La casa de té de la luna de agosto
1.644
Comedia
Adaptación de una obra de Broadway. Después de la Segunda Guerra Mundial, al capitán Fisby se le encomienda la misión de enseñar los beneficios de la democracia y el comercio en la ciudad de Okinawa. (FILMAFFINITY)
28 de abril de 2019
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película invita desde su comienzo a dejar prendida una media sonrisa en la comisura de los labios porque sabe descubrir, con buen sentido del humor, el lado cómico de las diferencias entre la cultura norteamericana y la de Okinawa.
A veces peca de premiosidad y adolece de cierta lentitud pero, en general, las situaciones resultan originales y divertidas.
Está rodada con primor exquisito y con escrupuloso cuidado en las formas acorde con la delicada propuesta argumental y se mantiene siempre en una emotiva línea de suavidad y elegancia en la que la banda sonora también desempeña un importante papel.
La interpretación de G. Ford es excelente y la de R. Burton sorprende por lo inesperado e inusual de su personaje.
A veces peca de premiosidad y adolece de cierta lentitud pero, en general, las situaciones resultan originales y divertidas.
Está rodada con primor exquisito y con escrupuloso cuidado en las formas acorde con la delicada propuesta argumental y se mantiene siempre en una emotiva línea de suavidad y elegancia en la que la banda sonora también desempeña un importante papel.
La interpretación de G. Ford es excelente y la de R. Burton sorprende por lo inesperado e inusual de su personaje.
6 de agosto de 2024
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Divertida comedia de situaciones extravagantes que juega con el choque cultural entre Oriente y Occidente para mostrar los esfuerzos ridículos del ejército norteamericano para desarrollar una ocupación pacífica de la isla japonesa de Okinawa, en la que intenta inculcar las ventajas de la forma de vida americana, especialmente en lo concerniente a la democracia y las libertades del individuo.
Sorprendente caracterización de Marlon Brando, acostumbrado como nos tiene a personajes dramáticamente intensos, en una decisión de casting que hoy posiblemente sería políticamente incorrecta. Igual que ocurre con el otro protagonista, Glenn Ford, al que asociamos mayoritariamente a sus papeles del cine negro encarnando a individuos ásperos e individualistas. Ambos están realmente graciosos, con chispa, acompañados de secundarios con buenas dotes cómicas como Eddie Albert, Paul Ford y Harry Morgan, que regalan igualmente momentos hilarantes. Rodeados todos por los lugareños del poblado que lo bordan en su representación pintoresca y bulliciosa, destacando Machiko Kyo como la pertinaz geisha que no se separa del capitán ni con agua hirviendo.
El director Daniel Mann tampoco tenía en su filmografía ninguna comedia hasta ese momento, al contrario, predominaban los dramas intensos como “Vuelve, pequeña Sheba” (1952), “La rosa tatuada” (1955) o “Mañana lloraré” (1955), lo cual resulta a priori una decisión sorprendente, tanto en la elección del director como en la pareja protagonista.
El inútil capitán Fisby ha ido dando tumbos de un departamento a otro dentro del ejército, siendo “obligado” a pedir el traslado continuamente por su falta de eficacia. Hasta que topa con el coronel Purdy III, ansioso por conseguir su estrella de general cuando le reconozcan su labor llevando a cabo el plan de ocupación pacífica de la isla de Okinawa tras las Segunda Guerra Mundial. Fisby será destinado al pueblo de Tobiki, donde lejos de imponer el regio programa de culturización democrática que le asignan, será mangoneado por los pueblerinos que quieren llevar a cabo sus propios planes aprovechándose de su carácter tibio, liderados por Sakini, que trabaja como intérprete.
El capitán Fisby cederá pronto en su intención primigenia para dejarse llevar por las bondades de la vida en Tobiki, donde es agasajado y se siente importante y útil por fin en su carrera militar, cuando realmente está siendo utilizado debido a su escasa autoridad y falta de dotes de mando. La construcción de una escuela, piedra angular del proyecto, dará paso a una casa de té que anhelan los habitantes de esa zona de la isla.
Las situaciones derivadas de esta decisión irán añadiendo momentos cómicos, como la llegada del capitán McLean para evaluar el estado psicológico de Fisby, o el comercio de bebidas alcohólicas que pondrán en marcha en el poblado en busca de financiación, y que irán mellando la moral del coronel Purdy hasta llevarlo al límite de sus nervios.
Basada en un guion de John Patrick, basado en su propia obra teatral, también en este apartado llama la atención que sus trabajos más renombrados estén lejos del género cómico. Más bien en el extremo opuesto, como los melodramas "El extraño amor de Martha Yvers” (Lewis Milestone, 1946), “La colina del adiós” (Henry King, 1955), o “Como un torrente” (Vincente Minnelli, 1958).
El origen teatral del argumento ayuda a que Daniel Mann respete el formato y se dedique a planificar muchas escenas apoyando toda la carga en el esfuerzo actoral, siendo la cámara un mero testigo como espectador que apenas se hace notar. Son escenas largas, de mucho diálogo, en los que los personajes se desenvuelven como si fuera un escenario.
A pesar de no estar encuadrada la historia durante conflicto bélico, como la obra maestra de Lubitsch “Ser o no ser” (1942), o las buenas comedias de Blake Edwards "Operación Pacífico” (1959), o “Qué hiciste en la guerra, papi” (1966), “La casa de té de la luna de agosto” puede encuadrarse en ese grupo al tratar con trazo hilarante lo absurdo de la planificación marcial cuando se topa con lo irreverente y espontáneo.
Las situaciones disparatadas encaminan el desenlace a un final con propensión al desmadre, pero la sensación que deja el conjunto es de habernos hecho pasar un rato entretenido y muy divertido.
Sorprendente caracterización de Marlon Brando, acostumbrado como nos tiene a personajes dramáticamente intensos, en una decisión de casting que hoy posiblemente sería políticamente incorrecta. Igual que ocurre con el otro protagonista, Glenn Ford, al que asociamos mayoritariamente a sus papeles del cine negro encarnando a individuos ásperos e individualistas. Ambos están realmente graciosos, con chispa, acompañados de secundarios con buenas dotes cómicas como Eddie Albert, Paul Ford y Harry Morgan, que regalan igualmente momentos hilarantes. Rodeados todos por los lugareños del poblado que lo bordan en su representación pintoresca y bulliciosa, destacando Machiko Kyo como la pertinaz geisha que no se separa del capitán ni con agua hirviendo.
El director Daniel Mann tampoco tenía en su filmografía ninguna comedia hasta ese momento, al contrario, predominaban los dramas intensos como “Vuelve, pequeña Sheba” (1952), “La rosa tatuada” (1955) o “Mañana lloraré” (1955), lo cual resulta a priori una decisión sorprendente, tanto en la elección del director como en la pareja protagonista.
El inútil capitán Fisby ha ido dando tumbos de un departamento a otro dentro del ejército, siendo “obligado” a pedir el traslado continuamente por su falta de eficacia. Hasta que topa con el coronel Purdy III, ansioso por conseguir su estrella de general cuando le reconozcan su labor llevando a cabo el plan de ocupación pacífica de la isla de Okinawa tras las Segunda Guerra Mundial. Fisby será destinado al pueblo de Tobiki, donde lejos de imponer el regio programa de culturización democrática que le asignan, será mangoneado por los pueblerinos que quieren llevar a cabo sus propios planes aprovechándose de su carácter tibio, liderados por Sakini, que trabaja como intérprete.
El capitán Fisby cederá pronto en su intención primigenia para dejarse llevar por las bondades de la vida en Tobiki, donde es agasajado y se siente importante y útil por fin en su carrera militar, cuando realmente está siendo utilizado debido a su escasa autoridad y falta de dotes de mando. La construcción de una escuela, piedra angular del proyecto, dará paso a una casa de té que anhelan los habitantes de esa zona de la isla.
Las situaciones derivadas de esta decisión irán añadiendo momentos cómicos, como la llegada del capitán McLean para evaluar el estado psicológico de Fisby, o el comercio de bebidas alcohólicas que pondrán en marcha en el poblado en busca de financiación, y que irán mellando la moral del coronel Purdy hasta llevarlo al límite de sus nervios.
Basada en un guion de John Patrick, basado en su propia obra teatral, también en este apartado llama la atención que sus trabajos más renombrados estén lejos del género cómico. Más bien en el extremo opuesto, como los melodramas "El extraño amor de Martha Yvers” (Lewis Milestone, 1946), “La colina del adiós” (Henry King, 1955), o “Como un torrente” (Vincente Minnelli, 1958).
El origen teatral del argumento ayuda a que Daniel Mann respete el formato y se dedique a planificar muchas escenas apoyando toda la carga en el esfuerzo actoral, siendo la cámara un mero testigo como espectador que apenas se hace notar. Son escenas largas, de mucho diálogo, en los que los personajes se desenvuelven como si fuera un escenario.
A pesar de no estar encuadrada la historia durante conflicto bélico, como la obra maestra de Lubitsch “Ser o no ser” (1942), o las buenas comedias de Blake Edwards "Operación Pacífico” (1959), o “Qué hiciste en la guerra, papi” (1966), “La casa de té de la luna de agosto” puede encuadrarse en ese grupo al tratar con trazo hilarante lo absurdo de la planificación marcial cuando se topa con lo irreverente y espontáneo.
Las situaciones disparatadas encaminan el desenlace a un final con propensión al desmadre, pero la sensación que deja el conjunto es de habernos hecho pasar un rato entretenido y muy divertido.
17 de marzo de 2021
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Unos personajes maravillosos con alma ardiente y sensibilidad complaciente; diálogos exquisitos colmados de excelente humor, sentida poesía y la más sutil crítica social; una cálida puesta en escena con una fotografía bella y envolvente… y unas divertidísimas actuaciones de un reparto excepcional, ha permitido al director, Daniel Mann, hacer una película impecable.
<<LA CASA DE TÉ DE LA LUNA DE AGOSTO>>, es como las mujeres, bellas, inteligentes y amorosas: cada vez que estás con una de ellas te enamoras un poco más. Esa calidez de los personajes; esa chispa de luz que emana… crece… y se multiplica con cada una de las acciones; y esa esmerada realización en todos los sentidos, hacen que salgas plenamente complacido y con un firme deseo de volver a verla. Es la tercera vez que me animo al encontrarla y no lo pensaría mucho para, quizás, verla en cuarta ocasión. Lo brillante escasea tanto que, cuando lo encuentras, sientes ganas de degustarlo una y otra vez.
Todo comenzó cuando el estadounidense, Vern J. Sneider, recién graduado de la Universidad de Notre Dame, en 1940, decidió enrolarse en el ejército para luchar contra el fascismo y, en 1945, hizo parte de la fuerza aliada de ocupación que aterrizó en Okinawa, Japón. Allí, fue nombrado comandante de un pueblecito de cinco mil habitantes llamado Tobaru… y de sus experiencias con esta comunidad, surgiría la novela, “The Teahouse of the August Moon”, la cual publicaría, en 1951. Lo que pretendía Sneider, era mostrar la suerte de paradojas que pueden darse entre el conquistador y el conquistado; y cómo, lo que se considera democracia, quizás esté muy lejos de serlo. También queda bien definido que, es en las acciones y no en los discursos cuando se sabe quién es quién; y muchas veces, el que “enseña” aprende mucho más que lo que logra transmitir a sus educandos.
Cuando la novela de, Sneider, llegó a manos del dramaturgo, John Patrick, éste quedó tan encantado con la historia que, enseguida, se puso en la tarea de convertirla en una obra de teatro y tuvo tanto éxito que, entre 1954 y 1985, tuvo 49 reimpresiones, solamente en idioma inglés. Patrick incrementó la dosis de comedia, los personajes se volvieron más halagadores… y su obra sería galardonada con el premio Pulitzer.
La historia te atrapa de tal manera, que uno quisiera entrar y quedarse en Tobiki (como se llama el pueblo, ahora), pues, los criterios de democracia, saben sus habitantes ejercerlos sin más lección que el ejemplo recibido de sus mayores… y ahora se verá, si el capitalismo y la “democracia” que quieren transmitirles los estadounidenses sirven, realmente, para la convivencia en paz.
Marlon Brando (Sakiri), Glenn Ford (el capitán Fisby), Machiko Kyô (Flor de Loto), Paul Ford (el coronel Purdy) y Eddie Albert (el sicoanalista, McLean), se abonan otro alto crédito en sus magníficas carreras.
Unas cuántas frases para recordar:
“La pornografía es sólo cuestión de geografía”. (Sakiri)
“Solía entristecerme mucho por no ser muy exitoso. Ahora he hecho las paces conmigo mismo, en algún lugar entre mis ambiciones y mis limitaciones”. (Fisby)
“Es mi trabajo enseñar la democracia a esta gente de Okinawa… ¡y van a aprender democracia, así tenga que dispararles a cada uno de ellos!” (Purdy)
“Soy la clase de hombre que no acepta una no-respuesta por respuesta” (Purdy)
<<LA CASA DE TÉ DE LA LUNA DE AGOSTO>>, es como las mujeres, bellas, inteligentes y amorosas: cada vez que estás con una de ellas te enamoras un poco más. Esa calidez de los personajes; esa chispa de luz que emana… crece… y se multiplica con cada una de las acciones; y esa esmerada realización en todos los sentidos, hacen que salgas plenamente complacido y con un firme deseo de volver a verla. Es la tercera vez que me animo al encontrarla y no lo pensaría mucho para, quizás, verla en cuarta ocasión. Lo brillante escasea tanto que, cuando lo encuentras, sientes ganas de degustarlo una y otra vez.
Todo comenzó cuando el estadounidense, Vern J. Sneider, recién graduado de la Universidad de Notre Dame, en 1940, decidió enrolarse en el ejército para luchar contra el fascismo y, en 1945, hizo parte de la fuerza aliada de ocupación que aterrizó en Okinawa, Japón. Allí, fue nombrado comandante de un pueblecito de cinco mil habitantes llamado Tobaru… y de sus experiencias con esta comunidad, surgiría la novela, “The Teahouse of the August Moon”, la cual publicaría, en 1951. Lo que pretendía Sneider, era mostrar la suerte de paradojas que pueden darse entre el conquistador y el conquistado; y cómo, lo que se considera democracia, quizás esté muy lejos de serlo. También queda bien definido que, es en las acciones y no en los discursos cuando se sabe quién es quién; y muchas veces, el que “enseña” aprende mucho más que lo que logra transmitir a sus educandos.
Cuando la novela de, Sneider, llegó a manos del dramaturgo, John Patrick, éste quedó tan encantado con la historia que, enseguida, se puso en la tarea de convertirla en una obra de teatro y tuvo tanto éxito que, entre 1954 y 1985, tuvo 49 reimpresiones, solamente en idioma inglés. Patrick incrementó la dosis de comedia, los personajes se volvieron más halagadores… y su obra sería galardonada con el premio Pulitzer.
La historia te atrapa de tal manera, que uno quisiera entrar y quedarse en Tobiki (como se llama el pueblo, ahora), pues, los criterios de democracia, saben sus habitantes ejercerlos sin más lección que el ejemplo recibido de sus mayores… y ahora se verá, si el capitalismo y la “democracia” que quieren transmitirles los estadounidenses sirven, realmente, para la convivencia en paz.
Marlon Brando (Sakiri), Glenn Ford (el capitán Fisby), Machiko Kyô (Flor de Loto), Paul Ford (el coronel Purdy) y Eddie Albert (el sicoanalista, McLean), se abonan otro alto crédito en sus magníficas carreras.
Unas cuántas frases para recordar:
“La pornografía es sólo cuestión de geografía”. (Sakiri)
“Solía entristecerme mucho por no ser muy exitoso. Ahora he hecho las paces conmigo mismo, en algún lugar entre mis ambiciones y mis limitaciones”. (Fisby)
“Es mi trabajo enseñar la democracia a esta gente de Okinawa… ¡y van a aprender democracia, así tenga que dispararles a cada uno de ellos!” (Purdy)
“Soy la clase de hombre que no acepta una no-respuesta por respuesta” (Purdy)
19 de junio de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
O la película que me enseño (entre muchas cosas) sobre Okinawa, aquello de que "la pornografía es cuestión de geografía" o que a veces en el ejército norteamericano daban "instrucciones" a sus oficiales tales como "ni siquiera tiene que pensar capitán, este documento lo releva de esa responsabilidad".
Una divertidísima comedia dirigida por Daniel Mann, basada en la novela escrita por Vern Sneider y a la vez en una aclamada obra de teatro adaptada en Broadway por John Patrick, cuya historia principal giraba al rededor del capitán "Fisby", cuya misión es enseñar los "beneficios" de la democracia a un pueblito japonés, ayudado de un particular intérprete de nombre "Sakini".
Sobre el film destacar el gran manejo del humor de la propuesta, ya que si bien se hace una pequeña crítica a la "peculiar" de crear ciertas doctrinas aplicadas en territorios ocupados por parte del país del norte, posterior a la guerra, esto se lo hace desde un punto de vista liviano, sencillo y lo más importante sin llegar a ser ofensivo o vulgar.
Sobre el reparto debo empezar nombrando la presencia del mismísimo Marlon Brando, y especial atención porque esta imperdible en uno de sus papeles más hilarantes, graciosos y verdaderamente cómicos de toda su carrera: El intérprete "Sakini" (Cada aparición o frase, y con esa "pinta" que se maneja, saca como mínimo una sonrisa, o como en mi caso varias carcajadas por el doble sentido implícito).
De soporte se dejan ver unos correctos Glenn Ford, Machiko Kyô (cercana colaboradora de Akira Kurosawa) Eddie Albert, Paul Ford, Harry Morgan, Mitsuko Sawamura, Jun Negami, Nijiko Kiyokawa y Shichizo Takeda entre los más destacados.
Por último marcar el trabajo del expermientado John Alton en la dirección fotográfica y la banda sonora de Saul Chaplin, un compositor que como dato curioso solo tuvo 7 trabajos más durante toda su carrera en el cine.
Una divertidísima comedia dirigida por Daniel Mann, basada en la novela escrita por Vern Sneider y a la vez en una aclamada obra de teatro adaptada en Broadway por John Patrick, cuya historia principal giraba al rededor del capitán "Fisby", cuya misión es enseñar los "beneficios" de la democracia a un pueblito japonés, ayudado de un particular intérprete de nombre "Sakini".
Sobre el film destacar el gran manejo del humor de la propuesta, ya que si bien se hace una pequeña crítica a la "peculiar" de crear ciertas doctrinas aplicadas en territorios ocupados por parte del país del norte, posterior a la guerra, esto se lo hace desde un punto de vista liviano, sencillo y lo más importante sin llegar a ser ofensivo o vulgar.
Sobre el reparto debo empezar nombrando la presencia del mismísimo Marlon Brando, y especial atención porque esta imperdible en uno de sus papeles más hilarantes, graciosos y verdaderamente cómicos de toda su carrera: El intérprete "Sakini" (Cada aparición o frase, y con esa "pinta" que se maneja, saca como mínimo una sonrisa, o como en mi caso varias carcajadas por el doble sentido implícito).
De soporte se dejan ver unos correctos Glenn Ford, Machiko Kyô (cercana colaboradora de Akira Kurosawa) Eddie Albert, Paul Ford, Harry Morgan, Mitsuko Sawamura, Jun Negami, Nijiko Kiyokawa y Shichizo Takeda entre los más destacados.
Por último marcar el trabajo del expermientado John Alton en la dirección fotográfica y la banda sonora de Saul Chaplin, un compositor que como dato curioso solo tuvo 7 trabajos más durante toda su carrera en el cine.
24 de diciembre de 2023
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Realmente Marlon Brando es lo mejor de toda la película. Estuvo 2 meses actuando como tal, viendo como gesticulaban y actuaban, etc... todo para interpretar este papel, que estaba fuera de lo común: un sexymbol o de papel de hombre duro. Aquí una comedia que realmente cuesta de verle, hace un papelón.
Pero... esta película para mí, ha sido cuesta arriba. Apenas he visto comedia, quizás haya envejecido mal, o quizás yo la haya visto en un momento erróneo. Pero me ha parecido bastante floja, muy floja.
Esta película, tuvo un presupuesto muy elevado, casi 4 millones, un riesgo al llevar Japón (11 años después de acabar la guerra) a un matrimonio interracial, a que la "colonización" americana acaba siendo al revés. Fue elogiada por eso, aunque también fue criticada y más a día de hoy, por poner a una mujer "facilona" (para resumir).
Glenn Ford también sale de su área de confort, ya que estamos acostumbrados a verle en papeles más de cine negro, y también de hombre duro, y aquí está en una comedia que lo desarrolla bastante bien.
Pero... esta película para mí, ha sido cuesta arriba. Apenas he visto comedia, quizás haya envejecido mal, o quizás yo la haya visto en un momento erróneo. Pero me ha parecido bastante floja, muy floja.
Esta película, tuvo un presupuesto muy elevado, casi 4 millones, un riesgo al llevar Japón (11 años después de acabar la guerra) a un matrimonio interracial, a que la "colonización" americana acaba siendo al revés. Fue elogiada por eso, aunque también fue criticada y más a día de hoy, por poner a una mujer "facilona" (para resumir).
Glenn Ford también sale de su área de confort, ya que estamos acostumbrados a verle en papeles más de cine negro, y también de hombre duro, y aquí está en una comedia que lo desarrolla bastante bien.
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