“Una singularidad desnuda” de Sergio de la Pava. Postmodernismo humanista
Poco, muy poco se está hablando de esta novela. Y sería una pena que pasara desapercibida cuando tanto tiene que ofrecernos, es de esas ocasiones en las que te encuentras con una gran novela que, sorprendentemente, consigue llenar parte de tu vida al leerla. En la sinopsis de la editorial “Pálido Fuego” liderada por José Luís Amores, se habla en detalle del perfil de este norteamericano nacido en Nueva Jersey pero que procede de emigrantes colombianos; su lucha por autopublicarla para que, más tarde, se llevará la atención de la University of Chicago Press que la publicó con éxito de crítica y público. Llegando a ganar el prestigioso PEN en el año 2013. Una de las mayores críticas que se ha hecho al postmodernismo ha sido, precisamente, su frialdad: las dificultades inherentes que causan su lectura sumadas al reflejo de una sociedad fragmentada donde no hay puntos a los que agarrarse suponen un total desafío al lector habitual que siente que su mundo se desmorona y la empatía desaparece como por ensalmo. Tal es el caso de los grandes con los que ya se ha comparado a Sergio De La Pava, Pynchon, Gaddis, Foster Wallace… Esta comparación es aparente en muchos temas, sin embargo, De La Pava, consciente de esta situación va un paso más allá en mi opinión, ya que postula un postmodernismo de alto calado humanista sin perder de vista los postulados habituales y comunes a la corriente. Es imposible no sentir empatía por el grandioso protagonista, narrador en primera persona, Casi, un abogado (como De la Pava), hijo de emigrantes colombianos y que nunca ha perdido un juicio. Uno de los medios que utiliza para conseguir esta empatía es, sin lugar a dudas, el humor; los primeros capítulos sirven para, además de caracterizar a Casi, a su familia a sus compañeros de profesión y a todas las circunstancias de su vida; realizan una disección de primera mano del sistema judicial norteamericano. Son páginas que, no os engaño, me hicieron reírme a carcajadas en algunos momentos pero que no dejan de reflejar una situación de fondo que no es, ni mucho menos tan alegre; este texto lo dice todo: “Quiero disculparme ante usted señoría por soltar tacos en la sala. Como dijo mi abogado yo tan sólo estaba frustrado por la situación. Bueno, la situación la creó usted mismo, joven. Si no infringe la ley no se le arresta, así de simple. Tampoco soporto esa clase de lenguaje. ¡Esto es un maldito tribunal y no una esquina cualquiera! Me trae sin cuidado lo que a usted le parezca que esos policías le hicieran o no en la calle; cuando entre en mi tribunal me mostrará respeto puesto que yo soy un hombre respetable. Supongo que su abogado le dirá que soy una persona extremadamente justa. Cómo se supone que se convierte uno en juez si no es demostrando un grado de imparcialidad extremo, rayano en lo delictivo, pero no dejaré que los de su calaña conviertan mi sala en un circo. Cuando me enfrento a una situación así hago uso de mi considerable poder pronta y decididamente… con prontitud decisiva. Va a tener que aprender a respetar la autoridad. El agente que le arrestó y yo somos la autoridad, pregúntele a su abogado. Y bien, ¿lo lamenta? Claro que lo lamento. ¿Sí? Sí. Me parece bien, no es mal tipo después de todo. La próxima vez obedecerá las señales. Puto… ¡Ya está bien! Encuentro al acusado culpable de desacato al tribunal y le sentencio a una pena de quince días. Quince días que cumplirá bajo las condiciones más infames que permita la ley de Nueva York. ¡Sáquenlo de aquí!” El que la risa esté asegurada siempre ayuda, no falta la indagación sobre la sociedad que vivimos dominada por la imagen, con la Televisión de fondo y el morbo por encima de todo ello, como verdadero motor (no muy lejano aquí temáticamente de Delillo y su terror a lo tecnológico): “-Estás estudiando psicología, ¿verdad? -Así es, ¿y? A diario veo gente en la Televisión y no digo que no se encuentre en su estado natural. Salir en Televisión es convertirse rápidamente en el estado natural. En el futuro la vida entera será televisada. El alcalde ha salido esta noche en Televisión diciendo que una cámara puede ser más efectiva que un arma en la lucha contra el crimen. Quiere poner cámaras en todas partes y hasta armarnos a todos con más cámaras para ayudar al estado a luchar contra el crimen. ¿Cómo actuará la gente entonces? Bueno, yo tengo más idea de ello que la mayoría.” “La imagen constituye el único lenguaje efectivo que queda y Dios querría ser efectivo. En Televisión y en sus varios retoños, ahí es donde lo buscaríais si creyerais que ha vuelto. Creedme, Jesús hablará por Televisión.” Esta mezcla agridulce de humor y reflejo social es sello de la casa; es una tragicomedia (no en cuanto a su significado clásico) sino en cuanto a la mezcla del pathos con la comedia: “-Tuve uno al que le habían colocado un marcapasos un sábado y que vino con un cargo de posesión el miércoles siguiente. Me enseñó la incisión recién vendada para que no desconfiases. -Yo tuve a una mujer que cambió su pierna ortopédica por crack. -Las opciones del adicto no tienen límites. -Vender el estéreo de tu madre. -Prostituir a tu hija de trece años. -Antes de que lo interrumpieran tu hombre iba a decir, tras darse el trabajo de asegurar a la concurrencia su heterosexualidad, que practica el sexo oral con hombres a fin de financiar sus actividades adictivas. -Gracias por recordármelo.” Y ante esta situación un incólume Casi, luchando, a pesar de la paradoja que supone su nombre (que Casi no pierda nunca) por conseguir que todo salga bien, en conseguir salvar a todo el mundo: “Y fuera como fuese el juramento consistió en que, en el futuro espiritual, que empezaba por así decir en aquel momento, a un cliente mío jamás le sucedería nada perjudicial o inapropiado. Hacía este juramento, pensé, porque estaría físicamente presente siempre que un suceso dañino amenazara con ocurrir. Estaría ahí cuando alguien –juez, fiscal, agente judicial, conserje- intentara que ocurriese algo nocivo y estaría ahí para detenerlo. Lo que haría sería sencillamente detenerlo. El cómo dependería obviamente de la situación. Así que ningún error más, pensé. Nada de casis ni quizás. En el futuro siempre tendría éxito; todo lamento y culpa se marchitarían y morirían frente a una eficiencia aplastante, compulsiva.” Tan idealista que para su propio compañero (impagables las conversaciones entre ellos) se convierte en un anacronismo en sí mismo, en un entorno como es el mundo en el que vivimos, parece que ayudar a los demás no tiene ya sentido: “Me sorprendes, Casi. No te tenía por semejante tontaina. ¿El propósito básico de los seres humanos es ayudarse unos a otros? ¿Hasta el extremo de que los propietarios de esa humanidad que ignoran ese mandato invitan a la miseria? ¿Estás de broma? ¿No has estado prestando atención? ¿Cómo se desarrolla la vida en esta piedra? Esto es una puta competición en la que tu miseria constituye mi triunfo. ¡Es absolutamente incorrecto decir que tú o yo tenemos responsabilidad hacia los demás, Jesús! En realidad me he expresado mal. La única responsabilidad que tiene cualquiera hacia los demás es machacarlos como harían ellos con un bicho si tuvieran la oportunidad.” Incluso este mismo personaje luchará por transformar el idealismo de Casi; un acto tan moralmente erróneo como robar y evadir dinero se puede convertir en una acto humano si se utiliza para ayudar a los más necesitados. “Tú emplearás el dinero en aquello que veas adecuado. Puedes decir que lo emplearás en rectificar alguna de las terribles injusticias de nuestra sociedad. Puedes seleccionar a cientos de personas al azar, gente que esta sociedad ignora y rehúye, y utilizar el dinero para ayudarlos a salir de la ciénaga en que se encuentran. Después esas personas pueden, a cambio, hacer lo mismo y en consecuencia puedes acabar ayudando literalmente a miles de personas con dinero que de otro modo emplearía en comprar confeti. Pues ayudar a reequilibrar la balanza. ¿No es eso lo correcto? -El acto en sí seguiría estando mal. -¿Seguro? ¿A qué arcaicas nociones morales te aferras? ¿En este caldero distópico? Me preocupas, Casi. Tienes que despertar. De lo contrario tu ingenuidad te aplastará.” La ingenuidad de Casi, es deliciosa, él es el epítome de la bondad; aunque según vaya avanzando el libro evolucionará, transmitiendo un desencanto hacia la sociedad que él mismo intenta afrontar; tal desesperación, inevitable es expresada en términos matemáticos-astronómicos-físicos, “a la manera pynchoniana” hasta el sorprende y desangelante final: “-Bueno, tío, querías la explicación y ya está. Nuestro universo se está colapsando en una singularidad. Lentamente, lo admito, pero está sucediendo. Y tampoco de la clase de singularidades que se encuentran en los agujeros negros. No. A lo que nos dirigimos es a eso que los teóricos denominan una singularidad desnuda. No encubierta por la sombra envolvente de un agujero negro. Patente y visible y con efectos que se dejan sentir en todos nosotros. Previsibilidad, Espacio, Tiempo, leyes físicas, todo ello significa menos cada segundo que transcurre y dentro de muy poco no significarán absolutamente nada. ¿Por qué ahora? ¿Por qué el colapso? Demasiada materia, tío, que provoca un tirón enorme. Mi teoría es que ciertas cosas que antes no tenían masa de repente ahora sí la tienen y se está multiplicando. O eso o la misteriosa fuerza invisible que previamente había servido para combatir la gravedad y favorecer la expansión del universo ahora nos ha abandonado o en su defecto nos ha fallado.” Pequeñas notas que no hacen justicia a una novela redonda, me he centrado en estos aspectos pero podría haber hablado de la mezcla de géneros, de sus inimitables personajes, ¡de las listas! que parodia y explica, de su estilo; en fin, gracias a “Pálido fuego” nuevamente tenemos una de esas novelas imprescindibles que, sin dudarlo, va a estar en mi lista de lo mejor del año. Lo tiene todo. Los textos provienen de la traducción de José Luís Amores de “Una singularidad desnuda” de Sergio de la Pava para la editorial Pálido Fuego....more