen transmitir toda la bondad, sufrimiento, y arrepentimiento que definen al protagonista; y dicha hazaña no es moco de pavo. Junto a Fraser, también destaco a la joven Sadie Sink, conocida para sus amigos como a Max de Stranger Things, y ya sea dicho, lo mejor de su 4ª temporada (perdón, quería quedarme a gusto). Sadie, quien interpreta a la hija de Charlie consigue hacer una veraz interpretación de una hija tocapelotas e irritante pero que en el fondo se esconde bajo un grueso caparazón. También destacar a Hong Chau, quien interpreta a la única amiga que tiene Charlie, un personaje gris que cuida y abraza al protagonista en sus momentos de mayor debilidad, pero que a su vez, le trae la comida grasienta que le hace tan feliz, a sabiendas del daño que ésta le hace.
“The Whale” es todo un reconocimiento a la figura de Fraser, con una actuación soberbia y merecedora de la gran ovación de 6 minutos que recibió el actor en su estreno en el pasado Festival de Venecia. Una película que a pesar de su miseria, posee cierta belleza en su tragedia y que en sus crudas imágenes, te hace sentir indefenso y piadoso en frente de ellas. Si te acercas a ella por el morbo de la obesidad y de sus imágenes desagradables, te encontraras con historia que habla sobre la autodestrucción, depresión, la soledad y la dejadez; y en su contradicción, también tratará sobre la aceptación, redención y las segundas oportunidades, y para eso, no había un mejor rostro que el de Brendan.
2 de febrero de 2023
98 de 143 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es ningún secreto que Aronofsky siente cierta predilección por la hipérbole dramática. Es de aquellos directores a quienes les gusta retorcer y humillar a unos personajes nacidos para sufrir. Tenemos claros ejemplos en "Requiem for a dream", donde machaca con cinismo social a sus protagonistas, o en "Cisne negro" al arrastar a la Portman en busca de la perfección hasta las últimas consecuencias.
Sus películas coquetean con el fantástico, con la metáfora o con una alegoría al servicio de un mensaje demoledor que retrata con crudeza las miserias humanas. Una mezcla de géneros que funciona cuando la historia está controlada/ bien trabajada o, por el contrario, es capaz de dividir a la audiencia por su reducción al absurdo, como es el caso de "Madre!", film que exige demasiado al espectador y que su pretendido estilo caótico puede exasperar a más de uno.
Por el contrario, la cinta que nos ocupa se aleja de la fantasía y se adentra en el drama costumbrista más simplista. El director decide dejar a un lado aquello que hizo distinta a su filmografía y transitar por unos senderos fáciles y emocionalmente planos, concentrando su esfuerzo en avasallar al espectador con tretas lacrimógenas. Nada de personajes complejos y profundos, ni rastro de tramas tortuosas. Aquí todo está al servicio de un actor y de un personaje al que se le rinde pleitesía artificiosa.
¿Se merece Fraser el Oscar por su interpretación? Sin duda, está soberbio. Pero, puestos a ser quisquillosos, es un papel demasiado goloso y estudiado. Es de aquellos personajes que, más allá de prótesis y látex, encandilan a la Academia por esa súplica desesperada por recibir algún premio. En este caso, un homosexual obeso dispuesto a autodestruirse por amor. A la ecuación hay sumarle una hija psicópata, una exmujer alcohólica, una amiga cínica y una secta como telón de fondo. El cóctel del culebrón está servido.
¿Es "La ballena" una buena película? Por supuesto. Pero, al final, todo ese portento lacrimoso juega en su contra, pues su exceso es tan obvio que resulta inocuo, e incluso irrisorio. Algo parecido a lo que hace Shyamalan en sus películas, pero con menos soberbia.
Lo mejor; Recuperar a un gran actor como Fraser y dedicarle un film entero a su redención hollywoodense.
Lo peor; Por su evidencia resulta de todo menos emotiva. Su simpleza es irritante.
Sus películas coquetean con el fantástico, con la metáfora o con una alegoría al servicio de un mensaje demoledor que retrata con crudeza las miserias humanas. Una mezcla de géneros que funciona cuando la historia está controlada/ bien trabajada o, por el contrario, es capaz de dividir a la audiencia por su reducción al absurdo, como es el caso de "Madre!", film que exige demasiado al espectador y que su pretendido estilo caótico puede exasperar a más de uno.
Por el contrario, la cinta que nos ocupa se aleja de la fantasía y se adentra en el drama costumbrista más simplista. El director decide dejar a un lado aquello que hizo distinta a su filmografía y transitar por unos senderos fáciles y emocionalmente planos, concentrando su esfuerzo en avasallar al espectador con tretas lacrimógenas. Nada de personajes complejos y profundos, ni rastro de tramas tortuosas. Aquí todo está al servicio de un actor y de un personaje al que se le rinde pleitesía artificiosa.
¿Se merece Fraser el Oscar por su interpretación? Sin duda, está soberbio. Pero, puestos a ser quisquillosos, es un papel demasiado goloso y estudiado. Es de aquellos personajes que, más allá de prótesis y látex, encandilan a la Academia por esa súplica desesperada por recibir algún premio. En este caso, un homosexual obeso dispuesto a autodestruirse por amor. A la ecuación hay sumarle una hija psicópata, una exmujer alcohólica, una amiga cínica y una secta como telón de fondo. El cóctel del culebrón está servido.
¿Es "La ballena" una buena película? Por supuesto. Pero, al final, todo ese portento lacrimoso juega en su contra, pues su exceso es tan obvio que resulta inocuo, e incluso irrisorio. Algo parecido a lo que hace Shyamalan en sus películas, pero con menos soberbia.
Lo mejor; Recuperar a un gran actor como Fraser y dedicarle un film entero a su redención hollywoodense.
Lo peor; Por su evidencia resulta de todo menos emotiva. Su simpleza es irritante.
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