Los zapatistas comienzan su gira internacional y zarpan desde Isla Mujeres rumbo a Europa
Tras recorrer unos 1.000 kilómetros desde Chiapas, una delegación de milicianos del EZLN parte hacia las costas de Galicia
La montaña, el gran velero en el que siete zapatistas viajarán desde Isla Mujeres, en el Caribe mexicano, hacia Europa, ha partido este domingo pasadas las cuatro de la tarde. Siete milicianos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional salieron el miércoles desde el Estado de Chiapas en camionetas y recorrieron unos 1.000 kilómetros hasta este territorio frente a las costas de Cancún, en Quintana Roo. Durante un día y medio, han esperado a bordo de la embarcación, desde donde han saludado al medio centenar de acompañantes, periodistas y fotógrafos que los veían desde el muelle. El subcomandante Moisés, al frente del movimiento, los ha despedido chocando los puños y minutos después se ha dirigido a la prensa: “De México no voy a hablar porque el capitalismo está en el mundo. Queremos saber cómo están los otros mundos”. La tripulación ha soltado amarras y el barco se ha alejado para comenzar una gira internacional por más de 20 países.
El inicio del viaje se ha adelantado un día, a pesar de que la fecha prevista de partida, 3 de mayo, no estaba elegida al azar: este lunes es el Día de Chan Santa Cruz, un signo que los mayas consideran milagroso. También, hace 503 años, un capitán castellano desembarcó en estas costas enviado por el gobernador de Cuba. Un año después, a kilómetros de allí, atracó Hernán Cortés. El objetivo es completar una travesía inversa a la que hace más de 500 años hicieron a través del Atlántico los conquistadores que invadieron el continente americano. “Hay que luchar por la vida, organizarse, defender, pero juntos”, ha dicho el subcomandante Moisés, el rostro oculto tras el pasamontañas negro que da al movimiento un rostro común. Los zapatistas que saludaban desde la cubierta de La montaña ocultaban su cara detrás del cubrebocas.
Los 12 tripulantes –ente los que viajan también cuatro alemanes y un colombiano– han partido y las últimas instrucciones antes de que el barco dejara el muelle han sido en alemán. “Derrumbaremos puertos y fronteras”, se ha leído en un cartel que alzaba una mujer francófona. Y un grupo de mujeres otomíes, miembros del Congreso Nacional Indígena, han gritado que “¡Zapata vive!”. El viento ha soplado más que el día anterior, a 13 nudos al mediodía, y las previsiones señalan que el lunes soplará aún más, a 17. Quizás por eso el movimiento decidió adelantar el viaje. “Que ellos lleven nuestra lucha, que lleguen con bien”, ha deseado Joaquina Paulino, una mujer que llegó desde Ciudad de México para acompañar a los zapatistas. A su lado, Marisela Mejía, ha aclarado: “Nosotros no vamos a conquistar nada, vamos a intercambiar”.
Más allá de los comunicados difundidos, poco más han dicho sus protagonistas sobre esta travesía. Son siete: Lupita, de 19 años; Carolina, de 26; Ximena, de 25; Yuli, de 37; Bernal, de 57; Felipe, de 49 años, que reemplazó a otro zapatista a último momento, y Marijose, de 39. Cuatro mujeres, dos hombres y una persona que no se identifica con ningún género: el Escuadrón 421. Voluntarios con pasaporte que se han preparado durante seis meses para este viaje, que hablan tzotzil, cho´ol o tojolabal, además de español, y, según informa el EZLN, tienen experiencia “en lancha y cayuco”. Las últimas semanas se han aislado para evitar contagiarse de la covid-19 y han convivido en una réplica de la embarcación en las montañas de Chiapas. El verdadero navío que los llevará hasta las costas de Galicia es un barco de principio del siglo XX que antes hizo viajes a Cuba, Panamá o Colombia.
El movimiento prevé que la delegación llegue a Europa a mediados de junio. Si obtienen permiso para desembarcar, la comitiva visitará “por mar y aire” más de 20 países. “Para platicar sobre nuestras historias mutuas, dolores, rabias, logros y fracasos”, se lee en un comunicado publicado en la página web del movimiento, el medio por el que hacen prácticamente todos sus anuncios. El escrito lleva la firma del subcomandante Moisés, el primer indígena al frente del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), que asumió el mando tras el histórico subcomandante Marcos y ha acompañado a la delegación. Este domingo, horas antes de que el navío zarpara, se lo vio de pie, firme sobre el muelle, pero en ese momento no pronunció palabra. “¡Gracias!”, se oyó desde la orilla y el subcomandante zapatista barrió el aire con la palma hacia arriba, como pasando las palabras al escuadrón que viajará.
Un hombre bronceado que salía del mar, la piel brillante por el agua y la toalla al hombro, miraba confundido a quienes gritaban consignas de apoyo a los zapatistas. Más tarde, ha sonado suave Rubén Blades con eso de “Por la esquina del viejo barrio lo vi pasar / con el tumbao que tienen los guapos al caminar”. A medida que avanzaba el día más y más turistas llegaban a la isla, un territorio donde el agua es tan azul como el cielo, la arena, casi blanca, y los pájaros parecen planear sin esfuerzo, suspendidos por los 30 grados que hace al mediodía. Que podría parecer una postal si no fuera por el estruendo de los carritos de golf que circulan por la avenida junto al mar o los camiones que bajan del ferry para surtir a la isla de Sabritas o agua potable.
“Free samples of tequila!”, ofrecía en inglés el trabajador de un bar, y seguía la promoción en español: “¡Tenemos strippers también!”. Dos mujeres se hamacaban dentro del agua frente a la cámara: bikini, anteojos y cubrebocas. Para esa hora, Ruben Blades daba paso a Danza Kuduro. En el velero blanco con la pintura descascarada, a 100 metros de la costa, los milicianos se adaptaban al movimiento del navío sobre el mar. El barco se distinguía entre otros navíos por una lona morada colgada entre los mástiles que etiqueta: “Zapatistas”.
El EZLN puso de manifiesto las desigualdades en las que vivía la mayoría de la población indígena del país hace casi tres décadas. En 1994, rebeldes con el rostro cubierto por un pasamontañas negro se levantaron en armas en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari (PRI). Después de varios meses de negociaciones con el Gobierno mexicano la organización cedió al desarme. Desde entonces, han elegido la vía política sin descartar la armada. Al frente, siempre había estado el subcomandante Marcos, un profesor mestizo, según lo identificaron las autoridades mexicanas, que mezclaba en su discurso el sentido del humor, leyendas mayas y parábolas de la Biblia. Pero en 2014, Marcos cambió su identidad —asumió el nombre de subcomandante Galeano— y cedió el mando a Moisés.
En los más de 1.000 kilómetros que el escuadrón ha recorrido para llegar hasta Isla Mujeres, prácticamente no se han dirigido a la prensa, según los periodistas y fotógrafos de medios nacionales e internacionales que acompañaron esta semana a la delegación atraídos por la hazaña que esperan lograr los zapatistas, una performance transatlántica cuyo objetivo no es “amenazar, insultar ni reprochar, ni exigir” que les pidan perdón. El mensaje confronta con la petición que el presidente Andrés Manuel López Obrador hizo en 2019, cuando reclamó que el Rey de España y la Iglesia se disculparan por los abusos cometidos durante la conquista. Este lunes, el mandatario ha organizado un acto para él mismo “pedir perdón al pueblo maya”. El viaje de los zapatistas, según han asegurado, “mucho tiene de desafío y nada de reproche”.
Junto a ellos, llevan cuatro cayucos que tallaron y pintaron como homenajes. El más grande conmemora a sus antepasados mayas; el que le sigue celebra a los pueblos “en resistencia y rebeldía”; el tercero homenajea a “quienes han caído” desde el alzamiento de 1994, y el más pequeño exalta “la infancia zapatista”. Pero no está claro qué uso les darán. Uno de los últimos comunicados, firmado por el subcomandante Galeano —célebre por su discurso paródico—, dice que si logran desembarcar “habrá fiesta, baile, canciones, y cumbias”. Pero si no, se lee, van preparados: “Llevamos cuatro cayucos con sus remos respectivos y emprenderemos el regreso. Claro, demoraremos un poco hasta atisbar de nuevo las orilladas de la casa de Ixchel”.
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