SAN SEBASTIÁN 2024 New Directors
Crítica: My Eternal Summer
por Roberto Oggiano
- El primer largometraje de Sylvia Le Fanu es un delicado relato sobre el paso a la adultez entre tragedias personales y ritos de iniciación
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entrevista: Sylvia Le Fanu
ficha de la película], el primer largometraje de Sylvia Le Fanu, que ha sido presentado en la sección New Directors del 72.º Festival de San Sebastián, es una película que retrata el estado de ánimo de una adolescente, Fanny (Kaya Toft Loholt), durante el último verano que pasa con sus dos padres en Dinamarca. Ya desde las primeras imágenes, que muestran a niños felices justo antes de producirse un corte repentino que anuncia sobriamente el título de la película, podemos intuir que My Eternal Summer es una película de separación. La película constituye una larga elipsis respecto al inicio, dado que el final consiste de nuevo en una escena colectiva de alegría, como si esos mismos niños se hubieran convertido en jóvenes adultos. Entre estos dos polos se encuentran todas las emociones de Fanny, las cuales giran en torno a la inminente pérdida de su madre (Marie Rossing) y la relación con su padre (Anders Mossling), basada en la ternura y la comprensión, pero constelada por los arrebatos de ira propios de una chica de 16 años que se encuentra enfadada tanto consigo misma como con el mundo.
La cámara de Le Fanu alterna largas tomas de paisajes estivales daneses con primeros planos que exploran toda la gama de emociones de los personajes, y todo ello poniendo el foco en el candor de Fanny y en el dolor que le produce su edad. La película pone de relieve la tensión entre el deseo de vivir canalizado en las primeras relaciones románticas y las fiestas con amigos, y el peso de la edad representado por el primer trabajo y, sobre todo, por el hecho de tener que enfrentarse a la agonía gradual y lenta de un ser querido. Este último aspecto se convierte en el tema central de My Eternal Summer, donde el adjetivo “eterno” revela la impresión indeleble que un momento crucial de la vida deja en la memoria, un período inolvidable que debe medirse con la finitud de las cosas. Como si la eternidad se reforzara, paradójicamente, al presenciar impotente su imposibilidad.
Al igual que los personajes de su película, Le Fanu se ve obligada a hacer frente al tiempo, de modo que opta por mostrar, por medio de esta obra de ritmo lento, la vida que continúa en contraposición a la vida que termina. En lugar de centrarse en el conflicto entre generaciones, My Eternal Summer adopta un punto de vista filosófico para enfrentarse a la tragedia privada —y universal— que supone la pérdida de un ser querido. A pesar de su lado terapéutico y su reconfortante final, la película no nos ahorra escenas que muestran los lados desagradables de la enfermedad y la muerte. En una conmovedora escena de despedida, una edición de La insoportable levedad del ser, de Milan Kundera, destaca entre los libros que está leyendo Fanny. Italo Calvino dijo de este libro que su fachada de levedad esconde tras de sí una “ineludible pesadez de vivir”. Esta contradictoria y especular frase resuena tanto en el rostro cambiante de la protagonista como en esas inseguridades tan típicas de las personas en proceso de madurez que experimenta. En El barón rampante, el propio Calvino escribió lo siguiente: “A los duelos suceden tarde o temprano acontecimientos alegres, es ley de vida”. Y es que este es un ciclo que se sucede de esta manera una y otra vez, eternamente.
My Eternal Summer ha sido producida por la danesa Adomeit Film ApS, y las ventas internacionales corren a cargo de la también danesa TrustNordisk.
(Traducción del italiano)
Galería de fotos 23/09/2024: San Sebastian 2024 - My Eternal Summer
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