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297 pages, Paperback
First published October 8, 1931
‘I see a ring,’ said Bernard, ‘hanging above me. It quivers and hangs in a loop of light.’
‘I see a slab of pale yellow,’ said Susan, ‘spreading away until it meets a purple stripe.’
‘I hear a sound,’ said Rhoda, ‘cheep, chirp; cheep chirp; going up and down.’
‘I see a globe,’ said Neville, ‘hanging down in a drop against the enormous flanks of some hill.’
‘I see a crimson tassel,’ said Jinny, ‘twisted with gold threads.’
‘I hear something stamping,’ said Louis. ‘A great beast’s foot is chained. It stamps, and stamps, and stamps.’
The sun rose. Bars of yellow and green fell on the shore, gilding the ribs of the eaten-out boat and making the sea-holly and its mailed leaves gleam blue as steel. Light almost pierced the thin swift waves as they raced fan-shaped over the beach. The girl who had shaken her head and made all the jewels, the topaz, the aquamarine, the water-coloured jewels with sparks of fire in them, dance, now bared her brows and with wide-opened eyes drove a straight pathway over the waves.
“I see nothing. We may sink and settle on the waves. The sea will drum in my ears. The white petals will be darkened with sea water. They will float for a moment and then sink. Rolling over the waves will shoulder me under. Everything falls in a tremendous shower, dissolving me.”
“Ni un hilo, ni una hoja de papel, media entre él y el sol, entre él y la lluvia, entre él y la luna, cuando yace desnudo, lacio, ardiente, en cama”.Ahora lo esencial: “Las olas” es una obra de arte, un libro hermoso, de los más hermosos que he leído en mi vida, cautivador, descarnado, bello, oscuro y sugerente, tan oscuro y sugerente que el libro será algo distinto para cada uno de ustedes, más de lo que siempre es todo buen libro.
“Los nombres se repiten, los nombres son siempre los mismos. Son los voluntarios, son los jugadores de cricket, son los oficiales de la Historia Natural de la Sociedad. Van siempre en formación de cuatro de a fondo, marcando el paso con insignias en los gorros, saludan al mismo tiempo cuando pasan ante la figura de su general. ¡Qué mayestático es su orden, qué hermosa su obediencia! Si pudiera seguirles, si pudiera ir con ellos… Sacrificaría cuanto sé para poder hacerlo… Les contemplo con envidia… Si hubiera pertenecido a su grupo y hubiera ganado partidos, y hubiera remado en las grandes regatas, y hubiera galopado durante un día entero, ¡cantaría canciones con fuerza de trueno a medianoche! ¡Qué torrente de palabras surgiría de mi garganta!”Jinny descubre a Louis, se arroja sobre él, lo besa. Jinny es una gaviota que se deja llevar por la ola de su belleza, que se servirá de su aspecto. Jinny no miente, no sueña, no le preocupa si la vida es esto o lo otro, quiere balancearse, ser azotada, subir y bajar, como un buque sobre las olas. Sabe que llegará el momento en el que levantará la mano y nadie acudirá, que no habrá quién se percate de que ha caído su pañuelo, que ya no habrá reflejos en los cristales de las ventanillas de un tren, sabe que al final “nada queda para guardar en relicarios” pero también sabe que no tendrá miedo.
“Habrá fiestas en deslumbrantes salas. Y un hombre se fijará en mí, y me dirá lo que a nadie ha dicho. Le gustaré más que Rhoda y Susan. Descubrirá en mí cierta cualidad, algo peculiar. Pero no estoy dispuesta a quedar vinculada a una persona tan sólo. No quiero quedar fijada, inmovilizada… Toda de oro, flotando en este rumbo, le digo a éste: «Ven». Rizándome en negro, digo a este otro: «No». Uno abandona su puesto bajo la vitrina. Se acerca. Se dirige a mí. Es el momento más excitante que he vivido en mi vida. Me estremezco. Me rizo. Me balanceo como una planta en el río, flotando hacia aquí, flotando hacia allá, pero enraizada, para que venga hacia mí. «Ven», le digo. «Ven».”Susan ha visto como Jinny besaba a Louis y huye al bosque, a la naturaleza, con su angustia apretada en un pañuelo. Susan quiere dar y quiere recibir, ama y odia, pero a veces se siente como una hoja que es llevada por el viento, a veces desea que la plenitud de su casa, de su marido, de sus hijos, de su naturaleza se aleje de ella. A veces, odia a Jinny porque su presencia le recuerda que tiene las manos rojas y las uñas mordisqueadas y hasta el final jadeará «como un pájaro joven, insatisfecha, por algo que se me ha escapado.»
“Mis hijos me llevarán adelante… Quedaré degradada y encadenada por la bestial y hermosa pasión de la maternidad. Sin el menor escrúpulo, ayudaré a mis hijos a triunfar. Odiaré a cuantos vean sus defectos. Mentiré vilmente para favorecerlos. Y dejaré que me aíslen de ti y de ti y de ti… tendré criadas con delantales, trabajadores con horcas, una cocina a la que traerán a los cabritos enfermos para que cobren calor en un cesto, una cocina en la que colgarán jamones y brillarán las cebollas. Seré como mi madre, silenciosa, con delantal azul, recorriendo con la mirada las alacenas.”Bernard ha visto como Susan huía, ha advertido su desdicha, la sigue, la envuelve en palabras. Bernard, con sus historias, consigue que la gente se sienta ligera y leve, liberada. Pero pronto le faltan las fuerzas, la frase se debilita, duda y calla. Su libreta está llena de frases imperfectas, de frases inacabadas. Es «como el cordón roto de una campanilla, siempre oscilando». Necesita el estímulo de los demás, sus miradas iluminándole, cambia según sea la estancia en la que se encuentra, según la compañía.
“Cuando no veo palabras retorciéndose a mi alrededor como anillos de humo, estoy en tinieblas y nada soy. Cuando estoy solo, caigo en un letargo, y me digo entristecido, mientras hago caer las cenizas por entre las barras de la parrilla, que la señora Moffat vendrá. Vendrá y lo limpiará todo.”Neville se siente abandonado cuando Bernard le deja tras los pasos de Susan. Ama a Percival y advierte que su destino es causar repulsión a quién ama, que está condenado a producir asco, a ser un poeta. Opuesto a las convenciones, no soporta que haya dependientas de comercio. Sus risitas, su comadreo, le recuerdan su degradada naturaleza. Dedicará su vida a la perfección, a seguir la curva de la frase y acabará en paz, pero sin gloria. Llegará a gustarle ver a la gente salir en torrente del metro, mirará sin pasión.
“Poco me falta para chillar ante la cómoda satisfacción de sí mismo, y la mediocridad de este mundo que produce tratantes de caballos con adornos de coral pendientes de la cadena del reloj. Llevo en mi interior algo que los destruirá por entero. Mi risa les hará retorcerse en sus sillones, les obligará a echar a correr aullando. No: son inmortales. Triunfan.”Rhoda permanece ajena a todo, concentrada en un cuenco donde flotan pétalos blancos, su flota navegando en el mar alzado en oleaje. Se siente fuera del mundo, con el peligro constante de caer en la nada. Tras la puerta le espera el tigre que se abalanzará sobre ella. No se concibe en su cuerpo, experimenta constantemente la indiferencia o el desprecio de los hombres mientras ella ansía columnas de mármol y lagos en el otro lado del mundo donde una golondrina moja la punta del ala.
“No tengo cara. Los demás tienen cara. Susan y Jinny tienen cara. Están aquí. Su mundo es el mundo real. Las cosas que levantan son cosas que pesan. Dicen «sí», dicen «no». Pero yo oscilo y cambio, y en menos de un segundo devengo transparente. Cuando se cruzan con una criada, la criada las mira sin reírse. Pero se ríe de mí. Ellas saben lo que han de decir, cuando alguien les habla. Se ríen de veras, se enojan de veras, en tanto que yo he de mirar primero a mi alrededor, y hacer lo que los demás hacen, cuando ya lo han hecho… Debo tergiversar y defenderme con mentiras.”
“Son tan solo hombres, tan solo mujeres.”
“Ha llegado el momento…Cerrarán los jardines.”
“¿Es que no había espada, nada con que demoler aquellas murallas, esa protección, este engendrar hijos, vivir entre cortinas, devenir de día en día más y más sujeto y entregado, entre libros y pinturas? Más hubiera valido quemar la propia vida, como Louis, en el deseo de perfección, o, como Rhoda, huir de nosotros, dejarnos atrás para ir a parar a un desierto, o elegir a uno entre millones, sólo a uno, como hizo Neville; más hubiera valido ser como Susan, y amar y odiar el calor del sol o el césped mordido por las heladas, o ser como Jinny, honestos y animales.”
We have chosen now, or sometimes it seems the choice was made for us—a pair of tongs pinched us between the shoulders. I chose. I took the print of life not outwardly, but inwardly upon the raw, the white, the unprotected fibre. I am clouded and bruised with the print of minds and faces and things so subtle that they have smell, colour, texture, substance, but no name.
The sun fell in sharp wedges inside the room. Whatever the light touched became dowered with a fanatical existence. A plate was like a white lake. A knife looked like a dagger of ice. Suddenly tumblers revealed themselves upheld by streaks of light.As I turn the pages of The Waves, Virginia Woolf talks to me, to my heart, my spirit and my soul, like I could not have imagined. Such splendor and beauty come to me through her words, and I feel like singing with her. She sings life, a life that begins and goes on and on. So I keep reading and hope to get lost, to blend with the pages whose sounds are just like the very waves that come and go inexorably.
The sun had not yet risen. The sea was indistinguishable from the sky, except that the sea was slightly creased as if a cloth had wrinkles in it. Gradually as the sky whitened a dark line lay on the horizon dividing the sea from the sky and the grey cloth became barred with thick strokes moving, one after another, beneath the surface, following each other, pursuing each other, perpetually.
The activity is endless. And tomorrow it begins again; tomorrow we make Saturday. Some take train for France; others ship for India. Some will never come into this room again. One may die tonight. Another will beget a child. From us every sort of building, policy, venture, picture, poem, child, factory, will spring. Life comes; life goes; we make life. So you say.
I have had one moment of enormous peace. This perhaps is happiness. Now I am drawn back by pricking sensations; by curiosity, greed (I am hungry) and the irresistible desire to be myself. I think of people to whom I could say things: Louis, Neville, Susan, Jinny and Rhoda. With them I am many-sided. They retrieve me from darkness. We shall meet tonight, thank Heaven. Thank Heaven, I need not be alone.
Light almost pierced the thin swift waves as they raced fan-shaped over the beach. The girl who had shaken her head and made all the jewels, the topaz, the aquamarine, the water-coloured jewels with sparks of fire in them, dance, now bared her brows and with wide-opened eyes drove a straight pathway over the waves.
‘Words and words and words, how they gallop—how they lash their long manes and tails, but for some fault in me I cannot give myself to their backs; I cannot fly with them, scattering women and string bags. There is some flaw in me—some fatal hesitancy, which, if I pass it over, turns to foam and falsity. Yet it is incredible that I should not be a great poet.’
And now I ask, “Who am I?” I have been talking of Bernard, Neville, Jinny, Susan, Rhoda and Louis. Am I all of them? Am I one and distinct? I do not know.
Thus when I come to shape here at this table between my hands the story of my life and set it before you as a complete thing, I have to recall things gone far, gone deep, sunk into this life or that and become part of it; dreams, too, things surrounding me, and the inmates, those old half-articulate ghosts who keep up their hauntings by day and night; who turn over in their sleep, who utter their confused cries, who put out their phantom fingers and clutch at me as I try to escape—shadows of people one might have been; unborn selves.My umpteenth reading of The Waves and it still floors me. There's not a wasted word here: Woolf's attention to rhythm—she was listening to Beethoven's String Quartet in B-flat Minor, Opus 130 while writing this novel, and Beethoven's nuances are found in her prose at all turns—and the ways in which she questions subjectivity, interpersonal relations, the ways in which we are connected and yet disparate from those around us are on display here more so than in any of her other fictional works.