Crítica: La sustancia
por Fabien Lemercier
- CANNES 2024: Coralie Fargeat firma una brutal, postmoderna y feminista versión del pacto faustiano que arrasa con todo al estilo de Cronenberg, Lynch, Kubrick y demás
Nada de dejar la opinión personal para el final, vamos a quitarnos la máscara desde el principio. Aunque La sustancia [+lee también:
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ficha de la película], de Coralie Fargeat, es una obra que desborda entretenimiento a raudales y se ha diseñado particularmente bien, y aunque es evidente que la basura y el gore pueden tener un efecto catártico y relajante en la tribu de críticos cuya paciencia se pone a menudo a prueba con obras arduas que no siempre cumplen sus promesas, no hay que confundirse de huevos (como se dice en el plano inicial de la película de la cineasta francesa). Independientemente de sus cualidades —que no son precisamente pocas—, la presencia de la película en la competición oficial del 77.º Festival de Cannes constituye sin duda un asombroso signo de los tiempos, una colonización de las mentes por un lenguaje cinematográfico primario —pero no simplista— y plagado de las anfetaminas de las producciones de Hollywood, cuya formidable eficacia inconsciente, bajo su aspecto mágico simplista, está a la vista de todos. El hecho de que esta película fantástica seleccionada como proyección de medianoche pueda ser nominada a la Palma de Oro nos tiene que hacer reflexionar sobre la evolución que se está produciendo, a pesar de las detalladas explicaciones que probablemente se darán al respecto (la búsqueda de un público predominantemente joven, los múltiples atractivos del cine de género, etc.). Y la propia “moraleja” de la película de Coralie Fargeat, tan suculenta como sumamente referencial, debería hacernos reflexionar sobre los peligrosos efectos a largo plazo de ceder a las tentaciones más seductoras cuando sopla el viento en contra.
Dicho esto, The Substance es una película conceptual muy lograda, con un estilo hiperbólico y dantesco y una trama que transcurre entre el plató de un programa de aeróbic y un apartamento elegante y sublime con vistas a todo Los Ángeles. “Tiene que ser joven y sexy. ¿Cómo ha durado tanto esta vieja bruja?”. A la estrella del programa, Elizabeth Sparkle (Demi Moore), que en su día ganó un Óscar y ahora celebra su 50 cumpleaños, la noticia le cae como un jarro de agua fría, ya que se trata de una clara invitación a abandonar el programa. Pero un accidente de coche le abre nuevas y milagrosas oportunidades gracias a un producto secreto llamado The Substance, que garantiza la juventud, la belleza y la perfección mediante la duplicación celular.
Con el proceso activado, la estabilización diaria en marcha y la permuta obligatoria cada siete días, las inyecciones empiezan a sucederse una tras otra y pronto nos encontramos con dos versiones de Elizabeth: un cuerpo con vida y otro inanimado —al que hay que alimentar por vía intravenosa— en el cuarto de baño. La vieja matriz y la joven Sue (su doble prometeica, que tiene un cuerpo que parece esculpido en bronce y se presenta —con éxito— al casting para convertirse en la estrella del nuevo espectáculo), interpretada por Margaret Qualley, empiezan así a alternar su existencia cada siete días. Pero la situación degenera rápidamente debido al creciente deseo de Sue de eludir la regla básica: “no olvidéis que los dos sois uno”...
Este avatar posmoderno y femenino de Dorian Gray, que constituye una reinterpretación futurista y de ciencia ficción tanto del clásico acto de atravesar el espejo como de nuestra peligrosa sed de inmortalidad, destaca por ser muy explícito, puesto que se muestran constantemente escenas en las que la carne se desgarra, la sangre gotea y las cosas “se van de las manos” en muchos aspectos, como los pasillos, el sexismo que muestra el productor Harvey (Dennis Quaid), el apetito, el deseo y el odio hacia el otro yo... Todo ello está rodado con una intensidad deliciosamente feroz (mediante planos de ángulo alto y bajo), en perfecta consonancia con Revenge [+lee también:
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entrevista: Coralie Fargeat
ficha de la película] (el primer largometraje de la directora) y en un diluvio de sonido y música. Al explorar la conocida dualidad del alma, la película también promueve —no sabemos si consciente o inconscientemente— el consumo de drogas (a través de la representación de los traficantes, el síndrome de abstinencia, la huida de la realidad hacia un paraíso artificial y las sobredosis). Desde luego, esto no es algo nuevo en la gran pantalla, pero nunca se había mostrado de un modo tan directo y visceral en forma de entretenimiento. The Substance, que recicla viejas recetas (el espejo encantado de Blancanieves, La mosca, de Cronenberg¸ El hombre elefante, de Lynch, Carrie, de De Palma, El resplandor, de Kubrick, etc.) y las envuelve de una gruesa capa sensacionalista, resulta ser una película peligrosamente atractiva.
The Substance ha sido producida por la británica Working Title y la francesa A Good Story junto con Universal Studios y en coproducción con la francesa Blacksmith. Las ventas internacionales de la película corren a cargo de The Match Factory.
(Traducción del francés)
Galería de fotos 20/05/2024: Cannes 2024 - The Substance
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