You must be a loged user to know your affinity with Sibila de Delfos
Críticas ordenadas por utilidad
30 de diciembre de 2015
239 de 284 usuarios han encontrado esta crítica útil
Spotlight es una película llena de buenos valores cinematográficos.
Está rodada con brío y con elegancia, tiene unos intérpretes fantásticos, y cuenta con eficacia la investigación de uno de los casos más sonados de pederastia dentro de la Iglesia Católica estadounidense. Pero tantísimo premio como está recibiendo y tantísima mención como Mejor Película del año es algo que le queda grande, muy grande.
El problema principal es la frialdad del guión. Una historia como esta necesitaba más emoción, más emotividad. Tampoco hacía falta convertirla en un culebrón lacrimógeno, ni mucho menos, pero la cinta fracasa estrepitosamente en la misión de implicar al espectador con tan truculenta historia. No existe esa conexión, porque el desarrollo de la trama es plomizo y sobre todo poco emocionante, como decimos. Tampoco ayuda que los personajes del grupo Spotlight estén tan poco definidos. Apenas sabemos nada de ellos. Son como un único cuerpo con varias cabezas que trabajan juntas por un mismo objetivo, y aunque se agradece ese interés por mostrar a los periodistas como, precisamente, una unión imparable, no hubiera estado de más que cada uno de ellos estuviera un poquito más matizado y desarrollado, para ayudar precisamente a esa identificación del público con ellos, que no se produce.
Así, lo mejor son los momentos en los que los miembros de Spotlight entrevistan a las víctimas de los abusos (prácticamente los únicos momentos en los que el espectador realmente siente con los personajes y se le encoge el corazón ante esos los testimonios tan duros), y por supuesto, el trabajo de los actores. Tener en la misma película a Mark Ruffalo, John Slattery, Rachel McAdams, Michael Keaton, Stanley Tucci o Liev Shcreiber no es ninguna tontería, y todos funcionan a la perfección como grupo coral, más que como actores individuales (no hay nadie que destaque especialmente por encima de los otros, o por encima de otros intérpretes de otras películas "premiables" del año, pero como grupo sí resultan memorables).
En definitiva, una película aceptable, muy correcta, de notable incluso (aunque notable bajo), pero para nada la mejor del año ni ninguna obra maestra.
Lo mejor: Los actores y las escenas en las que vemos los testimonios de las víctimas.
Lo peor: Le falta emoción a esa narración tan fría, y los personajes no quedan muy definidos.
Está rodada con brío y con elegancia, tiene unos intérpretes fantásticos, y cuenta con eficacia la investigación de uno de los casos más sonados de pederastia dentro de la Iglesia Católica estadounidense. Pero tantísimo premio como está recibiendo y tantísima mención como Mejor Película del año es algo que le queda grande, muy grande.
El problema principal es la frialdad del guión. Una historia como esta necesitaba más emoción, más emotividad. Tampoco hacía falta convertirla en un culebrón lacrimógeno, ni mucho menos, pero la cinta fracasa estrepitosamente en la misión de implicar al espectador con tan truculenta historia. No existe esa conexión, porque el desarrollo de la trama es plomizo y sobre todo poco emocionante, como decimos. Tampoco ayuda que los personajes del grupo Spotlight estén tan poco definidos. Apenas sabemos nada de ellos. Son como un único cuerpo con varias cabezas que trabajan juntas por un mismo objetivo, y aunque se agradece ese interés por mostrar a los periodistas como, precisamente, una unión imparable, no hubiera estado de más que cada uno de ellos estuviera un poquito más matizado y desarrollado, para ayudar precisamente a esa identificación del público con ellos, que no se produce.
Así, lo mejor son los momentos en los que los miembros de Spotlight entrevistan a las víctimas de los abusos (prácticamente los únicos momentos en los que el espectador realmente siente con los personajes y se le encoge el corazón ante esos los testimonios tan duros), y por supuesto, el trabajo de los actores. Tener en la misma película a Mark Ruffalo, John Slattery, Rachel McAdams, Michael Keaton, Stanley Tucci o Liev Shcreiber no es ninguna tontería, y todos funcionan a la perfección como grupo coral, más que como actores individuales (no hay nadie que destaque especialmente por encima de los otros, o por encima de otros intérpretes de otras películas "premiables" del año, pero como grupo sí resultan memorables).
En definitiva, una película aceptable, muy correcta, de notable incluso (aunque notable bajo), pero para nada la mejor del año ni ninguna obra maestra.
Lo mejor: Los actores y las escenas en las que vemos los testimonios de las víctimas.
Lo peor: Le falta emoción a esa narración tan fría, y los personajes no quedan muy definidos.
Miniserie
2023
Los Javis (Creador), Javier Ambrossi (Creador) ...
17 de noviembre de 2023
168 de 194 usuarios han encontrado esta crítica útil
Curioso lo que pasa en esta sacrosanta casa de FilmAffinity con las series... lo lógico seria esperar a que terminasen para comentarlas, ¿no? Pues parece que muchos usuarios no están de acuerdo.
Dicho esto, La Mesías es sin duda lo mejor que han hecho hasta la fecha Javier Ambrossi y Javier Calvo, es decir, "los Javis". Es mejor que Veneno, que ya era bastante buena. No obstante, al margen de la opinión personal que cada uno pueda tener sobre Calvo y Ambrossi como personajes mediáticos y/o televisivos, lo cierto es que hay que dar al César lo que es del César, y se tiene que reconocer su madurez creativa, su conocimiento de la ficción (se ve a la legua que han visto y ven muchas series y películas de todo tipo) y sus múltiples recursos para hacer productos que, por unas razones u otras, el público recuerda (que ya es más de lo que muchos creadores pueden decir).
A ver, tampoco hay que pasarse. Esas comparaciones de la pareja con Almodóvar... exageradas es poco. Además, la serie no se puede llevar el sobresaliente porque fallos tiene, y bastantes. El más grave es la irregularidad en el interés de los capítulos, dando como resultado algunos bastante flojos e insulsos, como el primero o, sorprendentemente, el último, y otros que son sencillamente para enmarcar, como son los que van del tercero al sexto incluidos. Además, hay cosas en la historia que no se entiende por qué están ahí (la subtrama de los aliens, el personaje de Cecilia Roth), y la conclusión, como hemos mencionado, sencillamente no está a la altura. No vamos a desvelar nada, obviamente, pero después de un episodio tan potente como el 6, sencillamente sabe a muy poco.
Sin embargo, está claro que La Mesías es una serie impactante, llena de emoción, de tensión e intensidad dramáticas y narrativas casi insoportable en muchos momentos (en el buen sentido), que hace al espectador uno con Enric e Irene, que horroriza y aterra con los delirios de Montse y Pep, y que además en ningún momento deshumaniza a los padres de la familia Puig Baró. A pesar de ser los villanos, claramente, nunca son tratados como tal por Ambrossi y Calvo, que nos los presentan como personas. Equivocadas, terribles, enfermizas, pero personas al fin y al cabo, con emociones. En contraposición, el retrato de la manipulación que sufren las hijas pequeñas de la familia y del dolor incapacitante del trauma de los mayores, sobre todo de Enric, es de los mejores que se pueden encontrar en la ficción española. Como mencionábamos antes, hay capítulos, como el 3 o especialmente el 6, que son para enmarcarlos. Unas horas de televisión absolutamente brillantes.
El otro gran acierto de Calvo y Ambrossi es el reparto, absolutamente excepcional. Albert Pla resulta siniestro y, a la vez, digno de cierta lástima, dominado sin mesura por una mujer asfixiante. Roger Casamajor (transpira dolor de una forma increíble... su Enric es sin duda el personaje más complicado en su convivencia con el trauma) y Macarena García hace la mejor interpretaciones de sus carreras, sobre todo ella, que está sencillamente magistral. Cristina Rueda, como Aina, aunque breve, deja una impresión indeleble en el espectador (ver su mirada a Cecilia a través de la verja de la casa). Y Amaia Romero, la gran sorpresa, es algo difícil de describir. Es su debut como actriz y parece que lo haya hecho toda la vida. En ningún momento vemos a Amaia, la cantante ganadora de OT 2017, sino a Cecilia Puig Baró, con esa inocencia, esa mirada (¡qué ojos tiene!), esa ilusión y esa humildad que provocan una ternura infinita no sólo en Irene y Enric (ver su conversación con su hermano junto al piano), sino en todos los espectadores.
Y por supuesto, las tres Monserrat Baró merecen párrafo aparte. Era muy difícil interpretar semejante personaje sin caer en la caricatura y el maniqueísmo, pero las tres intérpretes lo logran como si fuera lo más sencillo. Por un lado, está Ana Rujas, caótica, perdida e irresponsable, pero mostrando todavía cariño por sus hijos. Lola Dueñas, absolutamente monumental, provoca auténtico terror, pero deja traslucir también un alma torturada, aún arrastrando muchas cosas de la etapa previa. Y Carmen Machi, que es sin duda una de las mejores actrices de la historia de España, recoge el testigo de Rujas y Dueñas incorporando manierismos de ambas, en una Montserrat ya afianzada como visionaria y tirana, manipuladora terrible, pero a la vez asustada y débil.
En definitiva, una serie que hay que ver, disfrutar y sufrir, porque tiene todos esos elementos, aunque queda el sabor agridulce de que podría haber sido una obra maestra. En eso, se queda a medio camino.
Lo mejor: El reparto, sobresaliente (sobre todo Macarena García, Amaia Romero y Lola Dueñas), la utilización de la música y la intensidad dramática y narrativa, casi insufrible, de muchas escenas.
Lo peor: Es irregular, hay cosas que sobran por completo, y la conclusión no está a la altura.
Dicho esto, La Mesías es sin duda lo mejor que han hecho hasta la fecha Javier Ambrossi y Javier Calvo, es decir, "los Javis". Es mejor que Veneno, que ya era bastante buena. No obstante, al margen de la opinión personal que cada uno pueda tener sobre Calvo y Ambrossi como personajes mediáticos y/o televisivos, lo cierto es que hay que dar al César lo que es del César, y se tiene que reconocer su madurez creativa, su conocimiento de la ficción (se ve a la legua que han visto y ven muchas series y películas de todo tipo) y sus múltiples recursos para hacer productos que, por unas razones u otras, el público recuerda (que ya es más de lo que muchos creadores pueden decir).
A ver, tampoco hay que pasarse. Esas comparaciones de la pareja con Almodóvar... exageradas es poco. Además, la serie no se puede llevar el sobresaliente porque fallos tiene, y bastantes. El más grave es la irregularidad en el interés de los capítulos, dando como resultado algunos bastante flojos e insulsos, como el primero o, sorprendentemente, el último, y otros que son sencillamente para enmarcar, como son los que van del tercero al sexto incluidos. Además, hay cosas en la historia que no se entiende por qué están ahí (la subtrama de los aliens, el personaje de Cecilia Roth), y la conclusión, como hemos mencionado, sencillamente no está a la altura. No vamos a desvelar nada, obviamente, pero después de un episodio tan potente como el 6, sencillamente sabe a muy poco.
Sin embargo, está claro que La Mesías es una serie impactante, llena de emoción, de tensión e intensidad dramáticas y narrativas casi insoportable en muchos momentos (en el buen sentido), que hace al espectador uno con Enric e Irene, que horroriza y aterra con los delirios de Montse y Pep, y que además en ningún momento deshumaniza a los padres de la familia Puig Baró. A pesar de ser los villanos, claramente, nunca son tratados como tal por Ambrossi y Calvo, que nos los presentan como personas. Equivocadas, terribles, enfermizas, pero personas al fin y al cabo, con emociones. En contraposición, el retrato de la manipulación que sufren las hijas pequeñas de la familia y del dolor incapacitante del trauma de los mayores, sobre todo de Enric, es de los mejores que se pueden encontrar en la ficción española. Como mencionábamos antes, hay capítulos, como el 3 o especialmente el 6, que son para enmarcarlos. Unas horas de televisión absolutamente brillantes.
El otro gran acierto de Calvo y Ambrossi es el reparto, absolutamente excepcional. Albert Pla resulta siniestro y, a la vez, digno de cierta lástima, dominado sin mesura por una mujer asfixiante. Roger Casamajor (transpira dolor de una forma increíble... su Enric es sin duda el personaje más complicado en su convivencia con el trauma) y Macarena García hace la mejor interpretaciones de sus carreras, sobre todo ella, que está sencillamente magistral. Cristina Rueda, como Aina, aunque breve, deja una impresión indeleble en el espectador (ver su mirada a Cecilia a través de la verja de la casa). Y Amaia Romero, la gran sorpresa, es algo difícil de describir. Es su debut como actriz y parece que lo haya hecho toda la vida. En ningún momento vemos a Amaia, la cantante ganadora de OT 2017, sino a Cecilia Puig Baró, con esa inocencia, esa mirada (¡qué ojos tiene!), esa ilusión y esa humildad que provocan una ternura infinita no sólo en Irene y Enric (ver su conversación con su hermano junto al piano), sino en todos los espectadores.
Y por supuesto, las tres Monserrat Baró merecen párrafo aparte. Era muy difícil interpretar semejante personaje sin caer en la caricatura y el maniqueísmo, pero las tres intérpretes lo logran como si fuera lo más sencillo. Por un lado, está Ana Rujas, caótica, perdida e irresponsable, pero mostrando todavía cariño por sus hijos. Lola Dueñas, absolutamente monumental, provoca auténtico terror, pero deja traslucir también un alma torturada, aún arrastrando muchas cosas de la etapa previa. Y Carmen Machi, que es sin duda una de las mejores actrices de la historia de España, recoge el testigo de Rujas y Dueñas incorporando manierismos de ambas, en una Montserrat ya afianzada como visionaria y tirana, manipuladora terrible, pero a la vez asustada y débil.
En definitiva, una serie que hay que ver, disfrutar y sufrir, porque tiene todos esos elementos, aunque queda el sabor agridulce de que podría haber sido una obra maestra. En eso, se queda a medio camino.
Lo mejor: El reparto, sobresaliente (sobre todo Macarena García, Amaia Romero y Lola Dueñas), la utilización de la música y la intensidad dramática y narrativa, casi insufrible, de muchas escenas.
Lo peor: Es irregular, hay cosas que sobran por completo, y la conclusión no está a la altura.
30 de mayo de 2011
175 de 224 usuarios han encontrado esta crítica útil
La saga X-Men, al menos en sus dos primeras entregas, era prácticamente la única en el género de superhéroes que se salvaba de tener alguna película mediocre o directamente mala en sus filas.
Pero después de que Bryan Singer filmara dos de las mejores películas fantásticas jamás hechas, llegó Brett Ratner y lo destruyó todo. Mal guión, ninguna inteligencia, decisiones argumentales muy cuestionables.... poco o nada funcionaba en X-Men: La decisión final. Y aunque el público respondió espectacularmente bien (mucho mejor de lo que merecía el esfuerzo del equipo...), esta X-Men: Primera generación demuestra que, en los despachos de Marvel y de Hollywood en general, había algunos que sabían que las cosas podían hacerse mejor. Y no sólo éso. DEBÍAN hacerse mejor.
Quizás es por la vuelta de Bryan Singer a las labores de producción y creación de la historia. Quizás es por el reparto. Quizás es por el guión. O quizás es por todo ello.. pero esta X-Men es una auténtica gozada para los fans de los mutantes más célebres de la ficción, y debería serlo también para todos los cinéfilos en general.
El guión de la película combina a la perfección espectacularidad con intimismo, humor con violencia, drama y política. Quizás ese es el único fallo medianamente grave de la cinta, la trama política. y no porque no sea interesante, sino porque nunca me quedaron muy claras las razones que tenía Sebastian Shaw (villano al que Kevin Bacon da vida con una facilidad y carisma pasmosos) para meterse de por medio. O más bien, ¿por qué hacía falta tanta complejidad/complicación para acabar siendo todo lo que ya sabíamos: el principio de la lucha entre los mutantes y la humanidad, y muy especialmente, entre las propias facciones mutantes.
Porque ése es el gran punto fuerte de la película. Ir desvelando poco a poco por qué los personajes que conocemos llegaron a ser así, por qué se forjaron las alianzas, y qué sentían unos por otros. Por qué Raven Darkholme pasó a ser Mística, y cómo y por qué se enamoró de Magneto. Por qué Hank McCoy se convirtó en Bestia. Por qué se empezó a usar la Mansión X como escuela y guarida. Y sobre todo, la cámara de Matthew Vaughn nos enseña los entresijos de la relación entre los dos grandes amigos que se convrtieron en rivales. James McAvoy, en la piel de Xavier, muestra una vez más que es el mejor actor de su generación (sus ojos lo dicen todo), mientras que Michael Fassbender, el mejor del reparto, transmite todo lo que su personaje ha de transmitir (dolor, ira, amor, amistad) en apenas una mirada. El resto del reparto, en interpretaciones más que correctas, acompaña perfectamente a esta pareja estrella.
Y por si todo ésto no fuera poco, está Vaughn, Matthew Vaughn, quien decide disfrazarse de Singer o incluso de Richard Donner, para filmar con una elegancia y un clasicismo que sólo pueden calificarse de extraordinarios, ya sea en las escenas de acción o cuando maneja los diálogos entre sus personajes. ¿Ha nacido una leyenda?
Pero después de que Bryan Singer filmara dos de las mejores películas fantásticas jamás hechas, llegó Brett Ratner y lo destruyó todo. Mal guión, ninguna inteligencia, decisiones argumentales muy cuestionables.... poco o nada funcionaba en X-Men: La decisión final. Y aunque el público respondió espectacularmente bien (mucho mejor de lo que merecía el esfuerzo del equipo...), esta X-Men: Primera generación demuestra que, en los despachos de Marvel y de Hollywood en general, había algunos que sabían que las cosas podían hacerse mejor. Y no sólo éso. DEBÍAN hacerse mejor.
Quizás es por la vuelta de Bryan Singer a las labores de producción y creación de la historia. Quizás es por el reparto. Quizás es por el guión. O quizás es por todo ello.. pero esta X-Men es una auténtica gozada para los fans de los mutantes más célebres de la ficción, y debería serlo también para todos los cinéfilos en general.
El guión de la película combina a la perfección espectacularidad con intimismo, humor con violencia, drama y política. Quizás ese es el único fallo medianamente grave de la cinta, la trama política. y no porque no sea interesante, sino porque nunca me quedaron muy claras las razones que tenía Sebastian Shaw (villano al que Kevin Bacon da vida con una facilidad y carisma pasmosos) para meterse de por medio. O más bien, ¿por qué hacía falta tanta complejidad/complicación para acabar siendo todo lo que ya sabíamos: el principio de la lucha entre los mutantes y la humanidad, y muy especialmente, entre las propias facciones mutantes.
Porque ése es el gran punto fuerte de la película. Ir desvelando poco a poco por qué los personajes que conocemos llegaron a ser así, por qué se forjaron las alianzas, y qué sentían unos por otros. Por qué Raven Darkholme pasó a ser Mística, y cómo y por qué se enamoró de Magneto. Por qué Hank McCoy se convirtó en Bestia. Por qué se empezó a usar la Mansión X como escuela y guarida. Y sobre todo, la cámara de Matthew Vaughn nos enseña los entresijos de la relación entre los dos grandes amigos que se convrtieron en rivales. James McAvoy, en la piel de Xavier, muestra una vez más que es el mejor actor de su generación (sus ojos lo dicen todo), mientras que Michael Fassbender, el mejor del reparto, transmite todo lo que su personaje ha de transmitir (dolor, ira, amor, amistad) en apenas una mirada. El resto del reparto, en interpretaciones más que correctas, acompaña perfectamente a esta pareja estrella.
Y por si todo ésto no fuera poco, está Vaughn, Matthew Vaughn, quien decide disfrazarse de Singer o incluso de Richard Donner, para filmar con una elegancia y un clasicismo que sólo pueden calificarse de extraordinarios, ya sea en las escenas de acción o cuando maneja los diálogos entre sus personajes. ¿Ha nacido una leyenda?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
1 de noviembre de 2006
157 de 195 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el año 2000 se estrenaba una película llamada a resucitar el "cine de romanos" que tan en alza estuvo con títulos como Ben Hur o Quo vadis. La dirigía un Ridley Scott en horas bajas que necesitaba de un gran éxito para volver a la élite y la protagonizaban dos actores que venían dando buenos resultados en papeles menores, Russell Crowe (nominado al Oscar en el 99 por El dilema) y Joaquin Phoenix (más conocido por ser hermano del fallecido River Phoenix).También rondaban por alli dos ilustres veteranos como Richard Harris y Oliver Reed, ya asumiendo roles secundarios.Pues bien, esa película se llamaba Gladiator, o Gladiador y su inmenso éxito comercial supondría a la larga mucho más que la previamente comentada resurreccón del cine de romanos. Supondría que los grandes estudios de Hollywood desempolvaran los libros de Historia en busca de relatos clásicos que adaptar. Buena prueba de ello son las recientes Troya y El rey Arturo (y muy probablemente, el Alejandro Magno de Oliver Stone), que beben directamente de las magistrales escenas de lucha del film de Ridley Scott, cuentan con presupuestos multimillonarios y contratan estrellas presentes (Eric Bana, Brad Pitt, Orlando Bloom)y futuras (Clive Owen, Keira Knightley, Ioan Gruffudd)para los papeles principales. De hecho, la sombra de Gladiator se nota hasta en la banda sonora de muchas películas recientes como las antes citadas o Piratas del Caribe.Respecto a la calidad de la película, solo decir que es excelente, impresionante y consigue emocionar hasta el último minuto. Russell Crowe está simplemente genial. Consigue que nos emocionemos con su personaje, hasta hacernos parte de él. Joaquin Phenix muestra una solvencia inusual en los actores de su generación. El mundo clásico ha vuelto a Hollywood. Tanto los que amamos la Historia como los que no, disfrutémoslo. Ahora somos libres para emocionarnos una y otra vez con esta obra maestra.
Lo mejor: Todos los actores, en especial Crowe y Phoenix; Ridley Scott, en plenitud de facultades; la música del maestro Hans Zimmer y Lisa Gerrard, con esa maravilla de canción llamada "Now we are free" a la cabeza. Por encima de todo, el poder que tiene la película para seguir conmoviendo y sorprendiendo aun después de una veintena de visionados.
Lo peor: Nada.
Lo mejor: Todos los actores, en especial Crowe y Phoenix; Ridley Scott, en plenitud de facultades; la música del maestro Hans Zimmer y Lisa Gerrard, con esa maravilla de canción llamada "Now we are free" a la cabeza. Por encima de todo, el poder que tiene la película para seguir conmoviendo y sorprendiendo aun después de una veintena de visionados.
Lo peor: Nada.
3 de enero de 2016
135 de 152 usuarios han encontrado esta crítica útil
Room es un regalo para un cinéfilo, y sin duda una de las mejores películas de 2015.
Cabría pensar que una película que empieza con una joven secuestrada en un zulo y con la única compañía de su hijo y, por supuesto, el secuestrador, va a ser algo deprimente, morboso e insano. Nada más lejos de la realidad. Room no es una película que se recree en lo escabroso de la situación de Joy Newsome, que es mucho. Es precisamente esa sencillez y, hasta cierto punto, normalidad con la que Lenny Abrahamson retrata la vida cotidiana de madre e hijo en su encierro lo que convierte a la primera hora de película en una de las experiencias cinematográficas más fascinantes que se recuerdan como mínimo en los últimos dos o tres años. Es imposible apartar los ojos de la pantalla, y sin necesidad de mostrar ninguna violencia o escena desagradable, la tensión que acompaña a las imágenes (especialmente cuando el secuestrador está presente... y seguro que no hace falta que demos más datos) es asfixiante y casi inaguantable para el espectador. Mucho peor lo que se intuye que lo que se ve, sin duda. La segunda parte de la película, una vez la situación de Joy y Jack ha cambiado, también es fantástica, aunque sin duda más convencional y "fácil", por así decirlo, y sin duda es algo inferior a ese primer tercio. Aun así, resulta en su conjunto una película de terrible y abrumadora belleza, llena de amor, de buenos sentimientos y de reflexiones acerca de lo que hace que la vida valga la pena incluso en los momentos más bajos, o cómo se puede empezar a reconstruir una vida completamente rota por una experiencia demoledora.
Brie Larson... pues la verdad, si se lleva el Oscar, como está haciendo con casi todos los premios de la crítica, será muy merecido. La californiana es una auténtica revelación. ¿Dónde había estado hasta ahora? Tiene un aplomo increíble, una capacidad para emocionar desmedida, y su presencia, sus ojos (esa mirada...) y su fuerza en pantalla son sencillamente arrolladoras. No era nada fácil componer un personaje así, y Larson lo hace con una destreza (interpretativa, pero sobre todo emocional) que ponen siempre al espectador el nudo en la garganta. A su lado, inolvidable, el pequeño Jacob Tremblay, uno de los mejores niños actores que se recuerdan en muchos años, y con eso queda todo dicho.
Tal y como Lenny Abrahamson dice, Room no es una película sobre un hecho criminal, aunque todo parta de ahí. Es una historia de amor, de supervivencia y de la vida en su esencia más pura, que es sufrir y disfrutar. Como la película.
Lo mejor: Brie Larson, sencillamente arrebatadora, y la casi perfección de todos sus elementos.
Lo peor: La segunda hora, más convencional y menos fascinante, aunque igualmente estremecedora.
Cabría pensar que una película que empieza con una joven secuestrada en un zulo y con la única compañía de su hijo y, por supuesto, el secuestrador, va a ser algo deprimente, morboso e insano. Nada más lejos de la realidad. Room no es una película que se recree en lo escabroso de la situación de Joy Newsome, que es mucho. Es precisamente esa sencillez y, hasta cierto punto, normalidad con la que Lenny Abrahamson retrata la vida cotidiana de madre e hijo en su encierro lo que convierte a la primera hora de película en una de las experiencias cinematográficas más fascinantes que se recuerdan como mínimo en los últimos dos o tres años. Es imposible apartar los ojos de la pantalla, y sin necesidad de mostrar ninguna violencia o escena desagradable, la tensión que acompaña a las imágenes (especialmente cuando el secuestrador está presente... y seguro que no hace falta que demos más datos) es asfixiante y casi inaguantable para el espectador. Mucho peor lo que se intuye que lo que se ve, sin duda. La segunda parte de la película, una vez la situación de Joy y Jack ha cambiado, también es fantástica, aunque sin duda más convencional y "fácil", por así decirlo, y sin duda es algo inferior a ese primer tercio. Aun así, resulta en su conjunto una película de terrible y abrumadora belleza, llena de amor, de buenos sentimientos y de reflexiones acerca de lo que hace que la vida valga la pena incluso en los momentos más bajos, o cómo se puede empezar a reconstruir una vida completamente rota por una experiencia demoledora.
Brie Larson... pues la verdad, si se lleva el Oscar, como está haciendo con casi todos los premios de la crítica, será muy merecido. La californiana es una auténtica revelación. ¿Dónde había estado hasta ahora? Tiene un aplomo increíble, una capacidad para emocionar desmedida, y su presencia, sus ojos (esa mirada...) y su fuerza en pantalla son sencillamente arrolladoras. No era nada fácil componer un personaje así, y Larson lo hace con una destreza (interpretativa, pero sobre todo emocional) que ponen siempre al espectador el nudo en la garganta. A su lado, inolvidable, el pequeño Jacob Tremblay, uno de los mejores niños actores que se recuerdan en muchos años, y con eso queda todo dicho.
Tal y como Lenny Abrahamson dice, Room no es una película sobre un hecho criminal, aunque todo parta de ahí. Es una historia de amor, de supervivencia y de la vida en su esencia más pura, que es sufrir y disfrutar. Como la película.
Lo mejor: Brie Larson, sencillamente arrebatadora, y la casi perfección de todos sus elementos.
Lo peor: La segunda hora, más convencional y menos fascinante, aunque igualmente estremecedora.
Más sobre Sibila de Delfos
Cancelar
Limpiar
Aplicar
Filters & Sorts
You can change filter options and sorts from here