Crítica: A herdade
por Marta Bałaga
- VENECIA 2019: Tiago Guedes se adentra en territorio conocido en su melodrama épico ambientado a lo largo de casi 50 años, que a pesar de su exuberante fotografía resulta algo pasado de moda
Aunque es todo un placer para los ojos, gracias principalmente al trabajo del director de fotografía João Lança Morais, hay algo instantáneamente reconocible en el film que Tiago Guedes presentó en la competición principal del Festival de Venecia, por lo que una no queda particularmente impresionada. Puede que, en esta ocasión, A Herdade [+lee también:
tráiler
entrevista: Tiago Guedes
ficha de la película] se ambiente en Portugal, pero da la sensación de que la historia ya es conocida antes de su comienzo, pues estamos ante otra saga familiar que se despliega en la segunda mitad del siglo XX, a través de diferentes realidades políticas. No ayuda el hecho de que todos los personajes son flagrantemente arquetípicos: al severo pater familias, João (Albano Jerónimo), se le va la mirada y deja embarazadas a las mujeres que le rodean, y doma a la gente como si de su caballo favorito se tratara; su esposa (Sandra Faleiro) vive una vida desgraciada; y el primogénito (Gabriel Timóteo) no cumple con las expectativas y siempre parece estar enfermo. El cuadro queda completo con la acechante amenaza del incesto.
Todo ello tiene un aire occidental —a excepción del incesto—; los terratenientes con cara de póker intentan superar unos tiempos cambiantes, y A Herdade demuestra tratar tanto de la familia como de la tierra. Esta es un tesoro a preservar, por supuesto, pero también una carga, pues las personas parecen unidas a ella por una especie de cuerda invisible, sofocándose en los espacios abiertos pero incapaces de dejarse llevar, incluso en el momento en que comienza a desvanecerse entre los dedos. Jerónimo logra transmitir la determinación y la frustración creciente, pues su modo de hacer las cosas deja de ser el único en un momento dado; no obstante, su personaje no engancha en cuanto que figura trágica. Él es un hombre que, a pesar de mantener opiniones relativamente liberales, ya pertenece a la época pasada, y ello dota de irrelevancia a las implacables tres horas de metraje, pues todo su arco termina sin que nos llegue a importar demasiado.
A medida que varios elementos melodramáticos —por no decir telenovelescos— van adueñándose gradualmente de la historia, no puede negarse que la cinta va pareciendo cada vez más una versión de época de Dynasty, en lugar de a un drama de aspiraciones festivaleras, pues los personajes beben y fuman a través de la agitación política, mientras que el mundo sigue cambiando tan rápido que, en cuanto uno se posiciona en un bando, los demás ya corren en la dirección contraria. "Cuando las cosas acaban, acaban", sentencia duramente el padre de un joven João al principio del film, mientras ambos observan un cuerpo rígido que cuelga de un árbol. Es una pena que Guedes no esté muy de acuerdo, pues insiste en mantener su película en la UVI mucho después de que se pronunciara su muerte.
Producida por Paulo Branco, A Herdade fue coproducida por Carlos Bedran. Es una coproducción lusofrancesa de Leopardo Filmes y Alfama Films, en colaboración con CB Partners y Ana Pinhão Moura Produções. Las ventas internacionales están a cargo de Alfama Films.
(Traducción del inglés)
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