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Reserva cognitiva, un escudo para el cerebro

Reserva cognitiva, un escudo para el cerebro
Cátedra en Neurociencia el
Por Matthew Lennol
Los problemas que afrontamos, y que solemos interpretar como molestos, en realidad nos ayudan a mantener la mente activa y actúan como un escudo para el cerebro que nos será muy útil en el futuro. Enfrentarnos a ellos nos permite “atesorar” lo que los expertos llaman “reserva cognitiva“.  Un término que explicaría por qué algunas personas son más susceptibles que otras al deterioro cognitivo o la demencia y también por qué, durante el proceso de envejecimiento normal, se pueden ejecutar tareas intelectuales a un nivel superior al esperado.
Yaakov Stern, de la Universidad de Columbia, es el principal investigador en este campo. Empezó su estudio en 1994 y acuñó el término “reserva cognitiva” en el año 2002. Basó su investigación en las diferencias en las manifestaciones clínicas observadas en personas que padecían alguna patología cerebral. Afirma que la reserva cognitiva es en parte responsable de las diferencias observadas entre distintas personas durante el proceso de envejecimiento y en también en las manifiestaciones de la enfermedad de Alzheimer. El principal factor de riesgo de padecer Alzheimer es la edad.
 En España, la esperanza de vida ha aumentado en personas mayores de 65 años, según datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística en 2013. Los hombres viven 2.5 años más, y las mujeres, 2.7. A partir de los 85 años también se ha observado un aumento de 0.8 años para los hombres y 1.1 para las mujeres. Por eso la reserva cognitiva ha adquirido gran interés como un potente guardián de nuestro cerebro.
Hay estudios que muestran que las personas con más nivel educativo, una vida laboral activa y mayor participación en actividades de ocio y estimulantes presentan un menor riesgo de desarrollar demencia. Las estadísticas apoyan esta hipótesis: la prevalencia de Alzheimer es mayor en aquellas personas con menos años de educación y empleo.
También se ha demostrado que un cociente intelectual elevado actúa como factor protector. Este sistema de defensa, o escudo cerebral, también protege nuestro cerebro contra el declive cognitivo asociado al envejecimiento normal. Pero hay que tener en cuenta que existen otros muchos factores que intervienen en estos procesos, como la genética o los recursos socioeconómicos.
La reserva cognitiva se ha cuantificado gracias a una escala desarrollada por investigadores de la Universidad de Almería. Esta escala obtiene la puntuación mediante preguntas sobre la frecuencia de realizar actividades cursos o talleres, uso de nuevas tecnologías o la lectura como afición.  La escala fue capaz de predecir el éxito de los participantes, todos ellos adultos sanos, en las pruebas de memoria. Los investigadores comprobaron que “mantener un estilo de vida activo a lo largo de los años favorece la ejecución intelectual y repercute positivamente en facetas relevantes para la calidad de vida”. Y al parecer, las mujeres tienden a obtener una mayor puntuación en esta escala, ya que dedican más tiempo a actividades cognitivamente estimulantes.
Nunca es tarde
Se ha demostrado que la reserva cognitiva es flexible y puede seguir desarrollándose a lo largo de los años. Todos los esfuerzos que se realicen de forma continua tanto en actividades promovidas a nivel institucional como personal, para potenciar la educación, la realización de actividades estimulantes y la promoción de un enriquecimiento ambiental, repercutirán positivamente en la calidad de vida.
¿Cómo se puede incrementar la reserva cognitiva? Todo ayuda, y a cualquier edad, ya que, como resaltan los investigadores de la Universidad de Almería, la reserva se desarrolla a lo largo de toda la vida. Todo aquello que implique pensar un poco, desarrollar estrategias o plantear soluciones a problemas ayuda a nuestro cerebro a estar mejor preparado para enfrentarse al paso de los años. Ejemplos clásicos serían aprender idiomas o viajar. Esta última actividad implica interpretar otro idioma, acostumbrarnos a un entorno desconocido, a estar atentos a todo lo que nos rodea para luego orientarnos por el espacio. En definitiva, un reto para el cerebro que se traduciría en una mejora de la reserva.
Sin embargo, no es necesario irse tan lejos para mejorar la reserva cognitiva. También sirven los pequeños desplazamientos cotidianos. Sin darnos cuenta,diariamente realizamos esfuerzos mentales que, pese a ser pequeños y breves, también ayudan a preservar nuestro cerebro. Por ejemplo, planificar un viaje en metro requiere interpretar el mapa, encajar transbordos y estar atentos durante el viaje. Es decir, requiere el desarrollo de un plan de acción. De igual forma leer un libro desafiante (como  “Contact“, de Carl Sagan” ) o ver una película requiere esforzarnos por comprender qué está ocurriendo. Incluso videojuegos como Dark Souls pueden contribuir a aumentar la reserva cognitiva, porque nos entrenan para manejarnos en un ambiente ajeno y para desarrollar estrategias para afrontar los desafíos. Y eso por no hablar de “deportes mentales” como el ajedrez, que pone en juego habilidades mentales como la memoria, la atención, la concentración y la resolución de problemas.
Y no hay que olvidar que en en esta era tecnológica hay apps que pueden ayudarnos a incrementar la reserva cognitiva. Muchas de estas apps son gratuitas y requieren un esfuerzo mental (Memory matches, Brain training, Math Puzzles, Brain it on!, o Skillz).  Aunque apoyarse en el uso de las nuevas tecnologías está bien, se debe proceder con cautela, ya que un abuso de apps que ahorran el esfuerzo de pensar, como Google Maps, puede perjudicar nuestro cerebro, ya que nos convierten en seres pasivos cognitivamente, como alertaba un estudio publicado en “ScienceDirect”.
Matthew Lennol – Alumno del Máster en Neurociencia de la UAM
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