Nadie mejor que Charles Laughton, con su aspecto de inquietante degenerado, para encarnar al perturbado doctor Moreau en la primera y mejor adaptación de la novela de H. G. Wells, La isla del Dr Moreau.

En pleno auge del género de terror de los años treinta, esta película causó verdadero impacto y tuvo sus problemas con la censura. La historia la conocemos, un doctor inglés prófugo de la justicia, se esconde en una isla remota del Pacífico para continuar con sus crueles experimentos con animales a los que pretende convertir en seres humanos. Cierto día recala allí un tipo que se convierte en testigo de la obra de Moreau.

A pesar de tener casi cien años no ha perdido un ápice de interés gracias, sobre todo, a la interpretación de su protagonista, que sabe transmitir la insana locura de su personalidad trastornada, al estilo de la de sus colegas el doctor Frankenstein o el doctorJekyll, obsesionado con sus criaturas y dispuesto a todo por conseguir el éxito en sus experimentos.

Destacaría también, la calidad de los efectos de maquillaje, muy logrados en su recreación de los monstruos medio hombres medio animales, y la nebulosa y opresiva fotografía como de pesadilla. Por otro lado, el erotismo de Kathleen Burke resulta excitante.

El último trabajo de Maggie Smith fue esta discreta producción irlandesa sobre un grupo de mujeres que viaja a Lourdes para solucionar sus problemas familiares.


Se trata de una historia modesta y bienintencionada pero que no llega a emocionar porque no empatizas con los personajes. Buen trabajo de su trio protagonista y poco más.

Las filmografía de James Woods no es extraordinaria pero su sola presencia basta para salvar una película por muy mediocre que sea, como en este caso.

Una historia sobre la adicción a la cocaína de un matrimonio, en el que Woods es un ambicioso vendedor que con su labia y don de gentes enseguida empieza a hacer dinero en el negocio de bienes inmuebles. Pero las fiestas de lujo y la avaricia le llevan a mantener un ritmo y un nivel de vida en el que la coca será su perdición.

Le acompaña una correcta Sean Young con quien mantuvo una breve relación mientras duró el rodaje y que acabó como el rosario de la aurora con mutuas demandas por acoso.

Su director Harold Becker suele ser garantía de calidad aunque no siempre anda atinado. Ya había trabajado con Woods en El campo de cebollas nueve años antes.

Aquí el argumento es interesante, muy de la época en la que se rodó, los actores hacen bien su trabajo pero los personajes que interpretan son poco creíbles. La trama está rodada sin mucha intensidad y no deja poso, hay situaciones inverosímiles como cuando el matrimonio parece estar arruinado y de pronto aparecen elegantemente vestidos y con un Mercedes cenando en un restaurante de lujo.

La película no funciona ni como drama sobre la adicción a la droga ni como historia sobre la famosa codicia ochentera, más bien parece un telefilm con un reparto de lujo y título de película porno.

Robot salvaje es sin lugar a dudas la película de animación del año. Frente a las esperadas secuelas de Gru y Del revés, la nueva producción de Dreamworks ha conseguido la unanimidad de la crítica y el público con una propuesta original. Se trata de una emocionante historia de superación, que encierra un hermoso mensaje de tolerancia y amistad, entre un robot y los animales salvajes de una isla remota a la que llega tras un accidente. El robot acaba encariñándose de un joven ganso al que cría con la ayuda de un taimado zorro. Cuando el robot cree haber cumplido su objetivo, activa su señal de geolocalización para que vengan a rescatarle pero para entonces la máquina parece haber desarrollado consciencia.

Una bonita historia de aventuras con la que disfrutarán adultos y pequeños, que tiene todas las papeletas para llevarse el oscar a la mejor producción animada del año. Si estás buscando qué película ver con los críos en el cine, ésta es la mejor opción.

La franquicia X-Men alcanzó su cénit con esta espectacular quinta entrega que se encuentra entre las mejores de la saga a la altura de su predecesora.

Supone la unión en el espacio temporal de la generación joven y la veterana de la Patrulla X gracias a su ingenioso argumento. Un científico contrario a los mutantes desarrolla una tecnología capaz de destruirlos. Cuando los miembros de los X-Men están a punto de ser aniquilados en el presente, envían a Lobezno al pasado para que convenza a Xavier, Magneto y Mística de la mecesidad de unirse para acabar con la amenaza que en el futuro será mortal para ellos.

A medida que los actores originales se iban haciendo mayores, al igual que en Star Trek, se optó por elaborar precuelas con la versión más joven de los personajes interpretados por actores más de moda. El experimento funcionó y así podemos disfrutar de la Patrulla por partida doble. Dos generaciones que dan lo mejor de sí mismos para controlar la amenaza que se cierne sobre ellos. sin embargo también surgen divergencias a la hora de enfocar el problema. En este caso la ambición de Magneto choca con la moderación del profesor. Mientras el primero quiere unir a los mutantes para someter a los humanos, el profesor es más partidario de convivir con ellos y ayudarles a enfrentarse con cualquier peligro.

El guion no escatima en momentos de acción combinados con otros más íntimos en los que los protagonistas muestran su lado más "humano", sus debilidades y rivalidades pero también su capacidad para entenderse. En este sentido la película es una perfecta combinación de cine de acción y aventuras más adulta que las tres primeras entregas.