Crítica de 1945: La extraña visita
Es húngara, menos original que «En cuerpo y alma» y más accesible que «El hijo de Saúl», con la que comparte el tema del Holocausto
Exhibida en la Berlinale , esta es la clásica película de festival que puede tener una digna carrera comercial de cara a un público interesado en el cine contemporáneo. Es húngara, menos original que «En cuerpo y alma» y más accesible que «El hijo de Saúl», con la que comparte el tema del Holocausto. Los críticos anglosajones la comparan con un western porque su depurada fotografía en blanco y negro ayuda a visualizar una comunidad a la vez concreta y universal, como los pueblos de la frontera del género nacional norteamericano. Pero también evoca referencias más cercanas, como la novela de García Márquez « Crónica de una muerte anunciada »; es mejor que la versión que uno recuerda de Francesco Rosi, de hace 20 años.
Quiere decirse que estamos ante una comunidad que comparte no sólo residencia sino un oscuro secreto, como una suerte de versión inversa de Fuenteovejuna. Todos están unidos por esa herida que creen cicatrizada hasta que un día llegan dos extraños en tren (como en una del Oeste, si quieren) y la herida se abre bruscamente y la sangre sigue sin secarse y algunas alianzas construidas sobre el silencio se ven amenazadas.
La acción transcurre en el verano de 1945, recién acabada la guerra, y los dos extraños visten el atuendo de judíos ortodoxos, lo que da una idea exacta del tipo de herida que mencionamos. Pero para ver cómo se desmorona ese pequeño mundo, un microcosmos de lo que pasó en tantos otros lugares de Europa, tendrán que mirar las imágenes, límpidas y precisas como una pesadilla o una película de Bergman, que describen un horror que nunca se llega a mencionar.
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