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CANNES 2016 Competición

I, Daniel Blake: un inconfundible Ken Loach

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- CANNES 2016: El más duro y tierno defensor del pueblo en todo el séptimo arte vuelve a la Croisette con una película conmovedora

I, Daniel Blake: un inconfundible Ken Loach
Hayley Squires en I, Daniel Blake

El maestro británico del realismo social, Ken Loach, ganador de la Palma de Oro hace diez años por El viento que agita la cebada [+lee también:
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, ha vuelto a estremecer de emoción al Festival de Cannes con una película, escrita como siempre por el genial Paul Laverty, que recuerda a sus mejores clásicos. I, Daniel Blake [+lee también:
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casi supera, en tanto que oda a la gente humilde y a los excluidos, a la trágica Mi nombre es Joe, cuyo título parece resonar con el del nuevo film. Ciertamente, si Loach tiene, más que otros, una manera única de contar las historias sencillas de la gente ordinaria, sin retratarlos nunca como seres ordinarios, sino bellos y dignos —mucho más que los execrables sistemas que les destruyen, máquinas construidas por la humanidad que han perdido el sentido de lo humano—, la historia de I, Daniel Blake la cuenta con tanta ternura que el corazón bulle de indignación, pero también de amor hacia las personas, tras ver esta película sobre el (dis)funcionamiento inicuo de las ayudas sociales en Reino Unido, a consecuencia de su privatización y, a veces, su externalización por parte del gobierno conservador —cincuenta años más tarde del calvario de unos padres que Loach relató en Cathy Come Home—. 

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El film comienza, desde los primeros minutos, de manera sorprendente, causando una fuerte impresión en el espectador mientras los créditos pasan por una pantalla todavía en negro. Se oye un "diálogo" (de hecho, es un diálogo de besugos) con una empleada de la administración cuya necedad —cómica vista desde fuera, pero sobre todo exasperante— nos resulta, por desgracia, demasiado familiar a todos, y despierta inevitablemente la simpatía del espectador hacia el protagonista (Dave Johns). La compasión va creciendo a medida que se van sucediendo las torpes interacciones de este hombre con una burocracia sin corazón —y, a veces, sin cuerpo e incluso sin voz, pues Daniel es dirigido todo el rato a ese interlocutor aún más hermético y frustrante que es internet—, que lleva a nuestro valiente Joseph K. al límite de la cordura. Este viudo mancuniano lo daría todo por trabajar, a pesar de que está en edad de jubilarse, si no fuera porque tiene graves problemas cardíacos; por si fuera poco, las autoridades le han retirado la pensión de discapacidad. 

En la oficina de empleo, adonde acude regularmente y pasa horas esperando (escuchando en su móvil la Primavera de Vivaldi en bucle), sin que ello sirva para que su petición prospere (de hecho, sucede justo lo contrario), Daniel conoce a Katie (Hayley Squires), una joven madre con dos hijos en una situación incluso más desesperada. Toda la película se articula en torno al entrelazamiento de sus dos historias, y de esta amistad solidaria, el film extrae toda su impresionante belleza, pues Loach y Laverty han creado en esta ocasión personajes increíblemente conmovedores, más que nunca, y esto vale tanto para Daniel y Katie como para los hijos de esta última (niños que esta madre heroica ha logrado convertir, entre tanta miseria, en personas adorables), los vecinos de Daniel, los transeúntes de la calle... en definitiva, la gente. 

A esta humanidad grandiosa, a estas personas a las que el sentido de la cooperación les viene de manera natural, Loach y su fiel colaborador contraponen situaciones intolerables, en una sucesión de escenas de una fuerza increíble —entre las cuales destaca, quizás, la del banco de alimentos en el que Katie, que no come por alimentar a sus hijos, bebe, impulsada por el instinto de supervivencia, la salsa de tomate directamente del bote, para luego deshacerse en disculpas, completamente avergonzada—. Ver a todos estos seres valientes, generosos, graciosos, llenos de vida, seres humanos en definitiva, sometidos a situaciones que les hacen sentirse insignificantes es una experiencia insoportable que conmueve profundamente el alma.

Las ventas internacionales del film están a cargo de Wild Bunch.

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(Traducción del francés)

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