Moneyball: Rompiendo las reglas
38.128
Drama
En 2001, Billy Beane (Brad Pitt), director general de los Atléticos de Oakland (béisbol), se hizo famoso al conseguir grandes éxitos por medio del método "Moneyball", programa que consiste en construir un equipo competitivo con menos recursos económicos que la mayoría de los equipos de las Grandes Ligas y empleando métodos estadísticos por ordenador para coordinar a los jugadores. (FILMAFFINITY)
Hay críticos buenos y hay críticos malos. Después treinta metros de mierda y en el fondo una truanca
5 de febrero de 2012
12 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Les juro que no tengo ni puñetera idea de cómo se juega al beisbol y que aún así no es un inconveniente para poder gozar de un más que notable film protagonizado por Brad Pitt que está reclamando su estatuilla desde 2007. Porque “Moneyball” no se centra en el juego, ni en las jugadas, ni en las confrontaciones, sino que gracias a su guionista (Aaron Sorkin), vemos un film en el que son más importantes los diálogos, que se centran en las personalidades de los personajes y la puesta en escena.
Año 2001, Billy Bane (Brad Pitt) el manager general de los Athletics de Oakland ve como su equipo vuelve a caer contra los New York Yankees. El equipo necesita un cambio radical, algo con lo que no estarán muy de acuerdo en su junta directiva. Una junta directiva plagada de miembros que sólo se fijan en lo superficial, obviando las estadísticas y que está llena de prejuicios. Como suele ocurrir, todo individuo suele mostrarse reticente al cambio, lo que causará que tras la contratación de Peter Brand como su ayudante, Bane se quede sólo y sin apoyo al querer realizar unos cambios que nadie entiende y vendiendo a jugadores muy buenos a cambio de conseguir otros que ni siquiera tienen equipo. Porque hay cosas que no pueden comprarse con el dinero, algo que Bane y Brand saben y que está a punto cambiar.
Desde hace ya bastante tiempo, tengo a Brad Pitt (“El árbol de la vida“, 2011) en un pedestal, porque es un actor excelente. No porque sí, sino porque lo demuestra año tras año que es un espléndido actor. Algo que parece que algunos suelen obviar etiquetándolo aún de guaperas y “sex symbol”, menospreciando la gran calidad de este actor. En este film, Pitt interpreta a Billy Bane, un ex jugador de béisbol fracasado convertido en manager de los Athletics de Oakland. Es un hombre que tras su aparente sencillez está desesperado por encontrar “la fórmula” que consiga que su equipo prospere y sea el mejor. Es muy supersticioso (nunca está presente en los partidos) y hábil en cuanto a gestionar el equipo. Teniendo muy presente que no quiere volver a fracasar de nuevo como ya le pasó en su etapa de jugador, hará lo que sea por mejorar. El resto, lo que hace que penetremos más en la personalidad del protagonista, lo consiguen esos planos que enfocan a su mirada perdida en la nada o cuando destroza cuadros, mesas y radios que reflejan su desesperación.
(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento por falta de espacio)
Año 2001, Billy Bane (Brad Pitt) el manager general de los Athletics de Oakland ve como su equipo vuelve a caer contra los New York Yankees. El equipo necesita un cambio radical, algo con lo que no estarán muy de acuerdo en su junta directiva. Una junta directiva plagada de miembros que sólo se fijan en lo superficial, obviando las estadísticas y que está llena de prejuicios. Como suele ocurrir, todo individuo suele mostrarse reticente al cambio, lo que causará que tras la contratación de Peter Brand como su ayudante, Bane se quede sólo y sin apoyo al querer realizar unos cambios que nadie entiende y vendiendo a jugadores muy buenos a cambio de conseguir otros que ni siquiera tienen equipo. Porque hay cosas que no pueden comprarse con el dinero, algo que Bane y Brand saben y que está a punto cambiar.
Desde hace ya bastante tiempo, tengo a Brad Pitt (“El árbol de la vida“, 2011) en un pedestal, porque es un actor excelente. No porque sí, sino porque lo demuestra año tras año que es un espléndido actor. Algo que parece que algunos suelen obviar etiquetándolo aún de guaperas y “sex symbol”, menospreciando la gran calidad de este actor. En este film, Pitt interpreta a Billy Bane, un ex jugador de béisbol fracasado convertido en manager de los Athletics de Oakland. Es un hombre que tras su aparente sencillez está desesperado por encontrar “la fórmula” que consiga que su equipo prospere y sea el mejor. Es muy supersticioso (nunca está presente en los partidos) y hábil en cuanto a gestionar el equipo. Teniendo muy presente que no quiere volver a fracasar de nuevo como ya le pasó en su etapa de jugador, hará lo que sea por mejorar. El resto, lo que hace que penetremos más en la personalidad del protagonista, lo consiguen esos planos que enfocan a su mirada perdida en la nada o cuando destroza cuadros, mesas y radios que reflejan su desesperación.
(Sigue en el SPOILER sin desvelar detalles del argumento por falta de espacio)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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15 de octubre de 2011
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parecía que iba a ser otra mas de béisbol pero no, gracias a Aaron Sorkin que con un guion que se impone nos entrega una gran gran película, la actuación de Brad es muy buena definitivamente resalta lo buen actor que es pero también hay varias sorpresas como Johan Hill que ahora si demuestra el actor que quiere llegar a ser. Una dirección de Bennett Miller que parece una combinación de Capote y The social network pero al final el resultdo es extraordinario. Sin dudarlo una película que todos deben ver porque estara presente en muchos premios
5 de diciembre de 2011
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Moneyball es carne de Oscar. Llega en el momento perfecto para arrasar entre los críticos y en taquilla. El Billy Beane que interpreta Brad Pitt es el director de un equipo de béisbol sin recursos, otra víctima de la crisis en un mundo tan competitivo como el del deporte. Los espectadores nos sentimos identificados con él y al mismo tiempo lo admiramos. Tiene los mismos problemas que todo el mundo. Pero también es una especie de figura sacra capaz de conseguir lo imposible con una confianza inquebrantable en sí mismo y en los suyos. Un hombre que representa la integridad del marginado y que cuando conoce el éxito es capaz de ser consecuente y recordar quién es, a quién representa y de dónde vino. Beane es nuestro vecino pero también, y por establecer un símil más cercano, un Josep Guardiola que pone toda la carne en el asador, sin miedo a optar por la 'cara' y que el azar elija la 'cruz'. Si el equipo está unido sí puede ser vencido, pero ya tiene mucho ganado. Una filosofía que acoge nuestro Billy Beane ayudado de los cálculos matemáticos de su ayudante. El responsable de una proeza. El creador de un récord. El padre de familia que ama a su familia. El hombre solitario en contra de sus amigos. El héroe capaz de hacer frente a los números rojos. Una de esas historias 'bigger than life' y 'basada en hechos reales' que gustan a la Academia de Hollywood y a la que es difícil no caer rendido a sus pies.
Aunque pisemos el terreno de un campo de béisbol, para nosotros algo muy yanki, Moneyball es una historia reconocible y familiar. De hecho, conocemos el final desde el primer minuto, y la película tampoco quiere salir de los patrones del enconsetado cine deportivo. Afortunadamente los diálogos de Moneyball tienen mucha más enjundia de lo habitual. Pitt, un actor que está ganando matices a la vez que suma arrugas, consigue que su personaje destile un ligero humor a la par que una trabajada contención dramática. Y Moneyball tampoco tiene miedo a filmar los momentos muertos, esos instantes en los que vemos a Pitt reflexionando, conduciendo o caminando entre los pasillos del vestidor. A Miller no le interesa tanto la acción que genera el personaje como el personaje en sí mismo. Algo que ya sucedía en la excelente Capote. Por eso Moneyball es una película que tiene lugar en las bambalinas del estadio, no en el campo de juego. Capote sigue siendo más completa y compleja que Moneyball, el film tampoco acaba de aprovechar su excelente plantel de secundarios (en especial Philip Seymour Hoffman), incluso hubiera sido más redonda con menos metraje a sus espaldas. ¿Pero quién se puede resistir a la que ya es la The Blind Side (Un sueño posible) de los Oscar 2012?
Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities
Aunque pisemos el terreno de un campo de béisbol, para nosotros algo muy yanki, Moneyball es una historia reconocible y familiar. De hecho, conocemos el final desde el primer minuto, y la película tampoco quiere salir de los patrones del enconsetado cine deportivo. Afortunadamente los diálogos de Moneyball tienen mucha más enjundia de lo habitual. Pitt, un actor que está ganando matices a la vez que suma arrugas, consigue que su personaje destile un ligero humor a la par que una trabajada contención dramática. Y Moneyball tampoco tiene miedo a filmar los momentos muertos, esos instantes en los que vemos a Pitt reflexionando, conduciendo o caminando entre los pasillos del vestidor. A Miller no le interesa tanto la acción que genera el personaje como el personaje en sí mismo. Algo que ya sucedía en la excelente Capote. Por eso Moneyball es una película que tiene lugar en las bambalinas del estadio, no en el campo de juego. Capote sigue siendo más completa y compleja que Moneyball, el film tampoco acaba de aprovechar su excelente plantel de secundarios (en especial Philip Seymour Hoffman), incluso hubiera sido más redonda con menos metraje a sus espaldas. ¿Pero quién se puede resistir a la que ya es la The Blind Side (Un sueño posible) de los Oscar 2012?
Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities
31 de enero de 2012
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
10/10(21/01/12) Interesante cinta basada en hechos reales que tiene como telón de fondo el muy americano deporte del base-ball, es un film de escaso presupuesto y se nota. Versa sobre el sempiterno tema de la superación personal, de cómo imponer unas ideas contra viento y marea, como ser fiel a uno mismo, sobre la condición humana, sobre sueños rotos y sueños por cumplir. La acción está en la trastienda de este deporte, de hecho las escenas de partidos son insertos de imágenes de archivo bastante gélidas, cuenta como Billy Beane (gran Brad Pitt), director general de los Athletics de Oakland, a principio de los 2000 coge un equipo en decadencia y donde sus tres mejores jugadores se le van por acabar su contrato, Billy debe rehacerlo con muy poco dinero, para ello contrata a un joven estudioso de las estadísticas, Peter Brand (buen Jonah Hill), un apocado e introvertido que cambia el concepto establecido de cómo hacer un equipo, los jugadores son números que se reflejan en su juego, da igual la edad o si has caído en desgracia, y no estrellas que lo que ofrecen es más nombre que juego, esto chocará con el cuerpo técnico, la afición y la prensa, empezando por el entrenador, Art Howe (desaprovechado Philip Seymore Hoffman). Bajo esta nimia premisa se desarrolla una trama un tanto pretenciosa y que colisiona en contradicciones, resulta que el cerebro de este proyecto da el equipo a un entrenador que no cree en su moderna filosofía, se deja llevar por su instinto pero sin embargo se apoya en algo tan engañoso y antipersonal como las estadísticas, si hay dos personas, una se come dos bocadillos, la otra nada, pues las estadísticas dirán que se comieron uno cada uno, esto sería desnaturalizar el deporte, anularle el factor emocional, justo todo lo contrario que es el protagonista Billy, un tipo visceral, sentimental y arrojado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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22 de julio de 2012
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tiene una característica que destaca sobre el resto: Aunque no te guste el football americano entretiene. Dicho esto, añadiré que ha sido sobre valorada por la crítica; hoy día resulta difícil que una película nos sorprenda, nos conmueva y deje huella. Esta es una buena historia bien contada, pero que pasado un tiempo nadie recordará. Los personajes están bien construidos pero no emocionan, no terminan de meterte en la trama, y eso es lo que diferencia un buen film de una obra menor. Por todo ello no puede decirse que Moneyball supere la categoría de obra menor.
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