Nacho Vigalondo • Director de Daniela Forever
"Estoy abierto a confesar que recuerdo mi depresión a través de las imágenes de una cámara Betacam"
por Olivia Popp
- El cineasta y autor de ciencia ficción contemporánea español habla sobre las conexiones personales con su última película, y sobre sus valientes decisiones como director
La nueva película de Nacho Vigalondo, Daniela Forever [+lee también:
crítica
entrevista: Nacho Vigalondo
ficha de la película], es una obra de ciencia ficción existencial y contemplativa sobre un hombre que devuelve a la vida a su difunta novia a través de sueños lúcidos. La cinta tuvo su estreno europeo en el Festival de Sitges, donde pudimos hablar con el guionista y director sobre su enfoque conceptual del cine de género y sus singulares elecciones estilísticas.
Cineuropa: Sueles trabajar mucho entre géneros. Daniela Forever se presenta como un romance de ciencia ficción, pero la mezcla es muy poco convencional: no es una película de amor.
Nacho Vigalondo: En este tipo de películas, que mezclan el género romántico y el de ciencia ficción, la historia de amor tiende a convertirse en el clímax. A medida que avanzan, se vuelven más y más humanas. Una de las cosas que más me gustan de esta película es que el elemento de ciencia ficción se vuelve más radical a medida que progresa la historia. Espero que los personajes sobrevivan a esta vorágine, pero estoy orgulloso de la película por haber optado por un camino más arriesgado.
Está comprometida con que la ciencia ficción prevalezca sobre el romance.
Exacto.
Cuando se nos presenta esta premisa de la píldora del sueño lúcido, nos parece algo muy utópico, pero en realidad tiene el potencial para convertirse rápidamente en una distopía.
Es la definición misma de utopía, vivir en un lugar hecho a la medida de tus deseos y caprichos.
Para ti, ¿dónde está la línea que separa la utopía de la distopía?
Lo que me viene a la mente es Mad Max. Vemos a toda esa gente viviendo en un páramo desolado. Para una persona, el villano, es la utopía perfecta, ya que está rodeado de esclavos y humanos a los que puede explotar. Vive en un mundo nuevo donde todos los demás sufren por su culpa. ¿Se puede llamar utopía a un lugar del que solo se beneficia una persona? Esa es la paradoja. Creo que este mundo que Henry Golding habita cada noche es una utopía solo para una persona. Por tanto, hay mucho que criticar.
¿Cómo surgió la idea de construir el mundo real con esa sensibilidad analógica tan cruda, utilizando viejas grabadoras de vídeo?
Necesitaba una forma realmente poderosa de separar los dos mundos, que una mitad de la película no se pareciera en nada a la otra mitad. Quería llevarlo mucho más lejos, porque si hubiéramos ido discretamente en esa dirección, y los cambios hubieran sido sutiles, como un filtro visual o un cambio de formato, la película habría resultado confusa. Sobre todo más adelante, cuando todo se tuerce, necesito saber dónde estamos en cada momento. Cuando ocurre el gran acontecimiento a mitad de la película, toda la fuerza de esa escena proviene del hecho de que estamos al otro lado. Por eso necesitaba algo radical. Cuando escribí el guion, lo único que se me ocurrió fue el blanco y negro frente al color. Sin embargo, los compradores de la película me decían: “Tienes que tener mucho más prestigio para poder rodar algo en blanco y negro. De ninguna forma; esto es un suicidio. Tienes que pensar en algo diferente”.
En cuanto a la idea de rodar con esta tecnología obsoleta, es como si el metraje tuviera una naturaleza completamente distinta. La relación de aspecto cambia, pero no porque estemos cambiando activamente los fotogramas. Creo que fue muy arriesgado porque, hasta donde yo sé, no se ha hecho antes. Daba un poco de miedo, pero también era muy emocionante. Personalmente, siento que hay algo ahí que puedo llamar magia. Estás rodando estos rostros, a estas nuevas estrellas, estas personas que representan el “ahora” (hablo de Beatrice [Grannò] y Henry) con una tecnología obsoleta. Durante el rodaje, bromeábamos diciendo que quizá deberíamos haber llamado al Libro Guinness de los Récords porque en esta película hemos batido el récord de mayor distancia entre la realidad del reparto y la obsolescencia de la cámara. Hay algo que incluso podría calificar de perverso en el hecho de que esté viendo a una estrella de Crazy Rich Asians y a otra de The White Lotus a través de las lentes de las cámaras cutres que utilizaba a finales de los noventa. Estoy abierto a confesar que recuerdo mi depresión a través de las imágenes de una cámara Betacam.
Imagino que gran parte de esta película está sacada de tus propias experiencias o de las historias de otros.
Pretendo que todas mis películas son páginas de mi diario. Me encanta hacer cosas de género, así que nunca haré una película autobiográfica. No creo que mi vida merezca una película en esos términos, pero quiero poner tanto de mí mismo como sea posible en cada película, incluso en las que parecen completamente fuera de este mundo, como Open Windows [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Nacho Vigalondo
ficha de la película] o Los Cronocrímenes [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Alejandro Miranda
entrevista: Nacho Vigalondo
ficha de la película]. Siempre digo lo mismo: cuenta la verdad sobre ti mismo, aunque no estés haciendo una confesión, pero exprésate a través del personaje tanto como quieras. He sido Henry, y también Beatrice. En una película como Colossal [+lee también:
crítica
tráiler
entrevista: Nacho Vigalondo
ficha de la película], por ejemplo, puedo verme reflejado en los dos protagonistas, lo que resulta intrigante.
(Traducción del inglés)
¿Te ha gustado este artículo? Suscríbete a nuestra newsletter y recibe más artículos como este directamente en tu email.