‘Hit & Run’, una turbia historia israelí
La serie israelí de Netflix aporta fundamentalmente una dura mirada sobre “las cloacas del Estado”
La serie israelí de Netflix Hit & Run (Atropello y fuga) tiene a su favor el que sus creadores lo fueron de la interesante y polémica serie Fauda, Lior Raz y Avi Issacharoff, aunque en este caso los palestinos quedan fuera de foco. Una vez vistos sus ocho capítulos, que se desarrollan entre Tel Aviv y Nueva York, la serie aporta más cosas, fundamentalmente una dura mirada sobre “las cloacas del Estado”, esa inmisericorde utilización de los...
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La serie israelí de Netflix Hit & Run (Atropello y fuga) tiene a su favor el que sus creadores lo fueron de la interesante y polémica serie Fauda, Lior Raz y Avi Issacharoff, aunque en este caso los palestinos quedan fuera de foco. Una vez vistos sus ocho capítulos, que se desarrollan entre Tel Aviv y Nueva York, la serie aporta más cosas, fundamentalmente una dura mirada sobre “las cloacas del Estado”, esa inmisericorde utilización de los servicios secretos en la que, bajo la coartada de preservar la seguridad nacional, se incumplen todas las leyes.
Segev Azulai es un guía turístico de Tel Aviv, divorciado y con una hija, casado de nuevo con Danielle, una bailarina norteamericana de ballet que camino del aeropuerto es atropellada por un coche que se da a la fuga. Azulai emprende su descenso al infierno en busca del culpable de la muerte de su esposa. Y así comienza el desvelamiento de tantas mentiras como capas tiene una cebolla. Danielle es bailarina de ballet, pero es también una agente de la CIA integrada en un sucio plan de espionaje al Gobierno israelí, sus hipotéticos aliados. Azulai es un guía turístico con un pasado en un grupo de operaciones especiales del Ejército que abandonó para contratarse como mercenario en América Latina: nada ni nadie es lo que parece salvo la turbiedad, la reina de la casa en la serie.
Dispuesto a aclarar la cada vez más confusa muerte de su mujer, Azulai se desplaza a Nueva York. Naturalmente, la Gran Manzana sigue siendo un campo de minas y el inesperado final de la interesante Hit & Run, ese truco de los guionistas, se justifica por el previsible anhelo del espectador por contemplar la segunda temporada.
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