Admito haber quedado bastante decepcionado con una película de la que esperaba mucho más. Un exponente de esa ciencia ficción distópica de la década de los 70, con discursos naturalistas y a la misma vez pesimistas, que tienen en La fuga de Logan un exponente a considerar pero que, en mi caso, no me dio lo suficiente como para aguantar un metraje, para mi gusto, demasiado extendido.

Porque las sorpresas que deberían serlo, acaban siendo pequeñas decepciones por culpa de un ritmom demasiado precipitado al principio y demasiado lento al final, convirtiendo lo que debería ser la traca final en una mera conversación existencialista que, a día de hoy, se siente demasiado aburrida.

Si bien disfruté del principio y de la ambientación, además de la magia de sus efectos especiales tan tangibles, no puedo dejar de lado lo mucho que me aburrí en su tramo final. Demasiado irregular para considerarla un clásico, pero lo suficientemente curiosa como para que entienda su categoría de culto.

Nueva Zelanda tiene un toque especial para este tipo de producciones donde el gore y la comedia se dan la mano en algo que incluso queda por debajo de la serie B. En esta ocasión, Jonathan King nos trae una entretenida película, a la que quizá solo le podemos echar en falta un poco más de gore.

En cualquier caso, dado su carácter y naturaleza, es llamativo que esta película se hiciera un lugar junto a Desmembrados, consiguiendo convertirse en un exponente a considerar dentro de este tipo de producciones.

Creo que no he entendido la película, no he acabado de entender su contexto tan loco y que luego sea eso, un mero contexto, como quien enseña una panadería de fondo en una película. Como película de terror, bastante irregular, con un ritmo poco agradecido y unas interpretaciones por debajo incluso de lo que se ve en el género. El punto de misterio se agradece, pero su resolución no es suficiente y los giros se ven venir desde el principio, dejando a los personajes como demasiado poco inteligentes.

No está del todo mal para pasar el rato.

Muy difícil tanto valorar una película compuesta de otras más pequeñas, como aburrirse en un formato donde, si no te gusta lo que ves, tan solo tienes que esperar 20 minutos o menos.

Una antología de terror con más de un pasaje acertado, que creo que peca simplement en su orden. La primera es un buen primer plato, pero la última deja un sabor de boca bastante malo. Entre medias, buenos fogonazos y leyendas pasadas que consiguen dar un resultado final bastante acertado. No es ni mucho menos la más floja recopilación de relatos de terror que he visto.

La primera de la saga fue una aceptable sorpresa, a la segunda le permitimos repetir la jugada sin más, pero la tercera supone la confirmación de que se debió parar. Agradezco la intención de no hacer una tercera historia de venganza, porque hubiera sido repetir demasiado, pero lo que hemos tenido a cambio no está a la altura, ni un poco.

Divertida a ratos, he de reconocer que las buenas impresiones que tuve con Sarah Butler en la primera entrega, fueron mera casualidad. Eso, o más bien que se le dan mejor los papeles donde es víctima que donde es verdugo.

Hay cuarta parte si no me equivoco, no sé si seré capaz de seguir,