Pilar Palomero • Directora de Las niñas
"En el rodaje, con mis actrices, me volví a sentir cría otra vez"
por Alfonso Rivera
- Pilar Palomero se estrenó mundialmente en la última Berlinale con su primer largometraje, Las niñas, y parte como favorita para triunfar en el 23° Festival de Málaga
La aragonesa Pilar Palomero no disimula su entusiasmo ante las alabanzas que está recibiendo su primer largometraje, Las niñas [+lee también:
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ficha de la película], que antes de competir en el 23º Festival de Málaga disfrutó de su puesta de largo en la Berlinale, exhibida en la sección Generation Kplus. Charlamos con ella en la soleada ciudad mediterránea.
Cineuropa: ¿Cómo estás viviendo este proceso que ha ido desde Berlín a Málaga?
Pilar Palomero: Aceptando las cosas según ocurrían. Fue un shock ver cómo se aplazó este festival y otros certámenes donde iba a estar la película se cancelaron o se hicieron online, con lo cual no pudimos participar: tuvimos que aceptar la realidad que le tocaba a la película. No era el camino que queríamos para ella, pero es la realidad que hay. Ahora estoy con ganas acumuladas de por fin mostrar y compartir el film. Pero he aprovechado el tiempo sin poder viajar debido a la pandemia para escribir el guion de mi siguiente proyecto.
¿Te gusta que se compare tu film con Verano 1993 [+lee también:
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ficha de la película]?
Supuse desde el principio que iba a ocurrir esto, pues compartimos productora y similitudes, pues ambas transcurren en la misma época y tienen a niñas como protagonistas... pero tuve claro que iban a ser distintas en tono e historia. Estoy encantada con la comparación, pues admiro el trabajo de Carla Simón, que ha sido compañera y me ha ayudado con sus opiniones en el proceso de creación de Las niñas. Su caso es casi único, su éxito sucede pocas veces y en este sentido no quería comparar ambos films.
¿Fue difícil encontrar a las crías protagonistas, todas magníficas, por cierto?
Fue un proceso largo, de seis meses, viendo a casi mil chicas, en Zaragoza y Barcelona. Trabajamos la directora de casting y yo intensamente, pero fue una labor enriquecedora: buscábamos perfiles similares a los retratados y que poseyeran tal autenticidad que fueran ellas mismas en el rodaje. Fue maravilloso encontrar a Andrea Fandos, la protagonista, que es portentosa y posee un don especial para la interpretación, empatía y transmite mucho con una simple mirada. Todas las actrices me contagiaron su entusiasmo y me volví a sentir una niña otra vez en el rodaje.
Contemplando a Andrea viene a la memoria la Ana Torrent de las películas de Saura y Erice, Cría cuervos y El espíritu de la colmena: ¿forman estos títulos parte de tu lista de favoritos?
No las he tenido como referencia directa, pero forman parte de mi bagaje como cinéfila: son dos películas importantes para mí, a las que vuelvo con frecuencia y podría verlas eternamente, así que imagino que me habrán influido mucho, porque las admiro especialmente.
¿Tú estudiaste también en colegios de monjas, como las chicas del film?
El germen de la película surge de un cuaderno de religión que me encontré, de cuando yo iba a sexto de EGB: es la redacción que aparece en el film. Al leerla, me pregunté: ¿en el 92 nos enseñaban esto? Porque yo tenía una idea de que éramos más modernos y abiertos, pero hablando con mi familia, amigos y compañeras de colegio fui construyendo esa idea de la educación que habíamos recibido como generación y empezaron a surgir recuerdos. Me di cuenta de que recibimos estímulos tan contradictorios que rozaban casi lo esquizofrénico, pues en clase no se hablaba de sexo y luego te encontrabas en la parada del autobús el anuncio de la campaña sobre el uso del preservativo para evitar el contagio del sida. Tenía muchas ganas de explicar cómo había sido esta experiencia, cómo eran esos recuerdos y cómo nos ha perfilado como generación: aunque no hayas ido a un colegio de monjas o curas, siento que ha sido lo mismo para quien fue a colegios laicos. Me parecía que era una reflexión que valía la pena hacer: cómo esa educación era herencia de la recibida por nuestros padres.
Una educación donde se perpetuaba el machismo o la represión sexual...
Una de las cosas más reveladoras de todo este proceso, que no sólo es fruto de la escritura del guion sino también del momento que hemos vivido, es que descubrí que hasta yo misma tenía mensajes machistas tan interiorizados que no me daba cuenta: he leído relatos míos con 14 años y ahí estaba escribiendo una persona con mensajes retrógrados interiorizados. Ver ese machismo en mí misma me ha servido para corregirme.
La película habla no sólo de una transición personal, sino también social.
He intentado reflejar con ella que estábamos entre dos tierras: quedaba el lastre del poso de la educación recibida por nuestros padres, como sociedad, y a la vez también el país estaba en un momento de euforia, con los juegos olímpicos de Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla, buscando una modernidad que todavía no teníamos ni había llegado.
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