Crítica de cine: Culpable o inocente
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¿Quién dijo que Matthew McConaughey no podía hacer una película más o menos decente? Quizás sea su interminable lista de despropósitos lo que más a favor juega en Culpable o inocente. Es que nadie que respeta el buen cine se acerca a un título suyo esperando una gran película. Nadie. De hecho, Culpable o inocente no es una gran película y hasta da miedo pensar en McConaughey como abogado, en especial después de haber visto Tiempo de matar. Sin embargo, aunque sea difícil de tragar, Culpable o inocente funciona.
McConaughey interpreta a Mick Haller, un abogado que tiene por oficina un sedán Lincoln de lujo, desde el cual realiza todos sus negocios, casi siempre relacionados con contrabandistas de poca monta, prostitutas y todo aquel fuera de le ley que no sea demasiado malo. Sus tácticas van de la mano con el resquicio legal para lograr acuerdos con la fiscalía y rebajar penas para sus representados. Haller no es un tipo con muchos escrúpulos. Todo cambia cuando aparece Louis Roulet (Ryan Phillippe), un hijo de millonario acusado de golpear brutalmente a una prostituta. ¿Qué hace que un tipo como Roulet, que podría contratar a Alan Dershowitz, el defensor de Claus von Bülow, se decida a ser representado por un picapleitos como Haller? La respuesta llega pronto, así como los escrúpulos y las buenas intenciones tantos años perdidas en Haller.
Culpable o inocente es pariente lejana de la notable El veredicto, la entretenida Cuestión de honor y la olvidable Crimen perfecto, películas en las que los abogados van por mal camino, pero el caso que les llega los empuja a una cierta redención. Basada en un libro de Michael Connelly, de quien ya se había adaptado Deuda de sangre, dirigida por Clint Eastwood, la historia funciona como lo que es, un best seller que acciona los mecanismos de la emoción con efectividad. Pero también funciona por el impresionante grupo de buenos actores secundarios que rodea a la "estrella". Marisa Tomei demuestra una vez más su vigencia en su rol de ex esposa de Haller y fiscal del estado.
Phillippe sabe manejarse en un papel que recuerda a Edward Norton en La raíz del miedo y hasta Michael Paré (¿alguien lo recuerda?) está bien en sus cuatro minutos de pantalla interpretando a un policía que odia a Haller. Y la lista sigue con Michael Peña, Josh Lucas, John Leguizamo y el gran William H. Macy como investigador privado y leal amigo de Haller. Si bien la historia tiene poco de original y una vuelta de tuerca de más sobre el final -además de una estética algo sobrecargada y un trabajo de cámara bipolar, muy tranquilo a veces, muy clipero después, sin justificación aparente-, Culpable o inocente encuentra un camino de dignidad no sólo para su protagonista, sino también como realización. A veces, la puesta en escena también logra sorprender con su caudal de referencias, guiños y homenajes a cuanta película de abogados se haya hecho.
culpable o inocente
Dirección: Brad Furman.
Con Matthew McConaughey, Marisa Tomei, William H. Macy, Ryan Phillippe. 118 minutos
Suspenso-Drama .
Estados Unidos, 2011.
Mayores de 14 años.
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