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Dilema moral / Mauricio Reina

La enorme productividad de Woody Allen tiene sus cosas malas y sus cosas buenas.

MAURICIO REINA
La enorme productividad de Woody Allen tiene sus cosas malas y sus cosas buenas. Con un promedio de una película al año en los últimos tiempos, la calidad de su trabajo se ha vuelto irregular. Sin embargo, ese ritmo frenético ha permitido que Allen desarrolle una singular manera de escribir y dirigir, concentrándose solo en lo que le interesa contar, como un dibujante que trabaja con trazos cada vez más sintéticos.

Conforme a los criterios de

Aunque en ciertas ocasiones esa manera de rodar se traduce en historias intrascendentes, otras veces deriva en fábulas potentes. Ese es el caso de Hombre irracional, una cinta con un desarrollo argumental bastante ligero, pero con planteamientos morales contundentes. Todo gira alrededor de un profesor de filosofía (Joaquin Phoenix) que ha perdido la alegría de vivir.
Al llegar a enseñar a un pueblo, empieza una amistad con una de sus alumnas (Emma Stone) que le representa la posibilidad de recuperar su vitalidad. Pero cuando todo parece tener un nuevo comienzo, el protagonista queda enfrentado a un profundo dilema ético que se lo puede llevar por delante.
El guion de Un hombre irracional tiene evidentes problemas, como el escaso desarrollo de sus personajes y la superficialidad con que se plantea su mundo. Sin embargo, la película termina funcionando por dos motivos.
Por un lado, Joaquin Phoenix y Emma Stone ofrecen unas actuaciones llenas de vitalidad que compensan la superficialidad del guion.
Por otro, la ligereza con que Allen presenta la historia contrasta con el cuidado con que aborda el tema que más le interesa y lo verdaderamente relevante de la cinta: el dilema moral de quien debe cometer un crimen para evitar un mal mayor.
MAURICIO REINA
Crítico de cine
MAURICIO REINA
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