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Críticas ordenadas por utilidad
25 de mayo de 2015
76 de 86 usuarios han encontrado esta crítica útil
Era de esperar. Hay ocasiones en que es completamente indefendible el hecho de hacer un remake, ya que las comparaciones son completamente abismales.
Gil Kenan, bajo la producción de Sam Raimi, aborda una nueva versión de todo un clásico del cine de los 80. Una película generacional que nos mostró el horror en el estado más puro, de una forma única e irrepetible.
Pero ahora no estamos en ese momento, ni mucho menos. En la actualidad el cine de terror para el gran consumo se ha vuelto insípido, sin sangre, y sin alma. Hay películas que dan miedo en base a los sustos, pero no se atreven a cruzar la línea de lo realmente terrorífico.
La sobreprotección a la que se somete la sociedad actual se refleja en su cine. Los niños y adolescentes de los 80 recibíamos una mayor tasa de imágenes impactantes, pero con los de ahora, hay un cierto temor a asustarlos realmente.
Todo es políticamente correcto y blanco.
La película carece de atmosfera, está vacía por todos los costados. No niego que pueda tener ciertos hallazgos visuales, como las imágenes del “otro lado”, pero no llega ni al aprobado justo si la comparamos con su predecesora.
La historia se limita a seguir escrupulosamente toda la trama, añadiendo algún enfoque diferente, y reduciendo con bastante poco acierto muchos de los momentos célebres de la cinta del 82.
Escenas como la del árbol y los ataúdes que salen disparados en el clímax, son una simple anécdota en este nuevo acercamiento.
Los actores en piloto automático. Sam Rockwell está desubicado, y Rosemarie DeWitt aguanta el tipo pero sin hacernos olvidar a Jobeth Williams, y su lucha interna por rescatar a la pequeña Carol Anne.
Astutamente la cinta cambia el nombre de la niña, pero no sabe crear la inquietud que transmitía la malograda Heather O’Rourke. Casi provoca más miedo el personaje de su hermano en esta ocasión.
Y le falta un punto importantísimo, el punto de la maravilla. La película original contenía un buen número de secuencias donde el escalofrío te recorría de arriba abajo, y no por el terror de las imágenes, sino por todo lo contrario.
La escena de los espectros bajando por la escalera mientras son grabados por los parapsicólogos, o el momento en el que el espíritu de la niña atraviesa a la madre, y ésta nota todo su amor, son de una belleza emocional irrefutable. ¿Dónde están esos momentos en esta nueva versión?.
Y haciendo cierto esfuerzo para disfrutarla, porque entretenida lo es, lo que ya no resiste ningún tipo de comparación es la banda sonora. La música en vez de maravillar, destroza el conjunto. Se convierte en ambiental y accesoria, y se olvida del subrayado y el desarrollo de los personajes.
Jerry Golsmith entregaba en 1982 una auténtica obra maestra, donde cada uno de los personajes tenía un tema principal, y donde todas las situaciones poseían un desarrollo orquestal, basado en una poderosa melodía principal descriptiva del personaje de Carol Anne.
Cualquier aspirante a director debe encarecidamente analizar, la perfecta comunión que se creaba entre la música y las imágenes. Si no te percatas de ello, es mejor ir pensando en cambiar de oficio.
Muchos me dirán que son otros tiempos. Pues yo sólo les digo, que prefiero quedarme en los ochenta.
Si buscáis una palabra para definir el remake, “innecesaria” sería la más correcta. Y siendo muy benévolos.
Gil Kenan, bajo la producción de Sam Raimi, aborda una nueva versión de todo un clásico del cine de los 80. Una película generacional que nos mostró el horror en el estado más puro, de una forma única e irrepetible.
Pero ahora no estamos en ese momento, ni mucho menos. En la actualidad el cine de terror para el gran consumo se ha vuelto insípido, sin sangre, y sin alma. Hay películas que dan miedo en base a los sustos, pero no se atreven a cruzar la línea de lo realmente terrorífico.
La sobreprotección a la que se somete la sociedad actual se refleja en su cine. Los niños y adolescentes de los 80 recibíamos una mayor tasa de imágenes impactantes, pero con los de ahora, hay un cierto temor a asustarlos realmente.
Todo es políticamente correcto y blanco.
La película carece de atmosfera, está vacía por todos los costados. No niego que pueda tener ciertos hallazgos visuales, como las imágenes del “otro lado”, pero no llega ni al aprobado justo si la comparamos con su predecesora.
La historia se limita a seguir escrupulosamente toda la trama, añadiendo algún enfoque diferente, y reduciendo con bastante poco acierto muchos de los momentos célebres de la cinta del 82.
Escenas como la del árbol y los ataúdes que salen disparados en el clímax, son una simple anécdota en este nuevo acercamiento.
Los actores en piloto automático. Sam Rockwell está desubicado, y Rosemarie DeWitt aguanta el tipo pero sin hacernos olvidar a Jobeth Williams, y su lucha interna por rescatar a la pequeña Carol Anne.
Astutamente la cinta cambia el nombre de la niña, pero no sabe crear la inquietud que transmitía la malograda Heather O’Rourke. Casi provoca más miedo el personaje de su hermano en esta ocasión.
Y le falta un punto importantísimo, el punto de la maravilla. La película original contenía un buen número de secuencias donde el escalofrío te recorría de arriba abajo, y no por el terror de las imágenes, sino por todo lo contrario.
La escena de los espectros bajando por la escalera mientras son grabados por los parapsicólogos, o el momento en el que el espíritu de la niña atraviesa a la madre, y ésta nota todo su amor, son de una belleza emocional irrefutable. ¿Dónde están esos momentos en esta nueva versión?.
Y haciendo cierto esfuerzo para disfrutarla, porque entretenida lo es, lo que ya no resiste ningún tipo de comparación es la banda sonora. La música en vez de maravillar, destroza el conjunto. Se convierte en ambiental y accesoria, y se olvida del subrayado y el desarrollo de los personajes.
Jerry Golsmith entregaba en 1982 una auténtica obra maestra, donde cada uno de los personajes tenía un tema principal, y donde todas las situaciones poseían un desarrollo orquestal, basado en una poderosa melodía principal descriptiva del personaje de Carol Anne.
Cualquier aspirante a director debe encarecidamente analizar, la perfecta comunión que se creaba entre la música y las imágenes. Si no te percatas de ello, es mejor ir pensando en cambiar de oficio.
Muchos me dirán que son otros tiempos. Pues yo sólo les digo, que prefiero quedarme en los ochenta.
Si buscáis una palabra para definir el remake, “innecesaria” sería la más correcta. Y siendo muy benévolos.
18 de noviembre de 2015
51 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi actual vida laboral es un auténtico desastre. Lo digo claro y alto. Un desastre provocado principalmente por la gente “tóxica” que me he ido encontrando por el camino. Algunos me dirán que son las dificultades del día a día, pero no estoy de acuerdo.
Tengo que tratar habitualmente con CEOs, con Executive Directors de no sé qué, y con un sinfín de personajes variopintos que han preferido machacar nuestro lenguaje, refugiándose en siglas anglosajonas que ni ellos mismos saben que significan. Y ya ni os cuento cuando hablo con los “coworkings” y “startups” y otras sandeces.
Llamadme clásico, carca, lo que queráis, pero aún creo que hay esperanza para los que pensamos en clave tradicional. Unas formas donde lo más importante es el saber hacer, las buenas intenciones y el trabajo que influye en positivo para los demás y en ti mismo.
Una utopía en la que se introduce la nueva película de Nancy Meyers. Una cinta aparentemente simple y comercial, que encierra un mensaje amable muy necesario en un mundo, donde los “grises” se han adueñado del mercado laboral.
Meyers tiene una imagen muy agradable y sencilla de nuestro entorno. Su cine parte de la discreción, pero se introduce de una manera asombrosa en el alma del espectador.
Es también un canto de esperanza para la gente mayor. La simple idea de un jubilado trabajando como un becario en una empresa de venta por internet, podría a priori resultar ligera e intrascendente. Pero en manos de esta directora, es todo lo contrario.
La relación que se crea entre los dos protagonistas va creciendo en la pantalla, de la misma manera que lo hace en tu interior. Estamos ante uno de los desarrollos personales más humanos de todo el año. Una amistad que nace de la duda y del abismo generacional, que termina volviéndose inseparable.
No es descabellado anunciar, estar presentes ante una de las mejores interpretaciones de Robert DeNiro de los últimos años. Un actor condenado a la comedia innecesaria, que al fin logra un papel a la altura del símbolo que representa para muchos espectadores.
Su personaje denota bondad, reflexión, y una constante necesidad de ayudar a los demás en todos los niveles. En definitiva, seguir sintiéndose útil.
Cuando una película logra mover algo dentro y te hace salir del cine con una inyección de positivismo, es que sin duda hay detrás de ella una gran maestría en su creación.
Mientras tanto los tóxicos nos seguirán diciendo, que esta clase de historias son para débiles e ilusos. Pues prefiero ser así, y no vender mi corazón a una vida gris y sin pasión.
Tengo que tratar habitualmente con CEOs, con Executive Directors de no sé qué, y con un sinfín de personajes variopintos que han preferido machacar nuestro lenguaje, refugiándose en siglas anglosajonas que ni ellos mismos saben que significan. Y ya ni os cuento cuando hablo con los “coworkings” y “startups” y otras sandeces.
Llamadme clásico, carca, lo que queráis, pero aún creo que hay esperanza para los que pensamos en clave tradicional. Unas formas donde lo más importante es el saber hacer, las buenas intenciones y el trabajo que influye en positivo para los demás y en ti mismo.
Una utopía en la que se introduce la nueva película de Nancy Meyers. Una cinta aparentemente simple y comercial, que encierra un mensaje amable muy necesario en un mundo, donde los “grises” se han adueñado del mercado laboral.
Meyers tiene una imagen muy agradable y sencilla de nuestro entorno. Su cine parte de la discreción, pero se introduce de una manera asombrosa en el alma del espectador.
Es también un canto de esperanza para la gente mayor. La simple idea de un jubilado trabajando como un becario en una empresa de venta por internet, podría a priori resultar ligera e intrascendente. Pero en manos de esta directora, es todo lo contrario.
La relación que se crea entre los dos protagonistas va creciendo en la pantalla, de la misma manera que lo hace en tu interior. Estamos ante uno de los desarrollos personales más humanos de todo el año. Una amistad que nace de la duda y del abismo generacional, que termina volviéndose inseparable.
No es descabellado anunciar, estar presentes ante una de las mejores interpretaciones de Robert DeNiro de los últimos años. Un actor condenado a la comedia innecesaria, que al fin logra un papel a la altura del símbolo que representa para muchos espectadores.
Su personaje denota bondad, reflexión, y una constante necesidad de ayudar a los demás en todos los niveles. En definitiva, seguir sintiéndose útil.
Cuando una película logra mover algo dentro y te hace salir del cine con una inyección de positivismo, es que sin duda hay detrás de ella una gran maestría en su creación.
Mientras tanto los tóxicos nos seguirán diciendo, que esta clase de historias son para débiles e ilusos. Pues prefiero ser así, y no vender mi corazón a una vida gris y sin pasión.
5 de noviembre de 2013
53 de 69 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algo tiene esta película que no termina de convencerme. Durante su proyección tuve la sensación constante de estar viendo un episodio menor de esas series, que a mitad de temporada, siempre ponen capítulos para rellenar.
El primer acercamiento de este héroe de Marvel por parte de Kenneth Branagh me sorprendió, y me dejé llevar por un universo totalmente nuevo para mí. Nunca he leído (ni leeré) un comic de estos personajes.
Esta segunda parte viene lastrada por la aureola de “Los vengadores”, una película difícil de superar en muchos aspectos. Y aunque la simpatía y esa sensación de ligereza están muy presente, no puedo sino incidir en una serie de problemas, que para mi gusto, hacen que la cinta se convierta en un “aburrido” entretenimiento.
El presunto lado épico al llevar la historia al planeta de origen de Thor, no termina de cuajar del todo. Las batallas son escasas, y la emoción de la aventura carece de fuerza en buena parte del metraje. Harina de otro costal es el fabuloso clímax, con ese vórtice que hace prolongar el gran enfrentamiento final, en varios espacios equidistantes de nuestro planeta.
El villano no me convence, y se ve completamente eclipsado en cada una de las apariciones de Tom Hiddleston, que de manera inteligente, es rescatado tras su derrota, dando un giro al personaje de Loki, sencillamente genial. Lo mejor de la cinta.
Pero lo que no tolero, y me resulta insultante, es que se humille de tal manera al que es sin duda, uno de los mejores actores europeos. Me refiero a Stellan Skarsgard, cuyas apariciones se tornan en ridículas desde los primeros minutos en pantalla.
Cuando vea el conjunto de esta fase 2 de Marvel, ya os diré lo que me parece, pero de momento el listón está mucho más bajo que la anterior vez. Espero que el Capitán América se presente este próximo invierno, en el salvador que todos estamos esperando.
El primer acercamiento de este héroe de Marvel por parte de Kenneth Branagh me sorprendió, y me dejé llevar por un universo totalmente nuevo para mí. Nunca he leído (ni leeré) un comic de estos personajes.
Esta segunda parte viene lastrada por la aureola de “Los vengadores”, una película difícil de superar en muchos aspectos. Y aunque la simpatía y esa sensación de ligereza están muy presente, no puedo sino incidir en una serie de problemas, que para mi gusto, hacen que la cinta se convierta en un “aburrido” entretenimiento.
El presunto lado épico al llevar la historia al planeta de origen de Thor, no termina de cuajar del todo. Las batallas son escasas, y la emoción de la aventura carece de fuerza en buena parte del metraje. Harina de otro costal es el fabuloso clímax, con ese vórtice que hace prolongar el gran enfrentamiento final, en varios espacios equidistantes de nuestro planeta.
El villano no me convence, y se ve completamente eclipsado en cada una de las apariciones de Tom Hiddleston, que de manera inteligente, es rescatado tras su derrota, dando un giro al personaje de Loki, sencillamente genial. Lo mejor de la cinta.
Pero lo que no tolero, y me resulta insultante, es que se humille de tal manera al que es sin duda, uno de los mejores actores europeos. Me refiero a Stellan Skarsgard, cuyas apariciones se tornan en ridículas desde los primeros minutos en pantalla.
Cuando vea el conjunto de esta fase 2 de Marvel, ya os diré lo que me parece, pero de momento el listón está mucho más bajo que la anterior vez. Espero que el Capitán América se presente este próximo invierno, en el salvador que todos estamos esperando.
7 de abril de 2014
58 de 91 usuarios han encontrado esta crítica útil
Creo que la Biblia es uno de los textos más enigmáticos escritos por el ser humano, y aunque mi lado lógico me hace pensar que todo lo que se cuenta en ella es mentira o es un simple cuento, soy de los que piensan que encierra pasajes basados en sucesos reales pero magnificados hasta el extremo.
Dentro de este contexto el director Darren Aronfsky, considerado por algunos (no por mí) un visionario, se acerca a las sagradas escrituras y más concretamente al Antiguo Testamento. Un tiempo oscuro de la humanidad repleto de cataclismos y situaciones sangrientas, con un Dios mucho más cruel que benévolo.
El problema de Aronofsky es la coctelera a la que ha sometido a la historia, aunque parte de la culpa de ello puede estar en los sucesivos montajes creados por la productora con el fin de contentar a todas las partes.
En la película podemos encontrar, elementos del creacionismo más rancio (Adán y Eva, la manzana, la serpiente, …) mezclados con la teoría de Darwin (que parece filmada por Terrence Malick), pasando por seres de piedra (“los ángeles caídos”) más propios de “El señor de los anillos” y sus secuelas, y escenas oníricas del jardín del Edén, con criaturas luminosas que parecen ser … extraterrestres. Sí, sí, lo habéis leído bien.
Un pastiche descomunal que encuentra el tono en muy pocos momentos y cuyo ritmo es en muchas ocasiones tedioso, como ya ocurría en aquella insoportable película titulada “Cisne negro”.
Y todo además en un intento de crear un contexto histórico totalmente anacrónico y a la vez realista, pero lleno de incoherencias, donde lo de menos es la historieta de los animales y el diluvio, con el fin de dejarnos atrapar en un discurso más propio de la Nueva Era, vestido de película épica postmoderna.
Además aquellos que se atrevan a verla descubrirán como de manera habilidosa se ha escondido de los trailers cualquier atisbo de personajes fantásticos, lo que revela una confianza dudosa para con el producto por parte de sus responsables.
Los espectadores se harán un sinfín de preguntas cuando la vean: ¿de qué se alimentan los protagonistas, del aire?; ¿qué se supone que es aquel incienso que hace dormir a los animales durante 40 días y 40 noches?; ¿cómo los alimentan, por vía intravenosa?; ¿cómo es posible que el villano se esconda en plan polizón sin ser descubierto?; ¿cómo van a repoblar el planeta o es que al final los hijos se acostaran con sus propias hermanas o madres?; ¿por qué Anthony Hopkins parece el abuelo cebolleta?
Aún así me quedo con su enigmática banda sonora y su ambientación, quizás de lo más logrado del conjunto.
En definitiva un producto completamente desenfocado.
Dentro de este contexto el director Darren Aronfsky, considerado por algunos (no por mí) un visionario, se acerca a las sagradas escrituras y más concretamente al Antiguo Testamento. Un tiempo oscuro de la humanidad repleto de cataclismos y situaciones sangrientas, con un Dios mucho más cruel que benévolo.
El problema de Aronofsky es la coctelera a la que ha sometido a la historia, aunque parte de la culpa de ello puede estar en los sucesivos montajes creados por la productora con el fin de contentar a todas las partes.
En la película podemos encontrar, elementos del creacionismo más rancio (Adán y Eva, la manzana, la serpiente, …) mezclados con la teoría de Darwin (que parece filmada por Terrence Malick), pasando por seres de piedra (“los ángeles caídos”) más propios de “El señor de los anillos” y sus secuelas, y escenas oníricas del jardín del Edén, con criaturas luminosas que parecen ser … extraterrestres. Sí, sí, lo habéis leído bien.
Un pastiche descomunal que encuentra el tono en muy pocos momentos y cuyo ritmo es en muchas ocasiones tedioso, como ya ocurría en aquella insoportable película titulada “Cisne negro”.
Y todo además en un intento de crear un contexto histórico totalmente anacrónico y a la vez realista, pero lleno de incoherencias, donde lo de menos es la historieta de los animales y el diluvio, con el fin de dejarnos atrapar en un discurso más propio de la Nueva Era, vestido de película épica postmoderna.
Además aquellos que se atrevan a verla descubrirán como de manera habilidosa se ha escondido de los trailers cualquier atisbo de personajes fantásticos, lo que revela una confianza dudosa para con el producto por parte de sus responsables.
Los espectadores se harán un sinfín de preguntas cuando la vean: ¿de qué se alimentan los protagonistas, del aire?; ¿qué se supone que es aquel incienso que hace dormir a los animales durante 40 días y 40 noches?; ¿cómo los alimentan, por vía intravenosa?; ¿cómo es posible que el villano se esconda en plan polizón sin ser descubierto?; ¿cómo van a repoblar el planeta o es que al final los hijos se acostaran con sus propias hermanas o madres?; ¿por qué Anthony Hopkins parece el abuelo cebolleta?
Aún así me quedo con su enigmática banda sonora y su ambientación, quizás de lo más logrado del conjunto.
En definitiva un producto completamente desenfocado.
1 de septiembre de 2015
27 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
En este año de revival ochentero y, con cierta sensación de déjà vú, pocas películas contienen realmente el alma de aquellos títulos tan añorados. Esta nueva adaptación de una novela de John Green, el autor de “Bajo la misma estrella”, tiene el espíritu de “Los Goonies” y “Cuenta Conmigo”. Muy probablemente no llegue a calar como aquellas, pero se basa en sus mismos atributos.
Hay una gran sensación de confort viéndola. Algo que te resulta familiar y cálido. Y lo que es más importante, vuelve a mostrarnos a los adolescentes desde un punto de vista positivo y blanco. En definitiva, igual que en el cine de los 80.
La historia gira en torno a Margo, una chica que es en sí misma un enigma para su joven vecino. El chico es arrastrado por ella a vivir una noche enloquecida, donde se irán vengando de todas aquellas personas que en algún momento les han hecho daño. Una práctica que no descarto realizar con algunos y algunas que conozco.
Esta especie de “Jo que noche” adolescente, da paso al viaje iniciático. Al último recorrido que harán los amigos juntos, antes de ser separados por la universidad.
La estructura misteriosa se mantiene en este segundo tramo, en un juego de pistas que será el impulsor de este viaje. Metáfora del periodo de vida que les está tocando asumir.
La cinta discurre plácidamente, sin excesivos contratiempos y sorpresas. Es un producto muy agradable, veraniego e ideal para ver antes (o durante) las vacaciones.
Te ayuda a cerrar los ojos, a pensar en las Margo de tu vida, y en esa adolescencia que ya se fue, pero que en el fondo cimentó una parte importantísima de la personalidad de cada uno. No te extrañe si empatizas con su protagonista, ya que todos hemos hecho ese viaje de búsqueda.
Es de esa clase de películas que no solo te hacen amar el cine, sino la vida y sus misterios. Si se hubiera estrenado en los 80, estaríamos ante un clásico de aquella década.
Hay una gran sensación de confort viéndola. Algo que te resulta familiar y cálido. Y lo que es más importante, vuelve a mostrarnos a los adolescentes desde un punto de vista positivo y blanco. En definitiva, igual que en el cine de los 80.
La historia gira en torno a Margo, una chica que es en sí misma un enigma para su joven vecino. El chico es arrastrado por ella a vivir una noche enloquecida, donde se irán vengando de todas aquellas personas que en algún momento les han hecho daño. Una práctica que no descarto realizar con algunos y algunas que conozco.
Esta especie de “Jo que noche” adolescente, da paso al viaje iniciático. Al último recorrido que harán los amigos juntos, antes de ser separados por la universidad.
La estructura misteriosa se mantiene en este segundo tramo, en un juego de pistas que será el impulsor de este viaje. Metáfora del periodo de vida que les está tocando asumir.
La cinta discurre plácidamente, sin excesivos contratiempos y sorpresas. Es un producto muy agradable, veraniego e ideal para ver antes (o durante) las vacaciones.
Te ayuda a cerrar los ojos, a pensar en las Margo de tu vida, y en esa adolescencia que ya se fue, pero que en el fondo cimentó una parte importantísima de la personalidad de cada uno. No te extrañe si empatizas con su protagonista, ya que todos hemos hecho ese viaje de búsqueda.
Es de esa clase de películas que no solo te hacen amar el cine, sino la vida y sus misterios. Si se hubiera estrenado en los 80, estaríamos ante un clásico de aquella década.
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