La niña de mi vecina vino la noche de Halloween a pedirme ayuda — Nuestro encuentro cambió mi vida para siempre
La llamada a mi puerta aquella noche de Halloween no era para pedir caramelos. Era un grito de ayuda. "Mi madre lleva tres días durmiendo. No se despierta. Y ahora huele raro", sollozaba la niña de al lado. Corrí a su casa y, al amanecer, mi vida había cambiado para siempre.